No pasan sino unos cinco minutos desde las manzanas fueron entregadas, y cada uno tuviese tiempo de sanear sus propias emociones, cuando el sonido de unos cascos aproximándose les sacan de sus pensamientos.
¿Un jinete tal vez?
Pronto salen de su error. Un fornido centauro se acerca sorteando tocones y posibles agujeros entre la maleza. Sobre él, la ninfa que había ido en su busca. Se dirige algo de mal humor a la primera que ve.
- Eufrósine ¿Qué era tan importante como para hacerme venir hasta tan lejos? Sabes de sobra que no nos gusta alejarnos tanto de los caminos en el bosque de los susurros. Estaba cazando, maldita sea.
La interpelada sonríe apacible, levantándose de su asiento y haciendo una seña para que lo pueda ver por él mismo el motivo de su llamada. La auloniade se baja de su lomo con rapidez antes de que el recién llegado aparte las últimas ramas que le impiden la visión y pase la mirada entre todos los presentes.
- No me lo puedo creer... - Bufa con desagrado, golpeando el suelo con sus cascos delatando algo de malestar. Se acerca un poco más y les examina más de cerca, reparando en sus heridas. Los olfatea, percibiendo el halo divino de cada uno.
- Esto es humillante. No soy una bestia de carga - Se queja ligeramente, a pesar de que sus gestos delatan que ya se está prestando a ayudar, pero en lugar de ofrecer la grupa es él mismo quien se acerca, y si nadie opone resistencia, toma a la desvanecida Yuki-Onna con cuidado en sus brazos. No parece que su peso le suponga molestia alguna.
No parece interesado en hablar nada en concreto con los mestizos, y son las ninfas las que se sitúan a su lado por si alguno necesitase ayuda para levantarse, mientras siguen lanzándoles miradas curiosas. Recuerda a Quirón, sin duda. Pero solo por la raza, pues Neso parece mucho más joven, corpulento, amenazador y gruñón que el que alguna vez fue mentor del campamento.
Cuando el centauro se ha empezado a acercar, antes incluso de descubrir que se trataba de un centauro, algo se te hizo familiar en la forma en la que caminaba. La cadencia de sus pasos, la fuerza con la que golpeaba el suelo...
Y cuando viste asomar las patas oscuras y su fabulosa figura recortada contra el fondo el corazón se te encogió.
Aswad
Pero en su lugar estaba ese hombre-caballo. ¿Cómo podía parecérsele tanto?
Daniya escuchó a Masud darle las gracias en árabe, cosa que no entendió mucho. ¿Por qué le daba las gracias? Aún no habían hecho nada.
- Después del desastre en la fiesta pensé que no me hablarías durante semanas.
Y a punto estuve de hacerlo, pensó Daniya, pero solo asintió ante sus palabras. Si no hubiera sido Masud el que la hubiera buscado, Daniya se habría pasado evitándole un mes, como era habitual. Sin embargo, luego habían pasado tantas cosas que era como si todo aquello hubiera sucedido hacía un año. Los arranques de Masud habían pasado a un segundo plano y hasta a un tercero tras aquel desastre del campamento.
Daniya oyó un sonido de cascos y se giró con rapidez. Al ver lo que venía, no pudo sino pensar, otra vez no. Ya había tenido suficiente hombre caballo para toda la vida con Quirón, con quien ni ella ni nadie de su panteón había llegado a entenderse nunca. No le apetecía empezar otra vez con aquel centauro, que además demostró ser bastante más gruñón y brusco de lo que había sido Quirón. Sin duda aquel dicho de mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer tenía toda la razón. Cargó a Yukionna y se dispuso a marcharse, sin hablar más que para bufar y quejarse.
Y sin embargo... Daniya se levantó y se le quedó mirando fijamente, como si algo en él le sorprendiera. Le examinó de arriba abajo y frunció el ceño. Finalmente, se acercó a Masud y le susurró en árabe:
-Por favor... puedes... ¿Podrías preguntarle una cosa en su idioma al hombre centauro?-dijo dubitativa-Pregúntale que si conoce a... a...-¿A quién? ¿A Aswad? Aquel ni siquiera era su nombre, solo el apodo que le había puesto, por mucho que a él pareciera gustarle-a un caballo negro, tan alto como él. Es decir-carraspeó-un caballo entero. Sin hombre. Yo le llamo... le llamaba Aswad.
Aswad significa negro en árabe.
Jezabel se movía impaciente por el lugar dando inquietos paseos y maldiciendo por no estar ya en camino.
Poco a poco, el efecto del poder de Masud le iba haciendo sentirse mejor y ya apenas recordaba que no hacía tanto tiempo había tenido un agujero en el abdomen y unos minutos antes estaba muerta. Si no fuera por el agudo quemazón de su hombro, quizás podría haberlo olvidado por un momento. Aunque no parecía probable. Más bien una forma de hablar.
Sea como fuere, caminaba inquieta y, cada poco levantaba la vista en dirección al lugar donde se había ido la ninfa.
Se dio cuenta de que las otras criaturas, le miraban con creciente curiosidad su pelo rojizo y les dedicó una sonrisa. Incluso se detuvo para que pudieran acariciarlo. Sin embargo, la curiosidad les duró poco para virar hacia un tema más interesante: La fertilidad de sus compañeros. ¿Acaso estaban buscando alguien con el que echar una canita al aire y de paso engendrar semi-semidioses y semi-ninfos?
Abrió la boca con una sonrisa pícara dispuesta a hacer una broma al respecto cuando su mandibula se congeló abierta debida a la sorpresa. Si en ese momento hubiese abierto más la boca quizás habría podido rivalizar con sus ojos abiertos como platos.
Ireia le ofreció una manzana dorada y Jezabel la recogió y la guardó entre sus cosas con movimientos automáticos, casi sin ser consciente de lo que hacía. En ese momento, un ruido llegó desde los arbustos y Jezabel se giró para recibir lo que fuera que viniese recuperándose torpemente para imprecarle por llegar tarde.
Una vez más, su intención se quebró al distinguir la silueta que llegaba
¡Quirón! - Pero cuando salió a la luz para hacerse totalmente visible, comprobó que no se trataba de él y volvió a quedarse paralizada. Nunca pensó que echaría de menos al viejo caballo, pero allí estaba, lamentando que la ayuda que habían ido a buscar no fuese quien ella había creído ver.
No era Quirón. Era un semental más joven y atlético. Y es que aún le costaba pensar en aquellos seres como algo más que caballos. El centauro se quejó de que no era una bestia de carga, pero no era ese el rol que Jezabel le había asignado mentalmente en su cabeza pensando en la comunidad centaura. Más bien otro tipo de bestia y para otro tipo de cargas. Le resultó desagradable. No por sus formas y maneras, que eran bien recibidos por ella, si no por su misma condición. Quirón irradiaba cierto tipo de sabiduría y madurez, aquel caballo irradiaba juventud y vitalidad, y de algún modo extraño, aquello le pareció mal.
No perdamos más tiempo - Dijo visiblemente molesta sin un motivo claro. Lo dijo en árabe y en griego. - Vamos - Y se puso en cabeza de la comitiva, junto a la dríade juguetona.
Tras el bocado, Rahat empezó a experimentar una sensación rugiente en su garganta que rápidamente se propagó por todo su cuerpo. Un alud de emociones, no había otra definición mejor, cayó sobre él como elefante en cacharrería, un nudo en el estómago se aferró a él dispuesto a no soltarlo. Rahat se encogió sobre si mismo llevándose la mano a la frente, no tardó demasiado como para que empezara a sollozar y hacer saltar lágrimas que fueron empañando su rostro.
Una presión de plomo lo apretó contra el suelo, un sufrir mudo que exteriorizaba lágrima a lágrima que buscaba un modo de dar con las soluciones y respuestas que no era capaz de encontrar. Toda la fortaleza con la que el hijo de Osiris se había armado para aguantar la tormenta emocional que estaba viviendo se derrumbó con un solo mordisco de manzana, sentía soledad, sentía dolor, sentía sufrimiento, sentía miedo. Un miedo viscoso que aun permanecía pegado a su alma desde lo que creía que había sido una eternidad.
Rahat lloraba en el rincón que había elegido de forma accidental, apartado del centro de la acción, y no podía contener rostros, palabras y personas que se agolpaban vívidamente en su mente. La impotencia, la soledad, la confusión se conjuraron para apuñalar su templanza y erosionando sus bases sin cuartel. Quería ver que estaba bien. Quería saber que estaba bien. Un miedo atroz e irracional creyendo que lo fatal hubiera podido pasar, de nuevo, provocó otra oleada de emociones que apuraron al máximo las lágrimas del semidiós.
Y cuando aquella lluvia empezó a cesar, solo había nombres grabados a fuego en su mente. Nombre que había visto y nombre que no había visto, nombres que sabía a salvo y nombres que necesitaba desesperadamente saber que lo estaban. Rahat se puso en pié tambaleante al principio, fue consciente de la presencia del centauro con el ceño aun fruncido y se secó las lágrimas que aun caían perezosas por sus mejillas. Miró a sus compañeros sintiendo un calor agradable que se iba haciendo hueco en su mente tras el torbellino emocional propiciado por la manzana.
—Me alegro que estéis bien —dijo tras tomar largamente aire, volvió la mirada hacia lo que creía que iba a ser la ruta a tomar y miró al cielo mirando a Harsiasis que les sobrevolaba. Bajó la mirada apretando los labios —. Comprobemos que los demás también lo están. A todos cuantos podamos.
Poco a poco la templanza regresaba al hijo de Osiris, una firmeza reforzada tras asumir tantas cosas con las que convivía dentro de él y haberlas echado fuera. Dirigió una mirada triste, rota, hacia Jezabel primero, luego a Daniya y, finalmente a Masud y Tau, que se transfiguró a una resuelta y llena de convicción. ¿Pero hasta que punto serena? No, la serenidad aun tardaría en llegar, y dudaba que lo hiciera en breve.
El centauro parece dispuesto a ignorar las voces que lo reclaman, obligando a Masud a ser más insistente con su pregunta.
Finalmente se detiene y mira hacia atrás, y tras lanzar al traductor una mirada de profundo desagrado, finalmente sí que repara en la asustadiza Daniya.
El momento se alarga mientras la examina, y algo indescifrable cambia en su expresión antes de que mire nuevamente hacia delante y retome la marcha. Un gesto demasiado breve como para identificarlo.
- No se retrasen, o tendrán que apañárselas si se pierden. Este bosque está lleno de criaturas tramposas a las que les encanta tentar con falsos caminos y embustes.
Y aún así... sí que ha sido un gesto.
Algo ha cambiado en su mirada mientras te observaba. Lo que no sabes es si se trata de algo bueno... o de algo malo.
El dolor es algo caprichoso. Al haberse alejado del grupo buena parte del necesario desahogo de Rahat lo pasó en solitario. Quizás eso era lo mejor. Seguía teniendo su orgullo.
Trató de ignorar lo mejor que pudo la reacción de Jezabel, y llegó a alzar la voz para arrancar alguna respuesta al centauro sin mucho éxito, pero hubo algo que no pudo ignorar.
Menos mal que están todos bien . . . Me alegro que estéis bien
Masud sonríe antes de incorporarse con dificultad. ¿O se había imaginado aquel eco?
Al instante sintió cómo alguien se ponía a su lado para servirle de apoyo. El esfuerzo hacía que el dolor físico regresase, y eso impedía que distinguiese hasta los rostros además de enturbiar otros sentimientos sobre a quien echaba de menos y quien podría haber caído o no en el resto de panteones. No quería ni pensarlo.
Asiente como agradecimiento y se lanza a andar, decidido a no dejar que sus molestias ralentizaran al grupo más de lo necesario.
Motivo: Aguante
Dificultad: 1
Tirada (4 dados, se repiten 10s): 7, 8, 9, 2
Éxitos: 2, Éxito
El bosque que atravesais cuenta con presencia, altura y sobriedad. No tardais sino una media hora en empezar a escuchar los quedos murmullos de un riachuelo sereno de agua verdosa que no llegaría a cubrir a nadie más allá de las rodillas. Seguir la senda que discurre junto al río es un paseo agradable, aunque oscuro. Sin embargo, es un bosque lleno de bellezas y secretos para quien sepa dónde mirar.
Aquí y allí es posible ver aún fragmentos de caminos de adoquines que parecen no ir a ningún sitio, o una estatua majestuosa y casi olvidada de las que esperarías encontrar en mitad de un jardín cuidado y atendido, ahora cubierta de enredaderas y brillante musgo. Columnas de eras dóricas, más allá capiteles con acabados corintios, una fila de tres cariárides que observan el paso con indiferencia...
Es como si el mismo bosque estuviese tratando de contar aún las historias que allí un día se narraron, pero los motivos por los que se erigieron lo que ahora son ruinas permanecen ocultos a tu vista.
¿O tal vez es la vegetación la que trata de tragarse el delator de que hubo un tiempo en el que allí existió vida?¿Eran templos tal vez? ¿una grandiosa ciudad? ¿O sólo pequeños tesoros saqueados de las tierras humanas y ofrendas abandonadas en el bosque sin ton ni son?
Hay muchas sendas que se adentran en esta espesura, pero las guías advierten: hay que tener cuidado. Porque existen lugares tan sombríos que harían perderse al mejor rastreador, y algunas de las criaturas que lo habitan gustan de gastar bromas pesadas a los forasteros.
De alguna manera, la humedad que atrapa los huesos a medida que se cruza este bosque habla de nostalgia, y cuando ese sentimiento te invade y la luz muere no puedes evitar sentir que el bosque trata de susurrar sus secretos en lenguas ya olvidadas. Ten cuidado de prestarles atención, pues no son tus recuerdos y el Bosque de los Susurros, como lo llaman ellos, tiene también fama de belleza cruel.
Afortunadamente para todos, la espesura del camino, después de minutos infinitos, acaba llegando a su fin.
Fin del prólogo :)
Nos trasladamos a la nueva escena
Dejamos esta escena aún abierta por si quisieran incluir un post de cierre.