Partida Rol por web

- Oh, lo siento - Sonríe a modo de disculpa. - Por eso me han traído hasta aquí. Soy maestra en los arcanos de la mente. A veces confundo los susurros dichos con los no dichos.

Me llamo Eufrósine. Me pusieron el título de "Gracia de la Alegría". Aunque siempre opiné que era un poco exagerado. Nadie puede estar permanentemente alegre. Ni siguiera yo.

Cambia un poco de posición para evitar que la presión de los barrotes en la espalda comenzara a ser incómodo.

Me han traído aquí para enseñar a estos muchachos y a quien quiera a proteger sus mentes de entidades sensibles como yo... o de dones psíquicos más malintencionados. Como el gran mal que asola hoy día la tierra.

¿Te han llegado noticias de lo que está pasando?

— ¿Hord? Es mi amo. — Dijo casi sin pensar cuando Avgi escuchó ese nombre. — ¿Qué clase de favor necesitas de Hord? — Pregunta con genuina curiosidad. — Igual puedo ayudarte con ello. — Dice mientras mira al chico con la curiosidad reflejada en sus ojos. Además, la propuesta de ayuda no parecía en absoluto en vano. 

Cuando la joven se disculpó, Avgi levantó la mano en un aspavientos, como restándole importancia y haciendo ver que no era necesaria una disculpa. Entendió, aunque sin hacer ni tan siquiera una idea, de lo que sería tener tal poder. — Eufrósine... — Repitió para si misma, como si estuviera tratando de dejar ese nombre en su memoria. — ¿Hay un mal que asola la tierra? No, ¿qué noticias? ¿Qué está pasando? ¿Sois griegos? — Añadió esta última pregunta a la retaíla, ahora que se nombraba la tierra, ya que recordaba que habían estado hablando en griego antiguo. 

En la expresión de Héfiro seguía habiendo bastante desconfianza, pero tras pensarlo durante varios segundos, acaba cediendo.

- Dicen que su forja está encendida gracias a una fuente de fuego eterno. Eso necesito. Uno de sus carbones.... o tal vez una piedra de sus cimientos debería bastar. 

¿Podrías conseguir algo de ese calibre?

¿Qué vas a pedirnos a cambio?

Eufrósine suspira, y mucho más comprensiva, sonríe y empieza a responder a sus dudas adoptando inconscientemente el tono de un cuentacuentos o un maestro. Como si fuese algo natural que le salía sin pensar siguiera.

- Esta es una mala época para los hijos e hijas de los dioses en la tierra, Avgi. 

No sabemos de dónde ha venido ni cual es su objetivo final, pero... todos los muchachos que estaban allí, lo que en este reino llaman Mithgard, han muerto. Sus corazones devorados por una oscuridad que los supervivientes apenas son capaces de recordar.

Como si un embrujo confundiera sus mentes. 

E incluso los más lúcidos relatan que sus armas no eran lo bastante eficaces para causarles daño alguno.

Acogimos a algunos supervivientes que fueron capaces de huir a tiempo en mi tierra, Mythos. Muy cerca de las faldas del monte Olimpo, donde reina mi señor Pan.

Contaban historias atroces. Cómo el pánico les dominó. Sufrieron pesadillas en las que mataban a sus amigos, o se volvían locos sin poder diferenciar realidad de ilusión.

Por eso es tan importante que aprendan lo que yo puedo enseñarles.

Están empeñados en regresar a buscar venganza y que la tierra sea habitable para los que comparten linaje divino. Además, que nada garantiza que ese gran mal no tenga sus propios métodos para llegar a lo más alto de los reinos divinos, como es esta tierra o la nuestra. 

No sé por qué Hefesto quiso que su hijo tuviese ese brazalete, pero seguro que es algo útil para esta lucha, y no lo sabremos hasta que consigamos esa esquirla de fuego eterno.

¿Nos ayudarás?

Avgi miró al chico con los ojos ligeramente entrecerrados, como si estuviera meditando las posibilidades de conseguir lo que él quería. Finalmente, separó los labios aunque parecía que seguía pensativa. Apenas cogió aire como si fuera a hablar, pero volvió a cerrar la boca. Segundos después, habló finalmente. — Intentaré conseguirlo, no prometo nada. — Se encogió de hombros. No estaba segura de si sería tan fácil como parecía. — No quiero nada a cambio, no al menos de momento. Me deberás una. — Parecía la típica frase que decían entre amigos, pero en el rostro de Avgi no había atisbo de sonría o simpatía. Lo decía en serio. Ese chico le debería un favor si ella conseguía lo que le pedía. 

Posó su mirada en la joven cuando esta comenzó a contarle. Avgi pudo reconocer parte de lo que Eufrósine le contaba. Ella misma antes de ser raptada y llevada a Asgard había podido sentir y ver cosas que... no le habían gustado nada. Casi las había olvidado, pero conforme había oído a la joven, le habían venido a la mente aquellos recuerdos. Entendió que decía la verdad. — ¿Los semidioses? — Da una cabezada en dirección a la Arena, dejando claro que se refería a esos que habían venido hacía unos días con ellos dos. — Así que ellos también huyeron de la Tierra por eso... — Avgi parecía estar encajando piezas. — Sí, sí, os ayudaré. Pero no puedo prometer que lo consiga. Al menos lo intentaré. Hord es... — Se queda unos segundos pensativa, buscando un adjetivo para describir al viejo ciego. — Hord. — Pero parece que no consigue encontrar la palabra adecuada.

- Eres muy amable. Y no te preocupes, por supuesto que te corresponderemos si está en nuestra mano. - Sonríe con calidez. Es llamativa la forma que tiene de transmitir bienestar a pesar de las circunstancias. Estar a su lado es... confortable.

- Gracias de veras. Solo con que lo intentes ya es más de lo que imaginábamos hace unos minutos.

Solo... no te expongas demasiado. No parece una persona muy dialogante.

— No, no es muy dialogante... — Murmura Avgi mientras se gira para comenzar a irse. — Y no te preocupes, estaré bien. Siempre lo estoy. — Le dice a la joven que pareciera realmente preocupada por ella a pesar de que acababa de conocerla. Y Avgi no conseguía ser igual de fría que con el resto del mundo. Esa chica parecía realmente buena y frágil, no quería herir sus sentimientos. Realmente, Avgi estaba siendo honesta con ella, no fingía. Había hablado de espaldas, pero antes de terminar la frase se había girado para mirar a la chica. Apenas había mostrado un atisbo de sonrisa y, después, habría salido de la habitación.