Banú
Banú se inclinó sobre el rastro. Sus anchas narices aspiraron el aroma de las deyecciones que ocupaban el claro. Los pudúes comían allí con frecuencia y las plantas de la zona sufrían sus embates con estoicismo. Sus ojos negros y vivos observaban el lugar con atención. Tenía que moverse con cuidado pues aunque los pudúes no eran agresivos donde había pudúes había dientes de sable y podían comer un hombre igual que un pudú.
Se llamaba hombre pero lo cierto es que no pasaba un metro y medio de altura desde las plantas de los pies hasta la zona más alta de la cabeza en la que su pelo fuerte y rizado soportaba la fuerza de la luz del mediodía. Su piel negra resistía bien el sol. Ahora estaba agazapado, acercando sus fosas nasales al suelo buscando el resto del olor que marcaba la dirección que había seguido el grupo de herbívoros. El rastro era claro y entre la confusión de marcas de pezuñas que veía se distinguía la dirección general que la manada había seguido. Era joven para ser hombre pero había pasado la prueba de hombría hace ya algún tiempo y había elegido a Mique para que le diese hijos.
Ella molía las semillas y las empapaba con agua y saliva para convertirlas en una pasta dulce con la que acompañaban la carne y frutas que luego comían. Él defendía al grupo y ayudaba a cazar pudúes y otras piezas. A veces con trampas de cuerda capturaba pequeñas liebres o roedores, otras como ahora se juntaban varios cazadores para poder aislar uno o dos ejemplares de la manada y repartirse luego la piel, la carne y los huesos que servirían para hacer útiles y armas. Era una buena vida.
Mique estaba feliz y comenzaba a notársele un pequeño abultamiento, tal vez en poco tiempo tendrían uno más en la tribu. Se movía siguiendo el rastro como una araña, apoyando manos y pies en el suelo para desplazarse pegado al suelo. Volvió con el resto. La partida de caza constaba de dos grupos: los espantajos y los predadores
El grupo de pudúes había ido a beber al pequeño lago cercano, si es que Banú había intuido bien el rastro. No podía ser difícil acercarse allí y que los espantajos hiciesen su trabajo forzando a los animales a volver por donde habían venido y que los predadores hiriesen uno. Tenía que avisarles y se volvió a mover de aquel modo tan extraño que tenía su gente cuando quería hacerlo en silencio. En su cadera la calabaza que había vaciado servía de bolsa donde repiqueteaban las púas que usaba para cargar en la cerbatana. Las púas eran terriblemente efectivas y era capaz de usar aquella pequeña arma para capturar presas de buen tamaño. Una vez había atontado una cría de pudú lo suficiente como para poder atacarle sin peligro de sus pequeños cuernos. Eso había hecho que se hinchasen de tanto comer y a cambio de la carne que no podían tragar la vieja Beke le dio el arpón de hueso que llevaba a todos lados y semillas y potes y una buena cantidad de pasta de aquel veneno que usaban para sus púas.
El dientes de sable se movía sin hacer ruido a través de las plantas. Estaba siguiendo la manada desde un rato antes y se encontraba solo. Sintió un movimiento cercano. Algunas de las plantas de su izquierda se sacudieron mientras uno de aquellos dos patas se movía lentamente, intentando no llamar la atención. Sus caninos de más de medio metro sobresalían de sus fauces apoyándose sobre la parte externa de su mandíbula.
Banú no había visto al animal y de repente, al apartar un poco algunas plantas se lo encontró de frente. Estaba volviendo de avisar a los predadores y se había distraído. Los ojos del dientes de sable se enfrentaron al del hombre y durante un segundo ninguno de los dos supo cómo reaccionar. Se mantuvieron la mirada.
Los espantajos comenzaron a hacer ruido golpeando palos y piedras y gritando. El ruido llegó hasta ellos rompiendo el extraño hechizo que les había inmovilizado. La jungla se convirtió en un montón de ruidos cacofónicos y atronadoras pisadas y movimientos apresurados. Los pudúes huían. Y uno de ellos eligió justo aquella zona para escapar, para su desgracia.
El dientes de sable actuó por instinto. Saltó sobre el pudú y con un brutal zarpazo le derribó. Banú sacó su cerbatana y colocó una de sus púas con la mayor rapidez que pudo. La disparó sobre el dientes de sable que, excitado por la caza, no se dio cuenta de que le habían pinchado. El animal mordió al pudú desgarrando carne y músculo, inmovilizándole definitivamente mientras recibía un segundo proyectil. Se había olvidado completamente de Banú que aliviado, se volvió a internar en la espesura.
Pero tenía un problema. Para regresar al poblado debía volver por donde había venido. Esperó un rato, las voces de la caza se habían apagado y estarían preguntándose cuánto tardaba en aparecer de nuevo. Pasado un buen rato se arriesgó a volver para encontrar al dientes de sable inconsciente junto al animal. Banú no dudo y sacó su arpón de hueso. Aquel iba a ser un día muy bueno, tendrían comida en la tribu para hartarse durante muchos días.
Plazo de comentarios: del 09/06/2014 al 23/06/2014
FORMA 5
Me parece muy bien narrado, de lectura ágil y sin faltas de ortografía, al menos que me hayan llamado la atención y las haya visto. Confieso que he tenido que buscar cómo era un pudú, no conocía ese animal *_* jajaja
CONTENIDO 4
Me parece un buen relato, pero echo de menos un poco de ambientación en cuanto a ubicación o temporalización de la historia. Como dije, tuve que buscar qué era un pudú, animal para mí desconocido(hasta ahora), y lo del dientes de sable me resultó sorprendentemente confuso en cuanto a la antes mencionada temporalización.
COMENTARIO PERSONAL 3
Como dije, en general me resulta un buen relato, ameno, pero no me resulta atractivo en cuanto a historia, no empatizo con el protagonista, que quizás es cosa mía, pero me gusta sentir que un relato o algún detalle me conquistan, y en el caso de éste, es en general, la historia. ¡Enhorabuena!
FORMA 3
Correcta,parrafos adecuadamente largos y desglosando la informacion.
Aunque parecia mas un reportaje que un relato.
Tildes y comas correctas con puntos para dar pausa al lector y saber donde parar.
CONTENIDO 3.5
Me he sentido como si estuviera viendo un episodio de Erase una vez el hombre.
El grado de detalle de los cazadores, la comida y el dia a dia de la tribu me ha parecido bastante correcto, quizas demasiado a veces para enfatizar algun punto en concreto de lo que tratabas de plasmar.
COMENTARIO PERSONAL 3
La prehistoria no es uno de mis favoritos a la hora de la literatura pero tengo que admitir que has sabido plasmar una pequeña escena de uno de los cazadores de aquel entonces, si bien me parece que te has alargado mucho en los detalles de las armas y la tribu, eran puntos necesarios para entender el quien y el donde del relato.