QUINTO DESAFÍO: "EL COLGADO"
Me despierta a las tres de la madrugada el olor a tabaco y la voz de un hombre que fuma en el salón de mi apartamento. Comprendo súbitamente, por los contornos cóncavos que han tomado las cosas, cómo salgo de viaje astral hacia la cocina. Estoy casi desnudo.
- La muchedumbre es como una mujer - dice el fumador saludándome con un apretón de manos.
- ¿Quién es usted?
- El hijo del herrero - contesta vaciando su pipa en la tierra de mi maceta, incomodando a la quieta planta.
- No haga usted eso. Ahí tiene un cenicero.
- No recibo órdenes. Sólo las doy.
- ¿Cómo dice usted?
Los tiempos y los lugares, a veces, se acoplan sin estar relacionados al igual que no se ajustan las piezas de un puzzle si no se corresponden. Hay algo forzado en esta presentación. El hombre no está exactamente ante mí o lo está a intervalos. Hay una nebulosa entre él y yo, una junta acuosa, justo debajo de la lámpara, en el centro exacto de la breve estancia. Pestañeo aclarando mis ojos. Me sirvo un vaso de leche aliviado al comprobar que, al menos, la nevera es cierta.
- He visto lo que ha ocurrido esta tarde en España -dice el visitante-. Multitudes en contra de lo que debería ser una imposición. El pueblo necesita mucha compasión y un poco de desprecio. Esta gente precisa un dictador a quien amar y a quien temer, un hombre fuerte. El pueblo es como una mujer.
Siento un frío de muerte que me advierte de una inminente pesadilla. Las galletas que mojo en leche fría no se ablandan y me fastidia porque soy perezoso para encender un fogón y esperar a que la leche se caliente en un caldero. Estoy ansioso.
- La pena capital...
- Mire, cállese -digo mordiendo galletas con rapidez-. ¿Ha visto usted qué año es? ¿Ha venido a visitarme para decirme que los españoles necesitan una dictadura?
Mirando a su alrededor mueve la cabeza imperceptiblemente. Apunta enérgico:
- Un ataque militar a ese gentío restauraría, tarde o temprano, el orden necesario.
Soy consciente de que este insólito huésped está estudiando mi fisionomía: lo tiene fácil porque visto camiseta interior y calzoncillos. Planea una escaramuza o una pelea conmigo si le resulto enemigo. Con desconfianza me cuenta que es un periodista socialista pero algo le pasó en la I Guerra Mundial que le hizo cambiar de profesión y de ideas. Él es el creador del fascismo.
De pronto, empieza la pesadilla. Apuro el vaso de leche a toda prisa. El hombre golpea con furia la maceta que cae rotunda al suelo. Se aplasta la planta, se extiende la tierra.
-¡Le ordeno a usted una oportunidad! ¡No me prejuzgue! -grita.
Con temblorosas manos coloco la maceta vacía en su sitio. Dejo la tierra esparcida. Se ven las raíces de una planta desterrada. El señor Mussolini saca tabaco de su bolsillo, rellena su pipa y la enciende repentinamente tranquilizado. Acomoda su espalda en el sofá, posa sus pies en una silla. Hay barro en sus viejas botas militares.
-Don Benito, comprendo su desorientación. Hay democracia: por eso el pueblo sale a expresarse. Hoy es veintitrés de febrero de dos mil trece. Yo entiendo que usted se sienta confuso pero debe retirarse a descansar para siempre y dejarme a mí dormir hasta las ocho de la mañana, al menos.
-¿Quiere saber la fecha de su muerte? Yo la sé. Podemos negociar.
-Yo también sé la suya, Don Benito, y la manera en que los mataron: a sus socios, a su esposa y a usted. No le mortifico con eso y le ruego encarecidamente que se ahorre sus negocios conmigo.
De pronto, su figura mediana se voltea en el aire lentamente, se invierte hasta posar boca abajo en el vacío. Le aprieta un nudo atroz en su tobillo izquierdo estrujando el cuero de su bota: el comienzo de una cuerda que sostiene su cadáver. No consigue evitar que su sombrero caiga de su enrojecida calva.
-No tengo amigos -explica abatido-. Mi carácter hace que esto sea imposible. Mi forma de ver al ser humano tampoco es compatible con la amistad. Mis visitas nunca duran demasiado y siempre resultan dolorosas -se queja mientras intenta sin fruto desasirse el nudo del tobillo-. Mire cómo me pagó Italia. ¡Me fusilaron y me colgaron como a un cerdo! ¡Alemania me ninguneó! ¡Clara, amor mío, también te colgaron a ti!
Su imagen se difumina sin presura simulando fases de descomposición. Para no impresionarme demasiado, Don Benito se pudre entre colores inoloros. Le pregunto por qué golpeó mi maceta. No contesta. Está entretenido recreando fastuosamente su silencio sepulcral. Digo:
-Con todo el tiempo que ha pasado desde su muerte conserva usted un espíritu muy temperamental.
-Y usted goza de una vida con buena calidad pese a estar desempleado -musita levemente-. Ha hecho usted muy bien en quedarse tomando el sol en el jardín eludiendo mezclarse esta tarde con los golpistas de la izquierda radical. Esa manifestación llamada 23F no conseguirá su propósito. Aproveche este humilde apartamento al lado del mar mientras que usted pueda. Yo también lo haría.
Su cuerpo se eleva ágilmente atravesando lo sólido, desvaneciéndose en lo gaseoso. Esta aparición ya desaparece. Recupero la tierra arrojada por el dictador y vuelvo a plantar, con democracia, lo que quede de vida.
FORMA (4)
El relato dosifica con acierto la información sobre B. Mussolini: "el colgado", "el hijo del herrero", "el creador del fascismo" dejando al lector en suspense sobre quién puede ser su protagonista, el cual está, además, muy bien caracterizado por un par de detalles despóticas y su lenguaje es directo y autoritario como bien exige el personaje, sin caer por ello en el maniqueísmo: el detalle de acordarse de su Clara le da un toque de humanidad.
Su estructura, que intercala descripción y diálogo, lo hace bastante ameno, y tanto el uso del presente de indicativo como el abrupto final contribuyen a reforzar lo extraño de la aparición fantasmagórica.
Algunos detalles que se podrían mejorar y que tienen que ver con la coherencia del relato:
- "Me despierta a las tres de la madrugada el olor a tabaco y la voz de un hombre que fuma en el salón de mi apartamento." -> Por su voz no deducimos que fume. Si es por el olor a tabaco, es redundante.
Comprendo súbitamente, por los contornos cóncavos que han tomado las cosas, cómo salgo de viaje astral hacia la cocina. (que salgo) -> se da cuenta del hecho de salir, no del modo.
- Los tiempos y los lugares, a veces, se acoplan sin estar relacionados al igual que no se ajustan las piezas de un puzzle si no se corresponden. -> No es igual, sino diferente. (La imagen sería: "se acoplan como lo hacen en ocasiones las piezas de un puzzle aun sin corresponderse")
- Planea una escaramuza o una pelea conmigo si le resulto enemigo (si le resultara -> condicional hipotético).
- Con desconfianza me cuenta que es un periodista socialista pero algo le pasó en la I Guerra Mundial (había sido).
- Esta aparición ya desaparece -> "La aparición desaparece" (si ha desaparecido ya no la tiene delante como para usar el determinante demostrativo.
Texto ortográficamente correcto y sin erratas salvo por un par de detalles insignificantes: el adverbio "solo" no lleva tilde desde el 2010 y en "¡No me prejuzgue! -grita." falta un guion después de la acotación.
CONTENIDO (4)
Es un texto original y atrevido, que nos muestra las protestas sociales desde una perspectiva insólita. La imagen de un desvelo a medianoche para tener una conversación en calzoncillos con el Duce tiene algo de tragicómico que nos hace esbozar una sonrisa ante el contraste de dos personajes tan distintos sin que, por ello, no podamos reflexionar seriamente sobre las consecuencias del autoritarismo y de la soberanía popular.
Hay un par de puntos que, sin embargo, no me gustan tanto. Primero, la oferta de Mussolini de negociar a cambio de revelar la fecha de su muerte. ¿Negociar sobre qué? Qué podría ofrecerle este personaje al espíritu de D. Benito? No me lo acabo de creer. Y segundo, la frase final me parece de un fundamentalismo democrático acrítico, por lo que sugiero cambiar la palabra "democracia" por "esperanza".
COMENTARIO PERSONAL (4)
Creo que con el relato has tocado un tema bastante candente, has hecho reflexionar al lector y aportado una solución moderada, lo cual, precisamente por no ser frecuente en literatura, valoro especialmente. Sin embargo, la polémica me deja un raro regusto, pues echo en falta siquiera un argumento en defensa de la democracia. La propuesta del Duce parece desacreditada por meras falacias como esa de la época en la que vivimos o por el puro resentimiento del dictador. Al final, la imagen de la planta (construir en vez de destruir) parece un pseudoargumento emotivo que no acaba de tener la fuerza suficiente como para refutar la tesis del espectro.
Con todo, el texto se mueve acertadamente en un plano de ambigüedad moral en el que no sabemos si la recomendación de quedarse en su casa sin hacer nada es recta o irónica. Y esa ambigüedad es la que permite, precisamente, la reflexión, el volver la vista atrás y decidir si dialogar o no con los fantasmas del pasado que ya en su día se enfrentaron de manera más o menos equivocada a problemas similares a los nuestros.
FORMA(5)
Muy bien redactado. No tuve objeción alguna
CONTENIDO(4)
Para mí no quedó muy claro el por qué de esa visita con Mussolini pero de resto, muy interesante e inesperado :)
COMENTARIO PERSONAL(4)
En general, muy interesante y nunca hubiera imaginado que Mussolini fuera a aparecer, pero me parece que su papel quedó un tanto inconcluso. De resto, excelente trabajo
Forma 4
contenido 4
comentario personal 4
La forma parece correcta, pero hay una serie de puntos que me gustaría me aclararas.
En el primer párrafo:
“…por los contornos cóncavos que han tomado las cosas, cómo salgo de viaje astral hacia la cocina.”
No acabo de entender la expresión por más que la leo, no sé si es un error en la forma o cosa mía.
Esta frase también me parece confusa y creo que podría simplificarse:
“Planea una escaramuza o una pelea conmigo si le resulto enemigo.”
Aquí:
“Yo entiendo que usted se sienta confuso pero debe retirarse a descansar para siempre y dejarme a mí dormir hasta las ocho de la mañana, al menos”
Si se retira a descansar para siempre no tiene sentido que le deje descansar hasta las ocho, debería entonces decir que debe retirarse a descansar omitiendo el para siempre o eliminar el “hasta las ocho”.
“Estoy ansioso.”
¿Por qué?
Por último:
“y vuelvo a plantar, con democracia, lo que quede de vida.”
Se hace raro, aunque es una bonita frase no le veo mucho sentido.
Contenido.
Es un relato curioso y original. La idea me parece muy buena.
El personaje de Mussolini despierta muchas emociones, mientras que el protagonista muy bien interpretado, solo pretende volver a su cama. Me ha gustado como se han mantenido los roles.
Me ha faltado un final. No digo que el que sea no este bien, solo que no termino de comprenderlo y me deja cierta sensación de vacío.
Comentario personal.
El relato me ha encantado, pero todas las dudas que me han surgido en la forma hacen que no pueda darle la puntuación de cinco.
Mi más sincera enhorabuena. Yo estaría orgulloso de haber escrito semejante relato.