El sol estaba detrás de Flavio cuando le fotografié. Nos habló durante la caminata, preocupado. Cree que su novia es infiel.
-¿Ves? -nos insistía sin apreciar el mar, el espléndido atardecer, el inusitado brillo del sol -. No contesta a mis llamadas. Tiene el teléfono apagado.
Hemos cenado oyéndole hablar del surf, de sus proyectos de carrera. Pero su imaginación volaba y su mirada buscaba con constancia el teléfono móvil. Esperaba una llamada mientras desatendía al sabor del pescado, al aroma del vino.
La novia de Flavio se encuentra en Milán. Aturdida, se lleva a la boca una taza sin saborear su café. Está demasiado ocupada mentalmente, confesando a unas amigas su sospecha:
-Flavio me pone los cuernos en España.
Ambos se han telefoneado, mensajeado repetidamente toda la tarde. La capacidad de nuestro amigo, y de su novia, para plantear hipótesis es sorprendente. Pero ellos no están atentos al sol.
La tormenta solar ha fulminado millones de mensajes estos días como si se tratara de auténtico papel escrito. Nuestra tecnología refleja la madurez de nuestra mente. Cuando hice la fotografía estaba demasiado centrado en hacer bien dicha fotografía. No reparé en tanto. El sol detrás de Flavio tiene los milenios contados.
-Mario S. Zamora-.