Noche de Bodas
-Escocés, por favor –Digo mostrando tres dedos, para indicarle al camarero cuánto tiene que llenar el vaso. Esta noche voy a agradecer más que nunca la derogación de la ley seca. Me quito el sombrero y la gabardina y los dejo encima del taburete, mientras esbozo una sonrisa irónica. Aquellas prendas habían sido un regalo suyo y, aunque me había desecho de todo los demás, no había podido tirarlas. Había que reconocer que tenía buen gusto para la ropa.
Enciendo un cigarro y dejo que el humo oculte una lágrima. El camarero se acerca con un vaso y tiene el detalle de dejarme la botella. -Parece que la va a necesitar… –Le agradezco el gesto con una sonrisa, y expulso una bocanada de humo al techo. Él duda un segundo y luego se retira. Es un buen tipo, sabe escuchar cuando hace falta, pero también sabe cuándo uno quiere que lo dejen tranquilo.
Miro el reloj, las tres de la madrugada. Probablemente ya estarán en casa. No había querido ir a la boda, nadie se hubiese tomado a bien que soltase una carcajada sardónica en el momento en el que prometían amarse y respetarse para siempre… ¡Además había tenido la desfachatez de pedirme que fuera el padrino! Apuro el vaso de un sorbo y me sirvo otra copa. –La gente no había entendido la negativa. Al fin y al cabo habíamos jugado juntos desde niños y éramos como hermanos. Así que nadie pensó que entre nosotros pudiera existir otro tipo de relación, no entienden por qué no puedo dar mi consentimiento a esa boda. Pero no puedo hacerlo sabiendo como sé que nuestro amor es mutuo y que sólo se casa para impulsar su carrera.
Siempre había aspirado a lo más alto, a la Casa Blanca. Y como todo el mundo sabe, nunca ha habido un presidente sin una Primera Dama. Me pregunto si las anteriores serían como ella, condenadas a fingir que amaban a un hombre que fingía que también las amaba. Porque sé que la falta de amor es recíproca.
Me llevo el vaso a los labios, pensando una vez más en si había hecho bien al negarme. Al fin y al cabo era su sueño y conmigo jamás podría cumplirlo. Decían que el amor significaba sacrificio, ¿debería haber sacrificado lo que me quedaba de dignidad por que fuera feliz? ¿Por conservar su amistad al menos? Cada vez que lo pienso, corazón y cabeza me dan respuestas opuestas. Suspiro, ya es demasiado tarde para cambiar de opinión. Además, sé de sobra que no habría podido permanecer impertérrito ante su “sí quiero”.
Voy a empezar la tercera copa, cuando noto cómo me la arrebatan. Observo atónito mientras se sienta a mi lado y le da un trago, con su perfecta elegancia desentonando en ese bar. Le hace señas al camarero para que traiga otro vaso. Tiene que ser una alucinación, seguro. Pero no he bebido tanto, todavía. -¿Qué estás haciendo aquí? –Digo a medio camino entre la sorpresa y la amargura. –Llevo horas buscándote. –Responde mientras mira a su alrededor. –No pensé que fueras a estar aquí, este sitio tiene tantos recuerdos nuestros…- Sonríe de medio lado. -Sigues siendo un romántico…
-¿Qué haces aquí? –Repito cabreado. Y oculto todo el dolor que siento bajo un tono sarcástico-¿No deberías estar celebrando tu noche de bodas? –Suspira y se frota la frente. –No he podido hacerlo. –Mis ojos se abren por la sorpresa -¿QUÉ? –La pareja del fondo nos mira sobresaltada, pero vuelven rápido a su conversación y yo bajo el tono para que sólo me oiga mi interlocutor. -¿Has dejado a tu mujer sola la noche de bodas? –Me mira con la indignación pintada en sus ojos. –¿Tan cabrón crees que soy? -Pero le dura poco y baja la vista avergonzado. –He hecho algo peor, la he dejado plantada en el altar.
Apenas puedo creer sus palabras. -¿Por qué? –Me oigo preguntar en un susurro. -¿No es obvio? –Llena el vaso que acaba de dejar el camarero y su mano roza la mía cuando me lo pasa. -Supongo que en el fondo yo también soy un romántico. –Suelto un bufido a medio camino entre cabreo y diversión y choco mi vaso contra el suyo. Genial, esa simple frase ha sido suficiente para que olvide los dos últimos meses. Debo ser idiota. -¿Y qué hay de la Casa Blanca? –Se enconge de hombros y da otro trago a su bebida. –Supongo que puedo vivir siendo un simple Senador. –La pregunta se me escapa sin querer. -¿Crees que te dejarán ser senador cuando se sepa que has dejado plantada a tu prometida por un hombre? –Se ríe entre dientes y me enseña la primera plana del periódico de la tarde. –Bueno, la versión oficial es que he elegido la amistad por encima del amor, según han dicho en las noticias, nos habíamos peleado por ella. –Me rió con él, sin poder evitarlo. La pareja del fondo se levanta y sale del local, mientras el camarero finge un súbito interés en el otro lado lado de la barra. Ed aprovecha que no hay testigos para besarme, otro primer beso en el mismo bar.
Dejamos un billete encima de la barra y salimos cogidos de la mano, mañana volveremos a los secretos y al disimulo, pero por esta noche y en este barrio alejado de todo, podemos ser simplemente dos personas que se aman.
FORMA (4)
Se trata de un relato coherente que nos introduce poco a poco en la historia de la relación entre los dos protagonistas gracias a detalles bien dosificados. La concentración narrativa que exige un relato tan breve está muy bien lograda por reducir el espacio y el tiempo del relato al encuentro de los dos amantes en un bar e informarnos de los antecedentes a través de los recuerdos del protagonista.
El diálogo resulta muy natural y, además, no se limita a las palabras de los personajes, sino que estas vienen complementadas por sus gestos y acciones, permitiendo de este modo que el lector se pueda hacer una imagen bastante precisa de la escena. No obstante, la forma de fusionar diálogo y narración en el séptimo párrafo resulta abigarrada y confusa. Pienso que habría resultado mucho más claro que hubieras comenzado cada diálogo en línea aparte, como marca la norma, o que si, pese a todo, prefieres condensarlo en un solo párrafo, hubieras usado las rayas como es debido (inmediatamente antes y después de los incisos del narrador, sin mayusculas y seguidas de un espacio en blanco). Ejemplo:
-¿Qué haces aquí? –repito cabreado. Y oculto todo el dolor que siento bajo un tono sarcástico- ¿No deberías estar celebrando tu noche de bodas? –suspira y se frota la frente–
El cierre del relato también está muy bien logrado, enfatizando la felicidad del momento presente al margen de la opinión que los demás tuvieren de la relación.
En cuanto a la modalización narrativa, con esa primera persona consigues mantener un delicado equilibrio entre la construcción puramente lógica y el fluir de su conciencia, lo cual hace bastante agradable la lectura. Parco en recursos literarios, lo cual es un acierto para tratar la historia desde unas coordenadas realistas, el relato contiene también contadas y contenidas muestras de un estilo agudo, como en: “Pero no he bebido tanto tanto, todavía”.
Una de las pocas cuestiones mejorables es la puntuación. En general, abundan las comas donde debería haber puntos y seguido y viceversa. Sirvan como ejemplo estos dos fragmentos del tercer párrafo:
Miro el reloj. Las tres de la madrugada. Probablemente ya estarán en casa. No había querido ir a la boda: nadie se hubiese tomado a bien...
Al fin y al cabo habíamos jugado juntos desde niños y éramos como hermanos, así que nadie pensó que entre nosotros pudiera existir otro tipo de relación. No entienden por qué...
Un apunte ortográfico y otro gramatical para termiar:
Solo (adverbio) no lleva tide desde el 2010.
“Debo de ser idiota” sería la forma correcta de expresar posibilidad (no obligación).
CONTENIDO (5)
En este apartado no tengo nada que criticar en sentido negativo, así que simplemente voy a aprovechar para manifestar algunos elogios.
En general, el relato ha conseguido captar a la perfección la atmósfera de soledad que transmite el cuadro de Hopper por el contraste entre el bebedor que nos da la espalda y la pareja del fondo. Además, en este caso, la mil veces contada historia del sacrificio del matrimonio socialmente ventajoso por el amor verdadero tiene la originalidad de ser relatada por el personaje sacrificado en cuyas manos no está el poder cambiar los acontecimientos, sino únicamente el aceptar con resignación la decisión de su pareja.
“Noche de bodas”. Un título excelente para lo que pudo ser y no fue, y que nos mete de lleno en la intriga cuando empezamos a comprender las tristes reflexiones de ese bebedor sacrificado por una carrera, por el poder y por las apariencias.
Renunciar a un matrimonio que pudiera catapultarlo a la Casa Blanca puede que fuera un relativo sacrificio para un político ambicioso, pero, en todo caso, nada que lo vaya a estigmatizar socialmente. Para que tal renuncia supusiera un verdadero problema mediático en la America de los años 30-40, faltaba, efectivamente, sumar su condición homosexual. De este modo, nuestro exitoso senador corre el peligro de convertirse en un verdadero outsider , ganando el relato mucho en interés.
El giro argumental con el que nos encontramos al descubrir que la mano que le arrebata la copa no es la de otro bebedor pendenciero sino la de alguien que tiene la suficiente confianza con él como para compartir su bebida, se encuentra ubicado en el momento justo para prepararnos para un final feliz y dejarnos el buen sabor de boca de una historia de amor limpia, de un beso tan apasianado como si fuera el primero.
VALORACIÓN PERSONAL (4)
He disfrutado bastante con tu relato, que tiene el mérito de narrar de forma interesante una historia sencilla y limpia. Aunque he de confesar que las historias sobre las disyuntivas de la clase pudiente a la hora de elegir entre lo bueno y lo mejor no suelen mover mi empatía -puesto que como el común de los mortales mi ámbito de elección suele oscilar entre lo malo y lo peor-, esta en concreto sí que logra transmitir una imagen entrañable del amor de los protagonistas.
La trama, muy plástica en cuanto a sus pequeños detalles, está perfectamente narrada, sin la habitual sensación de prisas a la que un relato tan breve muchas veces obliga. Lo único que he echao en falta es, quizás, algún dato que me permita imaginarme mejor al protagonista, el cual apenas está descrito. Y aunque al final acabemos por conocer bastante bien su forma de pensar, me hubiera gustado poder visualizar mejor a la pareja en el momento en el que sale del bar. Que fueran algo más que un par de fantasmagorías que marchan para desaparecer entre las sombras.
FORMA 4,5
En general está bien redactado (ortitipográficamente hablando) y es fácil sumergirse en la historia. De todas formas, a nivel visual soy de la opinión que ayudaría bastante si los diálogos fuesen en vertical y no conglomerados en un párrafo grande. Ojo, que no está mal, y para leer un relato de un par de páginas no pasa nada, pero para leer algo más largo, como un relato corto de más de 10, pues sería cansado. ¿Por qué? Como autor, te conoces el texto y los personajes, y cuando ya has leido un texto media docena de veces, como mínimo, te lo sabes de memoria y puedes leerlo rápidamente. Pero alguien que hace una primera lectura, va lento y en ocasiones he tenido que parar o frenar mi velocidad para que me quedara claro quién hablaba en cada momento. Voy a ponerte un ejemplo de cómo quedaría este fragmento de diálogo en forma "vertical":
-¿Qué haces aquí? –Repito cabreado. Y oculto todo el dolor que siento bajo un tono sarcástico- ¿No deberías estar celebrando tu noche de bodas?
Suspira y se frota la frente:
–No he podido hacerlo. –Mis ojos se abren por la sorpresa
-¿QUÉ? –La pareja del fondo nos mira sobresaltada, pero vuelven rápido a su conversación y yo bajo el tono para que sólo me oiga mi interlocutor. -¿Has dejado a tu mujer sola la noche de bodas?
Me mira con la indignación pintada en sus ojos:
–¿Tan cabrón crees que soy? -Pero le dura poco y baja la vista avergonzado. –He hecho algo peor, la he dejado plantada en el altar.
Por otra parte, e igual ya es manía mía, pero en frases de este tipo "Miro el reloj, las tres de la madrugada", es un lugar dónde quedarían bien los dos puntos. "Miro el reloj: las tres de la madrugada", como si el reloj te diera la respuesta, introducida a través de los dos puntos. Ya que tenemos variedad de signos de puntuación hay que saber aprovecharlos cuando la ocasión aparece ;). (Otro caso serían los punto y coma, otros grandes olvidados.).
Generalmente, haces buen uso de los signos ortográficos y de las normas con los guiones a la hora de redactar diálogos.
CONTENIDO 5
Una historia agradable, que me ha atrapado desde el primer momento donde te haces una idea equivocada de lo que no es. Para mi gusto, has sabido captar la atención del lector desde el primer momento, desenvolviendo poco a poco la historia hasta llegar a un final bastante “feliz” pero no típico ni acaramelado. Así que bien hecho, tanto en la forma de redactarlo como la idea. Una idea clásica pero presentada de un modo no tan típico, lo cual, se agradece.
COMENTARIO 5
Me ha gustado mucho. Creo que has desarrollado muy bien una historia con un giro de tuerca hacia el final de una forma espectacular. Al leer sobre la boda, normalmente uno se imagina que se trata del clásico triángulo amoroso chico-chica-chico que se conocen desde pequeños (estilo "Bateadores/Touch" de Mitsuru Adachi), pero no que son los dos componentes masculinos del triángulo los que se aman. Un final feliz para tiempos del qué dirán y donde, aparentemente, todavía impera la ley seca.
FORMA (5)
Tiene una buena estructura y ritmo. Lo he disfrutado
CONTENIDO (5)
Me pareció muy interesante aunque no me imaginaba que sería una pareja de hombres y me tocó releer para entender, pero excelente
COMENTARIO PERSONAL (5)
Original, me gustó mucho la forma de haber sido desarrollado. Disfruté imaginar todo, aunque me fue difícil imaginar al principio que eran dos hombres y no hombre y mujer.