Noctámbulos
La ciudad entera a mis pies y nadie para compartirla.
Sustancia y propósito divorciados.
Era una de esas noches de abril en las que puedes oír tus propios pasos sobre las baldosas. Una de esas noches en las que cuando la gente duerme plácidamente en sus camas, los noctámbulos despiertan como borrachos de soledad. Porque no quieren renunciar a la vida y se aferran a ella hasta el final del día. Se les puede ver en las últimas butacas de las salas de cine, con la cara en sombra, bajando la calle muy despacio en el coche, apurando un triste vaso.
Por lo que a mí respecta, aquel catorce de abril vagaba sin rumbo bajo la luz de las farolas. Mis pulmones se llenaban con cada suspiro de aire fresco y el silencio estaba preñado de sonidos. Tintineos, crujidos, chirridos, pisadas apresuradas, ladridos. Todo parecía posible, un destello de plata en una esquina, la voluntad o la vida, un último estertor junto a una bolsa de papel.
Pero dentro de aquella cafetería el tiempo se había detenido. Lo noté en cuanto traspasé el umbral y me llegó aquel olor a cruasán recién tostado que después nunca olvidaría. Ese condenado olor cambió mi vida.
— ¿Qué desea caballero?
— Un café cargado. Tan cargado como pueda estar.
Me miró aquel tipo del sombrero azul. Se giró hacia la mujer, vestido rojo y carmín rojo resaltando la blancura de su piel. Se sonrieron con disimulo, pagaron la cuenta y salieron, dejándome a solas con aquel camarero. Llevaba uno de esos ridículos gorros blancos medio encasquetado sobre la calva. Recuerdo que su nuca brillaba como una bola de billar recién bruñida.
— ¿Quiere un cruasán?
— No, gracias.
— Eso es porque no ha probado uno de estos. —Cogió uno de los cruasanes que reposaban tras un inmaculado cristal, todos perfectamente alineados. —Tome, invita la casa.
Supongo que le di las gracias. Pero dejé el cruasán en el plato, sin intención de probarlo. Al cabo de un rato estaba leyendo el periódico tranquilamente. No me interesaban las memeces de siempre, ya sabe, política o edificios inaugurados; por aquel entonces aún me gustaba la sección de deportes.
— Ya veo.
— El caso es que ese tipo se me quedó mirando mientras leía. Se apoyó sobre la barra y se puso a mirarme, sin más.
— ¿Y eso le molestó?
— ¡Claro joder! Me miraba con sus ojos azules como si fuera un maldito libro de recetas.
Le pregunté si quería algo. Él me contestó que sí, que claro que sí. Me dijo muy claramente:
— ¿Qué estás haciendo?
— Leer cómo ese maldito Murdock se carga el equipo otra vez.
— No me refiero a eso, ¿qué estás haciendo aquí? —Frotaba un vaso de cristal con un trapo impecable, girando la muñeca una y otra vez, pero tenía sus ojos clavados en los míos.
No me apetecía entablar una de esas conversaciones profundas con camareros, así que saqué unas monedas y las dejé con una palmada en la barra. Tenía la mano en la puerta, pero su voz me retuvo.
— Ya no volverá, Jack.
— ¿Cómo ha dicho? —Volví adentro, más con la intención de averiguar por qué aquel desconocido sabía mi nombre. Y a punto de perder los papeles.
— Ella está con otro hombre y a nadie le importa tu desesperación.
Me abalancé sobre la barra y le cogí del pecho.
— ¡Vete a la mierda! ¿Quién te crees que eres?
No me enorgullezco de ello, pero le zarandeé. Quizás estaba asustado porque supiera aquello, enfurecido porque se metiera en mi vida. Me molestaba el modo que tenía de leerme con sus ojos azules. Me sentía desnudo.
—No importa quién sea, Jack. Lo importante es que estoy aquí para ayudarte, para que averigües la gran pregunta.
— ¿Qué gran pregunta? ¿Esto es algún tipo de concurso, eh gilipollas? —Le solté del pecho y me senté de nuevo en la butaca. Mientras me aflojaba el nudo de la corbata, aquel tipo me pilló desprevenido, cogió el cruasán del plato y me lo metió en la boca antes de que pudiera protestar.
— ¡Prúebalo!
Me quedé estupefacto, con medio cruasán sobresaliéndome de la boca y las migas cayendo al suelo.
— ¡Cómetelo!
Y lo hice. Era el cruasán más delicioso que había probado jamás. Perfecto en todos sus matices. Consistente, redondo. Completo.
— ¿Se puede creer que al día siguiente en aquel bar había una librería?
— No.
— Me lo imaginaba.
— ¿Así que se fue sin más, después de que le metiera un cruasán en la boca como si fuera el relleno de un pavo de Navidad?
— Sí.
— Ya veo. ¿Y cuál era esa gran pregunta?
— No estoy seguro, pensaba que usted me ayudaría a resolverla.
— ¿Por qué demonios le metió un cruasán en la boca?
— No lo sé.
— Bueno, volviendo a la entrevista, ¿por qué decidió embarcarse en “Sustancia y Propósito”, para muchos, la primera novela que disecciona el alma del hombre posmoderno?
— Se lo acabo de contar.
FORMA (4)
Aunque valoro que hayas querido darle una estructura original al relato, me da la impresión de que este se desarrolla en un ambiguo lugar entre la cefetería y la entrevista, entre la narración y el diálogo. Y aunque entiendo que pueda pueda ser interesante para el que le guste la literatura experimental, yo prefiero las formas más clásicas.
Los dos enunciados que abren el relato son un acierto. Crean intrigan y orientan la lectura hacia un sentido más profundo. Sin embargo, "sustancia y propósito divorciados" me parece una idea demasiado críptica. He de confesar que no entiendo bien qué es lo que quieres decir con ello, y tampoco advierto pistas que me orienten. Puesto a hacer exégesis y relacionándolo con la frase anterior, entiendo que el propósito de la ciudad (concentrar a sus habitantes para potenciar las relaciones sociales) no se corresponde con la realidad (la soledad en medio de la multitud), pero esto último no sé qué tiene que ver con la vieja categoría metafísica de la sustancia opuesta a "accidentes".
El estilo de la parte narrativa está bastante logrado. Me ha gustado especialmente la parte en la que describes los peligros de la noche aludiendo a los detalles de un homicidio. También es meritorio el modo expresionista en que nos presentas a la mujer por su rojez y al camarero por la brillantez de su calva. La comparación de "mirar a alguien como si fuera un libro de recetas" es la primera vez que la escucho, y me ha parecido muy apropiada.
Hay, también, una parte que me chirría y que paso a comentar:
Una de esas noches en las que cuando la gente duerme plácidamente en sus camas, los noctámbulos despiertan como borrachos de soledad. Porque no quieren renunciar a la vida y se aferran a ella hasta el final del día.
1) En cuanto a la puntuación, debería haber una coma después del primer "que" y sobra el punto después de "soledad".
2) La parte subrayada yo la suprimiría. Es obvio que la gente duerme por la noche, "plácidamente" es un complemento facilón, y, además, esas dos oraciones subordinadas consecutivas hacen la lectura algo farragosa.
3) Sería mejor sustituir "día" por "madrugada". A ciertas horas de la noche, tanto el día astronómico como el cronólogico ya han acabado.
Un apunte más: el leísmo con la tercera persona del plural "Se les puede ver..." es incorrecto.
En cuanto a la parte de la entrevista, me da la impresión de que aquí el relato va perdiendo fuerza hasta acabar por contagiar al lector la falta de interés que muestra el personaje con sus respuestas monosilábicas. Quizás un cambio en la estructura pudiera hacer que el final fuera más climático.
CONTENIDO (2)
Resulta ciertamente original y sorprendente, pero a mi juicio sobrepasa la tenue frontera entre lo fantástico y lo inverosímil. La imagen del camarero-filósofo obligando al protagonista a comer el cruasán es ciertamente divertida, pero me faltan las claves para poder hacer una lectura que vaya más allá de considerarlo una gracieta gratuita en medio en medio de una historia de tono triste. Dándole algunas vueltas, consigo advertir un contraste entre ese café cargado (puro estimulante) con el cruasán: fresco, sabroso y nutritivo. E incluso yendo un paso más allá, un paralelismo entre la amargura de desayunar un simple café y la frialdad de despertarse día tras día sin una mujer a tu lado; pero, lamentablemente, no consigo ver más, solo ideas truncadas que no conducen a nada.
En cuanto a eso de que una cafetería se convierta al día siguiente en una librería, me parece un salto argumental poco o nada justificado, una improvisada licencia kafkiana en medio de un marco espacial y de un tono que hasta ese momento no había preparado al lector para lo fantástico.
Por último, creo que la consigna del taller ha sido cogida con pinzas, pues la pareja que aparece en el cuadro de Hopper carece de importancia en la trama.
COMENTARIO PERSONAL (3)
El relato ha conseguido algo importante que ha sido hacerme reflexionar durante un buen rato. Tras la primera lectura pensé: ¡vaya, aquí se esconde algo más! Algo que trasciende la anécdota. Así que volví a leerlo una y otra vez intentando descubrir dónde se escondía la clave que me faltaba. Después de tres lecturas he llegado a la conclusión de que en realidad no hay ninguna clave, sino pura ambigüedad. Y no sabría decirte a ciencia cierta si eso es un mérito o un defecto. El relato transmite bastante bien la irracionalidad del mundo posmoderno, pero de una forma un tanto desconcertante, que es permitiendo que esa irracionalidad (deformada hasta el esperpento) permeé a la propia narración despojándola de su función esclarecedora. El resultado: un relato que primero invita al lector a que despliegue su inteligencia para desentrañarlo y que al final se burla de él cuando descubre que todo ese esfuerzo ha sido en vano.
FORMA
4
Está bien escrito y me gusta la forma de narrar. Además me ha gustado el oxímoron de los sonidos del silencio (Aunque ahora no puedo sacarme la canción de la cabeza… :P :P) y la amplitud del vocabulario.
En la parte de los fallos, ten cuidado con los leísmos, que aunque estén aceptados para seres animados, sigue siendo más correcto poner “los pude ver” que “les pude ver”. (Ya que estamos hablando de un complemento directo)
También, por lo general, los párrafos tan separados, con los diálogos claramente diferenciados del texto, me recuerda más a una estructura teatral o un guión de cine, que a un estilo narrativo. Sé que es algo complicado del estilo narrativo, pero bajo mi punto de vista, una buena prosa debe ser capaz de mezclar el texto y los diálogos, sin separar cada intervención hablada en un párrafo para ella sola.
CONTENIDO
3
El contenido queda un poco confuso. Es cierto que se pueden sobreentender muchas cosas, pero hay que hacer un esfuerzo de imaginación grande para darle una explicación a la historia. Es decir, se entiende que le están haciendo una entrevista al hombre, pero no se entiende, o por lo menos yo no lo entiendo, el tema del cruasán, el bar misterioso que desaparece, qué significa lo que pasa dentro del bar o cómo sabe el camarero que lo ha dejado la pareja.
Puede que fuese la intención dejarlo confuso, pero no sé, deja el relato un poco cojo y extraño.
COMENTARIO PERSONAL
3.5
Aunque me guste el texto y que la historia deje mucho a la imaginación, como ya he dicho me resulta demasiado confuso y sin sentido, porque a pesar de que introducción y desenlace están bien, le falta algo de chicha al nudo, algo que explique más cosas, aunque deje otras sin hilar.
En primer lugar, muchas gracias por vuestros comentarios. Los tengo muy en cuenta y se suman a otros que ya he recibido para este relato.
-Tomo nota de ese leísmo.
-La separación de los párrafos y las líneas de diálogo a mí tampoco me convence. Fue un error que cometí cuando copié el relato en Umbría.
En cuanto al contenido, he de decir que nadie ha entendido este relato. Ni aquí en Umbria, ni fuera. Sé que es un fallo mío, pero le tengo mucho cariño a este texto y por eso quería compartirlo con vosotros. Voy a tomarme la licencia de explicarlo partiendo de la base de que eso supone reconocer mi fracaso a la hora de transmitir mis ideas en el relato en sí.
El argumento gira en torno a la dualidad sustancia-propósito.
-Ciudad: los edificios y la comunidad de habitantes constituyen la sustancia. Compartir un espacio, un tiempo, un proyecto, son para mí el propósito de esta ciudad. La soledad es la consecuencia de que la sustancia y el propósito (de la ciudad) se hayan divorciado en la sociedad moderna, y por ello el protagonista pasea solo y amargado, espiando a los noctámbulos.
-Cruasán: la sustancia del cruasán es la materia de la que está hecho. Su propósito, es ser delicioso y hacer disfrutar al que se lo come.
-Protagonista: pasea solo por la ciudad, sin poder compartir sus pensamientos con nadie. Su sustancia es su propia carne. Su propósito, es desconocido por él. Solo está preocupado en echar de menos a su mujer. Pero cuando se come el cruasán, y prueba su delicioso sabor, descubre que ha probado algo perfecto y entonces, entiende la pregunta del camarero. ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no haces lo que tienes que hacer? Es decir, ¿por qué no eres lo que estás llamado a ser?
El protagonista descubre tras este encuentro fantástico con el camarero, que su propósito es compartir su visión del mundo. ¿Y cómo lo hace? Publicando una novela en la que refleja esta visión y gracias a la cual, luego le hacen la entrevista que reflejo en el relato. En esta novela, habla del hombre posmoderno. Un hombre centrado en su sustancia pero que ha olvidado su propósito. Un hombre solitario, que no se hace las preguntas adecuadas.
FORMA 4.8
El uso de guiones y la manera de separar los párrafos, sin que ninguno sea demasiado largo o esté demasiado cargado con el resto son adecuados. Es un relato que no hace daño a la vista y no es ningún tocho de letras arrejuntadas que da miedo leer. ¡Incluso has usado un punto y coma! :D
Sin embargo, cuando empiezas a utilizar la cursiva para separar la memoria o lo que estabas rememorando y el momento presente del dialogo, al principio extraña un poco, pero el lector se acostumbra pronto… peeeeeeeeeeero hay que ir con cuidado con el formato de lo que está en cursiva y lo que no. Soy consciente que posiblemente se haya tratado al pegar el texto en Comunidad Umbría (o no)… pero creo que hay algunas partes que tal vez deberían ir en cursiva:
Supongo que le di las gracias. Pero dejé el cruasán en el plato, sin intención de probarlo. (...)
— ¿Y eso le molestó?
— ¡Claro joder! Me miraba con sus ojos azules como si fuera un maldito libro de recetas.
Le pregunté si quería algo. Él me contestó que sí, que claro que sí. Me dijo muy claramente:
— ¿Qué estás haciendo?
(…)
Quizás estaba asustado porque supiera aquello, enfurecido porque se metiera en mi vida. Me molestaba el modo que tenía de leerme con sus ojos azules.
Para el momento del flashback haces uso de un dialogo directo, pero para cuando representa que está en la entrevista, pasas a utilizar la cursiva. Supongo que lo escogiste para poder diferenciar los tiempos y la situación del protagonista en cada momento, sin embargo, creo que enreda más al lector. La idea es buena, pero: o bien se busca un poquito más de consistencia a la hora de usarlo, o lo escribes todo con el mismo tipo de letra (sin cursiva, vamos). Hay que tener en cuenta que, aunque cuando leemos podemos ver las imágenes en nuestra mente, como películas, las letras entran por los ojos. Si hay alguna cosa que hace que desviemos nuestra atención y estemos más atentos a por qué es así que al relato en sí, este pierde nitidez. Toca parar y releer para entender bien la situación. Y si tienes deformación profesional, te preguntas el porqué del cambio de formato y porqué, según tu opinión, no está en todos los puntos en los que le correspondería de igual manera.
Hay partes que no se sabe si es puramente narración o se dirige al entrevistador (aunque es ambas). Es un poco lioso, creo.
Es mi opinión, cuidado. El texto está escrito de una manera magistral, pero que hay momentos en que una se pierde un poco por cosas como estas. Creo que es importante que el lector no pierda el hilo de la historia. Que reflexione o se haga preguntas, sí. Pero que no pierda el hilo mientras está metido en ese otro universo de letras, porque es una pena.
CONTENIDO 4.8
Empezaré por el final y utilizaré una frase hecha: te deja con el culo torcido. Tal cual. Has cogido vocabulario que lo escuchaba desde que terminé mis clases de estudio de literatura hace ya cinco años. Posmoderno. Y lo del cruasán, me ha parecido un guiño a la madalena de Proust, supongo que plenamente intencional.
Para terminar, sobre el final, es curioso como el lector termina con un interrogante tan grande como el protagonista, del que apenas sabemos nada (pero que tampoco es necesario): “Se lo acabo de contar”.
Creo que es una historia de esas que se ven por una ventana: ves una fracción de tiempo de la vida de alguien, como si la vieses por una ventana, es decir, solo ves ese lapso del tiempo. No sabes de dónde viene, hacia dónde va, ni como se llama. Y realmente, no importa, porque es ese momento el núcleo de la historia.
Curiosamente, me ha parecido una ambientación onírica todo ello. Una cafetería que desaparece, que solo está porque esa persona tenía que escuchar el interrogante más grande de toda su vida y probar el sabor de su cruasán que lo acompañará para siempre, pasos entremedias de una entrevista extraña para una novela de título extraño.
Por otra parte, esta frase me ha gustado mucho: «Se les puede ver en las últimas butacas de las salas de cine, con la cara en sombra», creo que es hasta poética.
«Tintineos, crujidos, chirridos, pisadas apresuradas, ladridos». Me gustan los relatos que añaden pequeñas onomatopeyas o los sonidos de que se escucha, de forma escueta, discreta, que ayudan a mezclarse en la atmósfera del relato. Y estos tuyos, escritos de este modo, como pasos rápidos, uno detrás de otro… Genial.
OPINIÓN 5
Me ha gustado mucho el ambiente del relato y he disfrutado con el vocabulario que has utilizado y tus frases, bien hiladas. Aunque el final me haya dejado con una sensación extraña (que es buena), porque es algo que no te esperas, que te sorprende, especialmente con lo raro que es (onírico y con toques raros, como algunos relatos cortos de Neil Gaiman (si le conoces, no te crezcas, eres bueno, sí, pero él es un maestro de estas cosas. Y si no lo conoces, no sé qué haces que no vas a buscar la colección entera de The Sandman o sus recopilatorios de relatos cortos. O, mándame un MP y sigo con la lista), tus dotes de descripción son muy buenas. Me dan ganas de leer algo más que hayas escrito pero sin esta sensación que dejas al final, que me gusta y no me gusta, porque siento como si me faltaran piezas, porque es un final, pero sigue habiendo una incógnita.
Gracias por intentar explicarnos mejor tu relato Paladín. Como puedes ver, a Inanna sí que le ha gustado, así que puedes fiarte de ella, que de literatura algo sabe. A mí me sigue costando bastante digerirlo, aunque reconozca su originalidad. Quizás sea porque en literatura mis gustos son más clásicos.
En ese caso no le des demasiada importancia a mi crítica. Existen bastantes novelas posmodernas que muchos tienen como obras maestras y que a mí me dejaron helado después de sufrir su lectura a trompicones: Ulises, Luz de Agosto, Rayuela, La Metaformosis, todo Juan Marsé... No las trago. Y no creo que el problema sea exclusivamente la dificultad de su forma, pues con Tiempo de Silencio, una de mis novelas preferidas, me pasó todo lo contrario.
En cuanto a la sustancia y el propósito, voy a tratar de explicar mejor cuál es el problema conceptual de contraponer estos dos conceptos. Si lo que quieres es marcar la separación entre el qué y el para qué (suponiendo que alguna vez estuvieron unidos), yo acudiría mejor al término "realidad" en vez de "sustancia". Vayamos a las definiciones del DRAE:
4. Sustancia: aquello que constituye lo más importante de algo.
3. Realidad: lo que es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición con lo fantástico e ilusorio.
A mi modo de ver, decir que el propósito de la ciudad moderna es potenciar las relaciones humanas es una ilusión que ignora una realidad socioeconómica: que lo que la ciudad potencia son las relaciones de producción y el consumo limitando las relaciones humanas al seno de la familia, institución que se justifica por el valor práctico de la compañía sexual y sentimental estable, y por la necesidad de manutención de los hijos.
En resumidas cuentas, que si "sustancia y propósito" me pareció confuso es porque contrapone conceptos que pertenecen a dos ámbitos metafísicos distintos:
Propósito y realidad: como la tensión entre lo que se proyectó que algo fuera y lo que devino siendo.
Sustancia y accidentes: como la tensión entre las cualidades mínimas que algo ha de tener para ser lo que es, y sus agregados "ornamentales".