El gato
La casa estaba fría. El minino se coló por su puertecilla habitual, completamente ajeno a las cintas amarillas y negras de no pasar. Había más polvo del habitual. Y además faltaban la mayoría de los muebles, pero siguió adelante hasta llegar al salón.
Se colaba un poco de luz por los agujeros de las persianas bajadas, y el sonido de los tractores aquí parecía más distante. Olfateó el aire y miró en dirección al rincón. Allí antes había una mecedora, la mecedora de la abuela. Esa mujer, cuya piel era un poco seca y áspera y su cuerpo no tan cálido como la mayoría de los humanos. Pero era con diferencia, era la más cariñosa de toda la familia. Sobre sus rodillas se podía dormir con total confianza durante horas. Pero en aquel rincón ahora no había nadie.
El gato siguió avanzando y llegó a la cocina. Ahora triste y apagada. Apenas olía ya a ninguno de los manjares que había conseguido degustar. Recordó a la dueña de la casa delante del fregadero, salpicando un poco de agua y mojando sus bigotes. Solía mirarla con cara de súplica, a veces se compadecía y le echada un poco de jamón. Otras veces lo agarraba y le daba un desagradable baño con aquella espuma blanca, pero a parte de eso, siempre lo trató bien. Pero aquella mujer tampoco estaba.
Afuera el sonido de los tractores aumentó, los tubos de escape aumentaban la polución en el exterior. Pero apenas dirigió una mirada en dirección al sonido para luego dirigirse a la pequeña sala de estar. Allí uno de cada siete días, el amo se sentaba en el sofá y miraba con detenimiento unas grandes hojas de papel con un característico olor. Pasar rozándose contra sus piernas y hacerse un ovillo a sus pies del hombre con tan autoritaria voz, solía ser una buena opción. Pero esta habitación también estaba vacía.
La habitación más animada y peligrosa se encontraba al fondo del pasillo. Sus silenciosas patas allí se dirigieron. Miró complacido que aún estaba la litera de los más pequeños de la familia. Los niños eran quienes mayor atención le proporcionaban. Mil y una caricias, aunque también alguna travesura. Tampoco nunca le hicieron daño aunque le asustaran en alguna ocasión. Pero las maderas de las literas estaban desnudas y no había nadie allí jugando.
Algo en el exterior surcó el aire. Una bola pesada golpeó con estrépito contra el muro de la casa, derrumbando parte del tejado. Los trabajadores en pocos minutos la reducirían a escombros. No era sólo una casa, sino un hogar lleno de recuerdos. ¿Y el gato? El gato tampoco estaba allí.
Plazo de comentarios: del 13/01/2014 al 26/01/2014
FORMA:
Técnicamente muy bien, la narración resulta fluida e interesante. Puntuación, un 4 sobre 5
CONTENIDO:
No es necesario alargar el relato para llegar al tope de palabras cuando con pocas se puede conseguir el mismo resultado. Me ha gustado la forma de narrar la historia, con ese primer detalle de la cinta amarilla y negra que nos adelanta bastante de lo que esta por venir pero también nos pone sobre aviso.
Puntuación, un 4 sobre 5.
COMENTARIO PERSONAL:
El relato me ha gustado, es bonito y usando el paseo del animal que en realidad nos esta contando otra historia que es la de los habitantes de la casa ya que del gato apenas se habla. No sabemos que tipo de gato es, de que color, si fue a la universidad, si le gustan las gatas o los gatos... pero da igual, el relato aprovecha la presencia del minino para explicarnos quien vivía en ese lugar. Una familia que ya no esta ahí, al igual que el gato que tampoco esta ahí realmente.
Tal vez habría estado bien añadir algún detalle más que explicará porque la familia no estaba en esa casa, porque la iban a demoler o si el pequeño animal tenía la culpa. Es lo que pasa con los relatos cortos que después de leerlos siempre te quedas con ganas de saber algo más sobre la historia.
Puntuación, un 4 sobre 5.
Lo siento pero la parte de la bola... me ha recordado mucho a esto:
FORMA
El tipo de narrador en tercera persona me parece una buena elección para este tipo de historia. No obstante, creo que se debería repasar mejor cuando se escribe, porque hay frases mal construidas. Ejemplo:
Pero era con diferencia, era la más cariñosa de toda la familia.
Imagino que se quería poner "Pero era con diferencia la más cariñosa de la familia". Hay varios casos así en el texto.
Puntuación: 1,5
CONTENIDO
La idea de usar el gato para hablar de la familia y del hogar es buena, pero creo que tendría que trabajarse más. Te plantea una escena en el que ya todo está decidido, por lo que no hay realmente conflicto. La familia se ha ido y tiran abajo la casa, pero no hay ninguna decisión por tomar y, en realidad, el gato no hace nada. Pasea por allí y ve que la casa está vacía, pero nada más...
Puntuación: 2
PERSONAL
Las historias con animales son complicadas porque o bien les humanizas para construir una fabula o tienes que ponerte en el pellejo del animal. En este caso me ha gustado la temática, pero creo que tendría que darse una vuelta más, para que realmente se vea el conflicto. En mi opinión, tendría más fuerza si el gato debe decidir entre quedarse en una casa lujosa vacía o irse con la familia, por ejemplo. Ver que regresa aún cuando hay otra alternativa, sí lo pone en el papel de actor. Tal y como está contado, lo único que puede hacer es irse también, porque no hay alternativa.
Puntuación: 2