Partida Rol por web

Nueva York, 12 de noviembre de 2037, 17.30 pm.

Conector. Así llamaba Cass a su escondrijo incluso antes de que el Major Morris fuese restaurado como refugio. Un rincón pequeño y oscuro, que milagrosamente todavía conservaba intacto el router que en otros tiempos había distribuido internet por todo el edificio. Una mesa, una silla y un par de cojines grandes y sucios formaban todo el mobiliario del pequeño cuarto, pero debajo de esa mesa estaba aquello que lo hacía valioso: la conexión a la red. 

Después de despedir a Karina y ayudar a recoger, Cassandra dio una vuelta por el refugio y salió a la azotea para echar un vistazo rápido a los alrededores. Quería comprobar que tenían visual de todo el perímetro y no quedaba ningún punto ciego, también se fijó si podía ver el sitio de la valla por donde habían entrado madre y bebé y desde ahí intentó seguir hacia atrás el posible camino que los había llevado hasta ellos*. Con los recuerdos de su visión no debía ser difícil encontrar los primeros metros, luego... sólo tenía que buscar las zonas más resguardadas.

Al acabar sus elucubraciones se giró y volvió al interior del edificio frotándose las manos, menos mal que hacía sol pues había salido sin la chaqueta gruesa pero de todas formas los dedos empezaban a entumecerse. Al traspasar la puerta se aseguró que quedaba bien cerrada y fue a su habitación para llevar el portátil a Conector.

Cuando la puerta de la pequeña sala se cerró a sus espaldas Cass se relajó de inmediato, ese era su lugar, con los años había adecentado un poco el lugar pero seguía pareciendo menos de lo que era. Así esperaba protegerlo de las miradas indiscretas de posibles visitas. Después de las conexiones y comprobaciones de seguridad habituales comenzó su ritual, tanteando el terreno con delicadeza, se aproximó a cualquiera que pudiera haber visto a la gente que buscaba. Sus padres, los de Daniel y la madre del bebé. Intentó tener especial cuidado con ella, durante la visión le había dado la impresión de que era ella la que estaba huyendo, que por eso se alejaba del niño, como si él no fuese el objetivo o como si por el sólo hecho de alejarlo de sí despistase a sus perseguidores.

-Ojalá pudiera hacer que todos dejasen de hablar del tema con el resto, no deberíamos llamar más la atención...

Los pasos de Cass la llevaron a la zona trasera de la valla, por donde habían estado reparando la tabla floja, pero esta vez desde el interior. No le costó darse cuenta de que esa era justo la zona que resultaba más oscura de noche, no un punto ciego exactamente, pero sí el lugar en el que era más sencillo fundirse con las sombras. 

Y una vez localizado el que había sido el punto de acceso, no le costó demasiado encontrar unas pocas huellas aquí o allá que hacían un camino directo, desde allí hasta la puerta de entrada siguiendo la ruta que había visto en su mente al tocar al bebé, y luego volvían hasta la valla. Las huellas eran de pequeño tamaño, quizá algo más pequeñas que las que podría dejar Trish, pero no mucho más. La pisada parecía ágil, pues no eran muy profundas, lo cual parecía confirmar que pertenecían a alguien menudo. 

Desde fuera el análisis de aquel punto que alguien había usado como entrada no aportó mucha información a la que ya tenía. El suelo estaba formado por losetas de hormigón sobre las que no se marcaban las huellas y no había ninguna señal a la vista de que nadie se hubiese detenido en aquel lugar durante la noche.

Después, ya en Conector, los dedos de la mujer se movieron por el teclado, sumergiéndose en los foros que aún permanecían vivos, donde los pocos que conseguían conectarse a la red se apoyaban unos a otros, intercambiando información y manteniendo viva la oferta y la demanda de un mercado oculto a la vista. 

Una vez más lo intentó, como en un ritual, y una vez más no encontró nada sobre sus padres. La tierra parecía habérselos tragado sin dejar tras ellos ningún rastro. Cass se sentía igual de lejos de encontrarlos que el primer día y cuando había creído hacer algún avance siempre había terminado por encontrarse con un muro o una pista falsa. Cada año que pasaba, más debía enfriarse el rastro y a esas alturas tan sólo la voluntad de Cass la hacía perseverar en una búsqueda que cualquiera habría dado por perdida mucho tiempo atrás. 

Sin embargo, aquella tarde sí consiguió algo al dejar caer el nombre de Daniel aquí y allá. Alguien llamado «MCVitie_03» decía haber conocido a un niño llamado así hacía años, en el Bronx. Y, aunque no conocía el paradero actual de su familia, sí sabía el nombre de la madre del crío: Mary.

En cuanto a la joven de su visión, Cass no encontró ningún rastro sobre ella. Tal vez porque su descripción era demasiado genérica sin tener un nombre o algún dato más concreto. O quizás porque esa muchacha se escondía del mundo. Pero como fuese, no halló ningún cabo del que tirar. 

Las búsquedas de Cass le reportaron sentimientos encontrados.

El vacío informativo referente a sus padres, a pesar de ser lo normal después de tanto tiempo buscando sin encontrar nada, le provocó un dolor sordo en el pecho. Se culpaba de no haber hecho más, como cuando estuvo alejada de su hermana y se repetía una y otra vez que no se deberían haber separado, ellas ya eran lo suficientemente grandes para acompañarlos y afrontar lo que fuese juntos. Demasiadas veces pensaba que eso hubiese sido mejor, aunque significase no estar ya en este mundo, al dolor de la pérdida... Luego recapacitava, se decía que mientras había vida había esperanza y seguía indagando con más tesón. 

La sorprendente información, obtenida a raíz del nombre de la última incorporación al Morris, le alegró los dedos que comenzaron a golpear la carcasa del ordenador dejando tiempo para que su cerebro procesase la información y serenase a su corazón. Al fin y al cabo a saber cuántos Daniel vivían en Nueva York entonces, podía tratarse de una pista buena o de cualquier otra familia. Anotó la información junto al resto de notas que le parecían importantes y siguió con su búsqueda mientras la parte trasera de su cerebro empezaba su "run-run" analítico.

Los resultados sobre la madre del crío fueron los esperados, no quiso hacer alusión al bebé a causa del pálpito de que era mejor que no relacionasen una cosa con la otra, y con sólo una descripción física de alguien que había demostrado lo bien que se le daba pasar si  ser vista... Quizás fuese mejor así. Sabía que volvería a por él si podía, sólo lamentaba no tener qué decirle al pequeño si no era así y al crecer hacía preguntas.

Negó con la cabeza, estaba en la disyuntiva de hacer caso a los deseos de la madre de anonimato y las posibles futuras preguntas de un niño. La elección a pesar de no ser fácil era sencilla, el futuro no estaba escrito en piedra. Volvió a fijar sus ojos en la pantalla pensando qué hacer a continuación, quería dejar un tiempo para seguir con las averiguaciones sobre Daniel, no demostrar ansiedad.

En su mente apareció la conversación mantenida con Trish mientras reparaba la valla y antiguas preguntas volvieron a ella. Empezó a visitar todos los lugares conocidos en busca que alguna conversación sobre hechos raros en torno a personas.

En un mundo que se había quebrado no era difícil encontrar relatos sobre sucesos extraños. El muro que eran los restos de la red estaba lleno de personas desaparecidas, de desastres, de pérdidas. No era difícil encontrar este tipo de mensajes en cualquier punto de la ciudad, la gente que salía de su refugio y nunca regresaba estaba a la orden del día y era abundante. 

Su última búsqueda no dio ningún resultado, bueno en realidad dio demasiados, y Cassandra se quedó pensando con el mentón apoyado en la palma de la mano y los dedos apoyados en la mejilla. El reflejo de la luz de la pantalla iluminaba los oscuros ojos que estaban fijos en ella. Al cabo de varios minutos tomó la decisión de confirmar con Daniel el nombre de su madre, le gustaba sumergirse en la Red pero hacerlo tras un unicornio... esta vez no.