Partida Rol por web

Robin seguía ocultando los ojos con los párpados bajados a medio camino entre Axel y la mesa de trabajo.

Dejó el mortero justo en el punto en el que podía presumir que si seguía machacando echaría a perder la consistencia de la aloe vera y entonces buscó la navaja en el bolsillo para ponerse a rascar unas semillas de eucalipto. No iban a servir de nada, pero le permitían fingir una gran concentración, tener las manos ocupadas y de paso perfumar la sala y hacer más agradable el uso del mejunje solo por el olor.

Empezó a rallar tan fino como suave sorbía por la nariz mientras escuchaba a su interlocutor darse cuenta que había descarrilado en sus pensamientos.

Asintió al final. Lo sabía. De hecho llevaba ya demasiada gente dentro, algunos de los cuales esperaba dejar en la cuneta algún día.

— Siento tus pérdidas —dijo con sinceridad levantando un poco los ojos pero sin llegar a encontrar los del visitante. Y siendo verdad que lo sentía lo gustó sentirse menos solo en la bahía del dolor—. Creo que mañan ya te podré dar esto.

Gracias - respondió, soltándole el hombro mientras buscaba la mirada de Robin, aunque no llegó a encontrarla. No se lo reprochaba. Era difícil mirar a un extraño a los ojos mientras uno se sentía vulnerable, y sabía que aún no había hecho nada para ganarse la confianza del pelirrojo. 

El invasivo olor a eucalipto le hizo respirar profundo y sonreír discretamente, disfrutando de los perfumes que soltaban las hierbas aromáticas en aquel espacio reducido. 

Justo a tiempo para tus clases de violín entonces. Tendré que pensar muy bien por dónde partir, no tengo mucha experiencia de profesor - su sonrisa volvió a crecer. Un momento después, continuó - Creo que será mejor que te deje trabajar tranquilo. Pero si me necesitas para cualquier cosa, o solo quieres charlar un momento, estaré por aquí - lo que era obvio, porque donde más iba a ir, pero confiaba en que esa frase seguía transmitiendo su intención. - Muchas gracias por la revisión y el empaste - añadió con sinceridad, dispuesto a irse y darle algo de espacio al chico, quien parecía querer algo de privacidad en aquel momento. 

El chico se alegró al escuchar que podría empezar a recordar la música de su padre tan pronto. Aunque no estaba seguro de que los días venideros les permitieran cumplir esa promesa.

Aún así estiró un poco la comisura de sus labios con gratitud y melancolía.

— Igualmente. Cualquier cosa, ya sabes.

Aguardó ocupado con el eucaliptos hasta que la botica quedó vacía y entonces lo dejó todo para morir un rato más en su soledad y la nada.