Pasaron algunos minutos mientras Cass tecleaba totalmente concentrada y Trish trataba de entender lo que su hermana hacía con el ordenador. Y mientras el código se iba deslizando bajo los dedos de la buscadora, un pitido en el monitor del portátil informó a ambas de que había llegado una respuesta al mensaje que habían enviado:
Busco supervivientes del incendio, allí vivía mucha gente. No sé lo que ha pasado, sólo que ha habido un incendio en el Eisenhower. Dicen que ha habido muertos, pero no lo sé con seguridad. También dicen que fue provocado, ¿sabes algo de eso? Soy de un refugio cercano, hay familiares de la gente de aquí que vivían en el campamento. No sé cómo está la situación dentro del parque. ¿Qué pago pides? Puedo encontrar algo para ti a cambio. ¿Medicinas? ¿Alcohol?
Durante los siguientes minutos Trish permaneció atenta. Al menos aquello servía para distraerla. Quizá no entendía qué escribía Cassandra, pero ver cómo se acumulaban letras y más letras, líneas y más líneas, era casi hipnótico. En un momento dado le dio un pequeño toque con el codo.
—Ey, ha contestado —avisó antes de ponerse a leer el mensaje en cuestión con el ceño fruncido.
Trish no tardó en leer lo que la persona al otro lado había escrito. Meditó un instante antes de volver a hablar.
—Puede que diga la verdad —valoró. Una parte de su cabeza quería seguir con el interrogatorio, pero determinadas palabras de las que estaba leyendo la impelían a otra cosa. Habló en voz un poco más baja que antes—. Deberíamos avisar a alguien que pueda decirnos qué preguntar para ver si es cierto. A Skyler no, ni a Robin, a ver si van a hacerse falsas esperanzas. A Hope.
En ceño de Cassandra se iba frunciendo conforme pasaban los segundos y minutos, sus dedos se deslizaban con rapidez y precisión sobre el teclado sin mirarlo, los oscuros ojos estaban fijos en la pantalla y su mandíbula se apretaba un poco más con cada línea de código. Si oyó el pitido no dejó lo que estaba haciendo por mirar la contestación, sólo cuando su hermana la codeó sus dedos pararon y leyó el mensaje. Lo leyó una segunda vez y cuando iba a empezar una tercera, desvió la mirada hacia la peliazul y su valoración.
-No lo creo. -escueta y seca, más de lo normal con Trish -No he podido localizarlo, -ahí podía estar la causa -es bueno, pero seguro que no está en Queens. Podría ser que está lejos para conectarse... -bien sabía ella cuánto se podían desplazar para ello -pero no me huele bien.
Normal, era Cass la paranoica, ¿cuándo algo aparentemente bueno le olía bien? pero ahí seguía para contarlo.
La pequeña victoria que suponía aquel pedazo de información, aquel posible aliado, se resquebrajó con el escepticismo de Cassandra. Sin embargo, casi era mejor así. En ese punto Trish sólo necesitaba distraerse y que todo fuera bien significaría que podía dejar de poner su cabeza en ello... Y volver a caer en el abismo.
Con la explicación de después Trish frunció el ceño.
—¿No está en Queens? —preguntó extrañada. Aquello podía darle cierta razón a su hermana. Valoró qué hacer, dubitativa, y finalmente decidió poner toda la carne en el asador.
—Díselo —sugirió—. Dile que sabes que no está ni cerca, a ver qué contesta. Porque... —Trish observó entonces a Cassandra—. No puede estar usando proxies y cosas de esas de aparecer en otro sitio, ¿no? Eso ya lo habrías pillado.
Cassandra se quedó mirando la pantalla, leyó el mensaje de nuevo y negó con la cabeza.
-No lo creo, he seguido varios rebotes y he estado a punto de pillarlo, pero se me ha escapado. Vamos a ver si sacamos algo más...
-Sé lo que me cuentan y es todo caótico, por eso pregunto intentando encontrar algo útil. Servirá algo así como pago. Dame unos nombres y descripciones, para mover hilos a ver qué encuentro, y concretamos.
~antes de lanzarle el guante.
Dejó de teclear y repasó lo escrito, estaba bien, en su estilo impersonal y seco.
A Trish aquello de los rebotes y demás siempre le había llamado la atención. Le hubiera gustado saber cómo hacerlo ella, pero tenía claro que necesitaría años y años para igualar a Cass en algo como eso. Al menos aquello estaba sirviendo para empezar a distraerla. Se acercó un poco más mientras ella hablaba, atrapada en cierta manera por la curiosidad, y leyó lo que había escrito. En realidad lo de que les ofreciera alcohol no le llamaba mucho: a cambio de la información que pedía le parecía poca cosa. Lo de las medicinas, en cambio...
Sin embargo, no importaba. No estaban en esa conversación para hacer negocio, sino para tender un anzuelo. Y una vez que Cassandra terminó de hablar y se quedó releyendo Trish empezó a impacientarse. No por cuándo enviarlo, sino por cuándo llegaría la respuesta. Y sólo había una forma de acercar ese momento.
—... Y enviado —dijo mientras se inclinaba hacia adelante para pulsar la tecla en cuestión.
La respuesta no tardó demasiado en llegar después de que Trish enviase aquel mensaje:
Puedes preguntar por los chicos de Kratos, él es el líder del campamento. El campamento se llama Unhood, a lo mejor por ahí puedes encontrar también.
Si encuentras algo avísame enseguida.
Cassandra dibujó una sonrisa en su rostro cuando su hermana se acercó y pulsó la tecla de envío, no se contuvo, estiró el brazo y rodeó sus hombros en un abrazo tan espontáneo como inusual en público. Por supuesto ellas no estaban a la vista de nadie, pero en esa ocasión a la buscadora no le hubiese importado. Trish era su mayor tesoro y quería expresarlo.
Después de ese instante llegó la respuesta y un "¡JA!" salió de los labios de la morena mientras la leía sin apartar el brazo de su apoyo.
-Lo dicho, un farsante que busca cabos sueltos. -nada más decirlo se mordió la mejilla derecha por dentro y su brazo resbaló ligeramente, había sonado tan impresonal... pero ese era el papel que adoptaba cuando se conectaba a la Red, no podía permitirse perderse en sus emociones -Le pido los nombres de sus conocidos y me da el dato que todo el mundo conoce. ¿Se te ocurre algo o cortamos?
Estaba claro que Cass pensaba que no había nada que rascar.
Con aquel abrazo algo en Trish vibró, resonando entre su interior y sus extremidades. El alud de emociones que se guardaba dentro de ella amenazó con salir, y mientras rodeaba a su vez a Cassandra hizo un esfuerzo por retenerlo. Era aún pronto para... Bueno, para todo. No protestó como una niña avergonzada por considerarse demasiado mayor para ese tipo de gestos, ni tampoco dijo nada. Sólo disfrutó de ese momento, agarrándose al hecho de que no tenía que ver con la muerte de Nick ni con lo negro que era de repente el mundo.
Para cuando Cass se apartó Trish tardó unos segundos en leer lo que había escrito en el terminal. En lugar de eso se quedó pensativa, atreviéndose a valorar hasta qué punto serían las cosas distintas desde ese momento. Por fortuna para su estabilidad Cassandra la apartó de esos pensamientos y la muchacha se apresuró a leer aquel breve texto.
Tras acabar de leer la respuesta Trish volvió a empezar desde el principio, repasando cada palabra. Entendía la desconfianza de Cass, esa que llevaba puesta tanto como su capucha, pero ella se encogió de hombros.
—A ver, a lo mejor no es por eso, sino porque quiere ubicarte primero, podrías no conocer ni el campamento, que a saber dónde se cree que estás. —Hizo un gesto con la cabeza señalando la pantalla—. Espera dos minutos y dile que Kratos está muerto, a ver qué contesta.
Cassandra hizo caso de su hermana, como casi siempre en esos temas, y escribió lo que proponía dejando pasar un tiempo antes de pulsar el "Enter".
-Ok, preguntaré por sus chicos porque Kratos está muerto.
Creyó que no iba a ser una gran noticia, que no generaría ninguna conmoción, y su postura se hallaba relajada.
-¿Crees que lo de Clem es como lo nuestro? -así, a lo bruto, sin una introducción al cambio de tema ni nada, todo muy normal en ella -Y la madre de Robin no estaba... ¿cómo_? mejor dicho ¿quién o qué es responsable de dar esa información veraz?
La mente analítica de la joven tenía demasiadas posibilidades para aquello, a cual más descabellada, necesitaba otro punto de vista menos... ella y la única persona con la que podía hablar así de abiertamente era su hermana.
Trish asintió con aprobación en cuanto su hermana envió el mensaje. Después, con sus preguntas, tardó unos segundos en contestar.
—No sé si es como lo nuestro —enunció—, pero tampoco sé si hay más opciones. A falta de una explicación mejor... Sí, puede que sea parecido. Quizá tendríamos que hablarlo con ella. —Guardó un momento de silencio—. Y sobre lo de la madre de Robin... Sí, se supone que está muerta. Pero tampoco tenemos la certeza de que fuese ella, ¿no? Quiero decir... Clem sólo dijo que se llamaba así. Pero a lo mejor es alguien mintiéndole, por ejemplo, por no dar su nombre real y porque la conocía, o qué sé yo. Lo que quiero decir es que ya bastante raro es todo como para pensar que era cosa de su madre de verdad, ¿no? Al menos hasta que sepamos más.
Trish bordeaba aquel tema de la madre de Robin intentando no pensar en la muerte en sí. En Nick. Y no le resultaba nada sencillo, por eso en cuanto empezó a contestar habló casi del tirón, sin detenerse demasiado para no dar tiempo a su cabeza a irse por esos derroteros.
Cassandra escuchó la respuesta de Trish a su primera pregunta mientras apoyaba el codo al lado del portátil, que todavía no recibía ningún mensaje.
-Para ella serán señales de Dios -intervino haciendo rodar los ojos y posando la cara en la palma de su mano.
Luego guardó silencio, tampoco es que tuviese un hueco para meter baza entre la explicación de su hermana, y cuando ésta acabó estuvo de acuerdo con ella. Para no variar.
-Claro, puede ser alguien que fuera a aquel sitio con ellos, o que supiera que habían ido, -se dio cuenta que quizás no era un buen momento para seguir por según qué camino -y que tenga poderes parecidos a eso que haces de... hablar a distancia. ¡Eres como un móvil pero sin tener que recargarlo! Si te alquilamos cobrando por cada llamada nos hacemos ricas.
Acabó la frase con unas palabras totalmente distintas de las que tenía previstas, pero la buscadora se dio cuenta que tenía que recuperar a su peque, esa joven que a pesar de todo encontraba el lado bueno de las cosas.
A pesar de su humor —o de la falta de él— Trish hizo un gesto con la cabeza, alzando las cejas mientras asentía levemente, al escuchar el primer comentario de su hermana. Le tenía un enorme cariño a Clementine, pero ese era uno de sus defectos: no buscar más allá de su Dios en algunas ocasiones.
Poco después, cuando Cassandra siguió hablando, la muchacha de pelo azul estaba asintiendo... Al menos hasta que oyó lo del teléfono. Entonces bajó la cabeza y la mirada un instantes, sin saber cómo encajaba aquella capacidad en ella o en el mundo tal y como lo entendía. Sin embargo, era consciente de que su hermana había tratado de bromear, así que intentó buscar alguna respuesta con la que hacer lo propio.
—Y nos enteraríamos de las movidas de todo el mundo —comentó sin demasiada gracia.
Entonces se echó hacia atrás en su silla, metiendo las manos en los bolsillos. Miró la pantalla, preguntándose si habrían hecho saltar la liebre, y luego miró a su hermana.
—¿Tú qué crees que es la cruz esa?
Cassandra se mordió el labio inferior viendo como su hermana se rebullía en el sitio, su intento de alejar pesares no había cuajado y volvían a los temas sesudos, por lo que se tomó totalmente en serio la pregunta que ésta le hizo.
-¿Una reliquia? Supongo... al fin y al cabo es una cruz que está en una iglesia. Ahora, si los ángeles y los demonios son más que relatos y se pasean por el mundo con poderes de ciencia ficción, deberemos preguntarnos cuál es el verdadero potencial de las reliquias. Si no me equivoco según la tradición son partes o restos de seres u objetos divinos, a los que se les otorgan poderes. Si el mito de los ángeles y su lucha con los demonios se ha de tomar más literalmente de lo que pensaban nuestros antecesores, ¿deberíamos hacer lo mismo con el resto de las palabras que hay escritas en los textos sagrados de las diferentes religiones? Yo creo que sí... quizás habría que buscar en ellos algo referente a esa cruz o a algo a lo que pudiera pertenecer.
Como siempre la mente de la buscadora ya imaginaba miles de opciones posibles, a cada cual más increíble que la anterior.
El ceño de Trish se frunció un poco en cuanto su hermana empezó a hablar. Aún con las cosas que les habían pasado ella siempre había creído en la ciencia, ni más ni menos. Estaba dispuesta a admitir que había un punto en que tecnología y vida se unían e iban de la mano... Pero eso era también era ciencia, al fin y al cabo. Lo que proponía su hermana, en cambio...
La muchacha de pelo azul apoyó los pómulos en las manos con un suspiro. Era complicado explicar con ciencia lo que había sucedido ese día. Complicado, sí, pero no debía ser imposible. Pero el término divino le quedaba muy lejos. Sin embargo, era cierto que había sentido algo en determinado momento, algo tan difícil de explicar como todo lo demás. O quizá no. Quizá en el lapso entre estar en Manhattan y estar en Queens, con todos los átomos de su cuerpo dividiéndose y recomponiéndose, había habido algún chispazo distinto, alguna conexión neuronal provocándole sensaciones que no conocía antes. ¿Era eso posible? Ni siquiera lo sabía, pero al menos era una forma de justificarse a sí misma y no dejar que todo su sistema de creencias se desestabilizase más aún.
—Supongo que no estaría de más re-revisarlo todo —dijo, reconociéndose a sí misma que aquel era el paso lógico por muy poco que le gustase admitirlo—. Pero no sólo textos sagrados y religiones. Deberíamos revisar toda la mitología o preguntarle a alguien que supiera de ella... —Hizo una pausa en la que formó una media sonrisa, sorprendida por cómo encajaba su siguiente palabra de repente y por no haberse dado cuenta hasta el momento—. Casandra.
Cassandra asintió a las palabras de Trish y su sonrisa se ensanchó con la mención por parte de su hermana de su nuevo nombre, aquel que eligió para ocultar su anterior identidad después del incidente en el Jardín, haciendo el descubrimiento por parte de la más joven de su verdadero significado.
-Como ves, hace ya un tiempo que empecé a investigar algunos mitos, -en realidad fue desde los primeros "sueños raros" que tuvo, cuando todavía vivían a salvo con sus padres -pero por supuesto que no deberíamos dejar piedra sin levantar, ni "cuento" sin revisar. Ese era uno de los motivos de acompañar a Daniel, para escuchar a Macbeth y su historia, puede que esté sacada de la mente de un fumao... o puede contener trazas de verdad envueltas en edulcorante. Quien sabe, la información siempre puede llegar a ser útil.