Partida Rol por web

Nueva York, 14 de noviembre de 2037, 5.15.

La ausencia de electricidad en el piso superior no era un problema una vez que los habitantes del Major Morris se habían acostumbrado a moverse por allí a oscuras, o acompañando sus pasos de alguna vela. Los pasillos eran silenciosos salvo los ecos de voces que se colaban por los rincones, desde esta o aquella habitación.

Trish acababa de terminar su guardia y se acababa de separar de Cass cuando se cruzó con Daniel, que salía de su dormitorio en ese momento.

El humor de Trish había mejorado un poco durante la guardia por la compañía de su hermana. Sin embargo, una vez terminado ese tiempo, las cosas volvían a ser lo que eran: una mierda. La ausencia de Nick se notaba en todos los rincones. Era como si se le hubiera roto un diente. Muchos pensarían que lo notaría sólo en determinados momentos, como al comer, pero Trish no podía evitar pasar la lengua por la zona una y otra vez. Así pues, no se quitaba al escritor de la cabeza.

Al cruzarse con Daniel la chica no tenía claro si quería meterse en la cama o huir de ella. Si quería quedarse en el Morris o salir de nuevo. Si prefería descansar o seguir dándole vueltas a... A la nada, en realidad.

De haber sido otro, probablemente lo habría saludad con la cabeza y había seguido su inexistente rumbo hacia quién sabía dónde. Ella no, desde luego. Sin embargo era Dan... y eso estaba por encima de muchas cosas.

—Eh —lo saludó sin alzar demasiado la voz para respetar el sueño de sus compañeros—, buenas noches.

-Buenas noches, Trish -dijo Daniel-. ¿A la cama ya?

Parecía una pregunta más retórica que otra cosa, Sabía que Trish había terminado su guardia y que tras un día penoso como aquel, estaría deseando meterse en la cama y descansar.

-Imagino que todo tranquilo ahí arriba. Venga, que descanses.

Dio un par de pasos antes de detenerse y mirar atrás, dubitativo. Tenía intenciones de fumarse un buen porro para ver si así su cabeza dejaba de daer vueltas en torno a todo lo ocurrido aquel día y no le apetecía apestar la habitación. No sabía si elegir la huerta o la cocina. Cierto que hacía demasiado frío pero dudaba que un poco de temperatura bajo cero fuera a matarle.

-Tengo esto -dijo enseñándole un peta de dimensiones más que admirables-. ¿Te apetece compartirlo y mandar todo un poco a tomar por culo por unos minutos?

La pregunta de Daniel hizo que Trish hiciese un gesto con las manos.

—A la cama por fin —especificó, forzándose a actuar con normalidad a pesar del día que llevaba. Luego se despidió de él, se dispuso a seguir avanzando... Cuando el chico siguió hablando y ella lo miró un instante. No tardó demasiado en decidir.

—Venga, qué coño —concluyó—. ¿Por qué no?

Trish se dejó guiar entonces en silencio*, y no fue hasta unos minutos más tarde, ya con el humo en los pulmones, que miró a Daniel durante varios segundos sin decir nada, disfrutando de la sensación de aquel porro antes de devolvérselo.

—¿Qué tal fue la misa? —se decidió a preguntar al fin, con cierto fastidio.

«¿Por qué no?», había preguntado, y en ese momento ella misma se respondió con muchos motivo por los que aquello era mala idea. Para empezar por lo que Robin le había contado un rato atrás. Para seguir porque Trish estaba molesta con Daniel no sólo por eso, sino porque siendo su puñetero mejor amigo se hubiera preocupado más Axel, o incluso Jimmy, que él. Compartir un porro con Dan en esa situación quizá no fuese la mejor idea. Pero era tarde y por mucho que el cansancio se lo exigiese no quería meterse en la cama. No quería quedarse sola.

Y un poco más tarde, allí con Daniel, mirándole, no supo ni qué pensar. No era capaz de estar enfadada con él. ¿Seguía gustándole? Bueno, no era una pregunta fácil. Desde luego no era como antes. Y además se había portado como un capullo. Incluso Jimmy se había portado mejor que él. Pero Trish no podía evitar mirarlo y perdonarle todo, al menos en el tiempo entre calada y calada.

Decidió no decir nada, al menos por el momento. Esperar a ver si él sacaba el tema de Robin, o pasar del asunto si no lo hacía. Ya debía estar casi amaneciendo y estaba demasiado cansada como para enfadarse.

-No estuve. Así que ni idea. Imagino que Clementine lo daría todo con lo que eso tiene de bueno y de menos bueno. En fin, quizá su Dios le ayude a comprender por qué el que muriera Nick era su voluntad y responde a un plan mayor y magistral -dijo para después pegar una buena calada al peta, aguantar el humo más de lo conveniente y expulsarlo finalmente-. Perdona. Ha sido un día de mierda, lleno de cosas de mierda y que se ha rematado con más mierda al final. Estoy cabreado y con ganas de morder hasta hacer sangre. Me pasa pocas veces pero cuando estoy así soy un asco. Encima no podía pegar ojo, así que por eso lo del porro a estas horas.

Dio una nueva calada, normal en esta ocasión y pasó el cigarro a Trish.

-Pero basta de hablar de mí en modo dramaqueen. ¿Qué tal estás? Tenías pinta de estar bastante jodida cuando te largaste de la sesión de terapia que tan sutilmente organicé. Cobardica -dijo y por primera vez en todo aquel tiempo, sonrió-. Y bueno, no digo que tenga que ser ahora, pero estarás de acuerdo en que hay algunas cositas que tienes que contarme, cosas no muy allá como esa capacidad de teletransporte -calló unos segundos-. Joder, es raro de cojones y lo peor de todo es que me lo creo. No tiene sentido creer en algo así pero vi a tu hermana cuando le dio el chungo y tuvo la visión. Ahora tú vas y vienes en nada de tiempo al y del otro extremo de la ciudad que está en a tomar por culo. Clem tres cuartos de lo mismo. ¿Qué está pasando, Trish?

Trish escuchó todas las palabras de Daniel sin intervenir, mirándolo con un aire entre ausente y pensativo. Estaba con él... Pero una parte de ella, de sus pensamientos, estaba inevitablemente en Unhood. En Nick.

Aún así la chica hizo un gesto para quitar importancia al comentario que había hecho Daniel cuando este le pidió disculpas. No entendía el motivo de pedir perdón, pero tampoco le dio más vueltas. Después de eso, cuando él empezó a hablar del día que había tenido, ella se lo quedó mirando, como esperando que se explicase más, o que se desahogara. Sin embargo, al oír cómo Daniel cambiaba de tema ella apretó levemente los dientes con la referencia a cómo se había ido unas horas antes, y luego se encogió de hombros.

—En realidad ya sabes casi tanto como yo —le dijo, tomando el porro y dándole una larga calada. Retuvo el humo unos segundos en el pecho antes de vaciar sus pulmones y luego seguir hablando—. Sentí que podía hacerlo... Y pasó. También estuve hablando con Robin a distancia, de cabeza a cabeza, en plan telepatía —le dijo como de pasada, sin querer detenerse demasiado a recordar cómo se sentía en esos momentos—. Por eso supe adónde ir.

»Pero bueno... —Dio una nueva calada, y le devolvió el porro a Daniel antes de continuar—. Tú también tienes lo tuyo, ¿eh? Que aunque no lo haya visto nunca no se me olvida lo que nos contaste en el Traf.

Hizo entonces una pequeña pausa, mirando por un instante a un punto más allá del chico para devolverle la pregunta.

—¿Qué está pasando, Dan?

Se encogió de hombros ante aquel recuerdo revivido.

-Bueno, lo dije y eso pero nunca más he tenido una experiencia igual así que he acabado pensando que fue simple casualidad. Pero no te negaré que al oír hoy todo lo ocurrido, no he pensado en que quizá todo estuviera relacionado. No en plan una cosa lleva a la otra, sino que a que son experiencias absurdamente similares pese a lo distinto entre ellas. ¿Telepatía con Robin? Joder, qué fuerte. Pero no has sido solo tú. También Cass y Clem. Y algo me hizo pensar que Morgana también en lo que se habló en el comedor. ¿Demasiada casualidad, no?

Se diría que trataba de seguir aquel tema de discusión, pero la pregunta directa de Trish exigía una respuesta. A fin de cuentas eran amigos y no tenía sentido ocultarle nada.

-Realmente no está pasando nada. Quizá eso sea lo malo. O lo bueno. No sé -una larga calada y las volutas de homo salieron lentas y espaciadas-. Esta noche me encontré con Robin. Estaba recogiendo unos sacos en una de las habitaciones que no usamos. Vi luz así que me acerqué. Empezamos a hablar, le pregunté qué tal estaba y en resumen casi me saltó con un "no te acerques a Hope". Me hizo gracia la verdad y me puse algo juguetón. Quizá no sea muy exacto. Desplegué mis encantos, sería más justo para Robin. La cosa es que me besó. Nada de un beso de amigo o romántico. No, uno de esos que presagia un polvo rápido, un pim pam. A sabiendas de que no era una buena idea, le frené. No porque no me apeteciera, sino porque ese bobo pelirrojo me gusta y así se lo dije, junto con que me gustaría ir despacio. No se lo tomó bien o no supe interpretar su reacción, de modo que me reboté en el peor momento. Nada de malas leches o gritos. Frialdad que es lo peor. Me despedí y me pidió para hablar mañana. Así que mañana hablaremos.

Miró con cara de circunstancias a Trish, dio una nueva calada, y le entregó la teba.

-Ya ves, a mi edad y agilipollado.

Trish no pareció muy de acuerdo con lo que Daniel dijo sobre sí mismo al principio. Llevando la vista atrás, no sólo les había explicado a Clem y a ella lo que podía hacer, sino que se había levantado y lo había demostrado. Aquello no podía ser casualidad. Durante unos segundos se quedó pensando en explicarle su punto de vista, pero cuando él cambió de tema y empezó a hablar de lo de Robin ella frunció unos segundos el ceño.

En aquel momento la chica se sintió dividida. La versión que contaban los dos eran tan diferente que daban ganas de juntarlos en ese momento y obligarles a aclararlo. Y si ella tenía que creer a alguien, bueno... En este caso se sentía más inclinada a fiarse de Dan. Estaba claro que Robin se autojustificaba con lo de Alec y todo eso, con el tiempo que hacía que no le veía, y además Daniel estaba reconociendo allí mismo ciertas cosas que parecían implicar un poco de sinceridad. Sin embargo, ante todo, también se sintió dolida. Y no sólo por lo de Daniel, claro, después de todo era un cuelgue que sabía que era imposible... Sino porque Robin no le hubiera dicho que había sido él quien había empezado, por más que Daniel lo hubiera provocado.

Para cuando Daniel le tendió el porro ella lo cogió y dio directamente una calada, tomándose unos segundos para pensar. Y en aquella noche, una de las peores de su vida, tomó la decisión de seguir siendo la persona que quería ser. Probablemente podría haber sembrado cizaña entre ellos, o haberle dicho a Daniel que Robin tenía novio y que no tenía opciones... O quién sabía qué. Pero no era eso lo que quería. Lo que quería era que la gente a su alrededor estuviera tan bien como pudiera, y si para eso tenía que verlos juntos... Bueno, siempre podía no mirar. Pero lo que estaba claro era que todo el discurso de Robin acababa de caerse al suelo al saber más de lo que había pasado.

—Bueno, a todos nos pasa —enunció, pensando por un momento en cómo había babeado ella por Dan no mucho tiempo atrás... Y en la sensación que había tenido cuando Jimmy le había pedido una cita que no era una cita. Suspiró entonces antes de tomar la mano de su amigo y hablar con calma.

—Habla con él —le dijo—. Yo creo que es mutuo, pero él es... Especial. Yo no te he dicho nada, pero creo que piensa que Alec le está esperando. Pero si quieres un consejo —Trish suspiró—, cuando hables con él deja tus encantos de lado. Úsalos antes para que sepa lo que se pierde, o echad un polvo bien echado antes de hablar, pero si vais a portaros como adultos no le pidas que decida nada en medio de un calentón. Ni se lo provoques en ese momento —advirtió, queriendo anticiparse.

Trish dio otra calada antes de quedarse mirando a Daniel unos segundos.

—Si no quiere estar contigo, es que es idiota —sentenció al final con más sinceridad de la prevista, antes de darle el porro de vuelta e intentar cambiar de tema—. Y a ti ya te vale, no decirme nada antes si te gustaba.

Trish no pareció muy de acuerdo con lo que Daniel dijo sobre sí mismo al principio. Llevando la vista atrás, no sólo les había explicado a Clem y a ella lo que podía hacer, sino que se había levantado y lo había demostrado. Aquello no podía ser casualidad. Durante unos segundos se quedó pensando en explicarle su punto de vista, pero cuando él cambió de tema y empezó a hablar de lo de Robin ella frunció unos segundos el ceño.

Para cuando Daniel le tendió el porro ella lo cogió y dio directamente una calada, tomándose unos segundos para pensar.

—Bueno, a todos nos pasa —enunció, quedándose pensativa unos segundos. Suspiró entonces antes de tomar la mano de su amigo y hablar con calma.

—Habla con él —le dijo—. Yo creo que es mutuo, pero él es... Especial. Yo no te he dicho nada, pero creo que piensa que Alec le está esperando. Pero si quieres un consejo —Trish suspiró de nuevo—, cuando hables con él deja tus encantos de lado. Úsalos antes para que sepa lo que se pierde, o echad un polvo bien echado antes de hablar, pero si vais a portaros como adultos no le pidas que decida nada en medio de un calentón. Ni se lo provoques en ese momento —advirtió, queriendo anticiparse.

Trish dio otra calada antes de quedarse mirando a Daniel unos segundos.

—Si no quiere estar contigo, es que es idiota —sentenció al final antes de darle el porro de vuelta—. Y a ti ya te vale, no decirme nada antes si te gustaba.

Escuchó lo que Trish le decía y asintió levemente a sus palabras, sin que ello implicara aceptación o rechazo.

-¿Mis encantos? -rió con cierta malicia-. No siempre soy consciente de usarlos, aunque aquí... Bueno, quizá aceleré demasiado las cosas, así que te haré caso. De todos modos, lo de hablar no es problema. Qué sale de esa conversación, ya se verá. Y si no te he dicho nada hasta ahora era porque no había nada que decir -se encogió de hombros y dio una calada-. Sí, el chaval me gusta y estoy a gusto con él. Y me gustaría tantear el terreno y ver a dónde nos lleva, aunque al mismo tiempo sé que va a ser un trabajo largo. Tiene demasiadas piedras en su mochila, es más cerrado que una almeja y no se cansa de mentar a Alec todo el rato como si le fuera a servir para ahuyentar la realidad. En fin, qué quieres que te diga, Trish. Pasas mil años junto a alguien y ni siquiera te gusta para que te acompañe a fumar un canuto y otras veces, bastan unos meses para un día despertarte y darte cuenta que todo el rato piensas en una persona y que buscas ocasiones para estar con ella. Es lo que me ha ocurrido. Solo que todo se ha precipitado y no he tenido tiempo de contártelo.

Miró alrededor. Empezaba a sentir hambre. Mucha hambre.

-Bueno, y tú. ¿Algo interesante que contar?
 

La ceja de Trish dibujó un perfecto arco de incredulidad al oír que no había nada que decir. Era evidente que sí, dada la confesión actual. Aunque una cosa era segura: Daniel había elegido para aquello el momento en que ella más necesitaba distraerse. Después siguió escuchándolo mientras lo miraba con los ojos un poco brillantes, y aunque no le dio la razón en voz alta por respeto a Robin fue evidente que estaba de acuerdo en lo que Dan decía sobre él y Alec.

Los ojos de la muchacha se apartaron un poco más tarde, al oír a Daniel decir cómo pensaba en él todo el tiempo.

—Ojalá quiera estar contigo —comentó entonces en una voz un poco más baja que antes. Luego, sin embargo, se encogió de hombros.

—¿Yo? —preguntó de manera retórica—. Nada que contar. Bueno, me ha surgido tomarme una cerveza con alguien... Y aunque no estoy de humor y sea el peor momento, creo que mañana tengo una cita.