Partida Rol por web

Trish asintió a lo primero que dijo Morgana. No tenía ni idea de quién era ese Quintero, pero si a Morgana le parecía bien que estuviera Trish no iba a presentar objeciones. Luego volvió a asentir mientas se preparaba para marcharse, consciente de lo de la guardia.

—Estaré de vuelta a tiempo —prometió con un deje de cansancio metal, que no físico. Habían sido demasiadas cosas ese día como para discutir ahora sobre por qué Morgana no confiaba directamente en ello. Lo siguiente que dijo la militar la dejó un poco pensativa y no contestó de inmediato, aunque su ceño se frunció un poco.

—He quedado con unos amigos de antes del Morris —enunció al final.

Era probable que hubiese más tras esas palabras: Trish no solía fingir, y en ese momento no tenía ni intención de intentarlo, pero tampoco quería más problemas. Luego añadió algo más.

—¿Tanta mierda crees que será? Atacaron al capullo de Kratos, no es algo que tenga que ver con nosotros.

Arrugó un poco la nariz, pero dejó pasar eso de unos amigos. Al fin y al cabo no era asunto suyo. El problema era que le gustaba controlar los movimientos de aquellos que confundía con su  “tropa”, y tuvo que estirar y enderezar un poco la espalda como si así se quitase de encima esa  capa remanente del ejército, que solía exudar de forma recurrente.

-Vale.

La perplejidad asomó unos segundos en su expresión, alzó ligeramente una ceja, afiló la mirada, se pasó la lengua por el interior de los labios. Acabó por sonreír, ironica. Respondió a la cuestión planteada por Trish.

-Piénsalo.  Se cargan al grupo de Kratos. Tal vez no aceptó las condiciones que le imponían. Tal vez era un puto grano en el culo de alguien. No se cepillan a Kratos y unos pocos, sino a todos. Ahí podría acabar la cosa. Pero si de verdad quieren esa jodida cruz como para matar a tanta gente, no se van a detener. Buscarán supervivientes. Eso nos lleva a Robin, a Hope, Alec y quizá alguien más. Siguiente escala: el apacible y coqueto Morris.

Lo enunció desapasionadamente, como un hecho constatable y cierto, en el que al parecer nadie reparaba. “Voy a hacer como vosotros, me la sopla”. Lo cierto era que el asunto orbitaba entre sus prioridades.

-Apesta a las Tres Cruces –se quedó un momento callada, mirando hacia la oscuridad del pasillo-. Lo que no encaja es que oculten sus distintivos. Puede ser una mierda de encargo privado –sus ojos regresaron a Trish- De una forma u otra se implicarán. Es su territorio. Veré si puede obtener alguna información.

Morga era consciente de que las posibilidades del Morris eran ínfimas. Ayudaba que esto es Sugar Hill, y no Queens.

-En realidad es mejor para los McVoy no implicarse en esta mierda –su sonrisa cínica seguía acechando en la penumbra- Va a ser una fiesta de puta madre. 

Al escuchar el resumen de Morgana Trish resopló. Miró a uno y otro lado relajando su postura, distraída por un momento de aquellas cosas en las que no quería —no debía— pensar. El razonamiento de Morgana le parecía ligeramente tremendista, paranoico incluso... Pero parecía que cuando hablaban de la maldita cruz todo lo era.

—Tampoco sabemos si fueron sólo a por Kratos y la cosa se les complicó, o qué —comentó—. Y probablemente ni sepan que Robin y Hope estaban allí, si no seguramente no habrían escapado. En cualquier caso... ¿Tan importante puede ser la cruz esa? ¿Qué tiene, un arma contra solares dentro? —Trish comentó aquello como algo descabellado, pero había estado pensándolo y realmente no se le ocurría por qué podría ser tan importante.

—Oye, y si han sido las Tres Cruces... ¿Tú no podrías sacar algo? Al menos que te confirmasen que fue cosa de ellos, o algo.

Morgana resopló en la oscuridad, apoyó la cabeza en la pared, miró hacia el techo.

-No tienes ni puta idea, Peliazul. No iban a por un tío. Mete eso en tu cabeza. Habrán examinado los cadáveres. Y si están bien informados, empieza por recoger tus malditos trastos y ponte a correr.

Tal y como lo veía ella la única posibilidad que tenían es que ese grupo estuviese compuesto de capullos chapuzas. Se quedó junto a la pared, sonriendo cínica- El que parece saber algo de la cruz es Robin. Y si no se guarda información en el culo, no aclara una mierda. ¿Mata Solares? Jaja. Eso molaría. ¿Y para qué esconderla y no entregarla a alguien con medios y recursos? Nah. Ha sido una limpieza. O un dos por uno. Yo qué coño se –se encogió de hombros. En realidad Morga sí le daba vueltas al asunto: cruces, criptas, visiones, alucinaciones…-

Humedeció los labios - Bueno, ya ves que no hay motivo para mojar las bragas, en el mundo de OzMorris siempre sale al final el arco iris, ¿no? –se mordió el labio y soltó una cortante carcajada- Ya te he dicho que probaré con mis amiguitos, los cabrones de Queens. No busques por tu cuenta, inventora. No la vayas a joder.

Al escuchar la respuesta de Morgana Trish alzó una ceja, permitiéndose mostrar cierto escepticismo. La dejó seguir hablando, sin embargo, y frunció el ceño cuando la militar habló de lo del arco iris. Hizo un esfuerzo consciente por no protestar, por no enfrentarse a aquella mujer de nuevo, pero la muchacha no veía cómo podía salir el sol después de aquello. Habían perdido a Nick, punto final. ¿Podían mejorar las cosas? Desde luego. Pero no volverían a ser iguales.

—No tienes ni puta idea, Marine —le dijo en respuesta, satisfecha creyendo que de alguna forma le devolvía la pelota—. No los veo yo parándose a registrar a nadie con un puto incendio encima.

Sin embargo, a pesar de poder rebatirle aquello, ni siquiera era consciente en ese momento de por qué la importancia de si habían registrado o no a los muertos.

—En fin, no te preocupes, no buscaré por mi cuenta —afirmó más por no saber cómo hacerlo que por estar comprometiéndose a ello... De momento.

—Yo lo que no entiendo es eso: por qué tanta movida por una maldita cruz. Me da lo mismo si era dos por uno, o lo que fuera. Que Kratos era un capullo igual, y cualquiera podría querer acabar con los de Unhood por mil motivos... Pero si de verdad es tan importante como dice Clem, por algo será. —Trish frunció un poco el ceño—. ¿Y si buscamos en la biblioteca sobre eso, o algo así?

Se mordió con rabia el labio inferior, regresaban al inicio de las hostilidades, círculo completo y vuelta a empezar. Al estilo Morgana.

A la edad de Trish, Morga era una pirada más irascible, violenta y descontrolada. Hubiese intentado matar a Kane; le soltaría una buena hostia a Trish. No le faltaban ganas. Comenzaba a pasarle a menudo, no era buena señal.

Respiró hondo. No le molestaba el tono ni las formas de la contestación, al contrario, eso le iba a ella. "Mejor así a que te muerdas la lengua, chica". De tú a tú, como siempre has hecho." Su contenido. Su incomprensión de lo evidente. Su ignorancia. El no querer escuchar a la experiencia.

"Nunca te has metido dentro de un puto infierno de llamas, para buscar, salvar o rematar a los supervivientes, bajo el brutal fuego enemigo, obedeciendo malditas órdenes o tu instinto. A través de escombros y cenizas, putos cadáveres quemados cuyo apestoso olor se te cuela en la puta nariz y se te pega a la piel y al cabello durante días".

Su expresión se tornó de muy mala hostia- Te puedes ir a la puta biblioteca o a tomar por culo. Toda la mañana con un mierda de payaso meapilas y ahora una puta niñata sabelotodo. ¿Sabes lo que pienso? Que no se qué cojones hago aquí, aparte de la gilipollas. -Apretó la mandíbula- Será mejor para las dos que no hablemos más hasta el lunes.

Al ver cómo cambiaba la expresión de Morgana Trish se apartó unos centímetros de ella, y se alegró de haberlo hecho en cuanto llegó su respuesta. Joder, cómo cambiaba el humor de la peña de repente. Trish creía que se habían arreglado... Pero era evidente que lo que estaba roto era la propia Morgana.

En ese punto de la noche, tras haber discutido, llorado, haberse reconciliado y todo lo demás, decidió que aquello no merecía la pena. Sólo tenía ganas de llegar al Traf, beber un poco y olvidarse de toda aquella mierda... Y de Morgana. De modo que se limitó a encogerse de hombros y se dispuso a marchar, aprovechando que en aquella ocasión sí parecía que se lo permitía.

—Pues aprovechar que tenemos un huerto de puta madre para los críos —dijo en respuesta a lo de qué hacía ella allí mientras se iba, aunque al final se giró para añadir algo más—. Pero, eh, si crees que estás mejor en otro lado, adelante. Total, esta zona sólo es la más segura de toda Nueva York. —Sin embargo ahí sí tuvo que corregirse: ninguno de ellos sabía cómo habían cambiado las cosas con lo sucedido—. O lo era.