Partida Rol por web

A las primeras palabras de su hermana Trish asintió con convicción. Era consciente de que se aplicaban a todo y a nada al mismo tiempo, pero aún así bastaba una frase como esa para que la muchacha mostrase su acuerdo con su hermana. Volvió a asentir un momento más tarde, con lo que ella dijo después.

—Todo controlado —prometió—. En el desayuno lo hablamos, pero iremos tres o como mucho cuatro. No hay fallo.

Después de eso aguardó unos segundos antes de cambiar de tema a uno que intuía que podía ser delicado.

—Yo dentro de un par de días tengo que ir a un sitio con Jimmy —dijo antes de torcer el gesto—. Es lo que me ha pedido... Ya sabes, a cambio de eso. Aún no sé adónde porque ha dicho que es un trabajo de confidencialidad alta, pero dice que todo el riesgo lo asumirá él.

Los ojos de Trish buscaron a Cassandra en la penumbra, diciendo mucho sin llegar a decir nada. Quería decirle que no se preocupase por lo que iba a decir, pero también que una parte de ella sí lo hacía. No por Jimmy en sí, sino por el peso del pasado sobre los hombros. En ese punto la muchacha se mordió el labio. Estaba ligeramente inquieta.

—También ha dicho que debo ir sola. Creo que es algo en plan abrirle para que se cuele en algún sitio, o algo así, pero no estoy segura. 

Insistió entonces en morderse el labio, pensativa, antes de hablar.

—No creo que pase nada —le dijo, dispuesta a exponer los argumentos racionales—. Tiene mucho que perder con nosotros y más con los McAvoy si me pasa cualquier cosa. Pero quería decírtelo.

Cass asintió a su hermana, mejor que fuese ella quien hablase con algún otro de los miembros para acompañarlas, si le decían que no sabría como convencerlos y no se quedaría callada como haría ella. Pero con sus siguientes palabras su cuerpo se tensó.

Apretó los labios y la mano que sostenía, esperó con el corazón en un puño hasta el final de las explicaciones. Tenía sentido lo que decía Trish, pero siempre había algo que podía salir mal, al fin y al cabo qué peligro tenía correr por unas escaleras exceptuando el caerte por ellas. Ninguno más ¿no? pues había sido el principio de los peores años de ambas.

Respiró despacio, la culpa era suya y sin embargo era ella quien pagaba el precio, no era justo.

-No estoy de acuerdo, debería ser yo quien fuese. -hubo un leve silencio en el que la mayor sopesaba si seguía hablando o se callaba, al final ganó la primera opción -Os seguiré.

No era una pregunta, ni una sugerencia, era un hecho que comunicaba. Nadie podía impedirle andar por cualquier sitio de esa Nueva York devastada, si los perdía o era descubierta... ya se vería.