Nueva York, 14 de noviembre de 2037, 4.40.
La ausencia de electricidad en el piso superior no era un problema una vez que los habitantes del Major Morris se habían acostumbrado a moverse por allí a oscuras, o acompañando sus pasos de alguna vela. A aquella hora tan avanzada en que Morgana se puso en pie un rato antes de su guardia los pasillos estaban completamente silenciosos.
La exmilitar quería hablar con Hope, la chiquilla que había traído Robin, pero nadie le había dicho en qué rincón se había acomodado la muchacha. No la encontró en ninguna de las consultas desocupadas del extremo noroeste del refugio. Esa zona no estaba normalmente en uso. Algunas partes de las paredes entre una consulta y la siguiente se habían derrumbado y había todavía algunos trozos de cascotes. La pared al exterior era más frágil que en el resto del edificio y estaba salpicada de agujeros que hacían esa zona mucho más fría que las demás. En la primera de esas consultas se habían quedado alguna vez Nathan y Katia, pero ahora estaban vacías.
Tampoco la encontró en las habitaciones del pasillo que sí solían usar y que ella sabía que estarían vacías. No estaba en las estancias que había ocupado Nick, ni en la capilla. Así pues, sólo le quedaba revisar las habitaciones de los otros habitantes del Morris, una hilera de puertas cerradas tras las que debían estar descansando todos, salvo los que estuvieran de guardia.
Morgana se quedó en medio del pasillo, pensativa. “¿Dónde coño se ha metido esta tía?” No le gustaba la idea de una desconocida “desaparecida” en el Morris, y menos que nadie supiera donde andaba. No había forma de que no estuviese mosqueada, durante el día, antes de acostarse, ahora justo cuando iniciaría su guardia. Era un puto desastre la organización de ese día y la seguridad. Lo peor es que por mucho que se esforzase, los civiles del Centro no parecían comprender, ni querían, la importancia del control , de un orden, de que ella, sí ella, aunque les jodiese, debía conocer los pasos de cada uno de los componentes del grupito. Al menos durante la noche.
“Joder”
Supuso que Hope se habría escondido en la habitación de Robin o Skyler. Mejor el primero, ya que la segunda era una borde agilipollada. Decidida, se encaminó hacia el dormitorio del chico con quien le pareció que Hope tenía más confianza.
Tal vez desmonte un poco la otra escena...Pienso que es la primera opción de Morgana (iba a enviar a los chicos en su busco, je, a jugar al escondite en el Morris, pero primero esto XD
El cuarto del pelirrojo era uno de esas antiguas consultas que se comunicaban con otra por medio de una puerta interna. Cuando Morgana entró allí pudo ver que esa puerta, que daba al cuarto de Skyler, estaba cerrada. El dormitorio estaba a oscuras, pero no le hacía falta más luz que la de la luna para darse cuenta de que estaba vacío. Allí no estaba Hope, pero tampoco Robin. Allí no había nadie.
Lo que sí había era un trozo pequeño de papel sobre la mesa del chico, con toda la pinta de ser una nota. Y cuando Morgana le echó un vistazo* con la luz de su vela se encontró con una caligrafía redondeada y apretada, algo infantil:
Rob:
Me voy a buscar a Alec, no puedo esperar más. Aquí hay mucha gente que te quiere y se preocupa por ti, así que es mejor que tú no vengas y te quedes a salvo. Hazlo por mí.
Te he cogido un par de cosas, pero te las devolveré en cuanto le encuentre. No te preocupes y no te enfades conmigo, por favor. Volveré con él, te lo prometo.
Cuídate. Te quiero mucho.Hope.
Tirada oculta
Motivo: Astucia Morga
Tirada: 3d6
Dificultad: 4+
Resultado: 1, 6, 2 (Suma: 9)
Exitos: 1
Tirada oculta
Motivo: Dif normal
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 4, 1 (Suma: 5)
Exitos: 1
*Lo doy por hecho para no detenernos sólo para que digas si lo haces o no XD.
“Así que la tía tiene un coño bien puesto”. No conocía a Hope; tras leer la nota la chica le gustaba ya. Claro que entonces resultaba claro que sabía dónde se encontraba Alec o tenía una idea de cómo dar con él. "Y seguro que los que montan guardia no la han visto escabullirse. Ni ellos ni nadie en este puto Morris".
Miró hacia la puerta que separaba las dos estancias. Supuso que tal vez Robin estaba durmiendo allí, cobijado en los brazos de su prima, dándose consuelo el uno a la otra. Si es que podían dormir tras la pérdida de sus padres, así, de un plumazo. Concluyó que el atolondrado chico no debía haber leído todavía la nota. La noticia sería como una nueva losa sobre su apesadumbrada cabecita. Dejó el papel sobre la mesa, husmeó un poco en sus cosas y salió, silenciosa, encaminándose a su habitación para recoger su chaqueta y el gorro y subir luego a la azotea.
“Mejor que el chapero no me toque las narices otra vez”, o lo mismo le haría saltar por la baranda.
No había mucho que revolver en aquella habitación. Salvo los muebles Morgana sólo encontró algunas prendas de ropa en el armario y una mochila vacía. En los cajones no había nada salvo un par de papeles garabateados con recetas para sus mejunjes y, entre ellos, el que le había dado Raisie con la receta de los pastelitos veganos.