De repente, una sensación se deslizó por la nuca del pistolero, una sensación que no le era desconocida y que, sin embargo, sabía con certeza que no había desencadenado él en esa ocasión. La impresión de que él era una pieza que encajaba en algo mayor, en un engranaje que no podía controlar.
Algo en el universo parecía desear abrirse para él... No. Para ellos.
Tuvo la sensación de que, de algún modo, ese... lo que fuese... incluía también a la joven que tenía a su lado, como si algo los entrelazase, algo más allá de la convivencia.
Clementine pareció querer decir algo, tras haber escuchado las palabras de Kane. Sin embargo, las palabras de pronto murieron en sus labios, para ser sustituidas por un estremecimiento que erizó su piel y humedeció sus pupilas, empalideciendo sus mejillas en el acto, provocando que buscase aire, como si de pronto éste fuese denso, y difícil de respirar.
No, no fue capaz de decir nada más. Sólo se abrazó a Kane, temblando, aterida e impresionada, y contemplándolo como si volviese a verlo por primera vez y pretendiese memorizar cada uno de sus rasgos- Tu lugar en el mundo está junto al mio, Kane.-vocalizó, finalmente, con el tono con el que se expresa una certeza absoluta- ¿Me crees si te digo que lo sé, sin lugar a dudas?
Un latigazo mental encrespó todo el vello de la nuca del pistolero, una tensión mayor que la sentida aquella mañana se aferró a su cuerpo como una garrapata. En ese instante solo podía buscar la mirada de Clementine, mirada que la encontró mirándole a él y, contemplándola, sintió miedo y fortuna, incertidumbre y seguridad. Un cóctel emocional que prometía ser la guinda de un día que había decidido hurgar en lo más profundo de su psique y revolverla como una caja de juguetes.
Abrazó a Clementine con gesto protector, con una solidez nacida de esa seguridad irracional que le aseguraba que ese era el lugar donde debía estar. Acarició sus cabellos, besó su testa con cariño, y la sostenía. Siempre la sostendría, así se lo prometió a ella, así se lo prometió él a si mismo.
—Te creo —fue su única respuesta. El cuerpo tenso de Kane tembló un poco, más por las emociones volcánicas que gobernaban ahora su mente que por verdadera inseguridad. En ese momento, simplemente, quería ser él mismo abrazando a la mujer más importante de su vida.
Clementine suspiró, estremecida, sintiéndose rodeada por los brazos de Kane. Notando la tensión, el sobrecogimiento de su cuerpo. ¿Sentía él algo similar? No podía saberlo. Pero la creía. Y aquello era tan imprevisto como maravilloso. Kane siempre había creído en ella. Y eso la asustaba, y la completaba al mismo tiempo.
- Lo siento...-dijo, ahogando el susurro en su pecho- Por haber pensado que no volverías.-explicó, abrazándose ella también a él, como el náufrago que se aferra a un ancla- Dime la verdad, ¿qué te ha pasado en la mano? ¿Qué ha pasado en el Bronx?
Cobijando a Clementine entre sus brazos, el pistolero cedió un poco en el abrazo para conversar mirándose a los ojos. Negó con la cabeza, aun turbado por la experiencia, pero recomponiéndose poco a poco.
—Ayer estaba furioso —admitió sin maquillar la verdad —. Puedo soportar muchas cosas, pero no.. no estupideces. Y también dije cosas porque estaba enfadado, es culpa mía que pensaras eso. Lo siento.
Respiró profundamente, la pregunta que siguió le era complicada de responder. Ni él mismo sabía que había visto o, simplemente, interpretarlo.
—Antes de llegar al enclave de la madre de Tiago, escuché una canción. Me acerqué, y encontré a un grupo de críos. No mayores de quince.. ¿puede que dieciséis años? —comentó pensativo, prosiguió —. Una de ellas.. la que cantaba. Se llamaba Clara. Cuando la vi.. vi a mi tía. No sé cómo explicarlo, su imagen y la de ella se mezclaron. No.. no es la primera vez que la veo, ella me llevó hasta tu iglesia, pero esta vez fue.. ¿y si..? —movió la cabeza atajando fantasmas, fantasías. Tomó aire lentamente.
—Se hacen llamar los Niños Perdidos, y.. conocen a Jeff. Pero ellos lo describen con dos ojos, sin parche, pero el resto de lo que me contaron.. era él. Estoy convencido de que era él —dijo con firmeza, aunque confuso —. No sé qué está pasando, Clem. En la Comunidad escuché que hay alguien que está actuando como.. yo.. antes de ti. Que el Hijo de Galilea ha vuelto. Y ahora veo a Claire en el rostro de una cría y me hablan de Jeff, de otro Jeff.
Tomó la mano de Clementine, la acarició suavemente con la mano dolorida.
—Dicen que Jeff irá a verlos el viernes. Y voy a ir. Me da igual lo que digan, lo que pretendan aquí en Morris. He de ir, comprobar si es realmente él o no —hizo una pausa, dubitativo, suspiró —. Y asegurarme de que Clara y esos críos están bien.
Dándose cuenta de la mano dolorida, esbozó una sonrisa torva, triste. Miró a Clementine unos instantes previo a seguir con lo que le había pasado.
—En el enclave, una mujer rubia negó que Tiago estuviera vivo. Me recriminó que viniera a remover recuerdos. Me cabreé, le recriminé que dijera eso —la mandíbula de Kane se endureció —. Me importa una mierda que esa madre diga que abandonó a su bebé para protegerlo. Lo abandonó. No nos dio explicaciones, y asumió que nos lo quedaríamos. Quería respuestas, y.. —respiró lentamente, calmado la tensión, eso le hacia doler la mano —. Golpeé un muro antes que golpear otra cosa.. y me marché.
Clementine escuchó a Kane, dibujanto, poco a poco, una expresión llena de perplejidad, dejándose tomar la mano, para finalmente suspirar, aliviada al saber que a pesar de la ira Kane sólo había golpeado una pared, sin dudar ni siquiera un instante de sus palabras.
- Es... Es complicado de digerir, sí.-concedió, tomando su mano dolorida, acercándola a sus labios, para besarla, con delicadeza, como había hecho en tantas ocasiones, cada vez que Kane se había hecho daño delante de ella- Luego veré si nos queda un poco de árnica.-dijo, suspirando, pensativa- ¿Crees que Jeff de alguna manera... Sigue presente? ¿Y que está... Enseñando a otra persona, al igual que hizo contigo?-preguntó, expresando sus propias conclusiones sobre su relato.
- Y esa niña... ¿Cuántos años tiene, Kane? ¿Has pensado si... ? Bueno... Si pudiera ser tu hija.-expuso, con tacto- No lo sé, sería lógico que se pareciese a tu tia si lo fuera.-indicó- Y lo de Thiago... Bien, esa mujer rubia no era su madre, ¿no? Puede que crea que el bebé está muerto de verdad. O puede que no quisiera que nadie pensase que está vivo. Después de todo, según lo que nos contaron los demás, la madre quería protegerlo.
Kane, ceñudo al hablar de su mentor, respondió con un tono que sabría decirse si era de enojo o era de frustración. Puede que ambas cosas estuvieran mezcladas.
—El viejo nunca está lejos —aseguró, pero cambió el tercio al añadir lo siguiente —. Pero ahora.. está ausente, se esconde. No sé qué pretende. La última vez que lo vi, me dijo que nos veríamos en circunstancias muy distintas. No sé que pensar —miró con perplejidad el comentario de Clementine acerca de que estuviera entrenando a alguien más —. No lo sé. No sé que pensar.
—No —respondió secamente cuando Clem sugirió que Claire pudiera ser su hija. No encajaba con la edad, no, aquello era otra cosa —. Esa mujer mentía. Sabía la verdad. Estoy convencido. ¿Y protegerlo? ¿De qué? ¿De quién? Abandona a su hijo asegurando querer protegerlo, pero ni da una explicación ni pretende darla. ¿Y si vienen aquí? ¿Y si de repente somos el objetivo de algo que no esperamos? —bufó aun enfadado al pensar en la mujer del enclave, queriendo atajar demonios suspiró —. ¿Cómo han ido las cosas por aquí?
- No sé qué pensar, Kane. -confesó, frunciendo ligeramente el ceño- Es extraño... Sí, después de todo quizá no sea mala idea que te asegures de que Jeff es Jeff. -concluyó- Entiendo que quieras saberlo.-aseveró, suspirando, dándose la vuelta momentáneamente, para dar un par de pasos y buscar asiento, palmeando la silla que tenía al lado, invitando al pistolero a acompañarla- Hoy las cosas han estado tranquilas. -dijo- Hemos estado cuidando del bebé. Y no ha habido ninguna novedad. -apuntó, mirando momentáneamente hacia el suelo, con un atisbo de duda y algo indefinido en la mirada, antes de volver a hablar.
- Fui a ver a Macbeth, el domingo.-confesó- Quería contarle lo que había pasado con Nick, y al final... Acabé contándole todo... Lo de la cripta de esa iglesia en la que acabamos en La Comunidad y lo de mi visión.-explicó, nerviosa- Me ha explicado lo que podría ser la treceava. Y va a preguntar a unos... Conocidos suyos, ilustrados, sobre el tema. Me ha creído, Kane.-dijo, sorprendida aún de que le hubiese resultado tan fácil entender y asimilar sus palabras- Ha asumido que lo que le decía era cierto, como si no descartase en absoluto ese tipo de cosas.
Kane asintió escuchando en silencio, aunque la mención de MacBeth hizo que frunciera un tanto el ceño. Resistió cualquier otro gesto mientras trataba de asimilar lo que le contaba la joven.
—¿La treceava? —preguntó mirándola de soslayo, luego, tras un silencio, añadió —. No sé qué creer. Sé que viste algo. Pero esos conocidos suyos, ¿quiere algo?
- En principio... Creo que sólo información. No estoy segura. Pero esa gente sabe cosas, Kane. Cosas que podrían ayudarnos.-dijo, suspirando- Al parecer la Treceava puede ser algo referente a un mito. Sobre Lilith y los avatares de la Luna. La Treceava parte de un todo, que marca el tránsito de una era hacia otra. La que traerá el Plenilunio, el apogeo de la Luna.-explicó, someramente- No sé cómo tomarme todo eso. Lilith es un nombre mencionado en la Palabra, pero todo lo demás... No sé si todo esto forma parte del plan de Dios. Si el Plenilunio es un sinónimo para la apertura del último Sello... Un sinónimo para los últimos compases del Apocalipsis, antes de que la Nueva Era nos reciba.
Kane escuchó un tanto incrédulo todo aquello. Había aceptado muchas cosas, una realidad distinta y oculta que no acababa de comprender. Incluso había tenido alguna que otra experiencia, pero lo que le estaba contando Clementine trascendía los límites de lo que Kane aceptaba en ese momento. Aun así, puso el mejor esfuerzo de su parte para asimilar todo aquello.
—Y tú tienes un.. ¿papel? ¿Un papel en todo esto? —creía en Clementine, pero escuchar que la joven era un instrumento para el Apocalipsis o Dios sabía para qué, nunca hubiera apostado tanto —. Lilith.. ¿quién es? —preguntó ignorante —. Todo eso.. avatares de la Luna, Plenilunio.. no me suena del Libro Sagrado. Aunque no lo conozco todo, tú sí que sabes de ello.
Tirada oculta
Motivo: Cultura (Religión)
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 2, 4 (Suma: 6)
Exitos: 1
Dejaré una tirada de Cultura (Religión), por si acaso.
Tras pensar un instante Kane podía afirmar sin dudar que ninguno de esos términos de los que Clementine hablaba formaba parte de la tradición cristiana. Ni eso del Plenilunio, la Treceava, ni los avatares de la luna... salvo Lilith, ese nombre sí que le sonaba de algo.
Aunque tras pensarlo un poco se dio cuenta de que no era por haberlo leído en la biblia, sino que formaba parte de la tradición hebrea. La primera mujer de Adán, creada como su igual y huida del Edén para no someterse a él, algo así. ¿Madre de demonios? Algo así le venía a la mente al darle vueltas, aunque no conocía la historia con tanta precisión como para estar seguro de los detalles.
Tirada oculta
Motivo: Dif normal
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 2, 1 (Suma: 3)
Tirada oculta
Motivo: Dif difícil
Tirada: 3d6
Dificultad: 4+
Resultado: 2, 3, 2 (Suma: 7)
- En la Palabra, Lilith fue la primera mujer de Adán, antes que Eva, pero se fue del Edén.-dijo, suspirando- Pero no sé mucho más de ella. Quizá, cuando vayamos a la biblioteca, podríamos buscar información al respecto.-sugirió- Y en cuanto a si tengo un papel en todo esto... -repitió, mirándolo, preocupada, incluso asustada- No lo sé, Kane. Pero diría que así debe ser. ¿Por qué si no Dios habría querido que tuviese aquella visión? Yo no soy la Treceava, creo que no, vamos. No quiero confundirte con eso.-indicó- Pero... ¿Por qué si no? -preguntó, apretando los labios en una fina línea, durante un instante- Tengo miedo, Kane. Pero quiero creer. Tengo fe.
Kane miraba a Clementine con preocupación, dudó unos instantes antes de decir aquello, pero él mismo sabía sus propias cosas acerca de la religión y las escrituras sagradas. La relación que le encontraba no le gustaba un pelo.
—Y también madre de demonios —añadió al hablar de Lilith —. Esos avatares que dices.. relacionados con Lilith, no me inspiran confianza. No sé, no sé que creer, Clem. Yo tampoco sé —admitió perdido en aquel maremagnum de conocimiento que se le escapaba. Mas cuando la joven confesó tener miedo, el pistolero la abrazó con firmeza.
—Yo estoy aquí, ¿de acuerdo, serafín? No pienso dejar que te pase nada. Nada —no sabía si la fe permanecía intacta en él mismo, pero quería creer en ella, en Clementine. Pero a tenor de lo que le había contado, lo que sabía, no podía evitar sentir la incierta duda de si todo aquello les iba a conducir algo bueno o, de lo contrario, a algo terriblemente malo.
- Pues ninguno de los dos sabe, Kane. Debemos intentar saber, y luego juzgar.-dijo, aunque a juzgar por su mirada, por su expresión, la preocupación estaba ahí, patente. Y el abrazo de Kane llegaba como un bálsamo, para sacudir su temor y ofrecerle un ancla. Algo que hizo que se estremeciese, en parte conmovida, y de nuevo culpable por haberse planteado que el pistolero pudiera haberse marchado de verdad- Gracias...-dijo, besando su mejilla.
Kane se mantuvo abrazado un rato más a Clementine, poco más podían decir salvo esperar que todas esa señales amainaran como un mal sueño. Acariciaba sus cabellos lentamente, mas la tranquilidad que trataba de evocar en la joven no residía en el pistolero. Pensaba en los críos, en el supuesto Jeff, en lo que le había contado Clementine. Maldijo para sus adentros, ¿era esto lo que me decías que debía pasar, viejo? Se recriminó. Se separó entonces un poco, besó la frente de Clementine con suavidad.
—¿Salimos a que nos dé el aire un poco? —propuso con una leve sonrisa.
Clementine suspiró, encontrando refugio en su pecho, apretándolo, entre sus brazos, y besando su mejilla rasposa en respuesta a aquel beso en la frente- Sí...- respondió, casi en un suspiro, mirando una última vez hacia el improvisado altar, y realizando la señal de la cruz sobre su cuerpo antes de dirigirse hacia la puerta de la capilla.
Se preguntó dónde estaría Bentley, y en ese momento, quiso ser como él. Preocuparse sólo de olisquear, comer y dormir.