Partida Rol por web

—Eso va a ser lo más complicado —intervino entonces Flint, con un tono de voz que parecía contradecir esa última palabra. Sus ojos brillaron con el interés de un experto cuando siguió hablando—. Es una cerradura superpuesta JIS 5240, Serie Sansón. El picaporte va accionado con pomo y debe tener cuatro pestillos de doble vuelta. El cilindro es fijo, de cincuenta y un milímetros, de alta seguridad. Con casquillo giratorio anti presa y anti taladro. 

El chico sonrió de medio lado cuando terminó de enumerar las características de la cerradura. Mientras, Flora balanceaba los pies y miraba a su amiga, más interesada por su reacción que por una información que ya debía conocer. 

—Nos vamos a divertir —sentenció, haciendo un gesto con la mano que cortaba el aire en horizontal.

Trish hizo más caso a la actitud de Flint que a sus palabras. Además, pensándolo bien, lo pintaban todo tan fácil que «lo más complicado» no tenía por qué ser gran cosa. Escuchó lo que dijo mientras una sonrisa renovada y más cargada de expectación crecía en su boca, y con los últimos detalles sobre la cerradura hizo un gesto con la mano, quitándole importancia. Aquello iba a molar. Aquello iba a molar mucho.

—Tampoco es que fuésemos a usar un taladro —aseguró divertida. La verdad es que aquella distracción, por muy peligrosa que pareciese, le vendría bien. Con el asunto del crío todo el refugio se había cargado de un ambiente de seriedad que era fácil perder estando cerca de Flora  y Flint.

—Será guay, ya veréis. Seguro que nos sobra tanto tiempo que al salir puedes hacer tu magia —dijo refiriéndose a las ganzúas— para que siga cerrado como antes. Joder, sería genial que no supieran ni desde cuándo les falta algo.

—¿Necesitamos algo más? —preguntó la muchacha encantada, mirando a uno y luego a la otra—. Molaría el lunes, cuando estemos aquí, ya tenerlo todo para planearlo bien.

La verdadera pena, lo que de verdad iba a ser una putada de todo aquello, iba a ser no poder contarlo.

—Ni de coña —corroboró Flora, uniéndose con una carcajada a la negativa de su amiga a usar el taladro. 

Después hizo un gesto desvaído con los hombros, a medio camino entre un encogimiento y una negación. 

—Creo que no, pero hasta que no venga Mike y nos cuente lo que ha investigado no lo sabremos seguro. Pero si luego falta algo más tendremos un montón de días para conseguirlo —dijo con optimismo. 

Trish todavía se quedó un rato más al calor del fuego del bidón de Flint y Flora. La conversación dejó atrás el golpe que el grupo planeaba dar pronto y Trish pasó a hablarles del bebé que había alterado las rutinas en su refugio. Los dos hermanos se sorprendieron y el resto de la tarde se sucedieron las opiniones, risas y especulaciones sobre aquel asunto, salpicadas de tanto en cuando por algún nuevo comentario sobre el robo. Hasta que la muchacha vio que la noche amenazaba con echársele encima y decidió que era hora de regresar a casa.