Nueva York, 13 de noviembre de 2037, 0.00 am.
La ausencia de electricidad en el piso superior no era un problema una vez que los habitantes del Major Morris se habían acostumbrado a moverse por allí a oscuras, o acompañando sus pasos de alguna vela. Los pasillos eran silenciosos salvo los ecos de voces que se colaban por los rincones, desde esta o aquella habitación.
Cass estaba a punto de entrar en la antigua consulta que se había apropiado como dormitorio cuando alguien chistó para llamar su atención desde el umbral de dos puertas más allá de la suya. Y allí estaba Robin, haciéndole un gesto para que se acercase hacia su habitación sin llegar a entrar en ella.
Escena secundaria.
Robin no hacía mucho que había llegado a su habitación, con la espalda más cansada que otros días y el frío punzando en sus huesos.
Había algo intranquilo en el aire de su habitación, tanto que le agitaba el sueño volviendo el ondeo su duermevela un mar tormentoso.
Tampoco ayudaba a coger el sueño haberse colocado junto a la puerta sentado con la espalda en la pared y el oído en el pasillo manteniéndose despierto con la ayuda de una vela prendida que amenazaba con crear problemas si cedía a las cabezadas.
Abrazado a un tarro de cristal escuchó los pasos de Cass en las escaleras y empezó a ponerse en pie para asomarse casualmente al pasillo — Cass, Cass —la llamó con prisas en su cabeza escuchando como ella seguía su camino hacía la habitación contigua a la contigua.
Al abrir la puerta asomó la cabeza primero comprobando si llegaba tarde, su "chis" salió después intentando atraparla y el resto de su cuerpo salió al final con el tarro en brazos como si fuera un perrito encontrado.
Le pidió que se acercara con un gesto, también podría haberse acercado él pero el cansancio del cuerpo le tenía clavado en el sitio y de pronto cuatro pasos le parecían una caminata de días. Y debía reservarse esas fuerzas o algo así intuía su cuerpo.
— Cass —susurro para no molestar a nadie más que por no ser escuchado—, te he hecho una cosa —intentó no preguntar cómo se encontraba para no obligarla a mentirle si no quería hablar del tema como le había parecido en la cena—.
Cassandra caminaba despacio, no porque no hubiese luz pues se sabía el camino hasta con los ojos cerrados, pero había sido un día largo y la noche se avecinaba más larga aún. La cena y sus rifirrafes sólo había sido el principio, la reveladora visita, el examen con sorpresa y dentro de nada le tocaba hacer guardia.
Un suspiro inaudible se escapó de sus labios al llegar al último escalón y retiró la capucha de su cabeza, avanzó varios pasos y cuando le quedaban apenas un par para llegar a la puerta, un sonido a su derecha hizo que se detuviese. La cabellera pelirroja que iluminaba la vela era inconfundible, el cansado rostro tras el resplandor hizo que la chica no se lo pensase y al ver el gesto se acercó. Ante las palabras que oyó sus cejas se alzaron, que la estuviese esperando a esas horas para darle algo que había hecho se le antojaba raro -¿Qué demonios será que no puede esperar?
-Robin, -usó el mismo tono comedido -no tenías que hacer nada y a estas horas...
No acabó la frase, estaba al lado del chico y sus manos salieron de las sombras para negar mientras miraba curiosa al joven.
El pelirrojo sonrió en respuesta a esa falta de necesidad de acción que tantas veces le habían recordado y que él seguía desoyendo, y con aquella sonrisa acompañó los puntos suspensivos de su amiga al silencio que vivía entre ellos.
Desabrazó el tarro, sin prisa, casi como si desenvolviera un regalo hasta que sus brazos dejaron de cubrirlo y solo quedaron sus manos para sujetarlo.
En ese pote había una miscelánea de hierbas machacadas y reducidas prácticamente a un polvo marrón como la pimienta molida.
— Necesita alcohol, si tienes mete esto en la botella, si no, te lo buscaré —habló de la imperfección antes de contextualizar lo que se traía entre manos y con un gesto de lo tendió a esas manos que negaban necesitar ayuda—.
La imagen que se formó ante sus ojos le recordó el calificativo que su tío había usado con él y en algún punto de su interior se enfurruñó por verse en los zapatos de Nate.
— Es un revitalizante —explicó al final—. No digo que lo necesites, ni que te pase nada pero si te ves cansada o vuelves a desmayarte... Bueno, te hará sentir mejor.
La mirada de Cass fue del bote que era descubierto por aquellas manos pálidas, a los ojos ambarinos que resplandecían sobre las pecas. Con la primera frase no entendió qué era, ni para qué servía, con la explicación final el alma se le cayó a los pies. Frunció las cejas mirando el frasco, esquivando el rostro del joven en un vano intento de tener que decir algo, pero no podía dejar el asunto así.
-No... -el susurro se le quebró y tuvo que volver a coger aire.
Cómo decirle que todo en la vida tenía un precio y sus desmayos sólo eran un pago, que lo que le pasaba estaba fuera de la comprensión de cualquiera de ellos, que ella era uno de esos bichos raros de los que se hablaba en cuentos por las noches al abrigo del fuego. Alargó los dedos en un intento de asir el remedio y las manos que lo sostenían, quería retener al chico, mirarlo profundamente a los ojos y decidir.
El cejo arrugado de Cass hizo que el joven bajara la mirada contrito. Lamentaba no haber visto que se pasaba de la raya. No quería meterse en lo que no le pedían pero se sentía tan cómodo con la buscadora que había olvidado ver la línea entre su trabajo en el grupo y su pasión personal.
— Perdona —se apresuró a asumir la culpa tras la negativa repetida por su amiga—.
Había oído que ya en el viejo mundo había mucha gente que no admitía estar enfermo, y en los tiempos que vivían ahora todavía veía más rechazo a considerarse en batalla con la salud. Pero no había querido en ningún momento hacerla sentir en bajo rendimiento, que era una carga o que debía vigilar por el resto. Tal vez lo hubiese conseguido mejor preguntando primero en vez de creer que sabía más como un Bullrich.
Un soplo se deslizó hasta sus pulmones al sentir los dedos de Cass en los suyos. Era la primera vez que la sorpresa en el tacto no le quitaba el aliento, sino que le abría el paso.
Su mirada todavía pedía disculpas cuando subió de sus manos a los ojos de la chica de sombras. Desencapuchada, su mirada se le antojó más profunda en unos ojos más amplios.
— No quería ofenderte. No-no lo decía en plan médico —negó con una sonrisa—. Lo puedo dejar en la cocina y competir con la infusión de Daniel —quiso destensar el ambiente—.
La disculpa del chico se le clavó en medio del pecho y apretó los dientes con sus siguientes palabras, fue a negar con la cabeza, pero en vez de eso se sumergió en la culpa de los claros ojos y aferró mejor las manos entre las suyas para que no se escapase.
-No hay nada que perdonar. -no podía creer que debido a no explicarse le había hecho daño a Robin, al muchacho que se sentaba a su lado y con el cual podía pasar horas sin hablar, compartiendo un silencio acogedor y confortable, sin pensar la mano derecha se elevó para rozar el ensortijado cabello mientras intentaba explicarse -No es algo físico, o al menos no es el detonante. No me voy a desmayar en cualquier esquina sin aviso. -después de su efímero viaje los dedos se posaron en el antebrazo izquierdo de él -Si encuentras ese alcohol lo mezclamos y lo probamos.
No le había quedado claro si el mejunje resultante era para untar o para beber, pero fuese cual fuese la forma de tomarlo pensaba que sería mejor hacerlo en buena compañía.
Cuando las manos de su compañera de silencios se cerraron con más fuerza sobre las suyas, necesitó bajar los ojos a ese tarro que los separaba y juntaba para asegurarse que todo iba bien. Fue una incursión fugaz pero necesaria para dejar a los fantasmas fuera de la ecuación.
De nuevo en Cass, el "no" que volvía a encabezar su voz supo amargo como el primer trago del trigo fermentado y, como la mala cerveza, tras ello venía lo más dulce.
Agradeció estar disculpado y le supo mal disfrutar de ser diferente a Skyler pero el alivio era uno de los mejores sentimientos que habitaban en su pecho y cuando tomaba la platea le gustaba exprimirlo al máximo.
Escuchó la explicación de su amiga entusiasmado. Había entendido poco pero lo que sí le había quedado claro era que ella sabía lo que le ocurría y eso era bueno. Era muy bueno. Si lo conocía, le asustaría menos y podía ponerlo bajo control. De hecho parecía que en algún modo lo estaba. Y seguro que había alguna planta para ayudarla.
— Brócoli — anotó en su lista. Si el problema era más mental que físico su jarabe le iría bien pero comer brócoli, mejor—.
La alegría separó sus labios para que sus dientes pudieran sonreír, la hubiese abrazado pero prefirió guardar silencio y asentir a la propuesta que ella hacía. Probarlo juntos era una buena idea, le iba a quitar peso al asunto y no les haría ningún daño tener un poco más de energía, alegría y calor. Aunque en ese momento lamentó haberse excedido con el cardamomo.
Pactado que él buscaría el alcohol intentó escurrir sus manos por debajo de las de ella para que fuera Cass quien guardara la mezcla tenía la sensación de que era mejor que estuviera cerca de ella.
La sonrisa y el asentimiento del joven le indicaron a Cassandra que, al menos por el momento, había calmado la situación -Ojalá fuese tan sencillo con todos, este "confía en mí" no funciona con algunos- sus pensamientos retrocedieron a otro momento de la noche y sacudió la cabeza para alejarlos.
El intento de deslizamiento de las pálidas manos por debajo de la suya le recordó a Cass que todavía las tenía retenidas, asintió de vuelta y cogió el tarro con cuidado, dejando así libre al chico para hacer lo que quisiese hacer. No sabía si era ir a buscar el alcohol para probarlo ya, o irse a dormir, decidió que se quedaría un momento y, según lo que él hiciese, ella haría lo propio.
¿Qué? Nos evadimos de esta pesadilla de día o lo guardamos para otro que sea peor ^^
Robin se quedó parado frente a Cass con la misma duda rebotando entre ellos. No tenía ganas de despedirse pero tampoco tenía motivos para robarle más tiempo de descanso, especialmente a ella por más que hubiesen acordado que físicamente estaba tan fresca como un brote nuevo.
Guardó ambas manos en los bolsillos traseros de su pantalón y sus labios ensayaron el empezar a hablar dos veces antes de que su cuello colaborara a ello.
— En la despensa no tenemos, preguntaré a Nick. Pero necesita igualmente toda una noche en reposo — a la luz de la luna — omitió la parte que convertía el brebaje en un cuento de viejas. Funcionaba aun dejándolo en un armario día o noche—.
— Mañana...— guardó silencio al darse cuenta de lo que su corazón llevaba toda la tarde insinuando y aun sin haberse decidido a hacerle caso prefirió no atarse a nada— o cuando lo tenga te lo traeré más rápido que un tejón.
Si hay en algún sitio conocido y me he colado, edito :)
Después de un corto silencio para nada embarazoso pues entre ellos eso era lo habitual, en el que las manos de Robin se movieron menos que sus labios y los ojos de la chica siguieron ambos movimientos, el joven habló negando la posibilidad de dar cuenta del mejunje en esa noche. Cassandra asintió a las explicaciones, al fin y al cabo tenía mucho sentido que la mezcla necesitase reposar antes de ser utilizada, y apretó el bote contra su cuerpo mientras le quitaba importancia al contratiempo con un gesto de la cabeza.
-Cuando puedas.
Parecía claro que le tocaba a ella guardar la mezcla hasta ese momento.
-Y ahora a descansar, ha sido un día largo...
Los planes de Robin habían cambiado durante la conversación con Cass y se encontraba muy lejos de soplar esa vela, expulsar sus diablos personales e intentar descansar pero no necesitaba corregir a Cass, eso no solo sería maleducado si no que ella podía estar hablando solo por sí misma.
Le sonrió de vuelta a aquella codiciada durante el día en ella. Realmente estaba más contento tras saber la tecnóloga estaría bien. Y probablemente podría seguir tirando de aquella alegría si no tuviera el runrun de su soledad mordiéndole tras la oreja, o tal vez, saber que podían prescindir de él un par de días le ayudaba a alimentar el zumbido.
— Espero que la noche también lo sea. Descansa y ten buenos sueños, Cass.
Esperó a que ella iniciara su camino antes de meterse en la habitación para buscar su abrigo y soplar la vela.
-Hasta mañana.
Fue la escueta respuesta de la joven, elevó una mano a modo de despedida y se encaminó a su habitación para descansar. O para darle vueltas en su mente a todo lo que había pasado durante el día. La verdad es que tenía varios temas detrás de la oreja. La oscura y menuda silueta fue difuminándose, conforme se alejaba de la sutil luz de la vela de Robin, hasta que se fundió con las sombras cerca de su puerta.