Partida Rol por web

En ese momento entraron por la puerta Shamira y Lincoln. La chiquilla tenía los ojos rojos, seguramente por haber llorado de nuevo, pero iba un paso por detrás del niño y tenía una leve sonrisa en los labios al contemplar su espalda. 

Lincoln, por su parte, parecía más relajado que un rato atrás y en su mirada la rabia había dejado algo de espacio a la tristeza. Aún así no dijo nada. Sólo se fue hacia la mesa para coger uno de los platos que Robin se había encargado de ir llenando y del que nadie se había adueñado y puso sobre él un plato vacío para proteger el calor de una sopa que ya debía estar helada. Lo dejó a un lado, como reservándolo, y se sentó delante de otro de los platos. Cogió una cuchara y empezó a comer. 

Mientras él hacía todo eso, Shamira se acercó a Kane para contemplar al niño recién despierto en su cesta. La curva de sus labios se enterneció y ella alzó la mirada para mirar al hombre.

—¿Qué le pasa? ¿Ya tiene hambre otra vez? —preguntó en un tono tenue, con la voz algo tomada.

Clementine suspiró profundamente, ante el último intercambio de palabras que tenía lugar entre Daniel y Skyler, antes de volver a levantarse y sacudirse la parte trasera de los pantalones, posando la vista sobre el bebé, y dibujando una leve sonrisa al contemplar a Kane, junto a él. 

- Sí, parece que tiene hambre.-dijo, tras escuchar a Shamira, contemplando, con cierto alivio, cómo los niños bajaban de la azotea, aparentemente un tanto más apaciguados- ¿Os encargaréis tú y Kane de darle algo de comer? Creo que voy a subir a la capilla. Tengo que preparar algunas cosas.-añadió, dedicándole un breve guiño al pistolero, irguiéndose para buscar a Bentley con la mirada, temiendo que ante la evidente tensión entre los habitantes del Morris, hubiese encontrado oportuno marcharse un rato a la calle.

- Skyler, ¿nos llevamos los trastos que quedan a la cocina y me ayudas a preparar las partituras y el salmo?

Kane no apostilló nada a la combatividad de Skyler, no era una cuestión de valer la pena, sino de que no iba a participar de algo que no estaba del todo enterado. Con la llegada de Lincoln y Shamira el pistolero tensó por instinto el cuerpo, como si la llegada de estos fuera la antesala de la vuelta de Morgana que no le apetecía tener lidiar, y menos a solas. Kane no les dijo nada a los muchachos, pues al fin y al cabo estaba más pendiente del bebé.

—Sí, nos encargamos nosotros —asintió Kane con suavidad a Clementine, volvió la mirada hacia Shamira con el cansancio encima, aunque Lincoln comiendo le recordara que a pesar del enojo, uno no se alimentaba de cabreos —. ¿Puedes traer leche, Shamira? Si quieres, le puedes dar tú de comer —propuso el pistolero con el fin de aliviar un tanto la rojez que apreciaba en el rostro de la muchacha —. Pregunta a Daniel, está en la cocina.

Mientras trataba de entretener al pequeño con los dedos, aunque era consciente de, como los cabreos, el juego tampoco iba a hacer olvidar un estómago hambriento.

La rubia seguía un poco enfurruñada con la mirada en la puerta, pero al escuchar a Clem llamarla se enderezó y asintió con la cabeza. 

—Claro. Yo te ayudo —confirmó mientras empezaba a recoger las cosas que quedaban por la mesa y que ya no eran demasiadas—. ¿Ya sabes qué vas a cantar? —Señaló entonces con el dedo el plato que Lincoln había dejado a un lado—. ¿Y eso qué? ¿Lo has puesto así por algo?

Shamira sonrió al escuchar que podría ser ella quien le diese la cena al bebé y enseguida giró sobre sí misma para encaminarse hacia la puerta. Pero a medio camino escuchó la pregunta de Skyler, a la que Lincoln estaba fulminando con la mirada, y respondió ella. 

—Es para Morgana, que viene ahora. Nos pidió que le guardásemos un plato. Dejad también uno para mí, porfis. 

Y con eso salió de la sala común en un vuelo, corriendo hacia la cocina. 

Bentley había permanecido todo el rato tumbado junto a una pared, con la cabeza apoyada sobre las patas y sin prestar demasiada atención a las discusiones entre unos y otros. Tan sólo había alzado las orejas cuando era Clem la que hablaba, pero en cuanto otro tomaba la palabra, las bajaba y volvía a desentenderse. 

Al notar que la mirada de la joven se detenía sobre él, levantó la cabeza y emitió un ladrido agudo mientras empezaba a mover la cola. Al momento siguiente levantaba primero los cuartos traseros y se estiraba para después empezar a acercarse a su humana favorita, con un caminar lento y perezoso.

No habían pasado ni dos minutos desde que Shamira había salido de la sala común cuando el bebé detuvo su balbuceo y empezó a arrugar la cara, que se le puso roja. El alarido que siguió a ese gesto resonó con fuerza por la sala común y por los pasillos del antiguo centro de salud. Al parecer sí que había llegado su hora de comer. 

Kane suspiró ligeramente al sentir que el bebé ya no pedía comedido su cena, lo tomó en brazos y lo acunó a la espera de que Shamira viniera a por la comida de éste.

—Vamos, vamos.. ahora vendrá la cena —aseguró el pistolero aun desubicado con ese rol, pero con el convencimiento de que el pequeño entendería aquella petición de tregua. Con un vaivén algo torpe, Kane se puso en pie con el bebé apoyándose contra la pared esperando la vuelta de Shamira.

Clementine dedicó una caricia al lomo de Bentley, así como un asentimiento, agradecida, a Skyler. Sonrió brevemente al observar a Kane, tratando de consolar al bebé, que clamaba ya por el alimento que debía echar en falta a aquellas horas. y suspiró ante la mención de Morgana por parte de Shamira . La joven predicadora dibujó un semblante ligeramente preocupado, antes de recoger varios de los platos que se encontraban sobre la mesa y dirigirse hacia la cocina, dispuesta a encaminarse acto seguido hacia la capilla. 

Skyler resopló entre dientes al escuchar la respuesta de Shamira y luego la vio marchar como una exhalación. Terminó de apilar los pocos platos que quedaban por allí y se aseguró de dejar uno para la chiquilla antes de hablar hacia Clementine. 

—Yo lo llevo, Clem —se ofreció—, tú ve subiendo y ahora mismo voy a ayudarte. Hasta ahora, Kane.

Y, con esa despedida las dos jóvenes salieron de la sala común para disponer lo necesario para la celebración.

Pasaron algunos minutos en los que el bebé parecía calmarse sólo algunos segundos por el vaivén de los brazos de Kane para luego volver a berrear con más fuerza, exigiendo el alimento que debían estar preparando en la cocina. 

En ese tiempo Lincoln no llegó a abrir la boca. Sólo comió hasta terminarse el plato a toda velocidad y luego se quedó allí esperando, mirando de tanto en cuando a la criatura cuando lloraba con expresión ceñuda. 

Finalmente Shamira entró de nuevo a la carrera, con un biberón en la mano. Se acercó hasta sentarse junto a Lincoln y extendió los brazos pidiéndole a Kane el bebé*. 

—Yo se lo doy, ¿vale? Me he fijado bien en lo que nos explicó Nicolás para que no le salgan gases. 

En cuanto la muchachita le metió la tetina en la boca el niño dejó de llorar y empezó a chupar con fruición. Palmeaba el biberón con las manitas y sus ojos, muy abiertos, miraban alrededor con vivacidad. 

Cuando Morgana entró de regreso a la sala común se la encontró prácticamente vacía. El único adulto que quedaba allí era Kane y, salvo él, tan sólo estaban Lincoln, sentado a la mesa con un plato vacío delante y Shamira, que tenía al bebé en brazos y le estaba dando el biberón. Los ojos de la chiquilla brillaban al contemplar al crío, que chupaba con hambre de la tetina y palmeaba el biberón con las manitas de puro contento mientras sus ojillos miraban vivaces alrededor. 

Cerca de Lincoln había un plato tapado con otro, con pinta de estar reservado, y Shamira tenía otro a medio llenar delante de ella. 

Kane cedió al bebé con cuidado a Shamira, la mirada del pistolero se había suavizado, aunque pendiente de la muchacha y el pequeño para asistirla en caso de ser necesario.

—Mira, cógela así —aconsejó con sapiencia Kane demostrando estar bien versado en cómo manejar críos —. ¿Ves? Mejor, ¿verdad? —sonrió levemente. Dirigió una mirada fugaz a Lincoln, pero lo dejó a su aire sin intervenir más. Estaba cansado de intervenir por esa noche.

Morgana entró de nuevo, el pistolero reaccionó someramente, de nuevo contenido. No le dirigió ningún gesto en especial, simplemente pendiente de Shamira y el bebé.

Morgana se sorprendió doblemente al entrar en la sala, por la ausencia de sus compañeros, y por la estampa de Shami dándole el bibe al crío. Hubo un intercambio de miradas con Kane, una sombra cruzó delante de los ojos de Morga; él no dijo nada, ella tampoco, absteniéndose de iniciar, o continuar, su particular lucha dialéctica. Se quedó unos segundos, sonriendo, contemplando al bebé y la chica.

-Joder, yo quiero uno de esos. Como mama el cabrón.

Se sentó al lado de Lincoln, destapó el plato y, cuchara en mano, se dispuso a cenar- Gracias, Linc. ¿Qué tal está la sopa? -Miró al chico, a Shami y a Kane. Empezó a comer, y preguntó con aire distraído y de coña, a los tres y a nadie en particular:

-¿Y la gente? ¿Me han escuchado bajar y se han cagado encima, esfumándose? -echó un vistazo alrededor- Hasta la jodida vaca ha desaparecido. Con razón, estaba pensando en hacer putos filetes con ella -añadió riéndose.

Shamira apartó la mirada del bebé un momento para responder a Morgana.

—Clem y Skyler han ido a la capilla para preparar lo de la celebración y Axel y Daniel están en la cocina. —Se encogió de hombros—. Los demás no sé. 

Durante los minutos siguientes la chiquilla dividió su atención entre el crío y el plato de sopa, del que iba cogiendo una cucharada de tanto en tanto. Y cuando ambos terminaron de cenar se lo echó al hombro para darle palmaditas en la espalda, con una sonrisa de satisfacción. 

No faltaba mucho para que comenzase la misa y pronto cada uno se fue por su lado. Daniel se hizo cargo del bebé mientras Kane, Axel y los niños subían hacia la capilla y Morgana terminó por dirigirse a su cuarto.