Partida Rol por web

Finales y principios

[Capítulo 4] Laberinto de misterios

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30/09/2020, 10:22
Cassandra (Cass)

La mirada que recibió de Trish después de decir que no quería que se produjera el cambio hizo que el corazón de la buscadora se parase por varios latidos, no podía ni pensar en la posibilidad de que ella y su hermana se pusiesen en movimiento en direcciones opuestas, pero ahí estaba. Las dudas de la más joven sobre ese futuro prometido que nunca acababa siendo como lo pintaban eran totalmente fundadas, pero retroceder no era buena idea; además que lo que ellas en su infancia habían percibido como "ir bien" parecía que no era tan bien, al menos no para todos si se tenía en cuenta la cantidad de conflictos armados que había en aquel entonces.

La disertación sobre ese supuesto erróneo de bien contra mal hizo que Cass asintiera pues parte de eso ya lo pensaba ella y su paranoia, no había un bando bueno, sólo uno que había perdido la anterior batalla y, como se decía, la historia la habían escrito los vencedores contando lo que les beneficiaba. Lo que no conocía eran tantos ejemplos en distintas mitologías de "los buenos" venciendo al dragón o la serpiente "maligna". Eso le hizo darse cuenta que no podían seguir así, que debían quitarse de debajo del yugo de los Alados, apartar sus mentiras, sus cuentos para niños y decidir por ellos mismos el futuro que querían. Aunque se equivocasen y sufriesen las consecuencias, debían dejar atrás la seguridad de lo establecido, tomar decisiones de verdad sobre la vida que querían vivir y avanzar para crecer, no sólo físicamente si no también interiormente.

—Si toda la historia que conocemos la han escrito los Solares y estaban vigilando en las sombras, no hay seguridad que las cosas hayan sido como creemos, tanto las de hace doscientos años como las de más de dos mil...

La frase salió como un pensamiento en voz alta, algo dicho mientras en su cabeza se replanteaban las verdades que daba por ciertas y que ahora se daba cuenta que podían ser espejismos destinados a que creyesen que no habia nada mejor que lo actual. Se lamió los labios fríos y miró a sus compañeros, a su Trish.

—Según entiendo y siento no debería ser cuestión de si lo que venga será mejor o peor que lo que había, ni a quién apoyamos de ellos, debería ser lo que nosotros los humanos decidamos y construyamos libremente. Sin ellos diciéndonos lo que hacer y donde debemos pisar. Podemos tratar de rehacer lo que había, todo, con sus armas de destrucción masiva incluidas; sólo las partes buenas e intentar que nadie se emborrache de poder no dejando que nadie lo tenga; o podemos dejar esto como está y seguir sobreviviendo sin mover un dedo en ninguna dirección. Yo prefiero hacer algo, no podría dormir preguntándome si alguna de las muertes o desgracias que pasarán las podría haber evitado, aunque ello haga que no pueda dormir reviviendo las que provoquen mis acciones.

Se calló con esa última reflexión doliendo, cerró la boca y apretó los labios; ninguna decisión era fácil nunca, casi parecía preferible no tener que preocuparse y que te dijeran qué hacer y cuándo, casi...

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01/10/2020, 02:04
Trish

Otra vez más, Trish escuchó a Macbeth son sus oídos totalmente abiertos. Aunque a decir verdad, lo que más le interesaba de lo que pudiera decir era lo relacionado con la ciencia. Hizo un gesto mostrando aceptación con respecto a lo de que el tipo estudiara el artefacto. Que le llevase meses no sería un problema, mientras lo conservase. Seguramente ellos tardarían más en encontrar el resto de piezas.

Las cosas que contó Macbeth, aún así, le resultaron interesantes. Le pareció curioso lo de aquella historia, y se paró a pensar cómo harían los solares para que se difundiera de esa manera. Además, ¿qué estaban haciendo exactamente, además de presentar a los lunares como monstruos? ¿Haciendo ver a los humanos que combatirlos era posible, mientras que a ellos era inconveniente, que eran aliados?

La muchacha frunció el ceño ante ese pensamiento. Y esa expresión se suavizó al oír la explicación final sobre la ciencia.

Vaya tontería.

Ciencia era lo que hacía ella en su taller, y más aún lo que haría si conseguía máquinas sofisticadas. Pero destruir fábricas o medicinas no mataba la ciencia. La ciencia era otra cosa, y no tenía que ver con llevar ordenadores en el bolsillo. Era algo que Macbeth probablemente no entendía.

Más tranquila con aquella idea, Trish terminó de escuchar la intervención del profesor.

—Pero, entonces... —Frunció el ceño lentamente antes de mirarlo—. Los lunares sí deberían ser nuestros aliados, ¿no? ¿Eso es así? —insistió inconscientemente, incrédula ante esa idea.

—Y supongo que las encarnaciones esas deben ser humanas también. O bueno, humanas especiales. Como unas mega precursoras, porque son unas agentes aún más relevantes del cambio.

Durante unos segundos bajó la mirada, pensativa.

—¿Y por qué no habéis hecho público este conocimiento? —preguntó—. Vale que los solares no quieran que se sepa, pero ¿por qué tanto secretismo? A la gente le vendría bien saber que puede haber vida antes de la muerte —expuso, comparándola de pasada con las religiones—. ¿Y cómo se supone que encontraríamos a esa encarnación, o que haríamos lo que tenemos que hacer? ¿De verdad hay algo que mueve los hilos? Es decir... Vale, podemos decidir lo que hacemos, pero ¿de verdad hay algo que mueve los hilos?

»Oye, Macbeth, ¿y qué es lo que convierte a alguien en precursor? ¿Es algo genético? Porque sólo por intervenir en el destino no es. Tú estás interviniendo de una forma o de otra, y si suponemos que la cripta es un detector de no-precursores... Ha dicho que tú no lo eres.

Tras ese comentario Trish miró a algunos de sus compañeros y sacó los brazos de la manta. Ser una oruga estaba bien, pero con tanto que procesar empezaba a sentirse un poco agobiada.

—Además, supongo que los solares sabrán esto, claro —valoró—. Así que más vale que no hagamos el idiota demostrando lo que sabemos hacer. Y, oye, Macbeth... Cosas como un gusano gigante y con mil dientes que encontramos en el metro, ¿también estaban de antes? ¿Forman parte de esta nueva era? —Trish frunció el ceño, pensando por un instante—. Oye, Macbeth, ¿es posible que los solares tengan aliados humanos?

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01/10/2020, 03:45
Axel Montenegro

No, definitivamente no tenía idea de qué hacía sentado ahí, más que escuchar qué pasaría con Trish para asegurarse de que el grupo de Macbeth no fueran unos putos locos a lo The Wicker Man. Es que por más que este hablaba de destino y razones, y que el resto lo complementaba con sus experiencias, el menos empatizaba con todo eso. Es más, hubiese jurado que esto era cosa de los Morris y que él solo había llegado a la mitad de no ser porque él también estaba pintado en la cueva.

Quizás alguien más lo había pintado ahí. Él no tenía eas habilidad artística, pero seguro Clem podía imitar esos dibujos, que no se veían tampoco tan tremendamente difíciles. Si es que parecían de ese arte de las cuevas de los museos, solo que con tonterías de hoy en día. Y el con su oscuridad. Puta oscuridad que le amargaba la vida.

Cerrando los ojos, pensó. Pensó en aquel que a día de hoy le provocaba pesadillas, en lo que estremecía su piel. En lo que hubiera hecho de tener algún tipo de poder, en como jamás hubiese tenido una cadena al cuello. Solo pensar en el ruido de las cadenas le hizo apretar las mandíbulas y le provocó arcadas. Buscando huir de esa sensación, se concentró en la luna nueva que había iluminado el último día que había pasado bajo su control. Entonces se le ocurrió. De golpe, como una bofetada en la cara por idiota, por demorarse tanto en recordarlo. Era tanto lo que intentaba enterrar aquello en su pasado a pesar de sus terrores nocturnos, que de no haber sido porque se había visto obligado a mencionar parte de ello hacía poco probablemente ni esa bofetada psicológica hubiera sido suficiente.

Hay una sola cosa que no puedo explicar, y que no puedo decir que fue suerte - reconoció, frunciendo el ceño. Si servía de algo, aunque fuera un poco, para esa investigación, valdría la pena - Era de noche, pero joder, estaba al lado suyo, justo al lado y... y de un segundo a otro, no me veía. De pronto, aunque no me había movido de ahí, le gritaba al resto que me buscaran, que donde me había metido. - tragó saliva, ya pálido, aunque apenas había dicho o diría nada. Nunca había sentido más miedo en su vida. Aunque no se hubiera ido, si lo pillaba, lo de todos esos años no sería nada en comparación a lo que le haría. Aún con el miedo que sentía, y con lo reducido que lo tenia para ni siquiera pensar en escapar, huir esa vez fue cuestión de supervivencia. Huir o morir, así fuera arrastrándose. Y luego, cuando ya estuvo solo, lejos, libre por fin, logró entender realmente cuanto había dejado atrás. - Siempre he sido bueno escabulléndome, y pensé, no sé... pensé que solo había sido error de él, y que nadie había querido decirle, o por el cansancio cuando ya llegamos a tierra...  - después de todo, era solo un kilometro nadando, pero no uno de aguas tranquilas y él no era precisamente un atleta, y en ese entonces estaba casi literalmente en los huesos. Pooch no habría estado tan cansado de solo haber tenido que nadar, seguro, pero luego de cargarlo a él por gran parte del trecho para no dejarlo morir en paz ahogado...

Nervioso, se pasó una mano por el cabello, para luego volver a acurrucarse bajo las mantas aún más que antes. Era plenamente consciente de que hablaban del fin del mundo como lo conocían, pero ya había sobrevivido a un apocalipsis y lo haría a otro. Es que si era por temer, ni siquiera le provocaban tanto pavor los Alados. Mucho más miedo le daba el hombre de sus recuerdos si lo encontraba, y por alguna razón del todo irracional, creía que hablar de él podía hacerlo aparecer frente a él como si fuera la puta Bloody Mary o el jodido Beetlejuice.

Obviamente, no estaba escuchando las historias de Macbeth aunque en otro momento le hubiesen fascinado. Lo único que le quedó medio claro era que solar era patriarcado y la luna matriarcado. Y en realidad, ahora mismo, no le apetecía muchísimo discutir sobre cual era mejor, pero si seguía pensando en Rikers no sabía ni cómo encontraría la forma de recomponerse para volver a casa. Así que por el momento se concentró en respirar profundo, controlar las pulsaciones, y pensar en cosas que le trajeran paz, que le trajeran coraje. Como un beso robado, o dos faros de jade en medio de la noche.

No sonamos como aliados, sonamos como posibles títeres - negó con la cabeza al escuchar a Trish - Y no creo que con los solares fuera distinto, incluso si te hicieran creer lo contrario -  Aquel beneficio y flujo de información era demasiado unidireccional para creer que había cualquier tipo colaboración. Si eran tan poderosos como parecían, no veía que fueran a promover negociaciones si estas no involucraban dejarlos vivir o no. - Y si eso es así, o si no, es normal que no sea público. La gente daña o mata a lo especial, a lo que no se parece a ellos, sea bueno o malo. El miedo de las masas es más fuerte. - eso lo recordaba perfectamente de los viejos tiempos, y estaba seguro que no había cambiado - No sé si será por eso, claro, pero... yo lo veo normal - se encogió de hombros  - Hacer público todo esto sería desatar una caza de brujas - de forma, quizás, bastante literal.

Sobre intervenir en el destino, no dijo nada. No sabía que tipo de paradoja podía ser aquella. Quizás Macbeth explicándoles todo eso era un punto fijo en su destino, y no intervenía con nada. O quizás lo hacía, y cualquiera podía, pero precursor era eol que tenía la capacidad para interceptar un momento en particular. Suponía que el erudito sabría más al respecto. A Axel le bastaba con la única vez que su poder le había servido, y no se atrevería a pedir más.

La idea de los gusanos esos por la línea del metro, en cambio, le hizo abrir bastante los ojos y hasta sonreír un poco - A menos que supieran esconderse muy bien... Yo no recuerdo haber visto ninguno. - aunque, todo fuera dicho, no descartaba alguna posibilidad respecto a que durmieran o efectivamente se ocultaran. O alguien los ocultara.

Por un momento, guardó silencio, esperando a que el resto hablara. Una idea le quedó dando vueltas en la mente, una que no podía negar y que le obligaba a entender que debía ser mejor, actuar distinto y dejar su pasado atrás, por imposible que fuera. Que sonara. No era imposible. No podía serlo.

Lo que si me queda claro de lo que dices, Macbeth... - se dirigió al mayor - Es que aún si no sabemos que repercursiones tienen nuestras decisiones, afectan. Así que, lo que hagamos hoy, lo que valoremos hoy, moldea el mundo de mañana, más de lo que podría hacerlo otra persona. - respiró profundo - No es necesariamente que decidamos apoyar a uno u otro bando, aunque podríamos, es qué queremos dejar al mundo cuando no estemos lo que equilibra las cosas para uno u otro lado, ¿no es así?

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01/10/2020, 11:36
Daniel Green

Daniel había guardado un prolongado silencio, limitándose a escuchar, sintiéndose algo estúpido al no ocurrírsele ninguna pregunta inteligente o simplemente oportuna que pudiera arrojar algo de luz en medio de todo aquello. Pero asimiló cuanto se decía. Un cambio de era, una guerra no declarada entre dos facciones y que parecía prolongarse durante miles de años, la decadencia de una de ellas y el despertar de otra. Solares, lunares, plenilunio y una reencarnación. Y ante aquella declaración, parpadeó. Algo parecía querer asomar de entre sus recuerdos, algo que no lograba aprehender.

Prefirió dejarlo a un lado y seguir escuchando. 

-¿Y por qué querer negarnos a ese cambio? -dijo sin dirigirse a nadie en particular-. ¿Por qué no asumir que estamos llamados a algo, a cierta trascendencia? Soy el primero que cuando empezamos a intuir que algo ocurría, me negué a ese papel de títere. Pero tal vez fuera más una cuestión de orgullo que otra cosa. Esa sensación de que alguien podía manejarme sin que mediara mi voluntad no era agradable. Sin embargo, ahora, la sensación es distinta. Sí, hubiera preferido que alguien viniera, me explicara clarito todo, que me hubiera tutorizado en el uso de ciertas facultades y que me dijera qué se esperaba de mí. Pero las cosas no han sido así, aunque tampoco nadie me preguntó si quería que el mundo se fuera a tomar por culo y tuviera una vida de mierda

Guardó silencio un rato, tratando de ordenar sus pensamientos. 

-Macbeth, cuando entramos en la cámara y ante la visión de las pinturas, tuve una sensación intensa. Que todo aquello era muy viejo, anterior a la propia humanidad y que aquellas imágenes, en las cuales se nos podía reconocer mas o menos fácilmente, fueron trazadas por alguien no humano. ¿Es posible tal cosa? Porque reconozco que me resulta difícil de entender y asimilar -dijo con sencillez-. Y en cuanto a eso de los precursores. Títeres o aliados, libres de decidir o no, si son la premisa para desencadenar el cambio, ¿de cuántos hablamos y cómo reconocerlos? -pensaba en Nick, muerto, o en Kane, que se había esfumado sin mirar atrás. ¡Kane! ¡Claro! Aquello que trataba de salir a la superficie de pronto se hizo evidente-. Macbeth, has hablado de una última reencarnación y de la oposición de los solares a un cambio, a que acabe su etapa de dominio y control. ¿Hay alguna profecía acerca de cuándo y dónde aparecerá? Desde hace ya un tiempo, están desapareciendo niños. Sin razón evidente y hasta donde sé, no aparecen sus cadáveres. ¿Podría ser que quienes se oponen al cambio estén buscando a esa última reencarnación con el fin de eliminarla? 

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01/10/2020, 17:39
Morgana Whiterocks

A Morgana aquella perorata didáctica de Macbeht empezó a cansarla. No parecía tener fin y, aunque desvelaba aspectos del mundo desconocidos y secretos, ella estaba acostumbrada a menos palabrería y más acción. Solares, Lunares, guerras, matadragones y serpientes. Y en el centro los humanos. Recibiendo hostias por todas partes. De fuera y de dentro.

Encendió la mitad de cigarrillo. Dio una larga calada, observó, reflexiva, la brasa del extremo durante unos segundos, en los que desconectó de la conferencia, pensando en otra cosa. En algo más importante para ella que el fin del mundo, cambio de Eras, o diosas de la Tierra. "Me la sopla toda esa mierda". Apagó el cigarrillo después de otra calada. "Joder".

Continuó con su silencio en cuanto a preguntas. Daban paso a más incógnitas, Macbeth respondía y surgían tres más, igual que una inmensa hidra. Hidra. ¿también más de lo mismo? Controló con la mirada el cementerio cada vez más oscuro y escuchó a sus compañeros. Aunque estaba distraída en su mundo interior y tuvo que esforzarse más de una vez por prestar la atención debida.

-El maldito cambio vendrá. Ya está aquí. Los engranajes del mundo están engrasados. -Se encogió de hombros-. No creo que se trate tanto de si nos oponemos o lo provocamos. No me parece así, Macbeth. Si no de si nos adaptamos a él o nos quedamos en el puto camino.

Morgana tendía a simplificar. Era más fácil enfrentar las situaciones, sin plantearte mil interrogantes. -Estoy con Cass. Importa lo que construimos. Nuestras decisiones nos conducirán en un sentido u otro. Pero son nuestras jodidas decisiones. En cuanto a aliados, ¿algún lunar ha venido  a negociar? -Inquirió con sorna.

La verdad es que a Morga el devenir del mundo le importaba tres leches. Solo tenía interés por su gente. Por ella misma. Por su grupo actual.

De alguna manera su mirada se cruzó con Axel. Los fantasmas de su pasado vagaban pesasoros en la atractiva cara del violinista, moldeando sus expresiones de desashosiego y angustia. A la militar le gustaría poder soltarle una hostia y expulsarlos, en plan exorcismo radical. Tuvo que conformarse con transmitirle su apoyo, su fuerza y determinación. Le lanzó una sonrisa ambigua, cómplice y solidaria, que extendió a sus compañeros. Deteniéndose en Trish y Dani. Los bebés robados, desaparecidos. Tenía sentido. Como la historia de...Herodes, eso era, Herodes y el asesinato de los niños. Y con Moisés lo mismo. Si debían confiar en las tradiciones religiosas.

- ¿Un gusano gigante de mil dientes? ¿Cuándo fue eso? -Preguntó, sumamente intrigada, espoleada al infinito su curiosidad. -Yo he visto ogros, arpías.-afirmó en voz alta, decidida. Era la noche de las revelaciones.- Y las criaturas del Soho. Y nadie quiere creer en esas mierdas porque se volvería loco y su vida resbalaría por el retrete. Tal vez esas putas criaturas aguardan su momento en la próxima Era. Será divertido.

La ironía se dibujó en sus labios. Ogros de cinco metros de altura paseándose por Central Park. Excitante.

 

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01/10/2020, 21:14
Clementine

Clementine empalidecía, a medida que avanzaba la conversación. Muchos de aquellos términos, de aquellas sentencias, le erizaban la piel- No creo que toda la historia la haya escrito nadie. Es... Es demasiado categórico, ¿no os parece?- dijo, incapaz de creer que algo como Dios, o como la Palabra, fueran un invento de los Solares- Y estoy con Daniel. Si algo tira de nosotros, ¿por qué no aceptarlo? ¿Acaso los alados tienen ese poder? ¿Cómo podemos saber que son ellos quienes pretenden tirar de nosotros? ¿Cómo saber si no somos nosotros, y ese hilo que tira de cada uno, los efectores de ese cambio de Era?- indicó, suspirando, sin poder evitar contraer ligeramente el rostro al oír hablar de Kane, a quien aún no se acostumbraba a tener lejos- Aunque tampoco creo... Que haga falta hacer desaparecer a tantos niños por intentar evitar ese cambio. La treceava será una chica con unas determinadas características físicas. ¿Por qué hacer desaparecer a gente que no es así?- añadió, mirando entonces a Morgana, y a Trish.

- ¿Habéis visto esas cosas? ¿Cuándo?- preguntó, temerosa- ¿Y qué es eso de "genético"? -añadió, sin entender aquel término, procediendo a escuchar luego a Axel, con aquellas pupilas verdes como la oliva desmesuradamente abiertas- A lo mejor realmente desapareciste. Como Trish es capaz de ir de un lado a otro en un instante.- sugirió, sin poner en duda en ningún momento lo que mencionaban sus compañeros, antes de, finalmente, contemplar una vez más al antiguo profesor. 

 

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05/10/2020, 11:53
Cassandra (Cass)

A Cassandra no se le ocurría ninguna pregunta por lo que después de dar su opinión se quedó escuchando a los demás, había cosas interesantes que no había pensado que tuvieran relación y quizás más eventos extraños podían estar conectados con todo ese lio.

—También están desapareciendo buscadores y, aunque eso creo que es cosa de humanos, ¿podrían estar los Solares detrás como dices que han estado durante siglos?

¿La causa de esas desapariciones podría ser ella? Ese pensamiento se le cruzó por la mente mientras un escalofrío la recorrió, los demás precursores no tenían rasgos muy distintivos o sus peculiaridades eran difíciles de rastrear, pero ella y su ordenador no dejaban lugar a dudas de lo que hacía. Eran pocos los que estaban en ese mundillo y una vez cogidos sólo tenían que probar hasta dar con quien tuviera poderes, aunque eso indicaría que sabían de ellos... Trató de no quedarse encallada en ese pertubador pensamiento y continuó hablando.

—Lo de los niños desaparecidos no se me había ocurrido, pero ahora que lo dices Dan es probable que sea así. Hacer desaparecer niños sin aparente relación es una buena tapadera Clem, si sólo lo hicieran con las niñas muy rubias saltarían todas las alertas de quienes protegen a esa última reencarnación, en cambio así... sólo es trata de niños.

Las últimas palabras las dijo con asco y desprecio, quizás deberían haber hecho caso a Kane e ir a buscar a esos traficantes, seguro que detrás de ellos estaban los Alados, porque querer encontrar a esa niña seguro que era una carrera entre ambas facciones. Quien si no podría pagar el precio. Entonces recordó la visión del ataque al campamento y la equipación que llevaban los hombres y mujeres que lo formaban, empezaba a pensar que todo llevaba al mismo lugar, aunque también podía ser paranoia pura y dura.

 

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05/10/2020, 16:07
[HBO] Macbeth

Una vez que Macbeth hubo terminado de hablar, se dedicó a beber un poco de la infusión a pequeños sorbos mientras los escuchaba a todos ellos. Asintió lentamente a las primeras palabras de Cassandra, que había entendido bien de lo que les había hablado, pero las siguientes no parecieron convencerlo del todo. 

Luego contempló a Trish y una pequeña sonrisa torcida asomó a sus labios mientras la muchacha lanzaba una nueva andanada de preguntas, le recordaba a sus alumnos de otro tiempo, en un mundo que había cambiado tanto que parecía otro distinto. Sin embargo, su ceño se frunció con una mezcla entre preocupación y extrañeza cuando la chica habló de un gusano gigante. Después la revelación de Axel hablando sobre su pasado, atrapó su atención y se inclinó un poco hacia delante mientras el hombre lo contaba.

Después alternó su mirada entre Daniel y Morgana, para finalmente centrarse en Clem. Contempló su rostro pálido y tomó una de sus manos envolviéndola con las suyas para darle ánimos. Le dedicó una sonrisa cálida y comprensiva, sabiendo que para ella tal vez sería más difícil que para el resto asimilar lo que les había contado. 

—Tienes que buscar tu propia verdad, dulce Clem —le dijo, con suavidad—. No la que te digan otros, ni yo, ni nadie. Tu luz podría ser el faro que otros necesitan para encontrar su camino. 

Tras esas palabras, su mirada regresó a Trish.

—Desconozco qué podrían pensar o querer los lunares de vosotros. Nunca he tenido la oportunidad de hablar con uno. Pero, si me preguntáis a mí, me inclino a pensar que tanto ellos como vosotros sois peones de algo mayor. —Luego negó con la cabeza—. No creo que tenga nada que ver con la genética, aunque desde luego esa no es mi especialidad. Y tú misma te has respondido a por qué guardar el secreto —señaló, con una breve sonrisa que remarcó la cicatriz de su mejilla—, cuando has dicho que es mejor que no demuestres lo que sabes hacer. La mayoría de la gente no quiere saber nada de esto. Axel ha hablado con sabiduría. El conocimiento asusta, las personas prefieren vivir en una ignorancia cómoda y tranquila. Y casi nadie está dispuesto a escucharnos.

Soltó la mano de Clem y se echó hacia atrás en el banco, cruzándose de brazos con expresión pensativa.

—En cuanto a esos seres que mencionáis —dijo, incluyendo también a Morgana con la mirada—. Cada vez se escuchan más rumores al respecto. Lo que os voy a decir es solo una teoría que manejamos, sin prueba alguna. Creemos que podría haber algún tipo de grieta que comunique nuestro mundo con el Irkalla. —Se encogió ligeramente de hombros—. Por ahora es solo una hipótesis.

Los repasó a todos con la mirada, hasta llegar a Daniel. Tardó un par de segundos en descruzar los brazos y continuar hablando.

—Eso que sentiste en aquel lugar podría ser relevante. No pude ver la última cámara, pero esa cripta parecía anacrónica, mucho más vieja que la iglesia o las calles de la ciudad. Quizá quienes edificaron allí lo hicieron para proteger algo que estaba desde antes. Si la inscripción realmente es Elohim, como creo, entonces quienes dibujaron aquello seguramente no serían humanos. 

Después sacudió la cabeza.

—No creo que la desaparición de unos niños sea relevante. Desaparece gente cada día desde hace dos décadas y, por desgracia, hay mercado para el tráfico de críos. No hay que buscar la causa de todos los males en lo místico. Como decía Thomas Hobbes: «el hombre es un lobo para el hombre»—Hizo una pausa para beber un sorbo de infusión y siguió—. Profecías hay muchas, pero no conozco ninguna tan precisa para aproximar el dónde, aunque sí el cuándo. De querer hacer una criba a lo Herodes, no la harían en una ciudad, sino a nivel mundial. Supongo que os suena la «peste neonatal», ya que fue una de las causas que nos han traído hasta este momento. Una enfermedad global, que se extendió como la pólvora y como consecuencia de la que se provocaron miles de abortos preventivos. Hay quien cree que detrás estaban los solares, en busca de la última encarnación de la Luna. Tal vez la encontraron y todo es en vano, aunque considero más saludable guardar la esperanza de que si realmente fueron ellos, la décimotercera lograse escapar o que naciese antes o después, o no lo haya hecho aún. 

»No sé cuántos precursores puede haber, ni cómo podéis reconocerlos. Pero está claro que alguien se ha dedicado a reuniros. Jeff, el Tuerto, ¿no? Por algo será, no puede ser casualidad que tantas personas especiales estén juntas en un mismo lugar. —Señaló a Axel con la barbilla—. Mi opinión es como la tuya. Vuestras decisiones, repercutirán. Seréis agentes del cambio o permaneceréis estáticos, pero al final lo único relevante es qué mundo quedará después. 

»Pero escuchad, no se trata de que toméis ninguna decisión aquí, ahora. Tendréis que reflexionar, mirar en vuestro interior, mirar alrededor, aprender a percibir las señales que se os envíen. Y tendréis que decidir vuestro camino por vosotros mismos. Nada aquí es cosa de un día, construir algo siempre lleva tiempo. Así que no tengáis prisa y medid cada paso. 

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05/10/2020, 16:10
Narradora

Para cuando Macbeth terminó de hablar el cielo ya se había teñido de añil y las primeras estrellas empezaban a hacerse visibles. El frío apretaba más a medida que se iba consolidando la noche y esa sensación de inquietud que provocaban las sombras empezó a incomodar a todos los presentes. 

Fue entonces cuando aparecieron varias personas más. No llegaron todas juntas, sino con cuentagotas, pero llegaron con mantas y linternas, hasta sumar once. Algunos saludaron a Macbeth con una clara familiaridad. Otros se mantuvieron más distantes. Un hombre de tez oscura se acercó a los habitantes del Major Morris y se presentó como Balthazar Santos, líder de aquel grupo. Se mostró interesado por conocer a cada uno por su nombre y les transmitió sus condolencias por la pérdida de Nick. 

Había otras personas que parecían tener más importancia que el resto y una de ellas, una mujer de cabellos castaños, le resultó familiar a Trish, que estuvo segura de que la había visto con el escritor más de una vez. Se presentó como Emma. Otra mujer, con el pelo tan negro como el ala de un cuervo, tenía varias libretas en las manos y se acercó también a darles el pésame. Dijo llamarse Daniela y se sentó enseguida, dispuesta para tomar notas de todo lo que pasara. El último que les mencionó a Nick fue un hombre de aspecto alegre y cálido, que se presentó como Doyo.

[HBO] Balthazar Santos [HBO] Emma Sheaver [HBO] Daniela G. [HBO] Doyo Kong

Finalmente todos se instalaron en el lugar y en ese momento cualquiera que lo desease pudo marcharse antes de que empezase la reunión de la Hermandad.

Los que se quedaron asistieron a varias horas de charla. Macbeth puso al día al resto sobre las teorías que había estado contando al grupo de habitantes del Morris. Les pidieron su opinión también a ellos, invitándolos a tomar la palabra y participar, y todo el mundo debatió al respecto, con diferentes puntos de vista. Algunos estaban de acuerdo con él, otros mencionaban escritos antiguos que podrían contradecir algunos puntos de sus hipótesis. Aunque al final, la opinión mayoritaria parecía estar a favor de las opiniones del antiguo profesor. 

Hablaron de otros temas después. Daniela quería mostrarles los planos que había dibujado de la iglesia en la que se encontraban. Les explicó toda una teoría acerca de la extrañeza en el tamaño de los traseptos y la forma poco convencional de la cruz latina de la planta. Mencionó otros casos similares en Europa y hablaron durante un rato sobre aquel asunto, valorando si podía tener alguna relevancia para decidir al final que la mujer seguiría investigando el tema. 

Doyo mencionó que había estado sumergido en las ruinas de la facultad de Antropología, pero salvo algunas tesis que aún no había tenido tiempo de leer, no creía haber encontrado nada relevante. 

La mujer que se había presentado como Emma habló de ciencia, de sesgos psicológicos y de la búsqueda de una chispa científica que explicase todo lo que los demás consideraban «fuerzas cósmicas». Otros tomaron partido, aunque pocos se mostraron de acuerdo con su línea de pensamiento. 

Algunos de los demás también intervinieron, hablando de los rumores sobre criaturas que se extendían por la ciudad. Un chico dijo que había logrado hablar con un buscador de Tokio y que al otro lado del mar estaban bajo dominio solar y las cosas no habían cambiado tanto como en Nueva York. Mencionó que le había hablado de algo llamado onis, demonios gigantes o algo similar. 

En general fue un debate intenso, erudito, en el que unos aportaban hipótesis y otros valoraban los pros y los contras, mencionando escritos antiguos que se remontaban a la antigua Mesopotamia y más allá. Al terminar, Balthazar se acercó de nuevo a ellos, con una sonrisa satisfecha que dejaba ver sus dientes blancos. Agradeció su presencia allí y finalmente se dirigió a Cassandra para invitarla a que tomase el lugar en la Hermandad que había ocupado Nick hasta su muerte. Si aceptaba, Macbeth se encargaría de comunicarle el lugar y la fecha de la próxima reunión. 

Con eso, el encuentro se disolvió y todos se fueron marchando tal y como habían llegado. Macbeth aprovechó también para despedirse de ellos, invitándolos a visitarlo en el Traf cuando quisieran y, al fin, el grupo de habitantes del Morris regresó también a su refugio. 

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05/10/2020, 16:10
Narradora

El frío quedó en el exterior, arremolinándose alrededor del edificio que había sido un centro de salud en otro tiempo. Los que regresaron del cementerio eran los mismos que se habían marchado un rato atrás, pero seguramente no se sentirían igual que entonces.

Habían obtenido algunas respuestas, pero ahora se instalaba en ellos la sensación de que había un camino que recorrer. Seguramente Macbeth tenía razón y aún necesitarían asentar lo que habían escuchado, aprender a interpretar esas sensaciones y emociones que los embargaban en algunos momentos, averiguar más sobre lo que eran capaces de hacer.

Sentían que no era ese el momento de tomar decisiones, sino el de crecer. Aún quedaba mucho por hacer, pero, de algún modo, tenían la impresión de que terminaba una etapa de sus vidas y, con su final, daba comienzo la siguiente.

Porque todo final es también, en cierta forma, un principio.

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08/10/2020, 07:49
Morgana Whiterocks

Después de la nueva oleada de sabiduría Macbethiana, Morgana quedó callada durante un tiempo, meditando, observando a sus compañeros, igualmente reflexivos. Lo cierto era que todo ese rollo de autoayuda mira en tu interior, descubre tu verdad, busca en tu corazón, pregunta a tu alma, y similares, siempre le habían parecido sandeces sin demasiado sentido. La gente averiguaba quien era a través de su comportamiento, sus acciones en determinadas situaciones y en su día a día. En particular en lugares y momentos extremos.

Y con todo, había gente que no sabía ni quería encontrarse consigo misma.

-Te lo agradecemos, Macbeth - asintió hacia el profe.  Habló en nombre de todos. No estaba de acuerdo con él en algunas de sus aseveraciones pero merecía su reconocimiento por el tiempo y las ganas que dedicó al tema y, en definitiva, al Morris.

Aguardó la llegada de aquel grupito singular. Saludó, escueta, sin fiarse de nadie, los ojos felinos de mirada penetrante escaneando a cada uno de sus componentes, la sonrisa torva, enseñando los colmillos de loba en actitud amenazadora.

Los que allí se congregaban eran su gente. Su grupo. Su familia.

-Me marcho.- Anunció abruptamente. No quería aguantar más historias que, a fin de cuentas, no pasaban del ejercicio intelectual. Ni siquiera Macbeth tenía idea clara acerca de lo que a ella le interesaba. Todo acabó siendo conjeturas, suposiciones. Odiaba las divagaciones y la reunión ofrecía la idea de que giraría en torno a ellas- Iré a buscar a los críos. Nos vemos en el Centro.

Saludó a Macbeth con un ligero gesto de   sus párpados y al resto de desconocidos con un leve cabeceo. Después, sus largas zancadas la alejaron de susurros, luces macilentas y del cementerio, que terminó siendo una mancha negra detrás de ella,  pintada en la helada oscuridad de la fría noche.

Estuvo un largo rato en el Traf. Sentada, bebiendo una copa de licor casero y fumándose quizá el último cigarrillo en mucho tiempo. No meditaba acerca de su verdad, de su luz interior o de la que podía difundir entre los necesitados. Reflexionaba sobre lo que le había dicho a una persona muy cercana a ella unos días atrás. Las oportunidades de este mundo nacido de las cenizas y brasas del anterior. Las oportunidades por encima de los riesgos y peligros. Pensó, de pronto, en un sandwich de crema de cacahuete. Qué extraño. Recordó lo bueno y sabrosos que estaban. Sonriendo, apagó su pitillo. La vida le ofrecía una hermosa posibilidad a la que no temía, ni siquiera recordando las palabras de Macbeth acerca de los inicios del desastre que desencadenó el colapso de la civilización.

Enfrentaría la situación de la única manera que ella lo haría, sin miedo, o con él, pero encerrados sus temores en un cofre de plomo y acero sin cerradura. Con pasión y determinación, con la decisión que siempre la caracterizó. 

Linconl y Shami aparecieron al cabo. Se tomaron un vaso de leche cada uno. Morga les habló de la reunión, sintetizó al máximo y les dijo la verdad de su situación, con palabras sencillas y tono severo.  Y les contó otra cosa, aquello en lo que había estado pensando en esa noche. Se quedaron perplejos, escuchándola con ojos muy abiertos. Shami la abrazó con fuerza cuando al fin logró reaccionar. Y Lincoln, tras muchas dudas y luchando consigo mismo, también se unió al abrazo grupal, primero con timidez, después con aquella energía que de pronto desbordaba al joven. La militar no pudo sostener demasiado tiempo la presión emocional, poco dada a demostraciones sensibleras o emotivas, ordenándoles que bebiesen su leche rápido, que regresaban al Morris ya.  

Como siempre, revisó sus ropas, comprobó que no faltase botón o hebilla en su sitio. Le encasquetó el gorrito a Lincoln casi hasta la nariz, en una pequeña broma. 

Y se pusieron en marcha camino de su hogar. 

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08/10/2020, 11:16
Axel Montenegro

Había muchísimo que asimilar. No solo por el derroche de información del que hacía gala Macbeth, sino por la que añadían sus propios compañeros entre pregunta y pregunta. Hasta el momento no tenía idea de que Dan hubiese recibido una sensación más allá de lo que habían visto todos, o de que estuvieran desapareciendo buscadores como mencionaba Cass, o de los ogros y arpías de los que hablaba Morgana. Y eso, por supuesto, sin mencionar su propia revelación, que tenía que procesar con bastante más detenimiento aún. Quizás no era más que su imaginación, y había otra explicación racional para las sombras en las pinturas y la forma en que había parecido invisibilizarse ante el resto al llegar a tierra firme, pero además del apoyo de Clem a su alocada teoría, algo dentro de él le gritaba que ya había encontrado la respuesta y que no volviera a cerrarse a la verdad. Y si ese era el caso, entonces tendría que entender cómo exactamente funcionaba aquel don.

Fue en ese momento cuando su mirada se cruzó con la de Morgana y vio reflejados en sus ojos precisamente la determinación y fuerza que necesitaba para afrontar tanto su pasado como aquel nuevo descubrimiento de sí mismo. Aunque la angustia aún pesaba en su pecho le sonrió suavemente, en agradecimiento, con la certeza de que la marine no le haría de bastón, pero sí le daría de ostias hasta que volviera a aprender a caminar si hacía falta y se mantendría a su lado para limpiar el camino de obstáculos. Eso era todo lo que necesitaba, y muchísimo más de lo que sentía que merecía. 

Intentando concentrarse en los temas en cuestión, le pasó por la cabeza Skyler. Una niña rubia, de corta edad, que había sobrevivido a la peste quien sabía cómo. Quizás deberían haber preguntado como reconocer a la niña que buscaban, o quizás lo habían dicho y no lo recordaba. Ni siquiera sabía si esa niña, al crecer, sabría quien o qué era. En cualquier caso, probablemente sería buena idea intentar mantener a la chica cerca de ellos, traerla de regreso al Morris, o al menos advertirle que se cuidara.

Lo que sí quedaba claro era que quedaba esperanza, y la confirmación de Macbeth a sus teorías así se lo aseguraba. Axel creía sinceramente en la bondad de todos los que conformaban el grupo, y creía que, si de ellos dependía un buen resultado, probablemente lo obtuvieran mientras se mantuvieran alertas.

Cuando nuevas personas fueron llegando, Axel las fue saludando con una sonrisa, presentándose a ellos antes de envolverse en la manta otra vez. Aunque no fuera un erudito, se quedó a escuchar los debates, a empaparse de esos nuevos puntos de vista llenos de sabiduría. Su abuela siempre le recordaba que más tonto que el que no sabía era el que no aprendía, así que se dedicó a escuchar en silencio, tranquilo. Lo que más le intrigó fue cual serían el estado de Tokyo, que parecía no haber cambiado tanto. ¿Funcionaría aún como el viejo mundo, o sería una exageración?

Eventualmente, se aburrió, y apenas encontró un momento para ponerse de pie sin importunar a nadie, agradeció a Macbeth por la manta y por sus aportes, se despidió del resto de los ahí reunidos con la misma cortesía, procurando no interrumpir demasiado lo que quedaba de reunión.

Con eso, se marchó, dejando al resto seguir con los debates y preguntas que quisieran. Sabía al menos que Trish sería capaz de darle batalla a cualquiera de los ahí presentes, llenándolos de nuevos cuestionamientos si tenía la energía para ello tras toda la avalancha previa y al menos él ya estaba saturado, así que optó por lo sano. Buscar a Morgana para darle algunas explicaciones que creía pendientes tras una conversación a medias, y luego irse pronto al Morris, esperando practicar un poco de violín para despejarse bajo las luces del taller y, quizás, con algo de suerte, dormir en paz a pesar de que ahora sabía que tenía el peso del mundo sobre sus hombros.

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08/10/2020, 13:00
Axel Montenegro

No iba a mentir, iba un poco asustado. No es que quisiera darle explicaciones porque sentía que se las debía, es que tras revelar su posible don, hubiese querido que Morgana entendiera un poco más el contexto, que le hiciera un poco más de sentido. Era difícil de explicar, pero era lo que lo motivaba en ese momento a ir a buscarla donde había dicho que iría, al Traf a buscar a los niños. Aunque claro, si se lo hubiese pensado por medio segundo más, habría caído en que de todas formas no era algo que pudieran hablar delante de ellos.

Esa idea solo le golpeó de pronto al verla con ellos al lado, saliendo del Traf. Aunque en un momento le sacó una breve exhalación, enseguida sonrió. Eran buenos chicos, así que tampoco le molestaba aprovechar de conversar un rato con ellos de vuelta a casa.

¿Que tal, chicos? ¿Muy aburrida la espera? - preguntó con una sonrisa, para luego dirigirse a Morgana - Yo sí que me aburría, así que pensé en hacerles compañía camino al Morris.

 

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10/10/2020, 09:27
Morgana Whiterocks

Morgana se giró al escuchar la voz del violinista. Al principio su mirada fue más de tipo ¿qué haces aquí?, con un atisbo de mosqueo en el gesto casi inapreciable de su boca.  Pero, tras fruncir los labios, sus ojos verdes se relajaron y la luz que reflejaban era blanca y limpia acorde con los pensamientos que había canalizado, digerido y por fin aceptados, tras ese rato de reflexión a solas. 

La sonrisa se estiró ladeada -El hombre invisible -señaló, bromeando de manera irónica- No había mencionado en ningún momento nada acerca de el "Don" de Axel. A estas alturas, sonaría ridículo plantearse que fue otra cosa. En otro contexto o situación, sí que resultaría descabellado, sin embargo no después de los acontecimientos vividos, las confesiones y la charla de Macbeth. Sin duda ella misma debía poseer alguna cosa. La resistencia tal vez a las heridas, la habilidad en combate. O suerte. 

Lo averiguaría probablemente tarde o temprano.

Se puso en pie una vez terminó su inspección de Shami y Lincoln. Su mirada se clavó penetrante, y afable, en Axel.

-Te aburrías. Con lo jodidamente interesante que era esa conferencia. Un hombre extrovertido y curioso como tú, al que le gusta la conversación y meter la nariz allí donde sea.-Dio unos pasos hacia él, su expresión delataba cierta inquietud. También ilusión. Volvió la cabeza hacia los chicos, luego regresó su atención a Axel. Se mordió los labios en ese habitual tic tan de ella.

-Axel...-decidió lanzarse, sin rodeos, decidida como siempre- Estoy preñada. No tengo ninguna duda.-Ladeó la cabeza, "son cosas que pasan". - Voy a llevar adelante el puto embarazo. 

Lo había decidido. No le exigía nada a Axel. Deseaba que estuviese con ella, ahora, en los próximos meses, en el futuro parto. Pero no iba a decirle te necesito, es tu responsabilidad, confío en que no huyas. No. Todo eso dependía del violinista. De quién y qué era. Descubriría si todo fueron palabras o en verdad aceptaba y era capaz de afrontar la nueva oportunidad de este mundo. 

 

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10/10/2020, 10:48
Axel Montenegro

Incluso antes de ver la expresión de Morgana relajarse gradualmente, una sonrisa apareció los labios del portorriqueño al notar el discreto mosqueo de la soldado por su mera presencia. Mientras a otros le parecería una reacción sencilla y directa, apaciguada luego por cordialidad, para Axel se traducía como el resumen de su relación por completo con la marine hasta el momento. Él veía la complicidad en sus cabreos, lo imposible que resultaba calmar a Morgana con cortesía, y el afecto que había entre ambos, con sus roces, borderías y conflictos. Visto así, le era imposible tomárselo como ofensa. Era un halago.

Así parece - contestó con una sonrisa. Estuvo a poco, muy poco, de soltar un comentario no apto para menores sobre las nuevas formas en que podrían poner a prueba su don, pero en vez de eso se mordió el labio con el colmillo, dejando que algo de sus pensamientos destilaran por medio de su mirada.

Encogió sus hombros ante la acusación implícita en las palabras de la mujer, negándose a confirmar o desmentir que en realidad, lo que quería era hablar con ella. Lo conocía bien. Lo suficientemente bien para saber cuanto le gustaba cotillear, aún si de erudito tenía poco y entendería nada. Solo por el gusto de saber algo que el resto no, y poder usarlo luego para convencer a quien lo necesitara de que sí lo entendía todo. Aunque, ahora que lo pensaba, esa última parte de él Morgana no la había visto jamás.

Entonces llegó aquella declaración que lo dejó con los labios entreabiertos. La expresión y las palabras de la chica no daban opción a malentendido alguno, y justo cuando iba a preguntarle si pensaba perderlo, ella le respondió sin necesidad de hacerlo. Tuvo que hacerse a la idea, en una fracción de segundo, de que por cojones sería padre. Suponía que era suyo, al menos, porque no la había visto con nadie más, y tampoco era que pudieran pedir una prueba de ADN. Y aunque se pudiera... la verdad era que no lo haría. Con la ilusión que se le notaba en los ojos a Morgana, y con lo que la conocía, estaba seguro de que no se lo diría si no fuera suyo. Si no esperara alguna reacción de él, aún si no le pidiera nada. Si no esperara que, de una u otra forma, estuviera a su lado.

Diría que no voy a desaparecer, pero... - le dedicó una sonrisa ladeada, cómplice, mientras la mirada en sus ojos se suavizaba con cariño. Habría tenido que literalmente morderse la lengua para no soltar una broma sobre su supuesta invisibilidad con lo fácil que lo dejaba y lo nerviosísimo que estaba y, sinceramente, ya en esta situación no había para qué ponerse graves. No iba a estar menos preñada porque se aproblemara, se disculpara, o de pronto se le nublara la existencia, así que bien podían reírse un poco.

Sería mentira si no dijera que, a pesar de su optimismo, estaba aterrado. Tenía el corazón acelerado, y el estómago cerradísimo, y no era por el embarazo en sí. Los niños no le daban miedo, ya había cuidado a muchos, y pensaba que podía ser medio competente. Es más, estaba seguro de que Morgana sería una madre fantástica. La había visto con los otros dos enanos, ni siquiera tenía que suponerlo. El problema era que, tan pronto había sabido de la existencia de ese embarazo, había adquirido su primera preocupación como padre y no era una que todos enfrentaran.

¿Qué nacía de dos precursores? Si no se sabía aún si la treceava había nacido, ¿podía nacer de ellos dos? ¿Podía, quizás, ser lo que esperaran una hija que nada tendría que hacer teniendo el pelo rubio más que siendo una manifestación de la luna, o lo que sea que fuera? Lo único que le dejaba claro eso era que, si alguien más había llegado a esa conclusión tan rápido como él, Morgana y ese bebé estarían en peligro fuera cierto o no. La gente era cruel y estúpida cuando tenían miedo, y no se esperaba que los solares fueran distintos ni que esperaran a comprobar si tenían razón. Para quien hubiera hecho surgir la peste neonatal, no valía la pena el riesgo. Y eso sin siquiera mencionar el ya comprobado secuestro de niños, del que también tendrían que cuidar al suyo.

Cerrando la poca distancia que quedaba entre ambos, le tomó el rostro entre ambas manos y la besó, suave pero intensamente. Por un lado, porque quería que ella supiera que nada había cambiado, y que ahí se quedaría, a su lado, y por otro, porque él también necesitaba de sus besos para encontrar algo de calma. Si alguien podía proteger a ese bebé era Morgana, pero eso no le hacía sentir más tranquilo. Necesitaba, por un segundo, apagar su cabeza, y se dio cuenta de que la forma más efectiva de lograrla era entregándose en mente y alma a la marine.

Vamos - remarcó esa palabra, al separarse lo justo para apoyar su frente contra la de ella y mirarla a los ojos, sosteniéndole aún el rostro - a llevar adelante el embarazo. - sonrió, con cariño, robándole otro beso breve - Es tan hijo mío como tuyo, y quiero hacer esto contigo. - dijo, aunque no fuera necesario, porque sí lo era. A veces, aunque algo fuera obvio para ti y todos en la sala, urgía escucharlo para sentirlo real.

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11/10/2020, 11:39
Cassandra (Cass)

La buscadora escuchó de nuevo las palabras de Macbeth, eran un buen antídoto contra su imaginación y sus conspiraciones por lo que le dio una parte de razón; era probable que los Solares no estuvieran detrás de todo pues ya bastante tenían con la guerra abierta contra los Lunares, pero no descartaba del todo su implicación en alguna de esas tramas que habían dicho.

Como si hubiese estado preparado, justo cuando la noche empezaba a cubrir el cielo y el profesor acababa su intervención, comenzaron a llegar los que se suponía eran los integrantes de la Hermandad y Cass se levantó llevando consigo la manta alrededor de su cuerpo. La mayoría se mantuvo a distancia y fueron escaneados por los oscuros ojos desde el fondo de la capucha, pero hubo unos pocos que se acercaron e incluso entablaron conversación. Las respuestas de la encapuchada fueron cortas y directas, mirando a los ojos de sus interlocutores, tratando de sacar más información de la que se decía y hablaba.

Cassandra se despidió de la ex militar con un saludo de su cabeza y un atisbo de sonrisa, le había gustado que se quedase al menos hasta el final de la reunión con el hombre y que aceptase que cuando se daban muchas coincidencias, quizás fuese que no eran coincidencias. Ella seguiría investigando lo que le dijo y si se lo pedía la acompañaría para ver qué había detrás de su última información.

Durante el posterior debate habló poco, por no decir nada, su cerebro comenzó a ordenar la información que iban dando según distintos baremos, como cercanía a ellos o importancia para su día a día, y cuando al fin se dio por concluida la reunión parpadeó dándose cuenta del tiempo que había transcurrido y de la falta de algún miembro más del antiguo centro de salud. La invitación para ingresar en el grupo por parte del hombre llamado Balthazar sorprendió a la menuda mujer. La ofrenda del puesto que había ocupado Nick hizo que su corazón se parase por lo que a ella le pareció una eternidad, primero en el Morris y luego en la Hermandad, sintió que se estaba sentando en un lugar que no le correspondía pero a la vez supo que alguien tenía que ocuparlo. Asintió despacio mientras una sonrisa triste adornaba sus pálidas facciones y su corazón retomaba la ardua tarea de bombear la sangre en su cuerpo.

—Será un honor ocupar ese puesto.

Se despidió de Macbeth, y del resto, con la promesa y la esperanza de futuras reuniones; Cassandra no creía poder aportar mucho a los conocimientos de los que ellos hacían gala, pero tener un oído ahí dentro esperaba que les fuese de utilidad. Dejó la manta junto a las demás y se acercó a su hermana y al resto mientras metía las manos en los bolsillos, quería formar lazos mas profundos con todos ellos. Por delante le quedaba la ardua tarea de mantener a la comunidad unida, de intentar que los que se habían ido volvieran y de seguir buscando información sobre todo lo nuevo que sabían. Porque por encima de sus responsabilidades, ella era una buscadora.

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11/10/2020, 21:39
Clementine

Clementine había dado un respingo, despojada de pronto de sus propias cavilaciones, al notar la mano de Macbeth, tomando la suya. Entrelazó sus dedos con los del antiguo profesor y apretó, con delicadeza, encontrando en su calidez algo sumamente reconfortante. Sus palabras, era un bálsamo para la tribulación de su espíritu, mientras se decía a si misma, que Dios siempre sería Dios, y su existencia y concepto estaba por encima de los alados y de los hombres. 

Sin embargo, era consciente de que la fe se había malogrado, en más de una ocasión. La posibilidad de que alguien, ya sea un falso profeta o los mismos solares, hubiera querido retorcer lo que era una creencia noble en un arma destructora, era real. Sumamente real, y presente de muchas maneras a lo largo de la historia, y en la radicalización de muchos grupos religiosos que habían surgido al desmoronarse todo, tras la aparición de los alados. 

Suspiró, y asintió, agradecida. Escuchó en silencio el resto de las intervenciones, tanto de Macbeth como de sus compañeros del Morris. 

Cuando fueron llegando los miembros de la Hermandad se presentó. Vio marchar a Morgana pero decidió quedarse. Aunque no entendiera la mitad de lo que decían. Aunque escuchar algunas otras cosas le produjese aún más tribulación. Sentía que necesitaba enfrentar aquel evento. Que aquello era una prueba más, en los caminos inescrutables de su propia fe. 

Durante aquellos intercambios de opiniones y saber, Clementine se mostró sumamente respetuosa, y lo cierto era que intervino poco, sabiéndose profana en la mayoría de los temas que discutían. Le sorprendió saber que en otros lugares la gente se encontraba bajo gobierno directo de los solares. Relacionó aquellos "onis" con los seres de los que habían hablado Morgana y Trish. Con los monstruos del Soho. 

Cuando Balthazar invitó a Cassandra a ocupar el puesto de Nick, Clementine miró a su compañera, y sonrió. Aquella era una posición que le iba como anillo al dedo a la buscadora, y tener el apoyo de gente sabia iba a ser importante, en el futuro.

Al final de aquella reunión y sintiendo un peso mayor sobre los hombros del que ya sentía al llegar, al saberse portadora de un papel sin duda importante en el devenir de los acontecimientos, la predicadora rezó en silencio. Luego se despidió momentáneamente de sus compañeros y acompañó a Macbeth al Traf. Allí, a solas con el antiguo profesor, buscó la calma de su propio espíritu, en la sangre lunar, y en el abrazo que había sido su refugio ya en varias ocasiones. Hablaron largo y tendido, sobre todo lo ocurrido. Y finalmente, sobre ambos, y sobre Kane. Clementine había llorado al respecto, quizá por última vez. Había hablado de su soledad. Del miedo que sentía. De sus tribulaciones. Y se había quedado dormida, pegada a la calidez del antiguo profesor.

Las primeras luces del día la devolvían al Morris, en su compañía. Entre ambos, frente al antiguo centro de salud, una despedida breve, pero sentida, interrumpida por el ímpetu de Bentley al verla. Clementine parecía mucho más repuesta al entrar, y reunirse con sus compañeros en la primera comida del día. Pidió disculpas, por su ausencia. Y enfrentó aquella mañana con su habitual sonrisa. 

Limpiaría a fondo la capilla y encendería incienso. Y rezaría porque aquella nueva perspectiva la guiase por el buen camino. Por la entereza y el bienestar de sus compañeros en unos tiempos, que intuía, no habían hecho más que empezar a cambiar.

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13/10/2020, 13:42
Daniel Green

Daniel caminaba a solas, el cuello de su cazadora bien alzado y con una sonrisa bailando en sus labios, de los cuales salían vaharadas de vapor. Era una noche fría pero el se sentía como si pudiera fundir toda la nieve de Nueva York. Atrás quedaba el lugar en el que se habían reunido, un macabro escenario para algo realmente único, y por qué no decirlo, maravilloso. Sintió el deseo desbocado de ir donde Robin y contárselo todo, mecido por el arrullo de las sabanas y el sexo. Pero supo que no era el momento. Ese llegaría mañana o pasado o al otro. No había prisa. No debía pecar de precipitado. Él mismo debía meditar, reflexionar, y aunque tenía claras sus prioridades e incluso el camino que quería recorrer, sabia también que habían cosas que debía solucionar si quería que el futuro tuviera alguna oportunidad.

Porque el destino diría lo que quisiera, peor al final eran ellos los que disponían y de no disponer bien, quizá nada tendría lugar por más que sus rostros estuvieran pintados en una especie de capilla sixtina incluso antes de que la propia humanidad hubiera nacido.

Alzó el rostro y vio la puerta del Traff, justo lo que buscaba. Entró, fue a la barra, y negoció con el dueño uno de sus preciados condones. No le pasó desapercibida la presencia de Morgana. Ni la de Clem. Ambas parecían sumergidas en sus propias historias y algo debía estar ocurriendo vistos sus rostros. Sonrió y se centró en lo suyo. Recogió lo que le ofrecían y con una sonrisa destinada al mundo se despidió del local. 

No faltaba mucho para el Morris y el recorrido se le hizo mas liviano que nunca. Cuando llegó supo que estaba en casa, en el hogar y que los que allí habitaban eran su familia. Y aquello le hizo sentir bien y completo. Fue a su dormitorio y aguardó. No demasiado pues pronto pudo escuchar sus inconfundibles pasos. Abrió la puerta y se apoyó en el quicio de la misma como solo él sabía hacerlo, con una botella de licor oscilando en su diestra por el gollete y dos cigarros en la siniestra alzada. 

-¿Tienes plan, Morgana? -dijo con seriedad. Si quería un principio, debía poner fin a ciertas cosas. Y es que no había principios sin finales. 

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14/10/2020, 04:13
Trish

Aquella reunión fue más de lo que Trish pudo asimilar a tiempo real. Se dio cuenta desde el principio. Desde antes, incluso, viniendo de la conversación que venían. Así que la muchacha se dedicó a observar y memorizar, y a descargar andanadas de preguntas sobre los presentes.

No despejó sus dudas, claro que no. Ya no esperaba hacerlo esa noche.

Pero aquello era igual que cuando una aprendía sobre electrónica. Los descubrimientos no lo eran hasta que no estaba tumbada en la cama, sola con el discurrir de los pensamientos. El tiempo se le pasó volando. Como cuando trabajaba, fluyó de una manera distinta, como si en lugar de correr trotase a su alrededor, como si no tuviera que llevar la cuenta del tic ni del tac de su cabeza y pudiese centrarse sólo en lo que estaba escuchando.

La noche había sido fructífera.

Y aún así su cerebro cargado de hormonas no sólo pensó en lo que había escuchado, ni en su papel en el mundo, o en qué harían desde entonces. Claro que no. Pensó en todas esas cosas... Pero era inevitable pensar también en otras. En Nick, claro. El su taller. En el tiempo que iba a invertir con la prótesis de la Comunidad. En Jimmy.

Aquello no cambiaba nada. Pero todo era diferente. No es que ella viviese preocupada, ni pensando continuamente en los peligros que había a la vuelta de la esquina, nada más lejos de eso. La realidad era un cilindro, y hasta el momento ella sólo había observado el cuadrado de su sombra. Esa era la conclusión de un análisis racional y meditado de la situación.

Sabía que cuando se acostase lo haría satisfecha por primera vez en mucho tiempo. Tras tantas horas de vigilia la acompañaría un sueño pesado que no tardaría en llegar, e incluso mientras dormía su cabeza seguiría activa, provocando en ella una sonrisa que era capaz de durar casi toda la noche. O lo que quedase de día.

 

Pero aquello sería más tarde. Antes aún tenía el camino de vuelta, hablando con su hermana sobre todo. O quizá exponiendo una idea tras otra, e hilándolas con la hebra dorada de la hipótesis. No tenía en sus manos el dibujo del tapiz completo, ni en su cabeza. Pero sabía más que antes. O menos.

Al final sólo ellas dos y Clementine se habían quedado hasta que la reunión terminase. Hubo una ocasión en que Trish miró a la predicadora mientras tenía a Nick en la cabeza. Recordaba el momento en que Clem le había dicho que Nick era creyente y que merecía una misa. Recordaba el escozor de sentir que estaban manchando su memoria, y su enfado. Qué idiota había sido, creyéndose que lo conocía mejor que la otra. Nick había sido lo que Trish había necesitado. Durante años, había sido el confidente, el amigo, el salvavidas... Y aunque nunca se lo había dicho a Cassandra por temor a que pensase que los había olvidado, Nick también había sido el padre. Pero todos los padres tienen secretos.

Aquella noche Trish dejó de guardarle rencor a Nick y le otorgó un perdón que el hombre probablemente ya no necesitaba. Pero a ella le alivió. Era fácil perdonar si pensaba en él como una máquina más del destino. No considerarle responsable. Pero Trish no hizo eso. Trish lo perdonó como persona. Lo perdonó como mal amigo, como confidente traicionero... Y asumió que no era su padre. Y que aunque lo fuera, no era perfecto.

Eso la ayudó cuando finalmente cayó dormida. Y su sonrisa se mantuvo aún cuando su mente se separó de su cuerpo.

Para cuando volvió a abrir los ojos, la muchacha se sentía diferente. Mejor.

Era un nuevo día, uno que no sería tan malo como los anteriores. Sería mucho mejor.