Nueva York, miércoles 18 de noviembre de 2037, 10.30.
Tan sólo un puñado de manzanas separaban el refugio de Madre Laura del Major Morris. Desde fuera parecía tan sólo un edificio abandonado más en medio de una ciudad en ruinas. Sólo quienes tenían la confianza de la mujer sabían que tras el polvo que cubría los primeros pisos habían acomodado los más altos y la azotea para convertir los apartamentos deshabitados en un lugar que tal vez no habría resultado acogedor en los antiguos tiempos, pero que sin duda lo era en los que nos ocupan.
Sabían que esos días el grupo seminómada estaba ahí, pues apenas habían llegado unos días atrás, cuando Axel aún formaba parte de ellos. Así pues, contaban con poder hablar fácilmente con la monja que lideraba aquel grupo seminómada con el que siempre habían tenido una buena relación.
Si queréis hablar algo por el camino, adelante. Yo intervengo cuando entréis. No sé si tenéis intención de llevar la vaca directamente o primero sólo vais a negociar sin vaca. Lo que digáis.
La cita con los antiguos camaradas de las Tres Cruces estaba en marcha. Mañana se reuniría con ellos, y...Y Morgana no quería hacer planes. En realidad, sí que tenía varios en mente, dependiendo de la información que obtuviera. Al margen de que no tenía idea de si regresaría, o lo haría de una pieza. Anteriormente se había reunido con ellos, para tratar algún negocio. Para simplemente tomarse una cerveza. Esto era distinto. No solo eso, sino que con el distanciamiento, la falta de contacto, el cambio de circunstancias, y los nuevos intereses, la cosa se podía complicar mucho. Por no mencionar que nadie regalaba nada. No es que le asustase, ni siquiera le inquietaba el encuentro. Lo que le preocupaba era la reacción que pudiera tener ella misma y el bando que elegiría.
En esto iba pensando camino de la madriguera de grupo de Madre Laura. Sin perder detalle del camino, aunque un tanto ensimismada en sus pensamientos.
Sobre la vaca, propongo que no la llevamos, no sabemos si habrá acuerdo, y eso de mover una vaquita de aquí para allá, puede atraer miradas curiosas, aunque estemos en nuestro barrio. ¿Qué pensáis vosotras?
Nueva York, miércoles 18 de noviembre de 2037, 10.30.
Como cada vez que salía del refugio, Axel iba ataviado con sus mil capas de ropa para no pasar frío y el violín a la espalda. Además, se sentía bastante cómodo, porque solo irían a unas manzanas de distancia y a un lugar que conocía perfectamente bien. Podría ver a la gente con la que convivía hasta hacía tan poquito, y darle un abrazo a Madre Laura, que se merecía no uno sino cien.
En realidad, lo único que no le entusiasmaba mucho era la posibilidad de encontrarse con el prepotente asqueroso de Dauntay. Todas sus esperanzas estaban puestas en no cruzar caminos con él, o de hacerlo, que no fuera más que un fugaz instante para no tener que intercambiar siquiera una mirada.
Sus ojos fueron a Morgana, que parecía ir bastante callada. Se preguntó si le preocuparía algo o solo sería su forma de ser estándar cuando iba de excursión. Después de todo, esta era la primera excursión que tenía con ella. - Bueno, ya casi - dijo al aire, por si alguna de las chicas se animaba a entablar conversación.
A mi me parece bien. Ya se viene a dejar la vaca luego si aceptan.
- Echaba de menos ver a Madre Laura.-confesó, mientras caminaba, también abrigada, con las manos bajo el poncho y la guitarra a la espalda- Siempre es agradable para el espíritu ver a esa mujer.-añadió, sonriendo- Aunque confieso que me da pena ahora negociar con la vaca. Le estaba cogiendo cariño, después de que se dejase ordeñar por Daniel. -dijo, recordando cómo había ido con Cass y Dan, y entre los tres habían resuelto ordeñar al animal. De la conversación que había surgido en aquel momento, sin embargo, prefirió no hablar.
Sí, es lo mejor. Vaquita en casita.
-La vaca apesta. Y aunque me importa una mierda, el animal debería moverse, Clem. Sácala a pasear y a ver cuánto nos dura. Hay que deshacerse de ella. Un buen trato con Madre Laura es lo mejor- miró a Axel.- Aquí entras tú, te van los negocios, tienes labia y como quien dice, sigues siendo de su grupo.
Entrecerró los ojos, posó su afilada mirada en el violinista. Sus ojos sonreían. Volvió la atención al camino. -Se llevarán una alegría tus colegas. ¿Te dejaste alguna puta novia, maldito portorriqueño? Seguro que sí. -se burló, torciendo la boca.
Seguro Madre Laura te ha echado de menos a ti también. Le alegrabas el día con tus visitas. - contestó con una sonrisa cariñosa a Clem, pues varias veces había escuchado su música durante esas visitas y recordaba lo encantada que estaba Madre Laura con la chica.
Lo siguiente que dijo la religiosa le hizo reír un poco, pero antes de decir nada Morgana le cortó las alas a la pobre chica. Lo que no se podía negar era que esta vez, tenía razón - Piénsalo así. Podrías visitarla, darle mimos y ordeñarla, y tener los beneficios de una mascota sin las responsabilidades de una. - le ofreció a Clem como una solución alternativa antes de responder a Morgana - Supuse que no venía por mi cara bonita - se burló con una sonrisa de medio lado.
Quizás me la dejara. Quizás no. - cejeó con una sonrisa maliciosa, aguantándose la risa - ¿Por qué el interés? ¿Quieres medir tu competencia?
- Ya... Llamaría mucho la atención sacarla. -suspiró- Y no tenemos suficiente en el huerto para tantas bocas y una vaca, a la larga, creo yo.-apuntó- Si en realidad yo también lo sé, sólo me da un poquito de lástima. -confesó, encogiéndose de hombros, antes de sonreir, tras escuchar a Axel- Haciendo esa pregunta tiene pinta de que te dan ganas de que te diga algo interesante, Axel.
Estaba claro para Morgana que lo mejor era un buen trato. Clem aceptaba la propuesta, Axel la apoyaba. Ahora a ver qué clase de negocio alcanzaban.
Continuó caminando, pendiente de las calles y los edificios. Soló una carcajada tras el comentario del portorriqueño. -Te recuerdo que soy la puta jefa de seguridad del Morris. -Le hacía gracia darse ese calificativo en un mundo como el actual-Debería saberlo todo de todos. Y conozco muchas cosas, pero a veces me da que no se una puta mierda.
Se giró un segundo hacia los dos, sonrisa maliciosa y mirada turbia- ¿Qué pasa, Axel, te la pongo dura? Ya se que sí, desde nuestro primer encuentro. Pero no seas tan descarado, ofenderás con tu maldito comportamiento aquí a la señorita piadosa y religiosa.
El comentario de Clementine hizo que el violinista le guiñara un ojo a la chica con complicidad, sin disminuir ni un poco su maliciosa sonrisa mientras la marine soltaba una carcajada. Más se hubiese preocupado de verla seria y sin burlarse de él, para ser sincero.
La primera respuesta de Morgana le encantó. Tenía muchísimo que decir al respecto, tanto en broma como en serio, pero algo le decía que la chica no dejaría las cosas ahí, así que se limitó a esperar el resto con la sonrisa aún formada en la comisura de los labios esforzándose por mantenerse en silencio. Cuando llovieron los piques, supo que podía dejar de esperar. Es que sin piques o insultos, una frase de la soldado no estaba completa.
Oh, no creo que se ofenda. Seguro ha escuchado cosas peores de quienes rezan por perdón. - bromeó, mirando otra vez a a religiosa - ¿Cierto, Clem? - preguntó, aunque contando con su complicidad, ni siquiera esperó antes de volver a posar los ojos sobre los de Morgana - Durísima. Como una puta roca. - su mirada se mantenía fija e intensa sobre la de ella, y la sonrisa de sus labios se volvía ligeramente desafiante - ¿Hay algo más que quieras preguntar, jefa de seguridad del Morris? ¿Para saberlo todo de todos? ¿O te basta con saber que puedes usar mi polla de arma contundente? - soltó una carcajada ahora él.
- Seguro.- dijo, riéndose, aunque sin poder evitar sonrojarse un tanto al escuchar aquellos comentarios. Tampoco parecía del todo desacostumbrada, después de todo, vivir con Morgana curaba a uno de espanto en lo que a escuchar comentarios jocosos e inapropiados se refería. En cualquier caso, quiso seguir aquel intercambio a su manera, y si bien no iba a emplear palabras malsonantes, se permitió contestar- ¿Eso no sería doloroso para ti, Axel? Morga empuña las cosas con determinación... Ya sabes.
Morgana rodó los ojos al escuchar los despropósitos divertidos que soltaba la lengua de Axel. Y aunque se reía por lo bajo, mantenía su cabeza fría, serena, vigilando en todo momento el camino y alrededores.
-Clem tiene razón. Te iba a doler. Mucho. -Una "puta roca" . La militar soltó una risotada -Que afortunada la jodida chica que te tenga entre las piernas. ¿Tú qué opinas, Clem? -preguntó, en plan guasón.
Entrecerró los ojos, agudizando la mirada conforme se acercaban a su destino. ¿Vamos a tener problemas con ese amiguito tuyo, Axel? -preguntó con intención, refiriéndose a ese tipo que el violinista le hubo hablado días atrás.-¿Le vas a dar con tu arma contundente? -se mofó.
Por cierto, no hemos mencionado a nuestra mascota, ¿viene con nosotras?
Axel soltó una carcajada ante la respuesta de Clem, inesperada pero bienvenida, y asintió con una sonrisa para darle su aprobación ante el comentario. - Y yo que pensaba que por mí te tornarías en una delicada flor - le respondió a Morgana con una ceja alzada y la sonrisa perpetua en sus labios.
Ahora, en cuanto al siguiente comentario, Axel se limitó a negar con la cabeza sonriendo. No sería él quien se vanagloriara de proezas ni mucho menos quien se quitara mérito, así que dejaría que ellas juzgaran por vista - Eso, Clem, ¿tú que opinas? - preguntó mirando a la religiosa - No te cortes, no soy tímido ni rencoroso - la instó riendo un poco.
¿Con quien? ¿Dauntay? - preguntó frunciendo el ceño - Ustedes no, pero a mí seguro me los da - resopló, agotado de solo pensar en ese tipo - Es que tiene un puto don para sacarme de quicio. - admitió, respirando profundo - Y ustedes saben que soy, dentro de todo, una persona pacífica... Pues con él me he ido a los puños, por el pedazo de imbécil que es. - exhaló - Y mira que hay que sacarme de mis casillas para hacer que me vaya a los golpes, que está claro que no es mi fuerte... - admitió sonriendo de medio lado.