La mujer se encogió de hombros con el comentario del pistolero, pero no tardó en hacer un gesto con la barbilla hacia él.
—Mira quien habla —le dijo, bromeando con una sonrisa—. Por cómo lo coges, parece como si fuera tuyo.
Se inclinó un poco sobre la mesa, contemplando al hombre con la criatura, para después añadir algo más.
—Cuando era pequeña quería estudiar para matrona —confesó, con el tono que usan los que no suelen compartir su pasado y prefieren pensar sólo en el presente.
Su mirada se desvió entonces hacia la puerta y aquella pequeña confesión quedó ahí perdida hasta que la camilla hizo su aparición.
—Esto huele genial —aseguró entonces, mientras se estiraba para ayudar a Trish y Cass a colocar las cosas sobre la mesa—. Joder, tenéis muy bien montado el chiringuito, ¿no? Es lo que había oído, pero pensaba que exageraban. Los rumores... Ya se sabe.
Trish recibió con una sonrisa los halagos de aquella invitada inusual. En realidad había también una parte de cautela en no dejar que fuera ella la que trajese la comida, y era que no molaba tener gente conocida sólo a medias pudiendo inspeccionar el Morris. En cualquier caso aquello no preocupaba de manera activa a la chica, sino que era una de esas medidas de seguridad interiorizadas que no borraban su buen humor.
Al llegar y ver que sus preguntas no eran respondidas entendió que la conversación en la que estaban Kane y Karina debía ser más interesante. Quizá acababa de interrumpir algo. Como fuese, ya era tarde para remediarlo.
—La verdad es que sí exageran —bromeó Trish—. En realidad esta es la única comida que tenemos para todo el mes, pero hay que aparentar.
Una vez las cosas estuvieron colocadas se dispuso a servir.
—Nah, ahora en serio, la verdad es que hemos tenido suerte. Y si las cosas van como deben pronto podremos usar también el sótano, que está inundado. Aunque a saber qué haremos con él. O que encontramos cuando se vacíe. —Miró entonces a sus dos compañeros, Cass y Kane, antes de preguntar a la que probablemente supiera más de esos temas—. ¿Si hubiera medicinas estarían estropeadas?
El comentario de Karina hizo que el pistolero se quedara algo pálido, un fugaz instante de inquietud que pronto lapidó con una sonrisa de circunstancias.
—Supongo que.. no es tan complicado —aquello sonó como si fuera una excusa más que una razón. Respetó aquel tono evasivo, el mismo que tenía él para cuando no quería hablar de algunas cosas, asintió comprensivo.
La llegada de la comida ahuyentó cualquier silencio incómodo que pudiera generar el asunto, Kane seguía acunando al bebé con inercia, comprobando cómo se encontraba a cada rato. Al tratar el tema de Morris, Kane volvió a retraerse en la conversación, cómodo en el silencio, aunque la mirada de Trish le hizo reaccionar.
—Algo haremos.. algún día —repuso el pistolero sin demasiado creencia en ello, eso había durado meses y no parecía que tuvieran la capacidad de achicar el agua del sótano salvo en pequeñas intervenciones. Mostró una sonrisa suave al ver llegar la comida —. Huele muy bien, sí. Gracias por la comida.
Tirada de Cass en su privada:
Motivo: Medicinas ok?
Tirada: 4d6
Resultado: 6, 3, 3, 2 (Suma: 14)
Aquella pregunta de Trish hizo pensar a Cass. ¿Podía ser que debajo de todo el agua del sótano quedasen medicinas en buen estado? Tal vez si estuvieran envasadas al vacío pudieran haberse conservado... Aunque, ¿no decían siempre que los medicamentos debían conservarse lejos de la humedad?
Enseguida la buscadora se dio cuenta de que no tenía ninguna certeza al respecto, sólo teorías sin más base que su sentido común.
Tirada oculta
Motivo: Dif media
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 3, 5 (Suma: 8)
Exitos: 1
Te respondo mejor aquí para saber luego dónde tengo las cosas xD.
Karina sonrió con la broma de Trish y ya con las cosas colocadas sobre la mesa se echó un poco hacia atrás en su silla.
—Depende de cuánto tiempo lleven ahí abajo —valoró, echando un vistazo al suelo—. Pero el agua no le sienta muy bien a las medicinas, así que yo no contaría con ello.
Su mirada iba alternándose entre la muchacha y el hombre con el bebé, que en ese instante abría la boca en un enorme bostezo. Parecía que el gesto de Kane acunándolo lo estaba adormeciendo.
—El frío no afecta mucho al mercado, la verdad —dijo entonces, recuperando una pregunta que había quedado en el aire un momento atrás—. La gente necesita cambiar cosas todo el año.
Me cuelo con Karina para ir respondiendo cosas. No cierro por ahora, pero id teniéndolo en mente y si os queda algo por hacer o decir, adelante ;).
La buscadora se sentó a la mesa, miró a su hermana ante la pregunta y frunció las cejas, fue a responder pero Karina se le adelantó y ella esbozó una medio sonrisa.
-Poco saldrá de ese sótano.
Al menos poco material, ella prefería pensar que el espacio sin agua y bien acondicionado podía serles útil para otros menesteres.
Trish dibujó una sonrisa al escuchar el comentario de Kane. Se encogió de hombros con naturalidad, consciente de que ella poco había hecho más que ir a por las cosas.
—Luego se las damos a Sky —propuso mientras sus ojos se desviaban hacia el bostezo del bebé. Negar que aquello había sido monísimo sería una mentira terrible. De modo que los ojos de la chica de pelo azul siguieron en el pequeño unos segundos, esperando a ver qué más hacía. Después se dirigió a Karina.
—Entiendo —aseguró antes de bajar la mirada al suelo un par de segundos, escuchando. Sin embargo no tardó en levantar la mirada con emoción renovada—. Bueno, seguro que encontramos alguno con sello totalmente hernético, como los botes de esta mañana.
—Oye, y en el trueque —dijo tomando asiento tras servir, e hizo un gesto por si querían empezar ya—, ¿qué es lo más raro que has visto cambiar?
Kane siguió apurando el suave vaivén de sus brazos, el efecto sedante que ejercía sobre el bebé iba surtiendo efecto. Iba escuchando la conversación sin apenas intervenir, no tenía mucho que decir al respecto y su atención llevaba muy dispersa desde primera hora de la mañana cuando encontró al niño. Su pequeño arranque de duda al preguntar aquello de los niños y el recordar a sus padres había cesado, un sentimiento de poderoso miedo escénico se había apoderado de él al ver como bajaba la mirada.
No tenía mucha hambre, pero comería lo justo una vez estuviera el bebé dormido y pudiera dejarlo en su canasto. Sonrió levemente a Karina cuando esta los miraba, con ello procuraba mostrar confianza, aunque en el fondo no las tuviera todas consigo ni sabía si estaba haciendo bien. Solo era intuición, pura intuición.
El niño terminó por cerrar los ojos y emitir un hondo suspiro antes de quedarse finalmente dormido, con sus deditos aferrando la ropa de Kane y los labios entreabiertos.
Mientras tanto, Karina no necesitó pensar ni un momento antes de responder a Trish.
—Sangre —dijo, alzando un poco las cejas—. Hará unos meses llegaron unos tíos vestidos de negro con una furgoneta. Le daban ropa y comida a la gente a cambio de un poco de sangre, pero no respondieron a ninguna pregunta sobre para qué era o qué iban a hacer con ella. Daba un poco de mal rollo, la verdad, pero muchos aceptaron. Eso es lo más raro que he visto.
Se encogió de hombros y cogió la cuchara para soplar un poco y empezar a comer. Saboreó la sopa y emitió un sonido de placer, cerrando los ojos por un instante.
—Está cojonuda —afirmó—. Decídselo a esa chica de mi parte.
Trish escuchó el relato de la mujer con los ojos bien abiertos y toda la atención en ella. Si no hubiera dicho que lo había visto con sus propios ojos probablemente habría creído que exageraba, porque aquello daba verdadero mal rollo. Sí, entendía que alguien pudiera querer comprar sangre, aunque sólo fuera por un tema de transfusiones. Y por desgracia también entendía que otros quisieran venderla a cambio de ropa y comida. Pero que no respondieran a nada... Eso sí que daba cosa.
—Joder —murmuró tras escuchar aquello, y con el último comentario asintió.
—Se lo diré —prometió—. Y si alguna vez quieres volver, avisa. Seguro que podemos llegar a algo.
Si por Trish fuera la habría invitado a acudir siempre que quisiese, y gratis, y probablemente se notaba en su actitud. Ese llegar a algo que decía bien podría ser un «hoy por ti y mañana por mi». Probablemente Clementine lo hubiera planteado desde un punto de vista mucho mas moral, de cuál era el deber de uno pudiendo ayudar a otro... Para Trish todo aquello era mucho más natural que cuando su amiga lo expresaba: mientras ella y los suyos tuviesen para comer, ¿por qué no compartir?
—Para no saturar me gustaría que fueseis terminando las escenas que aún quedan abiertas anteriores a la cena (no los flashbacks, sólo las escenas de este día).
Si nadie más quiere preguntar algo importante, por mi parte estamos.
Cassandra comía despacio, escuchando la conversación pero sin intervenir. Lo cual era lo más normal del mundo, habitualmente Trish hacía las preguntas adecuadas, en el tono apropiado y en el momento idóneo, y ella sólo tenía que afinar bien el oído y memorizar la información. Cuando la invitada respondió a la pregunta de su hermana, la buscadora se quedó con la cuchara parada a escasos centímetros de su boca un momento y luego continuó comiendo, apenas fueron dos segundos, pero si alguno de los presentes le estaba prestando atención seguro que lo vio.
Pensó en preguntar sobre el tema, si había algún logotipo en la ropa o en la furgoneta, cuántos eran, si había pasado en otros mercados... mil cuestiones más se arremolinaron en su mente inquieta. Al darse cuenta que posiblemente Karina no supiese la respuesta y su interés sólo llamaría la atención las deshechó todas, bueno casi todas, hubo una que creyó que la mujer podría responder y ella no se pudo resistir a saber más. Era casi una necesidad.
-¿Cómo era esa furgoneta? nunca se sabe...
En realidad ella sí sabía, sabía que no les daría su sangre a no ser que supiese exactamente para qué la querían y le pareciese bien, pero eso no era algo que fuese a airear.
Kane frunció un tanto el ceño al escuchar aquello de lo más raro que le habían pedido, pero su atención era absorbida por el bebé, el cual apenas le dejaba comer. Por alguna cuestión que no entendía, no sabía dónde debía dejarlo y si eso estaría bien, paralizado por la indecisión de aquel instante. Escuchó las intervenciones subsiguientes sin dar voz a su postura, aunque la verdad tampoco tenía mucho que decir y, en realidad, tampoco tenía excesiva hambre. Los acontecimientos del día se la habían robado con bastante contundencia.
Por mi también se puede cerrar, poco más tendría que decir ^^u
—Negra, no muy grande —respondió la mujer, deteniéndose solo para meterse otra cucharada en la boca—. Con algunos rayones y sin matrícula.
Eso no era raro, en los tiempos que corrían las matrículas ya no servían para nada. No había un registro gubernamental y su única utilidad real era que otros pudieran reconocerte, lo cual solía ser más bien una desventaja. Karina no parecía darle demasiada importancia a aquello y pronto pasaron a hablar de otras cosas.
La conversación siguió su curso, entre anécdotas, consejos para los cuidados del bebé y conversaciones insustanciales. La mujer se quedó hasta que la vajilla estuvo limpia y, finalmente, se marchó con una pequeña cantidad de cardamomo envuelta en una bolsita de plástico y una sonrisa prendida en los labios.