Kolya intentaba descansar para intentar curarse más aún, pero con el medicae lanzando los trastos a la soldado inquisitorial era imposible porque tenía que luchar por contener la risa porque le hacía que le doliera el torso, o al menos lo que le quedaba de torso que no quería mirar solo porque no quería ver que solo le quedaba muy poco de éste.
-La tienes en el bote -animó al soldado mientras sonreía, lo que le provocó dolor y este un ataque de tos que le provocó más dolor todavía- joder -se quejó mientras intentaba calmarse y descansar.
Le mataba el estar sin poder hacer nada, pero si intentaba algo seguro que moriría y sería peor aún.
La soldado inquisitorial no escuchó, o quizás eligió no escuchar, las palabras del muy herido Kolya, mientras Nicodemus encontraba algo mejor en lo que ocupar su tiempo. Revisando los suministros, empezó a hacer cálculos mentalmente, intentando estirar al máximo aquello de lo que disponían. Lo cierto es que era complicado, pero sería teóricamente posible una disolución de algunos compuestos.
Era un trabajo delicado, ya que de pasarse podría echarlos a perder. Pero seguramente la proporción que tenía en la cabeza sería suficiente para estirar algo los recursos médicos de que disponían, al menos hasta que llegaran más. Si es que llegaban.
Las palabras habían sido ignoradas de lleno mientras estaba trabajando, pero el acceso de tos le hizo dejar el bote que estaba comprobando de un golpe en la mesa e ir corriendo a por el sargento.
-Sí, soy un fucker de natural, pero usted no se mueva, sargento -dijo, haciendo hincapié en las palabras lentamente, como si tuviera que repetírselas. Y que el hombre estuviera forzándose implicaba de forma exacta eso- Lo que le he dicho antes no es broma. NO TIENE USTED TORSO, SARGENTO. Se mantiene vivo por una mezcla de sintepiel de emergencia, vendaje sabiamente aplicado y milagro de eficiencia de este cuerpo médico con la sábana tapando todo el resto -continuó mientras echaba un vistazo rápido detrás de la sábana, viendo algo que no debió de gustarle y disparando el spray encima, lo que causó una oleada de dolor eléctrico en el suboficial- Cualquier movimiento que haga puede destrozar los músculos que están haciendo los esfuerzos para mantener el conjunto, ¿me explico? Y tampoco intente mirar el fruto de la operación. Cero. Movimientos.
Concluyó.
-La única razón por la que no le he sedado era porque necesitábamos su testimonio, y porque hemos quemado todos los nervios de la zona con la cauterización. Pero si no va a ser capaz de quedarse quieto sin elevar la voz más que un murmullo, voy a tener que aplicarle un tranquilizante. Y se están convirtiendo en un bien escaso por estos pagos.
Al escuchar la tos, se giró levantándose ligeramente cual suricato para ver que ocurría. Dejó lo que el Emperador quisiera que estaba haciendo, y se acercó hasta el Sargento Vladislovich y Nicodemus, en aquel silencio que tanto le gustaba mantener. Como una sombra, se puso a un lado de Nicodemus para observar las heridas bajo la sábana y la posterior aplicación del coagulante.
Ante lo dicho por Nicodemus, poco tenía que añadir. Se limitó a asentir con la cabeza para dar validez y reafirmar lo dicho. Por otro lado, desvió la mirada en dirección a las escaleras de subida. Hacia tiempo que todo parecía tranquilo, y no podía evitar preguntarse como iban las cosas por arriba. O si todo iba bien.
La escena transcurría con normalidad en la enfermería cuando de repente algo ocurrió. Como un anticipo, sintieron como el vello se les erizaba a todos mientras un escalofrío les recorría, como si algo estuviera a punto de ocurrir. Y tras eso, desde todos lados y ninguno a la vez, resonó una carcajada.
Estaba tan cargada de maldad y vileza y era tan claramente antinatural que su sola aparición sobresaltó a todos los presentes, esperando que el Enemigo apareciera de pronto desde cualquier punto. Sin embargo, tras aquella risa demoníaca... Nada.
Tiradme voluntad +10, si falláis, 1d4 también.
Diría que pasamos a narrativo, pero vosotros ya estabais en eso. Felicidades por haber sobrevivido, pronto empezará el reparto de px.
Observaba en silencio las escaleras de subida a las plantas superiores, preguntándose cuando sabrían algo de como estaban las cosas más arriba. Le gustaba la enfermería, incluso había difrutado ayudando a remendar los trozos de Vladislovich para que pudiera hacerse pasar por humano. Sabía que aquel era su sitio, le gustaba y lo disfrutaba. Pero de forma inevitable, sentía que también quería subir arriba, estar con los acechadunas y dispararle a algo cuando todo el mundo estaba bien.
Cogió aire, a punto de quitarse aquel pañuelo que cubría parcialmente su rostro con la intención de hablar. Que Khaled hablara siempre solía ser una novedad, producto de ideas muy meditadas y de razonamientos a los cuales muchas veces solo él podía llegar. El gesto de inspiración lo delató como futuro autor de algún tipo de revelación mistica propia de la palabra del Dios Emperador, cuando sintió como el vello se le erizaba.
Una sensación tan desagradable como como incómoda. Sintió el vello y la piel reaccionar a algo que todavía no había ocurrido, y miró a su alrededor hasta acabar con la vista en Nicodemus, buscando en su reacción si él también había sentido aquello. Pero apenas tuvo tiempo para leer su reacción, cuando escuchó aquella carcajada.
Tenía la sensación de que la había escuchado con el alma, que aunque se arrancara los timpanos seguiría escuchándola. Aquella era la típica risa que volvías a escuchar las peores noches de tu vida, el clásico sonido horrible y perturbador que eresincapaz de olvidar y que te persigue hasta la misma tumba.
Apenas dejó tiempo de reacción, tomando el rifle que llevaba colgado a la espalda y se giró hacia el centro de la enfermería sin moverse de su posición junto Nicodemus y el teniente Vladislovich. Lo que si hizo fue clavar la rodilla en el suelo, no solo para tener más estabilidad de disparo, también para no interrumpir la linea de visión del jefe.
Movió el rifle en arco, buscando al objetivo, en busca del origen de aquella carcajada sin éxito. Repasó con la vista, entrecerrando los ojos, la totalidad de la sala mientras su dedo acariciaba el gatillo preparado para dar una cálida bienvenida a lo que el Emperador quisiera que fuera aquello.
Pero no encontró nada.
Después de unos prodenciales segundos, después de haber repasado dos veces la sala y afinar el oido por si estaba oculto, tragó saliva. - No lo vio. - informó en un murmuro, esperando algun tipo de confirmación por parte de Nicodemus. Tampoco disimuló un vistazo a la medicae inquisitorial, para ver su reacción, o si daba alguna orden.
Motivo: Voluntad
Tirada: 1d100
Dificultad: 46-
Resultado: 3 (Exito)
Motivo: Voluntad +10
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 100 (Fracaso)
Motivo: Sorpresa pifiosa
Tirada: 1d4
Resultado: 1
Y cuando aún no terminaba de decir "pagos..."
-*VENEFICA!*
Ante el grito de aviso para una escuadra que (salvo un aprendiz médico) no estaba allí, el medicae reaccionó por instinto, clavando rodilla en tierra, cubriendo la espalda con la superficie más cercana, que era en este caso la camilla con el sargento, despachando con rapidez la carabina que procedió a desplegar con rapidez, los ojos recorriendo la sala en busca de la presencia que sentía más que veía. Aquello fue lo que Khaled encontró cuando dirigió la mirada, demostrando que no era el único que lo había notado, no eran imaginaciones suyas y que era para tomárselo en serio.
-Venefica Havemvs, Proct- -se corrigió, fijándose en el no-ilustrado que tenía delante- Tenemos una maldita bruja en el perímetro, Khaled. Consolida la posición por si esto es alguna clase de jugarreta infernal, regla de los treinta segundos. Titus, conmigo, cubre el otro flanco. Quiero saturación en el mismo momento que tengamos visual.
Los ojos del soldado de asalto seguían recorriendo la sala, buscando cualquier indicio que pudiese llamar la atención a una inminente emboscada.
Motivo: WP
Tirada: 1d100
Dificultad: 47-
Resultado: 42 (Exito)
- Ricibido. - Contestó de forma breve y concisa. No había visto en su vida a una bruja, y sinceramente, podía pasar sin ver una. No se movió de su posición, aferrando el rifle lo suficientemente fuerte como para que el sonido del cuero apretando el polímero del rifle fuera suavemente audible durante una fracción de segundo.
Ahora mismo, no tenía claro si la tensión que sentía, era producto de una mezcla de miedo y adrenalina, o por lo contrario era algo más físico. Fuera lo que fuera, siguió peinando la sala con la vista y acompañandola con la boca del arma. Posiblemente, aquellos fueran los treinta segundos más largos de su corta vida.
Y la nada continuó allí tras aquel último despunte de maldad sobrenatural. Poco a poco, todos se fueron dando cuenta de las implicaciones que aquella nada tenía: los combates habían terminado. Era el momento de calibrar los daños y organizarse, a la espera de instrucciones, pero parecía que el asalto del enemigo había terminado. O quizás en la enfermería no lograban escuchar lo que quedara fuera.
Aunque a juzgar por la reacción de la medicae inquisitorial, que había sobrellevado aquello con la misma sana paranoia que el resto de sus compañeros médicos, la cosa debía haber cambiado. Un par de rápidas palabras por el intercomunicador después, dijo a los presentes:
-Los combates parecen haber terminado. Hemos aguantado por ahora.
Con aquella tensión en el aire, la stormtrooper pareció recibir un mensaje de nuevo. Asintió levemente, aunque esta vez no se molestó en apartarse o rebajar el tono, siendo perfectamente audibles sus palabras.
-Entendido señor. Haga saber que necesitaremos, al menos, un vehículo de evacuación médica. El sargento no puede ser trasladado en un transporte normal en este estado. Aha... Lo comunicaré.
Tras eso, se volvió a los presentes.
-Desmontamos. En tres horas llega nuestro transporte. Prepárense.
El tiempo pasó, pero nada más ocurrió. Aun así, mantuvo la posición y la alerta hasta que se le dió la orden de que el peligro había acabado. Y aun así, tardó unos segundos en moverse, dado que seguía mas asustado y nervioso de lo que le gustaría reconocer.
Tras ponerse en pie, y por iniciativa propia, comprobó lo largo y ancho de la habitación, buscando cualquier cosa que pudiera parecerle sospechoso, pero nada encontró. Así, decidió tomarse un descanso para intentar quitarse aquella carcajada de la cabeza.
Dedicó el resto del tiempo a comprobar que las constantes de Kolya seguían estables, a comprobar los suministros y ordenar las cosas hasta que la medicae inquisitorial comenzó a hablar, lo que le hizo detenerse y girarse para escuchar la conversación. Tenían que desmontar la parada para marchar.
¿A donde?
Suponía que aquellas eran cosas que no encesitaba saber. Solo esperaba ser de ayuda allá donde lo destinaran. Así, comenzó a ordenar los suministros y empaquetarlos para que no se rompiera ni perdiera nada durante el transporte.
Realizando el saludo tradicional del águila a media asta sobre la frente, Nicodemus saludó ante las palabras de la asistente inquisitorial (que no quería ser la oficial al parecer pero cadena de mando era cadena de mando) y descansó su posición de combate. Al no ser el oficial de mayor grado allí presente ni siquiera tuvo que patear los miserables culos de su aprendiz o del otro niñato cabezatoalla, con lo que podía dedicarse de nuevo a su tarea.
Que en aquel momento era parecer ocupado y en realidad no hacer nada, pero era una labor cuyo interés se revalorizaba después de que sucediese cualquier cosa. Además, con un poco de suerte así acabarían de vigía en el transporte médico con el sargento, con el billete de salida más cómodo y privilegiado al cuartel.
La parte buena de tener una enfermería tan provisional es que no había mucho que desmontar. Además, la mayoría de los heridos eran capaces de desplazarse a pie sin problemas, aunque las escaleras y el sargento Kolya sí plantearon algún inconveniente, que hubo que solucionarse con muchas manos, sudor y una lentitud extrema para no sufrir un accidente que acabara con él.
Sin embargo, pronto todo quedó dispuesto en la planta baja de la mansión...