Partida Rol por web

A pesar de que el blindado seguía recibiendo impactos, se cobraba su coste en vidas, terminando de segar a todos los valientes que habían intentado dañarlo con las granadas krak. Lo cierto es que las fuerzas desplegadas allí tenían un problema con eso, y si no lo solucionaban pronto, puede que aquel vehículo se convirtiera en la clave de la victoria en aquella sección. 

Ya con una mano libre y la otra empuñando el sable, me dispongo a enzarzarme en combate con ellos.

Con ira lanzo mis estocadas y golpes cortantes, pero la precisión no me acompaña, a pesar de que intento afianzar el pie derecho con la esperanza de corregir mi error, lamentablemente el golpe pasa bastante alejado de mis enemigos.

El sable ya esta bajo, pero aun me queda mi otra mano, que lanzando un buen golpe también fallo a escasos centímetros de la cabeza de mi rival. 

-¡Joder!- Enfurecida por mi escasa precisión, empiezo a desear que mis compañeros consigan algo pronto o ese blindado acabará con nosotros. Mierda, parezco una jodida novata... 

Los soldados de krieg atacaron con furia a los miembros de uno de los grupos de herejes. Rodeándoles y aprovechando suy superioridad numérica, descargaron con justa ira sus herramientas de trinchera sobre sus cabezas, una y otra vez, consiguiendo acabar con sus vidas. Mientras tanto el blindado avanzó, quizás iba bajo de munición, o quizás tenía algún otro plan...

El tanque, estaba realmente cerca, era el momento de ocuparse de él. Así que rápidamente extraje una de las granadas que había cogido y me dirigí hacía la que suponía una parte más frágil, le impactaría en el blindaje trasero. 

Colocando firmemente los pies y una vez bien asentada, tome el impulso necesario creando un arco con la mano, en el cual en el momento óptimo soltaba la granada hacía el blindado que tanto daño había causado en las filas de los Krieg, ahora también mías.

La granada krak salió despedida de mi mano, rotando sobre si misma y directa a su objetivo, un lanzamiento perfecto. La explosión fue en el momento exacto, solo esperaba que cuando se disipara un poco el humo, mostrara los daños que había causado, ya que solo me quedaba una última granada.

Las granadas krak volaron, y una lo hizo con tan buena fortuna que entró dentro del cañón de la torreta. La explosión resultante destrozó el arma principal, lanzando trozos de metralla hacia todos lados, también hacia el interior. El blindado aún parecía capaz de moverse (aunque malamente debido a un impacto anterior) y la tripulación parecía haber decidido que había sido suficiente, puesto que empezó a maniobrar y alejarse, aunque puede que no a suficiente velocidad. 

Observando el daño hecho al blindado, decido continuar golpeando a ver si cae de una vez, por lo que avanzo hacía mi nuevo emplazamiento y saco mi última granada, deseando que impacte con precisión.

Cojo impulso y la lanzo hacía el vehículo, esperando que con suerte se meta por alguna obertura que se haya abierto con los impactos y golpee en una zona con menor blindaje. Lamentablemente, la granada se va bastante lejos de su objetivo. Maldito viento... Echando la culpa a un factor externo, nunca admitiría mi error con mi último proyectil.

Aquella chatarra oxidada se alejaba rechinando de manera lastimosa, pero los hijos de Krieg no estaban dispuestos a dejar pasar aquello así como así. Desde el lateral de la trinchera, los dos que se encontraban allí se alzaron con granadas Krak en las manos, listos para poner fin a la existencia de aquel cacharro.

-¡Por Krieg y por el Emperador!-dijeron, mientras lanzaban ambas granadas. Una de ellas no solo acertó, si no que se coló en el hueco dejado por la torreta, con tal fortuna que acertó al depósito de munición del blindado. Con una tremenda explosión, fragmentos de metralla volaron por todos lados, barriendo al único grupo de traidores que quedaba en pie, e hiriendo a algunos soldados. Sin embargo, ya nada importaba. Habían defendido la trinchera. 

Veo como las granadas de mis compañeros y con buena fortuna, por lo que rápidamente, me tiro al suelo, sabiendo lo que está por venir, no pasa ni un segundo antes que la explosión reviente al tanque y la metralla salga disparada por todo el campo de batalla, los impactos de esta, caen cerca mía, pero por suerte ninguna me hiere.

Pasan unos segundos, antes de que reaccione, me levanto y miro a los lados, ya no quedan enemigos. Por lo que contenta, me sacudo el polvo y la tierra, es más un acto para sentir el final del combate, más que para limpiarme, estoy llena de barro, polvo y sangre, aunque por suerte, no es mía. 

Miro a la trinchera, donde los soldados de Krieg han mantenido la línea, impasibles ante las adversidades, es un punto a su favor, la gloria se la llevaran ellos. A mí, solo me interesa poder cumplir mi misión, aunque espero haber aportado algo a la defensa de esta trinchera.

Envaino mi sable, realizando un giro de muñeca, este se desliza por la vaina suavemente. Después me dirijo hacía donde están los demás soldados, conviene descansar un poco.

Cuando el furor del combate terminó, los soldados de Krieg parecieron sufrir un leve conato de depresión. Era difícil decirlo al estar sus caras tapadas por las máscaras de gas, pero un miembro del clado Callidus como tú podía leer el lenguaje corporal con relativa facilidad. Parecía que la fama de los soldados de Krieg era más que merecida, tanto respecto a su arrojo despreocupado en combate... Como a la decepción que sentían al no dar su vida por el Emperador.

Por supuesto, aquello no se podía aplicar al comisario. Por lo que se te había instruido, los comisarios siempre venían de fuera de los mundos regimentales, provenientes de las Scholas Progenium situadas aquí y allí por el Imperio. Eso explicaba porque los comisarios de Krieg no compartían la actitud del resto del regimiento, y en esos momentos procuraba ensalzar el valor demostrado y asegurar que el mando sabría de la buena actuación que habían tenido... Algo que al resto parecía darles igual. Simplemente volvieron a guarnicionar la trinchera con mutismo absoluto, mientras tiraban fuera los cadáveres herejes, y se llevaban a una zona más recogida los restos de sus compañeros, sin un asomo de tristeza. 

Los soldados de Krieg, eran realmente extraños, ni una palabra, ni nada después del combate y si yo quería mantener mi cuartada debía seguir así, ya se me había olvidado una vez.

Mientras  me movía por la trinchera, me iba ajustando mi equipo, tenía que llevar cierto orden, era importante por si llegaba el combate de nuevo sin previo aviso.

Los ensalzamientos al valor del comisario de poco servían con esta gente, siempre leales, no tenían momentos para divertirse, sirviendo al Emperador con ese halo de tenebrosidad que les aportaba su impasibilidad ante la muerte, ante cualquier enemigo, ellos iban a hacer lo que se debía hacer.

Me senté a escuchar las palabras del comisario, como si ahora mismo no hubiera nada mejor que hacer y por supuesto, yo no me iba a poner a recoger cadáveres, tampoco quería interpretar a la perfección mi papel…

Siendo sincera, no había costado mucho acabar con toda la línea enemiga, eran traidores, quizás más adelante los conociera más de cerca y si tenía la oportunidad de conocer a su líder, pronto acabaría esta guerra, nuestras fuerzas tomarían el planeta y no se tendría que hacer uso de la orden Exterminatus.

Había que tener paciencia, intentaría acabar lo más rápido que pudiera… de fondo se podía escuchar al comisario, continuando con su sermón. Pobre, debe sentirse como yo… Hasta los orkos dan mejores conversaciones que estos tíos.

Sonriente aunque sin poderse ver debido a la máscara me recosté en la trinchera, cruce mis piernas, el polvo se vía caer de una de mis botas, como marcando el final de esta batalla, finalizaba suavemente sin mayores consecuencias.

Me mantendría a la espera del siguiente movimiento, pero al menos lo haría cómodamente.

Poco a poco, la perorata del comisario va descendiendo de volumen, hasta que simplemente carraspea y guarda silencio. Parece haberse dado por vencido, al menos en esta ocasión, y simplemente va imponiendo orden y asegurándose de que se haga lo que debe hacerse. Mientras tanto, solo llegan algunos débiles ecos lejanos de combate, parece que pronto las líneas imperiales estarán en paz, aunque durante cuanto tiempo, es algo complicado de decir. 

Al final el comisario ha comprendido que no tiene sentido hablar con los soldados de Krieg, parece que el combate va llegando a su fin y espero que nos podamos anotar una batalla ganada, una a una ganaremos la guerra.

Estos minutos de descanso, me han venido bien, no he sufrido ningún rasguño, pero hasta a mí me gusta pasar un rato relajada y no en constante tensión. Me levanto y realizo unos estiramientos, ya estoy preparada para la siguiente ronda, aunque me gustaría disponer de un poco más de tranquilidad.

Otra vez ojeo que todo mi equipo este colocado, pistola láser, rifle, sable, cuchillo, mi granada. Todo donde debe estar por si se produce un ataque sorpresa, una vez me cercioro de ello, me acerco al límite de la trinchera y ojeo el horizonte, en busca de alguna novedad, aunque entre el humo producido por la explosión del blindado y los ataques de la artillería, a penas se puede ver algo con claridad.

Poco a poco, la trinchera vuelve a un estado presentable. Se nota que los Krieg estan especializados en esta clase de combates, pues se mueven con naturalidad en el entorno y saben de sobra que puntos necesitan reforzarse, además de parecer inquietantemente cómodos, a falta de una palabra mejor, en aquel entorno lleno de cráteres y alambre de espino. 

Aún quedan ruidos de combate en la lejanía, aunque ya apenas eran unos pocos disparos. Puede que pronto acabara aquel asalto del enemigo.

Mi mirada seguía fija en el horizonte, esperando a cualquier cambio, los sonidos de batalla, cada vez más débiles me indicaban que esto llegaba a su fin pero no había que bajar la guardia, no mientras estuviera en el frente.

Mis compañeros de trinchera eran callados y no mantenían ninguna relación con sus camaradas, la verdad es que me iba perfecto para mantener mi cuartada a salvo, pero el pobre comisario, debía estar realmente aburrido. Me gustaría hablar con él para entretenerme un rato pero lamentablemente no podía hacerlo.

Sin duda este había sido mi disfraz más silencioso. No pude evitar sonreír debajo de la máscara.

Un par de soldados empiezan a recorrer la línea con unas bolsas, de las que extraen latas de raciones que van repartiendo a todos los que encuentran. En silencio, y sin apenas retirarse la máscara respiratoria, los hombres y mujeres de Krieg empiezan a comer, de manera automática, con un comportamiento tan apagado como el que han estado demostrando desde que se acabó la batalla. 

Cojo la raciones y me quito la máscara para comer, quizás no como lo harían los Krieg, además ya que me he molestado en crear este rostro, tendré que mostrarlo alguna vez, mientras voy desabrochándome de un lado, esta cae hacía el lado sujeto, mostrando mi pálida piel, toda blanca, impoluta ya que ha estado tapada durante todo el combate. Algún mechón cae formando un tirabuzón rojizo por mi frente.

Me quito los guantes negros y los dejo a un lado, para abrir la lata con cuidado y sentarme, no es la mejor comida, pero nunca he sido de comer mucho ni siquiera de gustos selectos, me da igual lo que sea, lo tomo porque lo necesito no porque disfrute o me guste.

Al meter la cuchara, saco un poco de la deshilachada carne con un poco de jugo, me lo meto en la boca. Su sabor es asqueroso, me da igual. Miro de reojo al resto de mis compañeros, como es su costumbre siguen sistemáticamente con lo que hay que hacer, ni más ni menos, en sus rostros no se puede apreciar nada.

Cada cucharada, me deja el estómago un poco más lleno y antes de acabar la ración ya me siento realmente llena. La dejo a un lado, para levantar mi azulada mirada y observar a de nuevo a los hombres y mujeres de Krieg, ni sienten ni padecen. Apoyo mi barbilla sobre mi mano y mi codo sobre mi rodilla.

Deleitándome con la visión de todo el regimiento comiendo, al menos parece que ellos si se van a acabar la ración, todo como debe hacerse, si hay que acabar una ración se la acaban, si hay que retirar un cadáver lo quitan, si hay que morir por el Emperador lo hacen.  Sélica IV tiene suerte de contar con el apoyo de los Krieg, de eso no me cabe duda, pueden ejercer de yunque o de martillo, versátiles, resistentes y sin miedo de nada. Quizás por eso me mandaron a este regimiento, para que mi compañeros no cometieran el error de retirarse cuando avancemos sobre el enemigo.

No puedo evitar admirarlos, su determinación seguramente acabe marcando el transcurso de esta guerra. Un brillo surca mis ojos de lado a lado, mientras una efímera sonrisa se dibuja en mi rostro, tan pequeña que desaparece al segundo, como si nunca hubiera estado ahí. ¿Emociones? No debo mostrarlas ahora somos de gente de Krieg.

No pasó mucho tiempo antes de que llegara una comunicación del alto mando, poco después de que los sonidos de combate cesaran. El ataque había sido rechazado en todas las secciones, y se ordenaba a todos los regimientos que se reagruparan y reaprovisionaran, reemplazando a los hombres del frente por otros más frescos.

Naturalmente, los hijos de Krieg no tardaron demasiado en obedecer la orden, aunque en honor a la verdad los refuerzos llegaron mucho más rápido de lo que se marcharon los envueltos en el combate, casi perezosamente, como si tuvieran la esperanza de que hubiera un ataque de última hora y pudieran quedarse. Por suerte o por desgracia, no fue así, y pronto volvieron a su zona de acuartelamiento en las trincheras.