Partida Rol por web

-Eso espero, sargento Lenz-replicó la voz del Lord General al otro lado del comunicador-seguramente tengan que moverse rápido cuando consigamos romper este maldito cerco. Bueno, si no tienen nada más que añadir ninguno de ustedes, pueden retirarse. Me gustaría tener unas palabras a nivel operativo con el sargento Druso, si nos disculpan. 

Ahmed se cuadró, saludó marcialmente a Druso y se retiró tal y como el General había ordenado. Regresaría junto a los Acechadunas de la mansión e informaría a su grupo. Tenían que irse preparando.

Por un lado tenían buenas noticias: les iban a tratar de bombardear con alimentos y suministros. Pero por otro lado, ignoraban cuánto tiempo tendrían que aguantar el asedio.

Iba a tocar armarse de paciencia y esperar matando cuantos enemigos pudieran.

En definitiva, una noche más en las vidas de los Acechadunas.

El sargento había escuchado con atención las palabras de los participantes en esta conferencia telefónica. Lo cierto es que su cargo, comandante en jefe, aunque fuera de este mínimo lugar, le venía grande. Era solo un sargento, demonios. Y lo que necesitaban era, al menos, un oficial táctico.

Pero como con todo lo demás, la guerra no va de usar la persona o instrumento adecuado en el lugar adecuado: va de apañarse con lo que se tiene.

- Sí, especialista Mallear Krak. Cuento con ello- dijo asintiendo a las palabras de este para, acto seguido, al escuchar las palabras del lord general, alzar la voz- Señores, salgan fuera.

Una vez quedaron solos aclaró su garganta.

- A sus órdenes, lord general. Estamos solos.

Kolya no tenía nada que añadir, por lo que estuvo callado mientras escuchaba a los demás; pero no pudo evitar una gran cara de sorpresa cuando el selicano se ofreció para desplegarse y recoger los suministros. ¿Estaban ofreciéndose para hacer algo que ayudara al conjunto? Tal vez hubiera entendido que solos no sobrevivirían, o tal vez solo quería colgarse la medalla.

Sí, lo segundo tenía más sentido en esos pijines.

-Voy a revisar como van mis ratas -dijo a modo de despedida antes de salir de la sala de mando.

Hago un gesto de asentimiento, seguido de un saludo militar. No tengo nada que añadir, todo lo que han dicho es más que suficiente para aquellos a los que represento, así que ha llegado el momento de volver con ellos y esperar.

Me retiro de la reunión.

Sin nada más que añadir, únicamente podíamos esperar a que el lord general terminara de hablar de lo que fuera con Druso, aunque tal y como pintaba la cosa, posiblemente fuera decirle que lo teníamos más que jodido y que los escáneres indicaban que posiblemente no veríamos un nuevo amanecer a juzgar por los enemigos que se dirigían hacia nuestra posición. En cualquier caso, si esa era la situación, pronto lo descubriríamos por nosotros mismos.

El Lord General Marius Hephaestus esperó pacientemente a que el sargento le indicara que estaban solos antes de volver a hablar. Tras eso, carraspeó y dijo:

-Muy bien. Todo suyo-y tras eso pudo escucharse como se retiraba los cascos y se alejaba de allí, ordenando a todo el mundo que abandonara la sala. Tras eso, casi dos minutos sin nadie al aparato...

... Que acabaron cuando otro individuo tomó los cascos y, tras colocárselos, habló por ellos.

-Sargento Druso, ¿me recibe?-preguntó una voz. Una voz que sólo podía pertenecer a una persona. Al Inquisidor Harkon. 

Lo cierto es que esperaba, aunque quizás el término adecuado sería más bien temía, algo así. Ello no impidió para que el sargento respondiera como debía.

- Mi señor inquisidor. A vuestro servicio. Estamos solos.

La reunión termina luego de que el Lord General Marius Hephaestus la da por terminada, indicando que harán lo posible por abastecernos mientras defendemos esta posición. Ellos aún luchan y esta batalla no está perdida como todos parecieron creer al momento de retirarnos del combate en aquel enorme y pútrido campo.

Cuando indican a todos que debemos marcharnos para darle privacidad con el Sargento al mando, hago un saludo marcial y me retiro del sitio, sin decir una palabra más, para luego volver a los establos donde mis compañeros esperan las órdenes que debo comunicar.

-Bien. Lo que le voy a decir es alto secreto, así que no debe salir de aquí. O, mejor dicho, no debe conocerlo nadie que no sea menester fuera de su regimiento, lo que incluye al resto de los mandos allí desplegados-dijo el inquisidor con tono serio, para después aclararse la garganta y empezar a hablar.

-Hace un día, hubo unas celebraciones en la capital. Envíe a mi pupila en mi nombre, la Interrogadora Sómnir. No ha vuelto. Ella y su escolta se han desvanecido. Me niego a pensar que unos cortabolsas o matones de callejón cualquiera pudieran con ellos, y aunque así fuera, sus cuerpos ya habrían aparecido desvalijados en algún lado. No ha sido así. No responden a llamadas, nadie les ha visto y nadie sabe nada de ellos ni decirme donde están. No soy un hombre que crea en las casualidades, sargento. Así que seré directo y le preguntaré: ¿de quienes se fía? ¿Hay alguien al que considere sospechoso, o alguna unidad actúa de manera extraña?

Hay sólo unos instantes de silencio antes que Marcus logre articular una respuesta.

- No soy un experto en el comportamiento humano, mi señor inquisidor. Sólo soy un soldado, y lo cierto es que todos mis compañeros han estado luchando y muriendo. Ahora bien... si se trata sólo de confianza... el apoyo del sargento Nikolai "Kolya" Vladislovich ha sido evidente, y creo que está haciendo un gran servicio por la cohesión de nuestro grupo. Por el contrario el especialista Mallear Krak ha tenido un comportamiento de dudosa lealtad en varios momentos. Sin embargo con lo poco que puedo conocerles, y la situación atípica en que nos encontramos, dar mayor trascendencia a tales hechos podría ser un error. En todo caso... ¿cuales son vuestras instrucciones mi señor? ¿debo aumentar en ese caso la vigilancia para tratar de saber quienes pueden ser unos traidores entre los que estamos aquí?

-¿Mallear Krak? Uno de los nativos...-dijo, con un tono que parecía indicar que ya sospechaba algo así, aunque no parecía estar por la labor de explicar mucho más. Tras unos segundos de silencio, decidió volver a hablar, aunque dando por finalizado todo aquello.

-Muy bien, es todo lo que quería saber. Permanezca con los ojos abiertos, pero su labor no es vigilar, es sobrevivir. Aún así... Creo que le mandaré algo con el envío de material. Nada más, corto y cierro-y, sin esperar réplica alguna, cortó la emisión.

- ¿Esto funciona? ... dita sea. Sargento Druso, señor, puede ser cosa mía, pero creo haber visto una serie de figuras descendiendo entre los contenedores. No parecía que tuvieran un paracaídas, tenían pinta de grupo de infiltración ... pero como le digo, solo fue durante un segundo.