Otro tren llega a la estación de Grouxvignon. Sin embargo, hay varias diferencias en esta ocasión. La primera y más evidente, es que no hay soldados con las armas listas esperándole, aunque sí un nutrido cuerpo de milicianos que aguardan con aspecto tranquilo. La segunda, que el tren es un modelo de carga de aspecto baqueteado, pero que un buen observador podría detectar que se ha intentado limpiar a toda prisa y con ganas. La tercera, es que este llega en plena noche.
Nada más detenerse, y ni un segundo más tarde, de él se bajan cuatro escoltas enfundados en armaduras de caparazón con los colores del Alto Mando y rifles de plasma prestos, y poco después un hombre con un cronómetro en la mano, al que presta atención mientras baja las escaleras, y una tablilla con varias hojas fijadas bajo el otro brazo.
-Tsk... 4 segundos de retraso... Tendrá que valer-refiere con resignación, dedicando un gesto con la mano al saludo que le dedican los soldados y ordenandoles descansar. Rápidamente, va repasando papeles de la tablilla, sellando algunos con su sortija y otros firmándolos con una pluma-así que esto es Grouxvignon... Tengo algunas sugerencias de cara a organizar esta ciudad-refiere con poco interés, alzando la mirada para repasar las cercanías con expresión aparentemente desapegada... Hasta que se fija en los restos de la explosión-inaceptable. Totalmente inaceptable-refiere, negando con la cabeza y tomando algunas notas más.
-En fin, vayan descargando todo. Espero que hayan traído los servidores de descarga que les recomendé, y los camiones. Tenemos unas cuantas cosas que trasladar...
-Aquí vuelo 10.4.28 de reconocimiento, para la caja negra. Son las.. Eh... 01:27 hora local. El tiempo está despejado, y la tierra de nadie parece tranquila. Siguiendo las órdenes del Alto Mando, nuestro programa de vuelos a gran altitud prosigue, así como nuestra observación del terreno-comentario indistinguible de fondo seguido de lo que parece una reprimenda-disculpen. Como decía, el sector parece calmado. El plan de vuelo de hoy-sonido de papeles-incluye una nueva pasada más allá de las trincheras enemigas. Esta vez el elegido es 9.00.45. De momento no ha habido rastro de las mega-baterías... O lo que sea que estén buscando.
-El rastreo es normal, desde aquí arriba casi parece una zona imperial estándar. Hemos cruzado ya varios fortines y... Eh... Creo que el aparato de visionado se ha roto. Vemos un, no sé, destello. No, esperen, es un zumbido. Algo está interfiriendo la señal en esa zo...
Último mensaje recuperado del vuelo 10.4.28, desaparecido en combate.
Bajo las alcantarillas, él seguía su labor.
Aislado, ajeno a todo, recorría con rapidez los túneles más hondos, prácticamente a oscuras. Los preparativos debían realizarse, y a la mayor celeridad posible. Todo debía estar listo cuando el plan empezara. Solo debía seguir adelante... Simplemente, seguir. Y no torcerse. Jejeje, no torcerse.
Se despertó con un agudo dolor en la parte trasera de su cráneo, poco a poco recordando lo ocurrido. El callejón, el golpe... Con un gruñido intento levantarse, solo para encontrar que apenas le quedaban fuerzas para eso, así que se contentó con quedar tendido en el suelo un rato, a oscuras. Era un suelo de piedra, húmedo y frío, y no tardó mucho en deducir que debía estar encerrado, y seguramente bajo tierra. Cuando recuperó las fuerzas lo suficiente, se sentó y empezó a palpar su reducido refugio.
Fue así como fue sorprendido cuando la puerta se abrió de golpe, probablemente de una patada, volviéndose sorprendido y quedando deslumbrado brevemente por la súbita presencia de luz, por tenue que esta fuera, amortiguada por una enorme figura en el marco de la puerta.
-¿Qué coj...?-empezó a decir antes de que aquella mole se le lanzara encima como una locomotora, impactando con uno de sus puños directamente en su boca. Tras ese golpe, llegaron otros tantos, una recopilación de puñetazos y patadas como no había sufrido jamás, y dadas en el más absoluto silencio, apenas un resoplido de esfuerzo esporádico era emitido por su implacable agresor, que no paró hasta devolverle a los brazos de la inconsciencia.
Se despertó de nuevo, dolorido por la paliza, de nuevo a oscuras... Y no tardó mucho en volver a abrirse de golpe aquella puerta.
-¿Quién er...?-de nuevo, interrumpido por aquella brutalidad inclemente y sin una sola palabra. De nuevo, inconsciencia. De nuevo, un despertar dolorido.
De nuevo, la puerta abriéndose de golpe.
-¡Espera por fav...!-dijo, inútilmente. Y el ciclo se repitió y repitió, sin estar muy seguro de cuanto tiempo pasó o cuantas palizas recibió. Rogó, lloró, amenazó... Todo inútil ante el mutismo de su despiadado y brutal agresor. Sin embargo, pronto llegó a la conclusión evidente de que no podía estar siendo apaleado sin más. Sus heridas parecían incluso levemente atendidas cada vez que despertaba, y juraría que estaban usando estimulantes en él para espabilarle. Así que, quien quiera que fuera, quería dos cosas: que no muriera, y que sufriera mucho.
Pero de poco le valía saber eso allí encerrado, y con aquel ciclo de lo que debía ser tortura repitiéndose una y otra vez. O al menos así era, hasta que de nuevo despertó, pero esta vez atado a una silla incómoda por recias cadenas, y alumbrado con un potente foco directamente en su cara. Frente a él, una mesa, y al otro lado una figura sentada en las sombras.
-Muy bien, ¿quién es, y por qué ha acabado aquí, señor?-preguntó una voz femenina fría como el hielo.