El tiempo pasaba, pesado y tenso. No sabían qué había pasado con sus compañeros, ni cuanto tiempo estarían sin verles, si es que volvían a hacerlo en algún momento. Por suerte, el enemigo en aquellos momentos no parecía estar por la labor de volver al ataque, pues quien sabe como se habrían defendido con la cabeza nublada por la preocupación y la incertidumbre.
Pronto dejarás de estar solo.
De repente hubo movimiento de nuevo, aunque no venía del frente, si no de la retaguardia. Un pelotón de stormtrooper inquisitoriales, que traía de vuelta a todos aquellos que se habían llevado unos momentos antes, o eso parecía. En un examen más concienzudo, quedó claro que no volvían todos. Ni el soldado Cneo ni el sargento Aurelius estaban allí, y solo el Emperador sabía que les habría pasado.
Tras devolverles el equipo, los stormtrooper se retiraron del mismo modo que vinieron, dejando allí a los soldados junto a los refuerzos que habían llegado a reemplazarles.