Van Horst se tiró al suelo en cuanto vio el destello de la bola de fuego en que se había convertido el blindado enemigo. Varios pedazos de metralla le pasaron volando por encima y uno de ellos, especialmente afilado, se clavó en el barro a pocos centímetros de su cara.
Incrédulo, gritó: -¡Medicae! ¡Necesitamos ayuda aqui!
Aun con el cuerpo humeando YO se acerco hacia donde estaba Blaz y una vez a su lado le miro desde las alturas con aquellos porcinos ojos pequeños y rojizos en un completo silencio.
A continuación, y más rápido de lo pensado dado el tamaño de YO, “palmeo” a su camarada con “delicadeza” y “a lo Ogrete” mientras decía:
!YO GUSTA KABOOOM!.
Y después comenzó a reír como una puta maniática.
Milagrosamente, tanto el sargento como Blaz consiguieron alejarse lo suficiente o cubrirse de la explosión y evitaron sus devastadores efectos. Yo, sin embargo, se vio envuelta por ella... Aunque cuando emergió, no parecía haber sufrido daños, más allá de algún ligerísimo corte y pelos chamuscados. Ahora el tanque estaba destruido.
La mirada del comisario, sin embargo, no auguraba nada bueno.
-Soldado Egmont, cuando todo esto acabe, recibirá diez latigazos por su imprudencia.
Bajo el casco y la máscara, la cara de Hilliard era un cuadro de arte abstracto digno de la colección de cualquier noble aburrido de un mundo colmena. ¿¡A quién cojones se le ocurre!? Por el Trono Dorado, ¿cómo se puede ser así de estúpido e irresponsable?
Sin embargo, a la joven medicae no la traían para quejarse. Arrastrando a su hermano, se acerco hacia la zona de la explosión. Parecía que el sargento y el irresponsable se encontraban bien, así que por mucho que no le gustase, le tocaba examinar al Ogrete.
- Yo. - Dije refiriéndome a la enorme mole de músculos. - Necesito mirar esos rasguños. Agáchate. - Hilliard era decisiva en su tono, pero no trataba de sonar intimidante. Sabía que eso con un Ogrete no valdría de nada. Pero al menos tenía que sonar lo suficientemente firme como para que no pusiese peros. Sabía que algunos tenían miedo a las agujas y otras fobias infantiles, pero si tocaba tratar heridas en campo abierto, mejor que fuese rápido.
Motivo: Medicae "por si aca"
Tirada: 1d100
Dificultad: 77-
Resultado: 56 (Exito)
En esta ocasión no podría haber llevado la contraria al comisario ni queriendo hacerlo, porque básicamente Blaz se había pasado tres sistemas provocando aquella explosión, así que ni siquiera hice mención de abrir la boca salvo para dar una nueva orden.
- Regresamos a la trinchera, no vaya a ser que empiece de nuevo el fuego de artillería.
Añado poniéndome en marcha no sin antes comprobar que no ocurriría nada extraño en dirección contraria.
Dicho lo dicho y sin mas por agregar, YO se volvió hacia el humanito que llamaban Sargento y tras coger sus propios pertrechos corrió nuevamente hacia la trinchera con sus tetazas rebotando sin cesar.
Todos volvieron a la trinchera, ocupando sus posiciones bajo la amenazadora mirada del comisario. El viejo Albert nunca parecía estar contento, pero en esta ocasión parecía aún de peor humor. Blaz ya se había ganado un castigo, y el resto no parecía por la labor de tensar aún más la cuerda.
Yo, recuperas 5 heridas por las atenciones de Hilliard.
Llego a la trinchera siguiendo al reto del peloton mirando fugazmente de a sus espaldas de cuando en cuando para evitar sorpresas.
Cuando comenzo a bajar la rampa para entrar en la misma, corto el flujo de combustible de la mochila a la boquilla del arma y una vez apagada la llama lo colgo a sus espaldas.
(El Comisario me van a castigar por quemar infieles, seguro que es una prueba de Fuego...)
-y sin mas motivo comenzo a sonreir de forma tetrica tras la mascara- Muhehehehehehehehehhehehe....
Paul también saltó dentro de la trinchera. Aquella operación no pasaría al Táctica Imperialis por su sutileza y buen hacer, pero al menos estaban todos de nuevo a resguardo y de una pieza. Decidió intentar escamotear algo de munición para su rifle de fusión. Nunca se tenía suficientes cargas de aquellas.
-¿Alguien sabe si han llegado municiones nuevas? Debemos estar preparados por si hay otro asalto preguntó a sus compañeros y a cualquiera que pudiese escucharles en la trinchera.
El tiempo pasó sin más sorpresas, llegando finalmente un mensaje a través del vox anunciando que el asalto de los herejes había sido repelido con éxito en todas las secciones. Se ordenaba que se aguantara la posición, y se relevara con refuerzos frescos a los soldados que habían participado en aquel primer combate.
Una hora después, el castigo de diez latigazos al soldado Blaz se ejecutó en la zona de acuartelamiento del regimiento, por parte del viejo "Hueso", que esgrimió el látigo de forma inmisericorde. Una vez hecho eso, solo quedaba descansar y esperar al próximo combate. Éso, y que sus heridos se recuperaran de manera aceptable.
Cierre de escena, podéis postear reacciones a lo último. Los px se entregarán a lo largo de la semana.