En conversación más discreta con Vitaly Lazarevic
- Escuchadme, Vitaly, al otro lado de estas paredes hay restos de nuestros hermanos y hermanas muertos; sus almas están con El Emperador y nuestros Santos pero sus armas todavía están cargadas con la munición que nos escasea: te ruego te unas a mí en recogida de esta munición para reparto con el resto de la compañía. Podríamos pasar de ir con dos tercios del cargador a tener cargador y medio.
En cuanto Alain y Khaled se giran Fiks se baja la visera protectora y arrodilla como para abrocharse una bota, así con toda la discreción que alguien tan nervioso e inseguro como él pudo junta, miró a través de su visor a Paul van Horst.
Con la mano le preguntó "¿OK?"
Paul echó mano de su cantimplora y se acercó al medicae. -Pareces agotado, sanitario. Ten, bebe un poco. Habéis hecho un gran trabajo con nuestra sargento- dijo en voz alta para despistar a cualquier oído indiscreto. Tendiéndole la cantimplora, se agachó junto al otro mientras susurraba -Estoy bien, salté a través de la ventana en cuanto vi que el fuego de las ropas de Lenz alcanzaba sus granadas. Rasguños y cortes, únicamente. ¿Qué se cuenta en vuestro regimiento? ¿Es cierto lo del francotirador acechando en las alturas?-.
Zhora aceptó de tan buen grado el trago de agua que se encontró atragantado y tosiendo de inmediato, las operaciones le habían dejado demasiado alterado y nervioso por mucho de lo que hubiera de enorgullecerse una vez pudiese recapitular lo ocurrido sin estar presente.
- Vitaly Lazarevic nunca miente, nunca ríe tampoco, creo que jamás le he visto siquiera dormir... -admitió el lantanita acerca de su compañero- Tiene buen ojo y, a su manera, es un buen sirviente de Terra: yo creo en lo que ha dicho pero no sé qué hacer al respecto cuando a uno se lo pueden llevar por desobedecer una orden, espero que vos sí.
- Camaradas Comisarios- articuló con claridad en la voz después de haberse martilleado lo suficiente el costalar para centrar sus nervios-, en nombre de El Emperador de la Humanidad es mi deber informarles que aquellos cuatro camareros del tren están a punto de abandonar la estación y que las pesadillas que experimentamos tuvieron lugar tras ingerir las comidas que nos ofrecieron. Les ruego actúen ahora para interrogarles al respecto o me den permiso para traerles a su presencia.
En aquel momento sus dientes se apretaron bajo la opresiva sensación de estar en medio de una trampa o emboscada, algo que no se veía aliviado en presencia del comisariado, pues el prejuicio hacia ellos venía cimentado por un sinfín de injusticias padecidas durante el conflicto de la Luna de Fezzorn.
Sólo llevándose las manos hasta sus maxilares y apretando los músculos de sus mejillas logró destrabarse para poder añadir- Los m-m-m-mejores ojos de Lantan están en Vitaly, quien asssegura haber visto algo... Oculto a la vista y no... No p-p-p-puedo mirar a otro lado cuando Su Gracia Divina trata de avisarnos de peligro -la pasión religiosa de Zhora Chinilkin quedaba reflejada en sus amuletos y rezos escritos en plasti-papiro sobre su armadura y equipo médico; quizás sin su fe en creer estar haciendo lo correcto no habría encontrado el valor para hablar.
Vitaly se acercó a Fiks, que se había metido en un jardín al acercarse por voluntad propia a los comisarios. Con un profundo suspiro de preparación, caminó los últimos metros que lo separaban del medicó y le dio un par de palmadas en el hombro, buscando calmarlo. Por la conversación imaginó que esperaba que contase a los comisarios lo que había visto, y con cierta parsimonia, lo relató de nuevo.
Tras un leve asentimiento a los comisarios, comenzó.
Tras la explosión del vagón, me refugie entre los dos trenes al escuchar disparos. Buscando tiradores entre las tropas que nos recibían, lo único que pude ver, y no con mucha claridad, fue una figura envuelta en una capa o manto oscuro, subida al andamiaje superior – Señaló el punto exacto – Que se retiró en cuanto el caballero hizo sonar la bocina. No pude asegurar si era aliada o enemiga, por lo que no abrí fuego, pero puse en conocimiento a mi sargento.
Espero que eso resultase suficiente.
El comisario fezzornita miró a los dos lantanitas, con no demasiado aprecio por decirlo de algún modo, y con un gesto que parecía transmitir a la perfección las dudas sobre lo que afirmaban. El cadiano, en cambio, tomó en consideración aquello durante unos segundos, observando a ambos, antes de asentir.
-Ha habido disparos contra las fuerzas leales. Sea quien sea, no era de los nuestros. Ahora es el turno de que los locales se luzcan, pero mantendremos los ojos abiertos. Buen trabajo, soldados. Le echaremos el guante también a esos camareros... Aunque no creo que el origen de las pesadillas sea ese, no todos los hombres han sufrido esos ataques según tengo entendido, pero la mayoría comieron, si no todos.
- Contadme, Nicodemus, soy todo oídos y tenéis mi atención al completo -dijo Fiks tras seguir al enviudador a donde quiera que le llevase para poder tratar aquellas cosas que quería decirle.
— Lo sé, preferiría también contar contigo en esta misión. Y en cualquiera — le respondió — pero con un fezzornita en cada grupo nos aseguramos de tener a alguien de fiar en ellos — le guinó el ojo, antes de dirigirse hacia el punto de salida
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