Abderraman Hallaifi
Sargento.
Fátima Ibn Utar
Pardilla Abderraman, soñadora.
Ufiqh
Heavy Gunner.
Omar Sufin
Pardillo de Ufiqh, afable.
Ahmed Assir
Especialista en armas.
Yasira Hassan
Pardilla de Ahmed, mentora.
Salima Rajaa
Especialista en armas.
Ibrahim
Pardillo de Salima, hablador.
Ardeth Fehr
Especialista en armas.
Imani Nisba
Pardilla de Ardeth, hastiada.
Haytham Farid
Especialista en armas.
Radi
Pardillo Haytham, cobarde.
Korlo Gibran
Especialista en armas.
Aiman Habib "el Botas"
Pardillo de Korlo, bromista (ratling).
Amir ibn Manssur
Médico.
Mustafa al Halim
Pardillo de Amir, espasmódico.
Abdel Qâder
Médico.
Muhammad
Pardillo de Abdel, solitario.
Khaled al-Ásad
Medicae.
Taahira Mushira
Pardilla de Khaled, habladora.
Leila Al dynn
Especialista en armas.
Kalah
Pardilla de Leila, obsesiva.
En ampliación.
Caldeum. Un mundo compuesto de arena y viento, donde el agua es un recurso escaso más valioso que el oro. Sin embargo, sus dunas y desiertos no carecen de cierta belleza, y sus paisajes a veces han sido retratados por algunos celebres artistas, o descritos por varios poetas. Planeta de gentes prudentes y, en general, nómadas, tiene una historia rica en mitos y leyendas. Incluso tiene su propio santo imperial reconocido, San Beliq, patrón de los exploradores, pues fue la cuna de Beliq Ibn Ashar, un célebre marino de la armada imperial que cartografió varios sistemas desconocidos, hace ya milenios, y luchó siempre con fervor y con el nombre del Emperador en sus labios, hasta el día de su muerte.
El Emperador, Señor del Cielo y la Arena, dueño del Firmamento y Fuente de Vida, es adorado con fervor en Caldeum, y es tradición dedicar una oración matutina y otra vespertina en su honor, todos los días. Se suele realizar esta oración orientado hacia el sol, pues se considera el Ojo con el que su Divina Majestad nos observa. En los días santos suelen realizarse grandes celebraciones, con banquetes y alegría, congregándose todas las tribus errantes en las urbes que hay en el planeta. Suelen considerarse días adecuados para matrimonios y cerrar acuerdos comerciales, buscando atraer la buena fortuna al hacerlo bajo el auspicio del Emperador y sus santos.
El 64º de infantería ligera es uno de los muchos regimientos que este mundo ha producido, para mayor gloria del Emperador. Denominados "Acechadunas" por la participación del mismo en muchos escenarios desérticos, y el gusto del mismo por las tácticas de emboscada y ataques fugaces. En esta ocasión, ha sido movilizado para atender una petición de auxilio. Sélica IV, en el Segmentum Obscurus. Por lo visto, lleva sumida en una guerra civil varias décadas, y ahora todo se ha complicado con la intrusión en el conflicto de los Poderes Ruinosos. Representando al glorioso Martillo del Emperador, vosotros, junto a otros regimientos, habéis recibido el encargo de participar en la lucha y limpiar de traidores ese planeta.
Hace una semana que llegasteis al mundo, y tanto este planeta, como el conflicto, no os podían resultar más extraños. De clima templado y lluvioso, resulta frío buena parte del tiempo para vosotros, habitantes del desierto, y aunque la lluvia al principio parecía una bendición, el hecho de acabar calados hasta los huesos ha logrado que no la veáis del mismo modo. Todo lo que habéis visto del planeta estaba cubierto de vegetación, árboles, granjas, pastos... Aunque buena parte de los bosques habían sido talados, desde luego la vida afloraba en él. La llegada a la zona de combate no fue tan agradable como las visiones de abundancia del camino. Os encontrasteis que aquello era una maldita guerra de trincheras, y que ibais a tener que pelear encajonados en esos surcos en el suelo, con el barro hasta las rodillas, en posiciones fijas y estáticas. No era vuestro tipo de guerra. Ni siquiera para los tiradores, de los que el regimiento contaba muchos, resultaba demasiado cómodo. Un tirador que sigue disparando desde el mismo lugar es, a la larga, un tirador muerto. O eso se dice en los entrenamientos en Caldeum.
El jeque y vuestro comisario elevaron algunas quejas al Alto Mando, de manera educada y tranquila, y pronto quedó claro que aquello no serviría de nada. No había otro destino en ese mundo, el conflicto era aquella guerra de trincheras, y tendrían que apañárselas como pudieran. Así que en esta semana lo habéis hecho lo mejor que habéis podido, habéis habilitado algunas zonas más limpias para las oraciones, y habéis esperado. Por que si algo ha tenido esta primera semana, es que ha sido tranquila. No ha habido ataques, aunque sí una tensa vigilancia. Por lo que os han contado algunos milicianos, esto es un maldito infierno, cosa que concuerda con lo que se ve más allá de la trinchera. Entonces solo queda esperar a que los enemigos del Emperador ataquen, o a que se os ordene atacar a vosotros.