Partida Rol por web

Aquello era lo más horrible que había visto jamás en su vida con mucha diferencia. Si no fuera porque ya no le quedaba más miedo por el cual dejarse llevar, se habría caido allí mismo, derrumbado hecho un ovillo mientras temblaba y lloraba. Pero después de lo que había ocurrido, aquello ya no era una opción. Se dispuso a volver hacia el punto de encuentro, pero vio a uno de sus compañeros que comenzaba a vomitar, posiblemente debido a la impresión. Así que hizo un alto y se acercó a Ahmed dispuesto a cortar aquel vómito incontrolado y así pudiera cumplir la orden de retirada con más diligencia. 

El demonio fue directo a su mente, no hubo tiempo de reflexión o de conciencia. El miedo se apoderó de él de forma tan profunda que fue instantáneamente anulado para combatir. El rostro infernal le hizo caer en la más negro de los vacíos. Quedó tendido en el suelo sin posibilidad.

La adrenalina y el fulgor de la batalla aceleraron mi pulso y al ver aquella horripilante aberración gigante, lo único que me dieron ganas fue de aniquilarla en nombre del emperador.

Justo en ese momento las palabras de Lord General Marius Hephaestus me descentraron de la gran mole. Mirando a mi pardilla comento. - Pske, supongo que toca retirarse... nosotros solos no podemos con tanta carne. - Empiezo a recular hacia atrás mientras abro fuego de cobertura para mis compañeros.

Y empezó la retirada, o mejor dicho, el caos. El miedo hizo estragos, mandando a buena parte de las filas imperiales al suelo, desmayados o sollozando, e incluso a algunos con ataques al corazón y catatonias. Hubo quienes aguantaron firmes, desde luego, aunque fueron los menos. Iba a ser complicado, por utilizar un eufemismo, mover a tantos soldados incapacitados, aquella retirada podría ser muy costosa para el Imperio... Aunque probablemente menos que continuar el avance en esas condiciones.

Sin embargo, las fuerzas de Krieg se mantenían firmes, y parecían dispuestas a ayudar, o a dar hasta la última gota de sangre para asegurar la retirada. Y, más sorprendente aún, un sargento y un artillero del 38º de kasrkin parecían negarse a retirarse de allí. Aquello solo podía ser una muestra del valor más insensato, o de una locura pertinaz. 

Pero no fue la única sorpresa. Finalmente, el "Corcel de acero" hizo hablar a su torreta, tras apuntar al enorme demonio. El proyectil voló por el aire y golpeó con fuerza a la abominación, causando bastantes daños. 

Allí no contaba con los medios necesarios para ayudar a cortar el vómito de su compañero, así que lo único que podía hacer era cargar él personalmente con Ahmed hasta que este pudiera caminar por si mismo. - Os sacaremos de aquí. - anunció a sus compañeros, mientras pasaba el brazo de Ahmed por encima de sus hombros y comenzaba a tirar de él en dirección a la zona de retirada. - ¡Taahira, arrastra a Haytham hacia la zona de retirada! - Después dirigió su mirada a Gattas, gritándole con todas sus fuerzas.

- GATTAS DEJA DE DISPARAR Y ARRASTRA A KORLO! ¡VAMOS VAMOS VAMOS! - Le gritó, para que se llevara a su compañero de allí. Disparando un poco más no haría nada, pero así podía salvarle la vida a su compañero.

entre sollozos enredado en si mismo,

-Están por todas partes, están rodeándonos, siento su miradaaaaa, no puedo........no puedoo.....no no no no.............sacarme de aquiiiiiiiiií...

Ahmed apenas fue consciente de la presencia de su compañero. Ni notó cuándo los fuertes brazos le ayudaron a sostener su peso y comenzaron a tratar de arrastrarlo cerca de allí.
No podía sacarse aquella abominación de los ojos... la tenía en su cerebro. Aquel aspecto repugnante... era asqueroso.
Por el Emperador que jamás había visto nada igual.
Entre arcada y arcada, procuraba respirar, pero era incapaz de contener el vómito y las naúseas, como si una horrible enfermedad se hubiera apoderado de él.

Escucho cómo mis compañeros gritan y sollozan, el emperador espera que luche por él y mis compañeros necesitan lo mismo. Pero no puedo dejar de cumplir las órdenes del Lord General, así que continúo con la retirada poco a poco, pero sin dejar de encarar al enemigo y descargando el fuego de mi rifle láser sobre ellos.

- ¡Vamos chicos! ¡Aún tenemos que darles pelea! - Grito con la vana esperanza de animar a mis compañeros.

La batalla continuaba en una interminable cacofonía de muerte y desesperación. El cañón de su rifle láser no obtenía descanso y apenas la luz del haz iluminaba su faz, otra más le seguía a la zaga hacia su objetivo. Haytham siguió disparando, abatiendo a un enemigo, y a otro, y a otro, y a otro... Pero no importaba cuántos caían, otros más les seguían a cada cual más aterrador.

Estaban rodeados. Una pequeña isla en un océano hostil cuya agua a través de sus olas arremetía una y otra vez intentando hundirlos, intentando que sucumbieran al cansancio y desaliento. Pocos lo hicieron pues ante aquella situación se jugaban algo más importante que la vida, y esa cosa era la razón. Luchaban frente al caos, frente a monstruos extraídos de las pesadillas de una mente torturada que pretendían arrastrarlos hacia una existencia a oscuras sin la posibilidad de alcanzar jamás la luz del Emperador, y aquello era algo que no se podían permitir.

Pero todo tiene un límite y el acechadunas lo encontró cuando el aire empezó a zumbar. Buscó con su mirada el origen del sonido y se topó con el millar de moscas que volaban a su alrededor buscando la grotesca y pestilente silueta que abierta de brazos les ofrecía su corrupto amor. Los insectos lo aceptaron con agrado: se dieron un festín en su pus, nadaron alegres en los ácidos icores de decenas de estómagos que abiertos hacia el exterior arrojaban al suelo su contenido putrefacto, y sobre la carne macilenta que apenas los contenía pusieron los huevos que disfrutarían de la muerte durante la siguiente generación.

Haytham se llevó la mano a sus labios no tanto conteniendo las arcadas como temiendo que alguna de aquellas obesas y bien alimentadas moscas se le colara en la boca. Si bien algo mucho más grave alcanzó su razón golpeándole con una violencia mayor que cualquier golpe que hubiera recibido antes... Y llorando cayó de rodillas al suelo presa de la desesperación, sabiendo que daba igual lo que hiciera, que él y todos los idiotas que estaban en aquel planeta estaban condenados y que no había posible salvación.

La retirada seguía su curso, de un modo u otro. Algunos blindados ya habían desaparecido, mientras que otros o bien estaban enfangados por los aliados, o bien seguían plantando cara. De los krieg se podía decir algo similar, determinados a retirarse los últimos de aquel lugar. Y aunque los zombies caían, a lo lejos podía apreciarse como la Gran Inmundicia avanzaba hacia ellos, junto con más zombies, y lo que parecían tropas herejes. 

Arrastrando a mi compañero Gotto, sigo reculando codo con codo con Khaled y Taahira que cargan con Ahmed y Haytham. Solo ahora que veo cómo los que quedamos no nos queda más remedio que cargar con nuestros compañeros heridos es cuando me doy cuenta de lo enloquecido que estaba en primera linea de combate disparando sin pensar en mis movimientos. Realmente tengo suerte de seguir con vida y con esto intento centrar todos mis esfuerzos en la retirada, al igual que antes lo hacia en apretar el gatillo.

Gracias a sus compañeros, todavía habría una posibilidad de recuperarse y seguir combatiendo, si no era fusilado de inmediato. Pero eso no importaba ahora, el demonio se había metido en su cabeza y no saldría por un tiempo. Igual que las pobres almas de muchos otros, estaban completamente anulados para su posterior caza y martirio.

(sollozos y mocos) sacadme de aquí..........sacadme de aquí

Ahmed trató de llevarse una mano a la boca para contener las arcadas, pero todo fue inútil.

Aunque había cerrado los ojos y dado la espalda a aquel horripilante ser, todavía sentía en su cerebro aquel hedor y repugnancia. No podía quitárselo de la cabeza, y ni siquiera repetirse el mantra de que el Emperador provee, le servía para algo.

Notaba las manos, posiblemente de algún compañero, que tiraban de él alejándole del enmigo, pero Ahmed sólo podía concentrarse en mantenerse en pie mientras vomitaba de nuevo tras otro ataque de arcadas.

El llanto precedió a las arcadas y las arcadas a los vómitos, que arrojaron el escaso contenido del estómago hasta que en él nada quedo más que la bilis. Como su estómago Haytham también estaba vacío. Esperanza y valor habían volado dejando atrás los maltrechos restos aovillados del una vez orgulloso acechadunas.

Allí encogido aguardo un fin que cada vez le pareció más cercano. Poco importó que dejara de sentir la presión del suelo en sus rodillas, que las manos llenas de barro no pudieran arañar con impotencia la tierra sobre la que se encorvaba... Porque por mucho que le arrastrarán, por mucho que lo movieran, el fin llegaría sin importar donde se encontrara.

La retirada sigue progresando, por llamar a aquello de algún modo, sin demasiadas complicaciones. Más allá de que la horda de zombies, así como los demonios y las tropas traidoras, seguían avanzando a por ellos, por supuesto. Aunque algunos pocos valientes cubrían la retirada, lo cierto es que cada vez quedaba menos tropa imperial en el campo. Aunque algunos no reaccionaban y seguían tumbados, y probablemente serían dejados para morir. 

La retirada prosigue, y si el enemigo no se saca algo más de la manga, es probable que todo aquel que esté consciente, y parte de los que no, salgan de allí con vida. Aún había elementos en duda, como algunos blindados, cierto... Pero, quizás, aún estarían a tiempo de salir de allí. Otros, por contra, se daban por perdidos. Cuatro grandes grupos de legionarios penales yacían inconscientes en el suelo, casi parecían apagados, en el flanco sur, y nadie iba a sacarles de allí.