—Tú... ¿has estado en el Soho?
Nick sentía el impulso de preguntar. No en vano había compartido aventuras y desventuras con muchos buscadores de conocimiento, persiguiendo respuestas al desastre que se había cernido sobre el mundo. "Zombis", "cosas peores"... sonaba al tipo de cosas que obsesionarían al escritor.
Luego alzó las manos cuando Morgana se puso un poco más... Morgana.
—Y Major Morris es un lugar mejor desde que tú estás, te lo aseguro, pero, ¿ves? eso es lo que hago yo; buscar a gente más fuerte que me ampare —suspiró y sonrió cuando ella rezongó sobre sus cualidades—. Nunca he dicho que seas una arpía, y sé perfectamente que tienes el corazón donde debe estar, todos lo sabemos. Lo único que me impide ponerme a ladrar a todo el mundo es... mira; este sitio de repente parece otra cosa. La puta casa de la pradera, sí, y ya sabemos que eso el peligroso. Pero... pero —le costaba encontrar las palabras —, pero si empiezo a dar órdenes y a ponerme en plan superviviente, ¿qué? ¿qué habremos conseguido? No habríamos avanzado desde los años malos. Me parece que estamos haciendo algo bien cuando Cass y Trish pueden perder el tiempo arreglando cachivaches en vez de andar haciendo acopio de comida para intentar largarse a la primera de cambio, o cuando Skyler puede ponerse gilipollas sin que nadie le parta la cara. Aquí hay algo del mundo de antes, y eso es peligroso, pero también es... importante.
Vale, había abrierto demasiadas esclusas. Aquella reflexión no la había compartido con nadie, y no le gustaba que hubiera salido de él semejante cursilería.
—Pero tienes razón, debería haber frenado el lío de la cena.
Nick sabía muy bien que nunca se pondrían de acuerdo en asuntos de mafias, así que le pareció bien centrarse en el "enano". Aunque el volantazo que pegó la conversación le pilló de sorprensa. Mucho, mucho.
—Las relaciones complican las cosas, y las complicaciones nos matan, ¿no?
Esperó el juicio profesional de la experta en mantenerse viva. Si había soportados zombis y cosas peores seguro que podría evaluar el peligro potencial de una bragueta inquuieta.
Morga fue consciente de su metedura de pata cuando vio la cara de perplejidad de Nick- Eeehhh...Olvídalo. Otro día te lo cuento -estaba hastiada de que, en las pocas ocasiones que lo mencionaba, la tratasen de loca, incluso la gente de confianza.
Recostada en la pared escuchó las explicaciones y punto de vista del escritor. Mucho palique, entrelazando con habilidad las palabras, embaucador.
-No me dores la píldora, Nick, ni te me pongas blando con eso del corazón. Tú, en tu papel de osito bueno, te traes a mamá loba de colmillos afilados. Me meo de la risa, ja ja ja -torció la boca; simpática.
Su expresión cambiaba de la comprensión a la reflexión, al reconocimiento o a la extrañeza. Estaba de acuerdo en parte. En otra pensaba que le daba demasiada importancia al pasado, igual que mucha gente. Pero no interrumpió de nuevo y dejó que se abriese un poco. Al finalizar le pareció un Nick sentimentaloide al que no le faltaba cierta razón.
-Yo noy soy la puta doctora Amor. Naufrago en esos mares -iba a decir algo más pero se calló, pensativa. Al cabo añadió-. Si no tienes complicaciones es que ya estás en una jodida fosa. Lo que mata a la gente es ella misma. El exceso de miedo. El miedo hasta de cagar. Yo creo que lo sabes, te engañas, y te buscas excusas.
Hizo una breve pausa.
-Es una estupidez columpiarse en la nostalgia del pasado. Deshonesto lo que se vende a los jóvenes, una falacia edulcorada con mierdas de un tiempo mejor. Es ta mos en el puto mun do pre sen te. -Su mirada afilada brilló divertida. Le propinó unos golpecitos en el pecho con el dedo índice- Vale, entiendo lo que quieres conseguir aquí. Está genial. Pero, si aquí es importante, fuera, en la luminosa, mierdosa y asquerosamente perfumada pradera, no lo es menos. Me parece bien tu mundo feliz, si sabes repartir hostias y eres la última que queda en pie.
Hizo un vago gesto con la mano. No tenía nada nuevo que explicar ni dar lecciones a un superviviente como Nick.
-Bueno, señor de la casa, ¿qué pasa con tu retoño? -Se echó a reír-. Una mierda de broma tonta, de acuerdo. ¿Entonces?