Partida Rol por web

Asintió ante la respuesta de Robin de llevar la tarta a un destinatario desconocido. Obviaba dar más explicaciones y el cambio de tercio era una clara demostración de lo esquivo que podía llegar a ser, así que decidió no ser más insistente.

-¿Que qué me ha parecido? Bastante guapo -dijo en una demostración de superficialidad absoluta, tras lo cual rió suavemente-. Mucho más tampoco puede decirte. No le conozco así que mi confianza está más puesta en los que se fían de él y de lo que afirma que en él mismo -añadió ya con seriedad-. Si Trish cree que la información que nos ha dado es buena, no tengo por qué desconfiar. Pero me sorprende que supiera tanto en relación al bebé y su madre, si he de serte sincero. No sé qué puertas ha tocado pero si en unas pocas horas, alguien como él ha recopilado tanta información, mucho me temo que los esfuerzos de la madre por ocultar a su hijo y hacer creer a sus convecinos que ha muerto no valen gran cosa. Si esa información tiene precio, no tardará mucho en venderse al mejor postor.

Se quedó callado un rato, pensando.

-Lo cierto es que todo sigue entre brumas a pesar de que nos hayan contado parte de la historia. ¿Por qué quiere hacer pensar que ha muerto? ¿De quién pretende alejarlo? ¿Y por qué cree que vamos a asumir el cuidado del pequeño, cuando a todas luces parece que es algo que va a traer problemas? En cuanto se sepa que está vivo y aquí, alguien vendrá a reclamarlo. Y entonces, habrá problemas. Para todos. No veo nada claro este asunto, Robin, nada claro.

Robin torció el gesto en desacuerdo con su amigo. Jimmy estaba bien pero no llegaba a ganarse ese "bastante" delante del guapo. Si no fuera por el cuerpo al llevaba pegada la cara, le hubiese confundido con un niño.

Si su padre estuviera con él seguro que le hubiese preguntado si sabía cacarear. Había perdido la cuenta de cuantas veces le había preguntado si ya había aprendido antes y después de que Robin le preguntara por ello, y así como las primeras veces le había dejado curioso y confundido durante horas, las veces posteriores le había hecho fruncir el ceño. Pero en aquel momento entendía la gracia de la pregunta y del cuento que Nate se había inventado sobre los niños eternos.

No discutió las conclusiones a las que había llegado Daniel e incluso compartió su preocupación al ser tan bien expuesta. Bajó los ojos a la tarta que empezaba a tomar forma bajo sus manos y se encogió de hombros a sus propias ideas.

— A lo mejor no lo trajo para eso—habló mientras seguía montando la fruta sobre la pasta—. Que quería hacerle pasar por muerto lo dije como suposición porqué si los vecinos lo creen muerto será que Lis no lo ha desmentido; dos más dos. Pero a lo mejor simplemente no da explicaciones. Que eso ya lo hemos visto.

Metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó un pañuelo con un cogollo de marihuana dentro.

— No sé, a mi que pueda traer problemas no me impide querer cuidarlo. Ni si fuera seguro que los trae pero no estamos como para iniciar una guardería.

Dejó el cogollo en la isla y fue a buscar con qué machacarlo.

— Y si Morgana va raptando niños porqué sus madres los han soltado al toser, apañados estamos.

Daniel negó con la cabeza.

-No, Robin. Jimmy fue muy claro. Dijo que la madre del pequeño Thiago había usado una balsa de alquiler para cruzar el río desde el Bronx, en un intento de pasar desapercibida evitando a los que controlan el puente, para llegar hasta aquí. Y fue más que explícito al decir que los vecinos de la chica pensaban que el peque había muerto. Lo dijo un par de veces. En lo que no entró fue en las razones o detalles de por qué había actuado así o por qué pretendía hacer pensar que Thiago está muerto. Si los vecinos piensan eso será por algo y no porque el crío no esté ya entre ellos. La madre ha tenido que propalar el rumor. Ella o quienes la hayan podido ayudar, porque pienso que han tenido que ayudarla. Personalmente diría que el quid de la cuestión está en el padre. Sea como sea, tiene que ser grave. Una mujer no se toma tantos trabajos para intentar ocultar a su hijo o alejarlo de un peligro inmediato abandonándolo en lo que cree será un buen refugio para él, si no hay algo de peso tras ello. Si se hubiera querido desembarazar de él, hay otras opciones mucho más sencillas -dijo Daniel.

Fue entonces cuando vio el cogollo de marihuana y no pudo evitar enarcar una ceja.

-¿Esa tarta para quién es? Que se la llevas a alguien ya lo has comentado. Bueno, que la vas a llevar a algún lado, aunque no has sido muy explícito. Pero con semejante cogollo, esa tarta será capaz de tumbar a cualquiera que se tome un trozo pequeño.

Robin rió sin emitir ninguna nota al último comentario de Daniel — No es para tanto — comentó con la cabeza dentro un armario—. Aquí estás — le dijo al mortero común, soso y sin amor. Por ésta vez—le advirtió—.

Al sacar la cabeza, buscó a su amigo con mirada encandilada por la belleza más allá de la que era evidente para todos que le había dejado conocer.

— ¿Me has ayudado sin saber para quién era? —preguntó con los ojos tan enormes que parecían estar a punto de morderle— Wow —prometió volviendo a la isla para trabajar con el cogollo seco—.

— Es para los McAvoy. Por lo que nos han dado. Pero dejaremos una mitad pura—concedió como si lo hiciera por él—.

Ante aquel "no es para tanto", Daniel volvió a enarcar una ceja, ya no dubitativamente sino escépticamente.

-Por supuesto. Eres un amigo o familia si prefieres algo más volátil y menos vinculante -dijo con absoluta sinceridad-. Y además, no me has pedido que lubrique una colección de armas o que saque filo a cuchillos de montaña para hacer frente a un pedido de la mafia local. Ni siquiera que me acueste con Morgana para ver si consigo relajarla -rió con ganas-. Tan solo es una tarta. Una inocente tarta hubiera dicho hasta ver la munición con la que pretendes cargarla.

Volvió a mirar el cogollo y sus dimensiones con ojo crítico.

-Si me permites un consejo e incluso sabiendo que es para los hombres duros y de pelo en pecho de los McAvoy, con la mitad de eso, irían sobrados para pillarse un buen colocón. ¿Una mitad pura? -preguntó sin terminar de entender-. ¿Te refieres a una mitad de tarta con marihuana y la otra sin? -rió una vez más-. ¿Quieres que jueguen a la ruleta rusa con la tarta?

Robin no estaba muy seguro de si su amigo llamaba "volátil y no vinculante" a la familia o a la amistad porqué le había parecido entender que hablaba de la primero pero aquello para él resultaba inconcebible. Incluso con un tío como el suyo.

De hecho, Elijah era una de las principales cuerdas que sostenían la importancia del sentimiento de familia, con él había sido un auténtico malnacido pero había estado por su padre y había dado lo mejor de sí -por desdeñable que fuera- por Skyler. La familia importaba, y por más que agradecía no haber llevado nunca el apellido Bullrich, era el vínculo que le prometía que su edad no jodería las cosas con su prima y la disculpa que tenía su padre para estar con su hermano. La familia era para siempre.

Sus ideas se vieron interrumpidas con la innecesaria imagen que las palabras de Daniel metieron en su cabeza. Hasta el lubricante de otra oración pareció haber sido dicho con la mala intención de desnudar a Morgana en su cabeza.

El chico arrugó el rostro mientras Daniel reía.

— ¿Harías eso? —preguntó con disgusto siguiendo su broma sin pensar y se arrepintió al momento. No lo había preguntado por su tiempo en la calle, o tal vez sí le creía capaz por ello. Era cierto que no había oído nunca quejarse a su amigo por ese trabajo pero Robin juzgaba que debía haber sido extremadamente desagradable y de algún modo hasta ese momento había dado por hecho que solo aceptaba clientes de su mismo sexo.

— ¡Eso molaría!—se apresuró a pisar sus palabras cambiando al tema de la ruleta fumeta. No tenía ganas de amargarle más la noche— Haré un rollo así para nosotros.

— Pero no, les marcaré qué parte lleva y qué parte no. Seguro que hay quien prefiere tener la cabeza clara— dijo pensando en Chloe—. Y poder elegir siempre es un detalle.

Apartó el pilon y tomó el consejo de su amigo— ¿Y qué hacemos con la otra mitad? —preguntó con picardía— No vamos a tirarla, ¿no?

Esperó a que Daniel se animara a probarla pero si no era buen momento, guardaría lo que sobrase para dárselo a Trish.