Partida Rol por web

—¡Ay, quita! —protestó con poca fuerza Skyler, haciendo un gesto con la mano que sostenía la toalla, como si quisiera espantar a su primo con ella—. Me vas a despeinar, tonto —aseguró, con un tono que parecía pedir lo contrario de lo que decían sus palabras. 

Al escuchar que no había leche la rubia arrugó un poquito la nariz, con más nostalgia que disgusto, y su pecho se movió en un suspiro mientras continuaba descendiendo por las escaleras con aire de resignación. Aunque las últimas palabras de Robin le habían gustado e hinchado el ego y se le notaba. 

—Deberíamos ir al mercado a por provisiones. Echo de menos echarle leche al café, solo está asqueroso.

Se detuvo un breve instante para mirar los ojos melosos de Robin, ya con la mano empezando a empujar la puerta de la sala común. 

—¿Crees que Nick y Trish traerán algo aparte de leche para Matthew? 

Sin embargo, no aguardó respuesta antes de entrar, suponiendo quizá que continuarían hablando aunque entrasen.

El bebé se dio más maña para sorber la segunda cucharada de puré, aunque resultaba evidente por sus gestos al tragarlo que no estaba acostumbrado a comer algo así. Sin embargo, parecía gustarle el sabor pues en cuanto lo consiguió volvió a buscar con la boca la cuchara, al mismo tiempo que sus deditos empezaban a presionar rítmicamente el pecho de Clementine, como en un gesto reflejo.

En aquel momento se abrió de nuevo la puerta, dando paso a Robin y Skyler. La chica llevaba una toalla en una mano y su navaja en la otra y su atención al poner un pie en el interior de la sala común estaba sobre su primo, como si esperase algún tipo de respuesta por su parte.

Dentro, ambos pudieron ver a varios de los habitantes del Major Morris sentados a la mesa. Cassandra comía despacio el puré de su plato y Lincoln, sentado a su lado, devoraba el suyo a toda velocidad.

Frente a ellos estaba sentada Clementine, con el bebé en brazos y junto a ella Kane estaba dándole de comer con una cuchara, con toda su atención prendida de él.

Shamira estaba sentada al lado de Clementine y aunque iba comiendo de su plato, su mirada se escapaba cada poco hacia la alimentación de la criatura. Sin embargo, al ver que Robin y Skyler entraban en ese momento, sus labios esbozaron una pequeña sonrisa.

—Morgana ha dicho que nos demos prisa —urgió el niño en ese momento, mirando a Shamira—. Y que llevemos las herramientas. Que se venga Trish también —resolvió sin pensarlo demasiado.

Después volvió a devorar el contenido de su plato prácticamente sin saborearlo, a todas luces ansioso por terminar de desayunar para regresar a la calle cuanto antes, aunque su nariz aún colorada revelaba que no hacía mucho que había entrado. 

Cassandra asintió pensativa a la contestación de Clementine, se llevó un par de cucharadas a la boca y volvió a dar un sorbo a su bebida. De repente, parpadeó con el ceño fruncido mientras alejaba la taza de sus labios y la miraba como si le hubiesen salido cuernos o alas, o ambas cosas, -¿Esto no era café?- se preguntó mentalmente viendo que el contenido no era otro que la cristalina agua que gracias a Trish era potable.

Estaba tratando de discernir si había sido un juego de su mente o si había algo más, cuando Shamira habló y mentó a su hermana.

-Mejor no hacer esperar a Morgana, voy a ayudar, ya cojo yo las herramientas.

Llenó tres cucharadas seguidas que engulló, viendo su menudo cuerpo fue una imagen chocante la rapidez con la que el puré abandonaba su boca, y vació el líquido de la taza en su gaznate sin pensar qué era realmente lo que había bebido.

-Trish y Nick se han acercado al mercado -contestó a la niña -Quédate aquí y en cuanto lleguen vienes a avisarnos.

No quería perderse las noticias que trajeran, aparte de respirar de nuevo tranquila al saber a su hermana a salvo, no podía evitar esa sensación cada vez que se separaban pero sabía que no hubiese sido justo cargar a la joven del pelo azul con sus temores. 

Viendo que el bebé parecía acostumbrarse al puré preparado por los improvisados cocineros, Kane escondió un suspiro de alivio. Si bien procuraba mantenerse atento de lo que se hablaba, la suya estaba con el bebé, como si tuviera una delicada operación de ingeniería entre las manos.

Sí, parece que le gusta. asumió Kane mirando a Clementine, luego a Shamira con una liviana sonrisa cómplice. En esa cucharada había manchado un poco las mejillas del pequeño, recogió los restos con la cuchara para ofrecerla de nuevo al bebé.

Suspiró para sus adentros ante la urgencia de reparar ese punto vulnerable, pero no dijo nada. Echó una ojeada tanto a Cassandra como a Lincoln, algún pensamiento ambiguo pasó por su cabeza, pero no lo formuló en voz alta y se encogió de hombros.

¿Quieres darle de comer tú, Shamira? le preguntó a la chica al principio cauto, miró a Clementine con gesto divertido. Dejemos que Clem desayune tranquila. apuntó mientras se ofrecía a tomar él mismo el bebé liberando a la joven de la cadena de seda que era el pequeño. Finalmente añadió sabiendo que sobre ella pesaban ciertas instrucciones. La valla puede esperar un poco, pero te mueres de ganas, anda.. ven. Si va a quedarse con nosotros un tiempo, has de aprender. hablaba con la voz tranquila, afable, si bien no tenía una sonrisa muy ancha, era suave.

Al ver entrar a Robin y a Skyler armados con el café, generó en él un acto reflejo de bostezar. Pero procuró mantenerse pendiente de Shamira si había decidido unirse a lo que le había ofrecido, o proseguir él mismo con la alimentación del pequeño.

Clementine miró hacia Shamira, Lincoln y Cass, mientras hablaban de lo que había dicho Morgana y de las herramientas que debían usar. Realmente no entendía muy bien por qué los chicos no podían desayunar tranquilos antes de tener que correr para presentarse ante Morgana, y cuando Kane sugirió que Shamira debía tomárselo con calma, asintió, dedicándole una sonrisa a la muchacha- Sí, ten, cógelo.-dijo, con intención de ayudarla a agarrar bien al niño, tal y como lo había tenido ella cogida antes, relajando los hombros en cuanto lo puso a buen recaudo en los brazos de Shamira. 

Suspiró, observándola- No te preocupes. Lo harás bien. -aseveró, dedicándole un guiño, a ella y a Kane, antes de acercarse a la olla y servir un par de platos de puré de patata, así como dos vasos de agua- Iba a decirte que Skyler ya volvía, Robin. Pero te fuiste en seguida.-explicó al recién llegado, acercándole un plato, y un vaso lleno de café a Kane, dejándolos a su lado para que pudiera disponer de la comida mientras alimentaba al bebé- Te lo dejo aquí. Tú también debes desayunar. 

Pocas cosas hacían más feliz a Robin que ver un destello de alegría despreocupada en su prima. Estaba seguro que no había nada ni nadie más destinado que ella a reír, pero estaba claro que el camino se lo ponía difícil.

Robin la adoraba, la admiraba, era devoto de ella y la quería lo suficiente para no ponerse una venda en los ojos y entenderla con sus virtudes y defectos, y aquello era algo que desearía que Skyler pudiera hacer con su Dios. Robin sabía que llegaría ese día como sabía de paciencia pero en aquel momento, con su alegría agitada por la toalla, ningún defecto de Sky importaba.

Incluso el suspiro nostálgico que acompañaba su paso por los escalones le pareció hermoso. La volvía humana y a él le llenaba de ternura. No le gustaba sentirse como un niño, ni nunca le había gustado demasiado serlo, por más que escuchara a más de un adulto envidiar a los infantes, Robin siempre había querido huir de esa edad, crecer y que la responsabilidad terminara de pisarle los talones. Pero al lado de su prima, le costaba mucho no sentirse como un bebé tan diminuto como Matt y tal vez por ello solo fue su eco al principio — Deberíamos — cuando en realidad su cabeza ya había calculado los trueques justos que estaba dispuesto a hacer con las verduras de todos y un par de conservas.

La pregunta que seguía le chocó tanto que se estrelló contra su corazón y dejó su pecho un poco aturdido — ¿Sí se han ido? —volvió a extrañarse por aquello que había imaginado y no creído— ¿Se habrán llevado algo? ¿Nos hemos cruzado? ¿Cómo estaba el cielo hoy? —se preocupó por más de lo que cabía en el cubo de la racionalidad.

Se encogió de hombros a la pregunta de Skyler — Si no repetiremos el viaje, no pasa nada —se resignó al entrar en la sala común mientras su cabeza volvía al almacén a contar el genero de la caja de Plaza—.

Los ojos del pecoso corrieron por todos los presentes y sumaron a los ausentes en silencio, colocándolos aproximadamente dónde debían estar. Mientras su sonrisa correspondía a la de Clementine fugazmente.

Era cierto que le gustaba ver a Clementine lo suficiente para sonreírle como era cierto que toda sonrisa despertaba una gemela en sus labios pero si la hubiese mantenido un poco más, se hubiese sentido hipócrita pues sus tripas quemaron ligeramente al comprender con sus ojos de lo que hablaba Skyler. El cuadro de Clementine, Kane y el bebé molestaba, más con el juego del avión y esa luz que los rodeaba como una familia dentro de la familia de Major Morris.

La miel de sus ojos buscaron la hermosa pigmentación de los de su prima y un mohín en sus labios recuperó y cerró una conversación pasada entre ellos.

— Desayuna un poco
—le pidió como remedio para no hacerse mala sangre ninguno de los dos por una bobada como aquella—.

Se acercó a la olla mientras Lincoln y Cass dejaban las piezas que confirmaban de nuevo la marcha de Nick y Trish y disolvían con la suya propia un poco más aquella familia que Daniel podía ver en ellos.

Sirvió un plato para su prima mientras su corazón volvía a angustiarse por su tío y especialmente por Trish. Estaba seguro que no habían pasado por el almacén y ello significaba que o bien sacrificaban algo propio en el trueque o bien aceptaban el alto precio de deber una. Un precio que a Trish podía parecerle el más pequeño e interesante pero que podía llegar a valer tanto como una vida. Él lo sabía bien, y no le gustaba no estar ahí para vigilar su espalda.

Tendió el plato a Sky y empezó con el suyo. Sus ojos se habían quedado perdidos en el bebé mientras cargaba el plato con el puré y cuando la porción llegó a su limite, su brazo le despertó al detenerse para descubrirse sonriente por la criatura. Lo arregló rápidamente buscando un sitio en el que sentarse.

Alzó los ojos a la venerable cuando se dirigió a él y al escucharla tuvo la respuesta a sus propias dudas. No le habían respondido.

— Vaya. Espero no haber quedado como un imbécil al agradecer el silencio—se avergonzó de su faceta de autómata—.

— Sí, gracias. Perdona, Clementine, estoy un poco disperso.

Llevó entonces su mirada al plato que anteriormente había apartado para Morgana y decidió sumar los de Nick y Trish en cuanto Skyler terminara de comer.

— ¿Han dicho que camino iban a tomar? —preguntó sin llevar el contexto fuera de su cabeza por el viaje de su tío, removiéndose ya en el asiento con las cosquillas en sus pies por acercarse a la valla que seguro necesitaba de varias manos para reapañarla. Además, si iba, podía llevarle el puré a Morgana como quien no quiere la cosa...

Los ojos de Shamira brillaron con agradecimiento cuando Cassandra se ofreció a ocupar su lugar en el asunto de la empalizada, pero fue con la intervención de Kane que su sonrisa se amplió de inmediato y contuvo el aire por un instante antes de asentir con cierta efusividad. 

—Sí que me muero de ganas, es verdad —reconoció, soltando la cuchara para recoger en la curva de su brazo el bebé que Clementine le acercaba. 

Lo cogió con cuidado pero sin miedo, imitando la forma de sostenerlo que había visto antes en Kane y Clementine, y, cuando llegó el guiño de la joven, Shamira guardó una sonrisa apretando las mejillas y bajó la mirada hacia el plato por un instante. Al alzarla de nuevo lo hizo con puré en la cuchara. 

La chiquilla ya no tenía ojos para los que la rodeaban, aunque parecía seguir escuchando la conversación. Con una sonrisa llena de ternura comenzó a hacer muecas y carantoñas para el bebé, que terminó emitiendo de nuevo esa especie de gorjeo que no llegaba a ser risa pero lo pretendía. 

—Ahhhh... —decía Shamira, entreabriendo los labios de forma inconsciente al acercar la cuchara a la boca del bebé. 

El niño tragó el puré, de nuevo con las dificultades de no estar acostumbrado a ese tipo de alimento, pero cada vez con menos problemas, y mientras él comía, Shamira habló hacia Robin sin llegar a apartar los ojos del bebé para mirarle. 

—Se fueron al «Jackie» —dijo, mencionando el mercado más cercano para después alzar un instante muy breve la mirada hacia la buscadora—. Gracias, Cass, pero al paseo sí que quiero ir. Avisadme cuando terminéis con la valla, ¿vale?

Skyler terminó de entrar en la sala común con la respuesta de Robin y, tras echar un vistazo a la situación que había allí, pareció aliviada. Caminó hasta sentarse en el primer sitio que pilló, cerca de donde su primo servía los platos, y extendió la toalla doblada por la mitad sobre su espacio de la mesa. 

—Creo que con esto podemos hacer al menos un par de pañales o tres para Matthew —dijo, mientras vigilaba por el rabillo del ojo el cambio de manos del bebé y arrugaba un poco la nariz al contener el instinto de la corrección que latía irremediable en sus venas—. Y deberíamos darnos prisa, porque los bebés mean y cagan una barbaridad y la manta estaba limpia, así que... —Miró hacia el otro extremo de la mesa sentenciando a los que cogían al niño y se puso a rasgar la toalla con su navaja.

 Interrumpió su actividad cuando Robin le pasó un plato y extendió el brazo para cogerlo y dejarlo junto a la toalla. Antes de seguir con su labor se llevó una cucharada llena a la boca y tras tragarlo, miró a su primo.

—No está mal, pero otras veces os sale mejor —dijo, encogiéndose de hombros y tomando otra cucharada—. Le falta sal, o le sobra eso que tiene. 

Sin especificar más comió una tercera cucharada y a partir de ahí alternó las dos actividades, comer y cortar la tela, hasta que empezó a verse una especie de forma de «T» duplicada en simetría y de borde bastante irregular. 

El chaval recibió el intercambio entre Shamira y Cass con un encogimiento de hombros que declaraba que a él le daba igual, incluso quizá parecía preferir a la buscadora, ya que asintió con la cabeza al ver que ella sí comía rápido, no como la muchacha a la que había estado metiendo prisa en balde. 

Siguió devorando hasta que la cuchara tintineó contra el fondo del plato y entonces sus ojos se detuvieron durante un par de segundos con fijeza inquisitiva sobre el bebé que sostenía Shamira, aunque no llegó a decir nada al respecto. En lugar de eso miró a Cassandra con una seriedad que se veía amenazada por el bigote de puré que había quedado sobre su labio superior. 

—¿Cuánto tardas en coger las herramientas? Es una tabla que se mueve así —explicó, colocando su palma estirada y haciéndola oscilar en vertical para hacerse entender. 

Ajena a la escena con el bebé, o al menos ajena de forma aparente, Cassandra acabó con su puré en otras tres cucharadas, bebió el resto del agua de la taza y la guardó con gesto automático para luego palpar su cuerpo en diferentes zonas. En realidad se estaba asegurando de llevar sus pequeñas pertenencias en los distintos bolsillos, los que tenía la ropa y los que ella le había añadido. Cuando estuvo conforme se colgó el portátil del hombro y echó mano al plato, fue entonces que Lincoln se dirigió a ella.

-Diez minutos. -aseguró al niño mientras se levantaba y sus pies se dirigían hacia la cocina para dejar el plato.

A medio camino de la puerta se paró al lado de Robin, llamando su atención solamente con la mancha oscura que era su presencia.

-He husmeando un poco y podría conseguir botes de leche en polvo para el bebé. El pago debería ser del 75% del peso obtenido en productos del huerto. Si haces el cálculo, cuando vengan Trish y Nick hacemos cuentas de lo necesario y lo posible.

Así, directo y sin preámbulos, era como solía hablar la joven. Al menos tuvo la delicadeza de esperar la contestación del chico, o algún gesto de asentimiento, antes de seguir su camino.

El ánimo de Shamira por acercarse al bebé y el brillo de su mirada aceptando aquellos deberes que le habían otorgado los mayores seguramente sin ni siquiera darse cuenta, puso a dormir uno de los picos que inyectaba nervio en el estómago de Robin y dos cucharadas de puré pudieron tomar su lugar.

Sonrió al comentario de su prima, no tanto por el cumplido que suponía aquella calificación viniendo de ella sino por haber sido descubierto en el ingrediente que había dejado de anunciarle antes a propósito.

Por la cabeza del chico pasó la idea de que aun sin Nick, estaba siendo un buen desayuno y con aquella idea removió la cuchara en el plato añorando a su padre.

— Creo que le visitaré pronto —pensó alargando la mirada a las manos de su prima y sus ojos se quedaron prendados de su ingenio—. Se fueron al Jackie —pensó en eco a las palabras de Shamira sin darse cuenta de que su oído se había dirigido hacia Shamira para recibir la voz que ésta le mandaba también encandilada en su propia versión de Skyler—.

Asintió mientras su imaginación desarrollaba esos pañales de toalla e imaginaba no solo su efectividad sino planeaba cómo mejorarlos y hacerlos más cómodos al pequeño. Estaba seguro que su madre tendría cien consejos sobre cómo cuidar y mantener seco al pequeño, como estaba seguro que su padre le debió cambiar cien veces al día lo necesitase o no.

Alguna otra cucharada buscó sus labios como si su brazo fuera de engranajes y temporizador de pesos mientras sus recuerdos dibujaban aquello que las historias de su padre y había perfilado como sus primeros días en el mundo.

Giró su rostro para buscar al pequeño y al encontrar a Cass abrió los ojos más que los oídos, como estaba acostumbrado en su compañía.

Le seguía pareciendo ciencia ficción lo que ella hacía con ese tal portátil al que su padre no quería que se acercara, Alec aseguraba haber usado sin descanso en otro tiempo y él había aprendido a que cuando le dabas a unas teclas, los botones, pasaban cosas dentro; cosas que solo Cass controlaba y tal vez algún día él también si aprendía lo suficiente.

La noticia de la leche le hizo alargar el cuello, ilusionado con el hallazgo de Cass pero al escuchar el precio, éste cayó en su estómago con el peso de un grito aterrado hundirse hasta el fondo de un lago.

Salivó para contrarrestar lo seca que le había quedado la boca de pronto y asintió a la chica dos veces mientras sus párpados caían a la desdicha.

— Saldría más barato una nodriza —pensó volviendo a ojear el pequeño—.

Su cabeza pasó unos segundos en silencio, fría, antes de empezar de memoria las cuentas que Cass pedía. Y dividiera como dividiera el sobrante, ahorrara o lo apostara en Plaza. Era insostenible.

Entonces miró el plato de Skyler y un cálculo diferente empezó en él, estimando cuanto tardaría su prima a acabar el desayuno.

— Cass —la llamó al ver que se disponía a marcharse con el plato—, deja el plato, luego los llevo yo y lo lavo todo a la vez.

Se quedó algo confusa, al mirar a Robin, como si algo en su expresión la hubiese dejado fuera de lugar, o la hubiese hecho sentir una ligera punzada de aprehensión. Pero no le dio importancia a aquello, tomando su plato y su vaso para sentarse en cualquier lugar disponible, procediendo a probar un primer bocado, y a beber un poco de agua, notando cómo bajaba, fresca, por su garganta. Tenía sed, y no se había percatado.

Suspiró, complacida, tras probar el puré- No está nada mal, chicos.-dijo, en contraposición a lo que diría a continuación Skyler, encogiéndose ligeramente de hombros al escucharla, sintiendo aquello ligeramente hiriente, aunque no hubiese sido ella quien había preparado la comida. Clementine se conformaba con muy poco, y Skyler parecía ser algo más exigente que ella. Estaba claro. Y tampoco pretendía culparla, aunque su reflexión acerca de los pañales y las necesidades fisiológicas del niño era cuanto menos, acertada- Y está comiendo... Después de comer... En fin. Todos hacemos las mismas cosas después de comer, ya me entendéis. -añadió a la exposición de Skyler, algo azorada, bebiendo otro sorbo de agua

Escuchó entonces a Cass, y los ojos se le abrieron como platos. Se mordió el labio inferior, con ligero nerviosismo. No tenía una clara noción del costo de los productos del huerto, porque no era quien llevaba las cuentas, pero podía imaginarse que aquello... Podía resultar bastante caro- Es una posibilidad, si no nos queda más remeidio, aunque debo admitir que me da cierto miedo, Cass. No suelo pensar mal de la gente pero... La leche en polvo es una cosa rara. Quizá nos intentan vender otra cosa... Y siendo un bebé...- dijo, preocupada.- Veremos qué han averiguado Nick y Trish cuando vengan, y luego podríamos intentar buscar a alguna mujer voluntaria, que seguro que eso al final va a ser mejor para el niño si existe la posibilidad. Más... Natural, ¿no?. 

La recepción del pequeño a manos de Shamira fue velado por Kane, aunque le otorgó confianza a la niña no levantó esa custodia en ningún momento. Poco a poco la fue viendo más suelta, mantenía una actitud tranquila, afable incluso y dando alguna indicación ocasional. Ciertamente Kane parecía muy apegado al niño, puede que demasiado.

Gracias Skyler, y sí.. tras comer vendrá la parte menos agradable del asunto. apuntó el hombre mientras veía que empezaba a preparar improvisados pañales.

Echó una ojeada a los demás presentes, tanto Cassandra como Robin parecían bastante callados, pero no les impuso ninguna conversación por distintas razones. Aunque les escuchó conversar ante la posibilidad de comprar leche en polvo, no se resistió en participar de aquello.

Es una posibilidad a tener en cuenta si es.. necesaria. dijo Kane mientras miraba de soslayo a Clementine y su justificada preocupación. Pero esperemos a que vuelvan de Nick y Trish.. puede que nos den más opciones. miró entonces a Cass y asintió. Gracias por mirarlo, Cass.

Kane se quedó en silencio atendiendo a Shamira a continuación, estaba pensativo, pero no expresó ninguno de estos al exterior. Volvió la mirada hacia Clementine un instante, luego miró a la mesa.

Creo que yo también debería desayunar algo. dijo al final, pero tampoco muy entusiasmado.

Robin escuchó a Clementine sin comprender sus temores en aquella compra. O más que en la compra en sí, en que pusiera el acento del problema en el producto y no en el precio. Pero supuso que aquello era algo propio de la gente tan generosa como ella. La voz con que regalaba sus canciones y la placidez con que trataba a Skyler desde el entierro de Aurora lo hacían más que evidente.

Una linea de pensamiento más apartada, buscó qué podía sustituir la leche en polvo, en apariencia. Y cuando sus pensamientos encontraron reflejo en la mujer de Dios, Robin se apresuró a empujar su voz anotando aquella solución junto a la leche en polvo y a las que su padrino y Trish encontraran en el Jackie.

— ¿Tu podrías? —le preguntó a Clementine— Si te pegas a él, duerme a tu lado y le oyes llorar mucho rato, podrías —comentó aunque lo de tener al pequeño llorando no sonara demasiado bien—. El cuerpo reacciona al olor de los bebés y al llanto, para solucionarlo. Lo dijo Añil —metió a la chica dónde no la llamaban, al contrario de la costumbre de ella de no aparecer ni dónde se la requería—.

Cassandra vio la expresión en el rostro de Robin y se pateó mentalmente por no haber podido bajar un poco más el precio, pero es que a ella eso de los contactos con personas, aunque fuesen a través de frases en la pantalla, no se le daban nada bien -Quizás podría hacer equipo con alguien...- Las palabras de Clementine cortaron esa línea de pensamientos, ante las dudas de la rubia metió la mano libre en el bolsillo y su brazo se tensó ligeramente, pero entonces habló Kane y asintió de vuelta.

-Por ser rara tiene precio elevado. -miró al chico un momento y luego sus ojos volvieron a la joven -Por si la necesitamos me he asegurado que si no es lo que buscamos, o si está en mal estado, no se pague.

Se encogió de hombros, dando a entender que no había más que hablar del tema hasta que no tuviesen noticias frescas, y negó al ofrecimiento del pelirrojo.

-Voy hacia allí, los acerco. -dijo cogiendo el de Lincoln y los cubiertos.

No añadió donde exactamente, ni a qué, pero tampoco era un secreto que las escaleras para ir a su habitación estaban delante de la cocina y necesitaba algo más gordo sobre los hombros que la sudadera que llevaba para hacer frente a la temperatura exterior.

Lincoln valoró en silencio la demora que supondría esperar a Cass en su prisa por volver a la calle y finalmente asintió, aceptándola.

Se puso de pie tras ella, ajeno por completo a los problemas que el bebé acarreaba, en su limpieza o en su alimentación, pero antes de salir detrás de Cassandra su mirada se detuvo fija una vez más sobre Shamira y la criatura. Los miró durante un par de segundos y luego abandonó la sala común detrás de la buscadora. 

Justo en ese momento en que Cassandra y Lincoln abandonaban la sala común, Daniel regresaba de la cocina, con un montón de vasos apilados unos dentro de otros en una mano y una jarra con el café de achicoria en la otra. Por suerte el chico no tuvo que abrir la puerta, gracias a los que salían. 

En el interior de la sala común pudo ver a algunos sentados alrededor de la mesa, comiendo el puré o charlando. Shamira tenía al bebé en brazos y se encargaba de darle de comer mientras Kane no le quitaba ojo, cerca de Clementine. Skyler, sentada junto a Robin, estaba haciendo algo con una toalla y una navaja al mismo tiempo que comía. 

Ya en el pasillo, el chiquillo miró a Cass mientras ya orientaba su cuerpo hacia la salida principal del centro de salud.

—Te espero en la puerta, ¿vale? —preguntó, con toda la pinta de estar a punto de echar a correr hacia allí en cuanto recibiese algún mínimo asentimiento por parte de la mujer.