Partida Rol por web

Daniel enarcó una ceja ante la salida de tono de Robin. Era más que evidente que estaba nervioso y que en su afán de proteger a Hope, era capaz de prometer el cielo aunque no estuviera a su alcance.

-Robin, nadie ha acusado a nadie de nada. Solo me estoy interesando por su hermano. Es evidente que Hope está preocupada por él, cosa muy normal después de lo ocurrido. Ahora está en nuestra casa y lo que quiere es que él esté con ella aquí -¿acaso Robin no era consciente del intento de Daniel para que la muchacha se relajara un tanto, algo que solo podría hacer hablando ella y no él, respondiendo a preguntas que se le habían formulado?-. Y como bien dice Cassandra, todos nos ocuparemos de traerlo aquí, sin heroicidades por parte de nadie. Yo no te voy a hacer prometer nada. Confío en que te darás cuenta por ti mismo en que todos tenemos idénticas preocupaciones y que no es momento ni lugar para individualismos. Juntos somos fuertes. ¿De acuerdo, Robin? -la voz de Daniel había sido amable en todo momento, sin asomo de reprimenda o crítica. Lo peor no había llegado aún. Eso vendría cuando el shock inicial diera paso a la tormenta de rabia y dolor por la muerte de tantos inocentes. Cass en todo caso no había respondido o sabido responder a la pregunta acerca de los cuerpos de Nick y la mujer atacante. Y no quiso insistir. 

Cuando Daniel preguntó por los cuerpos la chiquilla se encogió un poco y tomó aire despacio por la nariz. Luego se miró las manos, llenas de barro, hollín y sangre, y empezó a rascarse el borde de una uña. Sólo levantó la mirada cuando Daniel se agachó a su lado, pero antes de que ella llegase a responder lo hizo Robin por ella y sus ojos contemplaron al pelirrojo mientras hablaba. 

—Es lo que dice Robin —dijo ella después de que Daniel se explicase mejor—. Alec se fue hace un par de días del campamento, Cratos le había encargado algo, pero no me dijo qué era ni a dónde iba. —Hizo una pausa y volvió a coger aire antes de hablar, como si al llenar sus pulmones de oxígeno se llenase ella misma también de fuerzas para seguir hablando—. Prendieron fuego a todo, tuvimos que correr para escapar del incendio y los c-cuerpos... —Sorbió por la nariz y cerró los ojos apretando los párpados—. Lo dejamos todo atrás. —Tragó saliva con esfuerzo—. A todos. 

Por un momento se quedó callada, con los ojos cerrados y las mandíbulas tensas, pero luego cogió aire por la boca y lo soltó en un suspiro. Volvió a abrir los ojos y había una chispa de determinación entre toda la tristeza y la confusión.

—Por eso es tan importante encontrar a Alec. Si vuelve y lo ve... estará solo, no sabrá que estamos bien... —Miró a Robin—. Sabes cómo es. A saber qué puede hacer si se lo encuentra así. 

Robin endureció la mirada tanto como podía hacerlo un animal herido, asustado y acorralado con aquella aclaración de Cass y Dan que él mismo conocía y no quería ver.

Odiaría mentirle a Cassandra y nunca se sentiría limpio si además le mintiera de frente y en los ojos así que apretó los labios y apartó la mirada para volver a amenazar solo al té de su vaso caliente.

Mudo, dolido y enfurruñado.

Él también necesitaba a Alec y probablemente más que Hope. Pero no podían entenderle, nadie podía ahora que ni Nick ni Nate estaban, nunca jamás nadie volvería a poder entenderle.

Volvió a mirar de reojo hacía los demás con la conclusión de Dan y su reclamo al pelirrojo para que fuera sensato pero no quiso ceder.

— Ya. Entiendo —dijo vacío de significado—.

Y a punto estubo de atreverse a irse cuando Hope volvió a insistir en el carácter explosivo de su hermano.

— No sabe quién lo hizo. No hará nada —quiso tranquilizarla—. Le encontraré antes.

Cassandra esperó pacientemente mirando a los ojos a Robin, escuchó a Dan y a Hope sin apartar sus oscuros orbes de la mirada más clara, hasta que fue el muchacho el que apartó la vista sin llegar a responderle. Las palabras que salieron por fin de los labios del chico, hicieron que rodase los ojos.

-¿Me vas a obligar a seguirte a todas horas? Nick quiso ir solo y... -no pudo seguir, no en esa línea, al fin y al cabo quién era ella para imponerle nada -Por favor Robin, antes de hacer cualquier cosa ven a verme ¿si?

Posó la mano en el hombro del pelirrojo un instante, apenas la apretó, quería hacerle saber que sentía la misma preocupación que tuvo él por ella y que estaba ahí para lo que necesitase. Aunque eso solo fuese su presencia. Luego, si no había ninguna palabra dirigida a su persona, saldría de la sala e iría a echarle un ojo a Skyler. Nunca sabía lo que podía llegar a hacer esa chica y sentía que era su responsabilidad que todos estuviesen bien, en esos momentos ella era la mayor en el Morris*. 

Robin asintió un par de veces a la petición de Cassandra, eso podía hacerlo.

Apartó su hombro de la mano de ella, sin despecho, con la costumbre de repeler todo contacto y asintió una vez más por Daniel. Le debía una disculpa pero su cuello se negaba a dejarla salir y él no tenía fuerzas para pelear con su propia testarudez.

— Nick no fue solo. Iba conmigo —advirtió y se culpó como ya antes había hecho con la muerte de su madre—.

Dicho lo cual se levantó, miró alternativamente a Hope y a Dan y decidió que estarían bien.

— Voy a instalar a Anastasia —justificó su huída—.

Y si nadie quería nada, se iría después de Cass.

Mientras hablaban, Axel escuchó con atención. No quería entrometerse demasiado, menos cuando aún no había sido aceptado dentro del grupo, y sabía que en un momento de luto como aquel lo peor que podía hacer era presionar a los deudos o procurar sacar ventaja de su dolor. Seguramente esto último sería algo que Dauntay aprobaría con creces, pero esa misma falta de empatía era una de las cosas que al puertorriqueño le sacaban de quicio cuando se trataba del rubio, y una de las razones para que se negara con aún más vehemencia a caer en ello. Además, suficiente tenían ya con la tensión que se creaban entre ellos. 

En silencio, observó a Hope y Robin con cierta lástima. En sus años Axel había pasado por muchas cosas, pero por nada que siquiera se asemejara al infierno en vida que ella describía y que el chico también había experimentado en parte. La impotencia de no poder proteger a tus seres queridos, de dejar toda tu vida atrás junto a sus cadáveres, no poder siquiera darles sepultura... Cuando él se había separado de su familia había sido por razones de fuerza mayor y podía apostar que ya estaban todos muertos a estas alturas, pero presenciarlo y no tener oportunidad de hacer algo al respecto debía ser suficiente para cargarte de culpa infundada el resto de tu vida. 

Al menos quedaba claro que había cariño y respeto suficiente entre los Morris para servirse de apoyo, y eso le alegraba. Quizás, si existía el dios en que Madre Laura creía y con él su paraíso, Nick podría encontrar paz en verlos unirse contra la adversidad para salir adelante. 

Poco a poco todos ellos terminaron por disgregarse. Ya fuese a lavarse y tratar de conseguir ropa limpia aunque no fuese de su talla, a comprobar cómo se encontraban otros, a encargarse de la guardia o a instalar a la vaca, cada uno se fue por su lado. Pasarían horas hasta que los que estaban fuera regresaran y mientras tanto el ambiente en el refugio se iba haciendo cada vez más espeso y pesado.