Partida Rol por web

Al rato, el guardia y el hombre del tambor regresaron con los demás. A continuación repasaron pasos del baile ritual, y se formaron pequeños grupos que charlaban animadamente mientras cenaban alguna cosa que las mujeres les habían preparado. Parece que el ritual había terminado, y se disponían a recoger sus cosas para partir de regreso por el sendero por donde habían venido.

Parece que han terminado lo que fuese estuviesen haciendo y se marchan. ¿Qué hacemos, nos quedamos o los seguimos?

Podríamos seguirlos uno o dos y otro u otros dos esperar a los refuerzos, les susurro.

Eärnil y Ragi miraron a Russef a la espera de que éste asumiera el mando. Las órdenes eran vigilar el claro, pero ahora el grupo que había estado realizando el ritual estaba saliendo del bosque. Russef se veía capaz de seguirles un poco, y era el mejor rastreador.

"Si les sigues para ver dónde se dirigen, te esperaremos aquí hasta el alba. Si no han llegado refuerzos, iremos detrás los dos", le dijo finalmente Eärnil.

Bien, los seguiré.

Dejaré un palillo en forma de cruz cada 100 metros por si no regreso y vais en mi busqueda, de acuerdo? dije a los dos al tiempo que seguía en solitario hacia adelante tras la pista.

Y dicho esto los seguí, cogiendo como advertí un palillo del suelo cada pocos metros partiendlolo y dejandolo en forma de cruz en el suelo bien visible

No le resultó difícil a Russef seguir al grupo sin ser visto. Salieron del bosquecillo, y tomaron rumbo hacia el norte. Cruzaron el río en un vado, y siguieron avanzando sin mirar atrás, a paso ligero. Russef también cruzó el río. Había dejado marcas cada cien pasos, y ya iba por las veinte marcas. Entonces vio cómo el guardia y el hombre del tambor se separaron del grueso del grupo. Tras una breve despedida, se dirigían al este. El resto seguían hacia el norte, en dirección al Vado de Sarn.

Me quedo pensando un rato a quien seguir y finalmente me decido por los dos hombres.

Antes dejo una señal visible en el suelo:

"2 hombres y yo al este; el resto al norte" escribo con un palo en la arena del suelo.

Russef avanzaba a hurtadillas detrás de los dos hombres hacia las quebradas en el este. Los perdió de vista cuando se adentraron en el pequeño valle con forma de V, escarpado en la misma meseta. Una vez alcanzada la entrada, el hombre de Saralainn optó por trepar hasta lo alto de la meseta para poder observar sin ser visto.

Y lo que vio le cortó la respiración. El hombre que había estado tocando el tambor se encontraba junto a otros seis hombres de aspecto oriental. Iban armados con cimitarras. Detrás de ellos, había una entrada a una cueva de gran tamaño. No era visible desde el camino, ya que habían colocado piedras y arbustos para taparlo, y estaba al fondo del valle. En la entrada de la cueva había dos huargos inmensos con arneses y unas rudimentarias sillas de montar. Russef pudo ver una decena de orcos en el interior de la cueva, ocultándose del sol.

¡Era una base enemiga!

Buena chanza Russef!, aa que no era broma Hahaha, esta bien, no Te preocupes iremos a Por ti si se tercia.
Aquello no me gustaba y asi se lo jicr saber a Ragi, aCTO seguido establecia un perimetro para vigilar los alrededores.

Eärnil y Ragi prepararon lo mejor posible su pequeño escondite. Desde allí podían vigilar el sendero que conducía hasta el claro, así como la entrada al bosque. Mientras Eärnil aseguraba el perímetro, Ragi sacó provisiones de su zurrón y ató con una cuerda algunas ramas para tapar mejor el escondite.

La espera se hizo larga. Pasaron varias horas y Russef seguía sin regresar.

Me mantengo atento y esperando ver qué hacen, escondido en el mismo sitio.

Si al alba todo sigue igual, voy para atras a avisar al resto de lo que descubrí.

Desde su escondite, Russef podía observar lo que sucedía abajo. Vio como los orcos colocaban dos filas de nueve antorchas que partían desde la cueva. A continuación, sacaron un gran tronco de madera que parecía estar chamuscado por el fuego. Un orco de mayor tamaño armado con un látigo supervisaba el trabajo de lso demás. Levantaron el tronco para ponerlo de pie en un hoyo al final de la senda marcada por las antorchas, que seguían apagadas. Luego comenzaron a poner refuerzos para el tronco. Los trasgos trabajaban de forma sorprendentemente coordinada, pero les quedaba mucho trabajo por delante. Todo parecía indicar que esta noche terminarían la tarea.

De repente, algo captó la atención de Russef. A su derecha, en la misma meseta donde se encontraba, sucedía algo. Vio un resplandor metálico a la luz de la Luna y de las estrellas que se habían asomado fugazmente de entre las nubes del cielo nocturno. Volvió a mirar. El punto estaba a menos de una milla de distancia. Pudo ver puntos negros que se movían entre las sombras. Tres hombres. O quizá cuatro. Un brillo de las espadas desenvainadas. Una de las siluetas se cayó al suelo, boca abajo. ¡Estaban luchando!

De repente algo llamó mi atención, no podía verlo bien pero parecia una lucha.

Una lucha, sí, se distinguian algunos hombres, ¿pero quienes eran? Me acerqué con cuidado para intenar ver más.
 

Russef se acercaba a paso ligero, y cuando estaba a unos quinientos pasos, la Luna volvió a asomarse de entre las nubes y vio que se trataba de tres hombres de mediana estatura, armados con cimitarras. Y lo que parecían dos chavales, o un niño y un chaval. Uno de los chavales había disparado con un arco pequeño, abatiendo a uno de los hombres. Y ahora se estaban preparando para luchar. Dos contra uno. Pero entonces apareció de entre las sombras otro hombre con la ballesta, a quien Russef reconoció al instante. ¡Era Denelloth!

La espera se hizo algo tensa y mi compañero no volvia al final decidi hacer algo.
Ragi, tal vez debieramos ir a buscar a Russef, se esta demorando demasiado, ¿que opinas?.
Mientras dije esto fui buscando el rastro de nuestro aliado.

Ragi asintió con la cabeza, y se ofreció quedarse junto a la entrada del bosque mientras Eärnil seguía el rastro de Russef por si le veía acercarse de regreso.

Las huellas eran fáciles de seguir, ya que Russef había cumplido con su palabra y dejado señales cada cierta distancia. Sin alejarse a más de una milla del linde del bosque, Eärnil comprobó que Russef había bajado de la meseta, y perseguido al grupo hacia el norte, cruzando el arroyo.

Si Eärnil optaba por seguirle, Ragi se quedaría solo en el bosque. Quedaban una o dos horas de luz aún, y no veía a Russef regresando desde el norte. Lo que sí vio eran tres aves de cierto tamaño saliendo por detrás del bosque de mayor tamaño a su derecha, y volando en círculos. Salieron un breve instante, y volvieron a esconderse al otro lado del bosque, fuera de la vista de Eärnil. Pero el dúnadan estaba bastante seguro de que se trataba de murciélagos de gran tamaño.

Russef avanzó hacia los combatientes, y pudo ver cómo Denelloth disparó con la ballesta a uno, pero el enemigo seguía en pie. Luego se enfrentó con la espada y escudo contra otro que parecía el líder. La lucha fue rápida y mortal, y Russef no pudo hacer nada ya que aún se encontraba demasiado lejos. El montaraz recibió un tremendo golpe de cimitarra en la pierna, y cayó de rodillas al suelo. Entonces, el que le había atestado el golpe se movió rápidamente para alcanzar al que tenía el arco... Y se escuchó un grito de socorro: -¡AYUDARME!

Era la voz de la arquera, y era una mujer. La lucha seguía, y Russef estaba ya a menos de cien pasos.

De repente me di cuenta de quien era uno de los hombres en la liza; se trataba de Delenoth.

Rapidamente saco mi hacha y me dirijo todo lo rapido que puedo en ayuda de la mujer que gritaba acechando al tipo que hirió a Dellenoth.