Partida Rol por web

El cazador de las defensas de el Paso miró a Melechtor, y al ver que aprobaba la propuesta, se cambió de posición con Belkazir. -Brangon, de el Paso, de la unidad del sargento Halbered, le dijo a su camarada. El hombre de Umbar parecía nuevo, no le sonaba haberle visto antes. Pero en los días previos a la ofensiva de los orcos, el Lugarteniente Khôradur había recibido muchos nuevos reclutas.

Menos mal. Parece que los mandos tenían información de que algo iba a suceder.

Eso explicaba esta unidad de jinetes, y el reclutamiento y los preparativos previos.

Mientras ultimaban los preparativos y la formación de ataque, los caballos no habían dejado de avanzar hacia el enemigo. Era importante aprovechar cada minuto para acortar distancias. Una vez cerrada la formación, y confiando en los jinetes en las posiciones clave, Melechtor dio la orden que daba comienzo a la maniobra.

La carga iba a tener tres fases. La primera de tomar velocidad, a trote rápido y para que los hombres y las monturas se acostumbraran a la presencia de sus compañeros muy cerca, ya que los animales llegaban incluso a tocarse hasta adoptar la posición definitiva. Después se iba a pasar a galope, y finalmente una última fase de esprint con las lanzas bajadas.

Pocas veces una caballería podía alcanzar la velocidad máxima de ataque, y había que aprovecharla. No contaban con muchas ventajas, ya que la penumbra del crepúsculo y la oscuridad beneficiaban a los orcos, y también les superaban en número. No obstante, contaban con la ventaja de la sorpresa, y tal vez en medio de la confusión no llegaban a reformarse a tiempo y podían cargar contra el flanco o la retaguardia. También los últimos destellos del sol en el oeste podían darles una ventaja momentánea, pues detrás de ellos cabalgaban el horizonte era de un amarillo intenso. Como si el sol estuviera despidiendo a sus campeones una última vez en aquel día.

El sonido de los cascos contra el suelo era rítmico y constante. Ya lo habían oído en la Batalla de la Loma, pero entonces habían atacado de puntos diferentes. Ahora Garan Gwalorn cabalgaba unido.

Pasaron la torre en llamas, y a su izquierda donde hasta entonces habían tenido el pendiente de una colina, ahora se abría la meseta hacia el oeste-noroeste. El enemigo lo tenían ya enfrente, aún una masa oscura que se aproximaba a gran velocidad. Pero más cerca, a su izquierda, veían a un solitario jinete cabalgar velozmente para interceptar a los caballeros de Garan Gwalorn.

Era difícil que llegara a tiempo, y aunque Melechtor le vio, no pensó ni por un instante en detener la carga.

Mira a su alrededor para sincronizarse con el resto de jinetes y comienza la maniobra todo lo bien que sabe, esperando no ser un estorbo para el resto y no fastidiar la carga.

Agnor fustigó a Atreo para que galopara. Todos lo hacían, ganando fuerza y velocidad. Peso, al fin y al cabo, en una carrera que, si nada se interponía, podría acabar con un choque brutal.

¿Nada se interponía? Desde el oeste se acercaba al galope una figura solitaria y desconocida. Desde esa distancia el norteño no era capaz de diferenciar quién era, salvo que corría a toda velocidad y parecía llevar un bulto en la punta de su lanza. ¿Una cabeza clavada? Imposible saberlo desde esa distancia y con el tumulto. Ese jinete montaba un caballo, por lo que no podría ser un orco. Pero no sería el primer humano vendido a la oscuridad que Agnor habría visto en aquella guerra por Sil Auressë.

En cualquier caso, ni ese hombre ni ningún otro podría detener ya la carga del destacamento. Si quería conservar la vida, más le valía apartarse.

–¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Por Sil Auressë! ¡Adelante! ¡Las llamas del Garan Gwalorn prenden!

El montaraz miró desde la distancia a aquel jinete extraño que venía del oeste; ya había perdido la facultad momentánea de ver en la oscuridad, pero quizás alcanzara al menos a distinguir si era amigo o enemigo, algo crucial en la maniobra que estaban realizando...

La velocidad que comenzaban a coger los caballos era endiablada y Milzarâk se alegró de no ser él quien dirigiera la montura. De camino a Sil Auressë había puesto a su caballo a lo que le pareció el galope, pero esta velocidad lo superaba con creces.

Sin querer fijar la vista en el suelo que pasaba bajó los cascos del caballo como un borrón se fijó en la silueta que se acercaba a lo lejos.

Una vez se lanzaban a la nube de enemigos, la experiencia reciente de la batalla del paso se le venía a la memoria. Ahora eran mucho menos los que atacaban, pero estaban unidos, y no solo por ir juntos, ni por el mando de un excelente Capitán, sino por algo intangible que los consumía por dentro y los motivaba a dar todo de si. Esta vez no había ribete rojo, ni bandera, ni mercenario, esta vez eran el Garan Gwalorn.

En la batalla anterior una noche fugaz había complicado el combate de modo inesperado. Ahora una nueva noche no tardaría en llegar, y esta vez sería mas larga. Lo qui iban a hacer, debían hacerlo rápido. El estandarte enemigo flameaba por el viento a sus espaldas lo lograremos, se dijo. No pudo evitar observar al jinete que parecía ir rumbo a ellos, tal vez se tratase de otro explorador que regresaba a informar a Khoradur sobre las fuerzas enemigas. Pero no habría tiempo de escucharlo, la carga ya había comenzado, lo único que le quedaba a ese hombre era unírseles o proseguir.

Cuando el trote dio paso al galope y este se transformo en un Sprint frenético, me incliné hacia delante y agarré con fuerza mi maza de combate.Mi pelo ondeaba como un estandarte empujado por la fuerza del viento y los ojos se entornarón para protegerse de la arenisca de la llanura.

Fue entonces cuando pude ver el jinete que se acercaba a toda velocidad por nuestro flanco.
Me entretuve un instante tratando de dilucidar quien era y si hacia algún tipo de señas. En un momento como aquel, si debíamos detener la carga no existía margen de maniobra. Recé para que no se tratase de aquello.

El jinete cargaba con una lanza, o un palo con algo enganchado. Trataba de seguir el ritmo de los Garan Gwalorn, pero llegaba en desventaja y por el flanco izquierdo. Gritaba pero sus palabras no alcanzaban al grupo...

...excepto Aaren, el Halcón. Su mirada se cruzó con el hombre que llegaba, y vio que era un joven guerrero y portaba una pica con una cabeza clavada.

-¡¡AMIGOS!! ¡¡TRAIGO UNA SORPRESA QUE NOS AYUDARÁ EN NUESTRO ATAQUE!! ¡¡TRAIGO LA CABEZA DE SU LÍDER, GOTHDUST, CLAVADA EN ESTA PICA!! ¡¡DEJADME PASAR PARA QUE LA VEAN!! ¡¡CARGUEMOS CONTRA ELLOS!!

Pero de forma irremediable la unidad pasaba por delante de él, y ahora el recién llegado se situó detrás de Aaren.

¡GARAN GWALORN!

¡GARAN GWALORN!