Partida Rol por web

Tras varios días de descanso y meditación, Ayla salió de su pequeño camarote y se colocó en la proa del navío. Aún quedaban unas horas para el amanecer, y el cielo oriental tenía un color púrpura. En algún lugar se había vertido sangre aquella noche. Sin embargo, sólo le acompañaba el silencio. A lo lejos, en el sur, pudo ver los montículos de la ciudad de Tharbad. Ella había viajado mucho, y había visto muchos pueblos. Incluso había visto grandes ciudades del Sur. Pero Tharbad tenía algo especial, a pesar de su decadencia más que evidente.

En Tharbad el tiempo transcurría de otra forma, las prioridades eran diferentes. Era un lugar de encuentro, una ciudad cosmopolita en medio de unas tierras cada vez más salvajes. En sus calles se encontraban comerciantes del Lejano Harad, mercaderes de Dorwinion, enanos herreros de Khazad Dum, esclavistas de Khand, hombres de Umbar, dúnedain de Gondor y de Arthedain, clanes de Saralainn, dunlendidos, montañeses… Oficialmente la seguridad estaba a cargo de una guarnición de Gondor en la ribera oriental, pero el poder, el auténtico poder, el económico, pertenecía a los gremios. El poder militar era de Gondor, pero hasta eso cambió cuando los Gremios dieron el golpe hacía unos años. En eso parece que el antiguo compañero de Ayla, Curudae, tuvo mucho que ver… Él contrató a diferentes grupos de mercenarios para hacerse cargo de la seguridad de la ciudad conocida como la Reina del Norte.

Ya pudo distinguir los grandes puentes, y la isla central de Tharbad.

Una pequeña balsa se acercó para guiarles y evitar las rocas y otros peligros de las aguas pantanosas. En el centro de Tharbad se encontraba la Isla. Pasaron cerca de las ruinas del castillo, y aunque era antes del amanecer, se podía ver movimiento entre las casas en ruinas del temido barrio de los ladrones de la Isla. 

La embarcación entró por la parte sur, y pasó por debajo de uno de los grandes puentes, y amarró en el barrio de los mercaderes, el puerto abierto para pequeñas embarcaciones en la parte Sur de la Isla. Ayla recordaba que la tienda de Dirhavel se encontraba en el barrio del lado de Gondor, cerca de Amon Rhun¹.

Ayla abandonó el barco sin que nadie le siguiera, y tratando de pasar lo más desapercido posible llegó hasta la tienda de Dirhavel.

El cartel no había cambiado. Seguía indicando que se trataba de la tienda de Dirhavel, con el símbolo de uno de los palantír de Númenor. Aún era temprano, y parecía que la tienda estaba cerrada. Antiguamente Dirhavel vivía en la parte de arriba de la tienda, pero al parecer aquella costumbre se había perdido. Ayla vio algún soldado de Gondor que le saludaba mientras seguían su ruta. Ella se paró a pensar que en la Isla y en la avenida principal no había soldados de Gondor. Seguramente los gremios seguían estando a cargo de la seguridad.

Apareció Danroth, mirando furtivamente a su alrededor mientras introducía la llave y se adentraba en su tienda. Lo primero que Ayla notó era que se le veía algo mayor, pero no era sólo eso…

Ella esperó unos minutos y entró. Danroth le saludó sorprendido pero visiblemente se alegraba de verle. Cada vez se parecía más a Dirhavel, salvo que tenía el pelo rubio. Pero hasta se había dejado algo de barba. En cuanto a la tienda, seguía estando llena de cacharros y objetos extraños, y las mesas repletas de pergaminos. Sin embargo, se notaba que el laboratorio ya no se usaba.

-Saludos, Ayla. ¡Me alegro de verte! ¿Te puedo invitar a desayunar? Aún es pronto y hay un sitio por aquí cerca que prepara unos desayunos muy buenos, y tiene salones privados para conversaciones privadas.

Le sonrió mientras le invitaba a seguirle.

-Yo tambien me alegro de verte Danroth, hace bastante tiempo de la última vez que nos vimos... Vamos a tomar ese desayuno que llevo bastantes horas sin probar bocado.

Ayla le siguió hasta la posada o lo que fuera.

Ayla le siguió unas cuantas calles hacia la Avenida principal, pasando por delante de alguna taberna abierta para encontrar la que estaba buscando. Entraron en “Vradriel”, y lo primero que llamó la atención dentro del salón principal eran tres retratos: uno del enano Tagli, otro del tan añorado dúnadan Garrano y uno de un elfo mago que llevaba el rótulo de Vradriel.

Danroth le confirmó que se trataba de la taberna que abrió Tagli en Tharbad, de la cual él era ahora el propietario aunque lo llevaban otros. Se sentaron en uno de los privados y pronto les trajeron el desayuno: bandejas de fruta, algo de vino dulce y empanadillas de todo tipo. 

Mientras desayunaban, Ayla le contaba un poco lo que hbía hecho estos años. La defensa de Metraith, la muerte de Gynn... Todos se conocían...

También algunas otras aventuras.

-Hace mucho que estoy aquí, en Tharbad. A veces añoro las aventuras, los viajes… los peligros. Pero creo que estoy haciendo algo importante aquí, ayudando a mi manera. Pasé unos años maravillosos con tres grandes compañeros, hicimos algunas locuras pero nos lo pasamos bien… pero todos ellos están ahora muertos. De alguna forma, creo que mientras yo viva puedo mantener su recuerdo, aunque sólo sea en esta humilde posada. El Señor de la Guerra fue responsable de la muerte de todos ellos, y también de Gynn y otros. Si tan sólo lo hubiéramos rematado cuando tuvimos la oportunidad. Yo mismo le atesté un golpe que pensaba mortal. Pero las artes de Carn Dûm son poderosas, y se recuperó. Y consiguió su venganza. Es un alivio que ya no esté.

Al cabo de un rato, cuando hubiesen terminado de desayunar, Ayla le miró a los ojos y le dijo: -las noticias van más rapidas que las personas viejo amigo. Me ha parecido que me estabas esperando...

Ella miró a los lados confirmando que estaban solos, y puso el oído un poco como intentando escuchar alguna respiración espía o algo que le obligue a no decir nada más. Cuando vio que todo estaba bien, siguió: -Vengo del Ángulo, ya sabes con quién he estado hablando, te traigo noticias malas, pero también hay alguna buena.

-Te confieso que estaba esperando noticias del norte. Nos han llegado la información de un ataque a gran escala de Elmegil Brazo de Piedra, pero poco más. Sabía que hoy llegaría una embarcación de Fennas Drúnin, la primera en muchas semanas, así que me apresuré a estar preparado a recibir nuevas.

-Sabrás que se están moviendo tropas del enemigo en aquél territorio, tiene sitiada Harnalda por tropas de orientales, y además están reuniendo a los clanes de dunlendinos, parece que quieren hacer una tenaza sobre el Ángulo.

-Sí, los orientales son mercenarios habituales en Rhudaur. Los dunlendinos son otro peligro, por ser imprevisibles. Me han llegado rumores de algo que está sucediendo, un nuevo líder o algo por el estilo… Puede cambiar el curso de los acontecimientos, pero aún no tengo más información.

-Hace poco enviaron a un huargo por aquellas tierras para desviar atenciones y evitar que Khazad Dum pudiera acudir en ayuda, ya que hay un clan de enanos cerca del Ángulo, y ahí es donde entré yo en el juego. Esa es una parte que corresponde a otras personas, dijo Ayla refiriéndose a la posibilidad de pedir ayuda a Khazad Dum.

-Además ha llegado otra ayuda inesperada como sabrás, continuó sacando ahora el tema de los montaraces, -pero aún así parece que las tropas del enemigo son muy numerosas. En Harnalda ya se han quedado bastantes héroes, algunos amigos míos, resistiendo como titanes... Antes de abandonar el asedio, les intenté dar un respiro y causé algunos daños en las maquinas del enemigo, pero no se si será suficiente... Mi primer cometido aquí es reclutar mercenarios, mercenarios que puedan quedar de la Batalla de Metraith de los que tal vez estuvieran bajo mis ordenes por aquel entonces.

Ayla recordaba como en aquella batalla, cuando la muralla estaba perdida, llegó ella liderando un grupo de hombres después de haber reventado a los de Umbar, recuperó la muralla y repelió el ataque de los orcos sin tener apenas bajas.

-La guerra contra Creb Durga, y la defensa de Metraith, han hecho que en este momento hay bastantes grupos de mercenarios de diferente reputación y habilidad, todos disponibles. Aunque también es cierto que los diferentes príncipes y otros están contratándolos preparándose para posibles conflictos, motines, saqueos… Tiempos turbulentos son los mejores para los mercenarios.

-Los mercenarios tienen su gremio aquí, en Tharbad, como todos… Los gremios son los que ostentan el poder real aquí, y todo hay que hacerlo a través de ellos. El lado opuesto son las fuerzas de Gondor, que controlan esta parte de la ciudad. El cargo del Canotar es en la teoría la máxima autoridad de la ciudad, pero en la práctica no es así.

-También está la posibilidad de acudir a otro viejo amigo, llamado Curudae, te sonará imagino. Sé que también tiene contactos con mercenarios. Necesito enviar al Ángulo toda la ayuda de que sea capaz de encontrar...

-Curudae y yo compartimos una amistad, creo que soy de los pocos amigos auténticos que tiene aquí en Tharbad. Sé que tú eras su compañera, me lo ha contado. Por circunstancias, también me considero amigo de Imlach, el Canotar de Tharbad, y la máxima autoridad de Gondor aquí. Se podría decir que soy el nexo de unión entre ellos dos, y estoy convencido que en otras circunstancias Curudae e Imlach podían haberse llevado bien. Los dos comparten una cierta ambición, pero también los dos se han encontrado casi sin querer con un peso importante en los asuntos de esta ciudad. Los dos son de orígenes humildes, y los dos tienen su fuerza en la gente común.

-Ahora reside en la casa que antes era propiedad de Hir Tyrn Gorthad, pero desde los tiempos del abuelo de Pelendur está sin usar. La ha reformado bastante, y la casa aguarda unos cuantos secretos como se espera de un edificio tan antiguo. El ascenso de Curudae al poder que ostenta ahora ha sido extraordinario. Salió casi de la nada, con ciertos contactos en el gremio de los comerciantes (también denominado de los ladrones), pero un gremio menor. Se hizo con el control de un grupo de mercenarios ingenieros, los antiguos de Forak el semiorco.  En Tharbad, el poder lo ostentaba el antiguo triunvirato de grandes gremios, pero la situación era caótica. Gondor se preparaba para ocupar la Isla y los barrios del lado septentrional. Se formaron líneas de batalla, hubo tumultos, los refugiados entraron por la fuerza. Los muelles se quemaron, el comercio se paró. Y apareció Curudae. Sus mercenarios arreglaron los muelles y se restableció el comercio. Reunió a muchos gremios pequeños en lo que se denominó “la Confederación”. También contrató a los Ragh Cran Slaegha, el más venerado de los grupos de mercenarios. El gremio de los comerciantes se hizo necesario, porque tenía muelles para los barcos de carga, aunque seguían siendo más pequeños que los grandes muelles del lado gondoriano. El mensaje era claro: Gondor se tenía que limitar al barrio del Sur, y Cardolan al del norte. La Isla y el corazón de Tharbad era de los gremios. El barrio de los ladrones le apoyó. Pero por el camino se ha hecho muchos enemigos. Sé que las arcas de su gremio están vacías, y él ha tomado decisiones complicadas, como la de ayudar a Metraith cuando aquí la fuerza de Gondor se hace más fuerte. Si no se han tomado cartas en el asunto desde Minas Anor ha sido porque Imlach quiere evitar a toda costa una invasión gondoriana en esta ciudad.

-En definitiva, si tienes amistad con Curudae, debemos hablar con él para ver qué podemos hacer para ayudar al Ángulo, y convencer a los demás que ayudar a Fennas Drúnin es ayudar a Tharbad.

-El problema es que solo puedo ofrecer estas promesas de pago que me han dado, comentó Ayla y le mostró los documentos que portaba.

-Eso puede ser un problema. Los mercenarios siempre quieren oro, y por adelantado… Pero espero que podamos encontrar alguna solución.

-Como te dije, éste es mi primer cometido. Ahora te hablaré del segundo, aunque seguro que ya sabes qué es y lo estás esperando con ansia...

Cogió el bastón y le miró a los ojos. -He aquí el bastón de Tinwë, recuperado de las manos del enemigo por Alam, defensor de Harnalda, y por mi para que sea devuelto a sus legítimos dueños. Cerca ha estado de perderse, pero ahora vuelve a sus custodios. Guárdalo "Lord Danroth" y devuélvelo donde debe estar...

-Oh, un regalo inesperado pero no por eso menos grato. Me aseguraré de que llegue a sus legítimos dueños. Como te habrán contado, soy miembro de “Hildinolë”, una sociedad semi-secreta de los dúnedain. Los dúnedain tienen una gran tradición de hermandades y sociedades y órdenes más o menos secretas, bien sean de eruditos, políticos o gremios de comercio. Hildinolë¹  se dedica “uso práctico de la magia”, sea lo que fuere lo que eso significa. Yo no soy usuario de la magia como tal, pero fui recomendado por Dirhavel y otros. Mi función es la de informar y de ayudar en la lucha. Esta orden tiene miembros muy importantes en las distintas esferas de la sociedad dúnadan, y sus miembros reúnen conocimiento mágico principalmente para combatir la amenaza del Rey Brujo, y no mencionan su orden pero llevan un símbolo distintivo en forma de bastón...

Danroth le enseñó un simple adorno que llevaba para sujetar su capa, lo sacó y era una vara de medir para los alquimistas. -Es un “Sefthane”, siempre tienen forma de bastón. A veces es el propio bastón, pero sólo en casos de los más poderosos. En otros casos es un objeto de uso práctico.

-Bueno, si te parece, vamos a ver a Curudae. Primero pasamos por mi tienda. Por cierto, lo de “Lord” me sonroja aún… En privado prefiero que no me llames así.