Partida Rol por web

-La vida da muchas vueltas, le dijo Khôradur a Ayla durante el baile, con la mirada perdida en unos recuerdos que rara vez mostraba en público. El baile continuó ante la mirada de todos los presentes, y finalmente regresaron con Curudae que les ofreció una nueva copa de vino a cada uno.

La inconmensurable belleza de la música de Arkyn hizo que todos los presentes se quedaran atónitos observando la pista improvisada, donde la Dama y el Lugarteniente se movían al son de las notas del bardo. Unas notas que variaban de tono y de estilo, pero sin perder la fuerza de los primeros acordes. Una melodía a la altura de lo que significaba el momento improvisado. Dos de los fundadores de Sil Auressë, que provenían de mundos completamente diferentes y que el año anterior habían luchado en bandos opuestos en las guerras de Cardolan, ahora bailando juntos. El alma y la Luz que representaba la elfa, y la fortaleza y el honor que portaba el númenoreano. En ese momento, algunos de los presentes vieron un halo de esperanza no sólo para Sil Auressë, sino para toda esa tierra devastada por las guerras mezquinas. En ese momento fugaz pero inolvidable se quedaría para siempre como recuerdo en la mente de ambos gracias al poder de la música. Y todos los presentes sentían que el futuro les pertenecía de nuevo, aunque sólo fuera mientras Arkyn seguía tocando. Incluso la celebración sencilla de la inauguración de la Academia fue vista con nuevos ojos por muchos, ya que quizá fuera el legado que Ayla dejaría atrás.

-Así es, contesta Aelloth sorprendido ante los modales de Norión. Estaba a punto de decirle algo a Curudae y mirando de reojo al montaraz que no le quitaba el ojo de encima. -Habla de un príncipe desterrado que regresa a sus tierras para reclamar lo que es suyo. Pero antepone el bien común y la paz a sus propios intereses.

Le observó con atención, tratando de recordar si se conocían de algo.

-Creo que no nos conocemos, señor. No estuve mucho tiempo en Metraith, y me acordaría de su rostro seguro. Mi nombre es Aelloth, y estoy al servicio del verdadero príncipe de Girithlin.

Al decir la última frase, se le notaba algo aliviado y vuelve a mirar a Denelloth casi desafiante. Era bien sabido que un espía podía recibir la muerte, pero entre los dúnedain se respetaba a los emisarios cuando no ocultaban a quién servían.

Aelloth tenía porte militar, aunque con cierta soltura en este tipo de actos sociales. Llevaba una sobrevesta de calidad encima de su armadura, y se notaba que había hecho un esfuerzo para mostrar su mejor aspecto.

-¿Y su nombre cuál es? Parece un hombre de fe.  ¿Está al servicio de este ... territorio?

Norión asintió en silencio, reordenando en su interior los hechos que se iban enlazando en su memoria. Ignoraba porqué el hombre parecía a la defensiva, sospechaba que su visita no había sido casual, ni tampoco que la dama lo haya convocado, ni que hora estuviera dialogando con Curudae.

- Mi nombre es Norión, y ha observado muy bien, señor Aelloth, soy un hombre de fé, a los Valar confié mi vida y a uno de ellos mi mayor devoción, y es a él a quien sirvo. Pero entre los hombres, he vivido en Tyrn Hodhath, quizas la conozca como Tyrn Gorthad, y serví al príncipe Pelendur como el resto de los dúnedain de la zona. La última vez que supe de él fue precisamente en Metriath, donde también fue la primera vez que vi a vuestro príncipe, Echorión. Ambos han traído paz a estas tierras, y se han ganado mi eterno respeto - hace un breve silencio - Claro que mi labor por ese entonces se limitaba a curar heridos y enterrar a los muertos, ahora en estos tiempos colaboro en reconstruir parte del conocimiento perdido en la academia, y adhiero al lema de Sil Auressë y la propuesta de su dama Aylarien. Verá yo creo que la historia es muy importante, y en ellas está la verdad, por mas que en el presente otra realidad intente imponerse y arrebate lo mas preciado que tenemos ...- hasta donde era prudente seguir hablando de estas cosas con testigos? conocía de vista a los dos que lo acompañaban, eran personas renombradas en la aldea, pero nada sabía de su posición frente al hombre de Girithlin - ...creo que ambos compartimos ese punto de vista, verdad?-

-Soy un hombre sencillo, de ideas firmes. Un voto de lealtad rige mis acciones en esta vida. Lealtad a una causa, y a una persona. No me corresponde juzgar los aciertos y los errores de los que empuñaron las armas en el pasado, ni los que lo hacen en estos días. Pero sé que la historia se forja en el campo de batalla. La narran y la moldean como si fuera arcilla aquellos que logran la victoria. La voz de los que derrotados desvanece como la niebla. Nuestra verdad, nuestra causa, la causa de mi señor Echorion, sólo será legítima si obtiene la ansiada victoria. De lo contrario, la mentira que ya ha echado raíces en Minas Girithlin, borrará cualquier rastro de la causa que abanderamos.

Mientras Aelloth hablaba, Curudae hábilmente se colocó de tal forma que sólo él y Norión escuchaban las palabras de Aelloth. Hizo un gesto discreto, y el que parecía el jefe de guardia¹ dio unos pasos hacia ellos. Denelloth seguía estando cerca, pero más pendiente de observar a las personas que había alrededor.

-Para ser un hombre con las ideas tan claras, optaste por entrar a hurtadillas, bajo el manto de la noche, y sin anunciar ni tu procedencia ni el nombre de tu señor. Una actitud que fácilmente podría ser la de un ... espía.

Curudae le miró de repente a Norión, evaluando al ayudante de Adhellin.

-Mas debo reconocer que el buen Aelloth ha sido valiente tanto en el concurso de poesía, como lo ha sido sobre todo en esta charla amistosa con el maese Norión. Ha hablado con sinceridad y mostrando sus cartas, por lo tanto debo concluir que su actitud anterior se debe a un descuido o desconocimiento de los más básicos modales de un emisario.

Le volvió a mirar a Aelloth, y los ojos del Senescal se hacían más pequeños cuando le miraba fijamente.

-Como podrás observar, hemos logrado reunir en Sil Auressë a grandes sabios de los distintos principados de Cardolan. Personas con vínculos a instituciones importantes. Incluso soberanas de feudos importantes, como la Dama Finduilas. Sil Auressë no tiene interés en las guerras, lo que busca es la paz. Pero en caso de verse amenazado, se defenderá. Y muchos otros lo defenderán.

Dejando unos segundos para fortalecer el sentido de sus palabras, añadió: -Ahora el guardia Walec le llevará a un lugar más discreto dentro del castillo, y Denelloth les acompañará, para asegurarnos de que no suceda nada inesperado. En breve hablaremos de nuevo, Aelloth.

Le dio una palmada en el hombro a modo de saludo, o señal para el guardia y Denelloth que no tardaron en aparecer y acompañar al enviado de Echorion discretamente por una de las salidas laterales.

Una vez finalizado el baile con el Lugarteniente Khoradur, la Dama Ayla sin moverse del centro de la improvisada pista de baile pide silencio a todos los presentes en la sala:

- Hoy me he quedado sorprendida. Sil Auressë no fue concebida únicamente como un lugar para la paz de sus moradores, sino que además debía ser un lugar donde se desarrollara el arte en su máximo esplendor. Y hoy se nos ha mostrado cuan talento están adquiriendo sus habitantes. Nuestro Lugarteniente nos ha regalado una balada propia de grandes poetas, un canto al amor lleno de pasión y de dolor que nos ha emocionado a todos. La Dama, dirige una mirada llena de ternura provocando que todas las miradas se centren en él, consciente del tremendo sacrificio que el gran guerrero está haciendo al quedarse en Sil Aüresse y no junto a su verdadero hogar. La nobleza de la antigua Númenor corre por sus venas, luchando por sus ideales mas allá de su propia vida. -Lo que ignoraba es que dedicases tanto tiempo en la Academia para convertirte también en un Maestro de la palabra, dice la Dama a modo de broma. Por habernos regalado de forma magistral tales versos, hoy en nombre de todos quiero agradecerte que estés aquí entre nosotros. Los bardos cantarán tu balada, ¿verdad Maestro Arkyn? La Dama clava sus ojos violeta en los del bardo, haciendo un breve silencio. -Si me ha maravillado la balada de nuestro Lugarteniente, más me ha maravillado la magnífica obra interpretada por nuestro amigo Arkyn. Estoy abrumada ante tal despliegue de talento... Y si bien la gran obra interpretada por nuestro Lugarteniente ha tenido su premio, Sil Aüresse no puede dejar sin premio el extraordinario talento que improvisadamente a demostrado nuestro amigo Arkyn, al regalarnos una pieza de extremada belleza y al alcance de muy pocos grandes Maestros. Sin duda esta gran noche será recordada muchísimo tiempo. Por ello Arkyn, ¿qué premio deseáis vos?

Arkyn asintió cuando la dama Ayla se dirigió hacia él acerca de cantar la balada de Khôradur pero su comentario posterior le pilló desprevenido.

- Mi señora - respondió tras unos segundos de vacilación, en los que escogió con cuidado sus palabras - no busco mayor premio que un público que disfrute con mi trabajo. Pero si tuviera que pediros algo - añadió mientras hacía una pequeña pausa para aumentar el suspense - os rogaría que me permitierais quedarme aquí en Sil Auresse. Aunque no sea alumno de la Academia siempre quedan cosas por aprender.

"Siempre te quedarán cosas por aprender". El recuerdo de la frase le impactó con la fuerza de una flecha. Aún parecía escuchar a Saira cuando le decía aquella frase cada vez que él le mostraba, orgulloso, lo que había aprendido en el día.

- Y además - dijo después de otra breve pausa - me parece que hay muchas historias por aquí que merecen o merecerán ser recordadas. Permitidme ayudaros en ello.

Todos los presentes disfrutaban de la fiesta, de la comida, de la carne de ninfiara, y del ambiente relajado. Poco a poco quedaban menos invitados en la zona del nuevo edificio de la Academia, donde se encontraban Ayla, Khôradur, Arkyn y algunos maestros y los arquitectos.

Norión estaba en el lado contrario de la sala. Girion se movió entre los platos de comida, con la mente en otro sitio. Muchos de los padres y alumnos se habían ido ya a descansar. El padre de Girion tampoco estaba, ni Curudae.

No había ni rastro de Caäniza.

-Denelloth y Walec han acompañado a Aelloth a una sala de la nueva Academia. Es un enviado de Echorion según la interpretación de Finduilas, que aunque no me gusta reconocerlo suele acertar en estas cosas. Debemos tratar el asunto en la asamblea…, le dijo Curudae a Ayla bajando la voz a un susurro al decir la palabra asamblea. -A medida que se vayan retirando los invitados a las carpas que hay aquí arriba y en el pueblo, un grupo de selecto de invitados tenemos pendiente una charla para decir el siguiente paso para Sil Auressë…

Disfrutaron de la fiesta, y poco a poco iban quedando menos en la zona de la Academia. Con la excusa de enseñarles a Ayla y a otros los avances de la torre de homenaje, los arquitectos se ofrecen llevarles hasta el interior abriendo una puerta cerrada.

La Dama Aylarien asiente ante el apremio del Maestro de arquitectos Casumirë. Los ve alejarse mientras piensa en la petición de Arkyn. Observa a Arkyn y a Cerveth...

- Arkyn, has convertido el don que te ha sido concedido en un regalo para Sil Aüresse y todos los que la moran. Eso te honra. No obstante, no puedo decidir si debes quedarte en Sil Aüresse, ya que eres tú quien debe decidirlo. Aquí encontrarás un hogar si tú lo quieres, y créeme si digo que lo que deseo es que te quedes. Por tanto, bienvenido a nuestra casa. Ayla avanza despacio hacia el bardo, mirándole a los ojos. -Pero... se detiene la Dama a media distancia entre Arkyn y Cerveth, -sí que hay algo que Sil Aüresse te puede ofrecer, se gira la Dama hacia el Director de la Academia, -Cerveth, nuestro amigo Arkyn tendrá acceso a los conocimientos que custodiamos en la Academia como un alumno más, aprenderá y nosotros aprenderemos de él. La Dama se vuelve a girar hacia Arkyn. -Si buscáis conocimiento, habéis venido al lugar indicado. 

Acto seguido, se dirige a todos los presentes.

- Disculpad todos, pero he de ausentarme. Os agradezco que hayáis compartido esta magnífica noche con nosotros, y espero que sea la primera de muchas más.

La Dama, vuelve al encuentro de su Senescal y lo coge del brazo para salir juntos al encuentro de los arquitectos.

Ayla cruzó la puerta, que fue cerrada tras ella. En medio de los andamios, había una segunda puerta semioculta que conducía a una sala sin ventanas, iluminada con algunas velas y completamente fuera de la vista de todos. Allí había preparadas varias mesas con planos y pergaminos, y grandes sillones. Los tres arquitectos se quedaron en una sala contigua, no muy lejos de donde se encontraba Finduilas según les comentaron. El sargento Walec se quedó vigilando la puerta, e informó que Aelloth estaba bajo custodia. Ayla se quedó con Curudae y Khôradur a esperar a Palomirë y Gildûr.

Se notaba la tensión en el aire. Esta noche se iban a tomar las decisiones claves para el futuro de Sil Auressë. Y era necesario el apoyo de Palomirë y Gildûr.