Partida Rol por web

La Dama Finduilas se posición cerca del borde, y murmuró algunas palabras levantando el puño. Dentro de su mano cerradas parecía iluminarse algo. Una luz blanquecina, oculta de momento pero disponible en caso de necesidad.

-Debo evitar usar mi poder. Aún estamos demasiado cerca del castillo, y del enemigo, sentenció.

Ragi asintió y decidió ayudar trepando y descendiendo para que el transporte fuera lo más fluido y sencillo posible. No quería que la niña sufriera ningún daño y estaba atento a cada paso que realizaban sus compañeros para ayudarles en todo lo posible con el descenso de la niña.

Al final habían conseguido anclar las cuerdas a varios puntos para asegurar que la camilla con Sir dentro estuviera lo más segura posible. Para esto, habían perdido un tiempo valioso pero necesario, a fin de cuentas lo importante era que la niña estuviera bien.

Poco a poco Anael iba soltando cuerda a la vez que Tarosh, mientras se fijaba como Ragi ayudaba desde abajo a que la camilla no se golpeara con nada.

- Bien, ya falta poco...espero que ninguna patrulla nos sorprenda en este momento -musitó Anael con la esperanza de que así fuera.

Comenzaron a bajar la camilla con cuidado. Tarosh y Anael sujetaban las cuerdas y poco a poco iban soltando, mientras Ragi se movía con agilidad en la cuesta. Subía y bajaba para guiar el descenso, evitando choques con las piedras y buscando la mejor ruta. Lograron evitar los lugares de peligro, y metro a metro el suelo estaba más cerca.

De repente la oscuridad que parecía eterna retrocedió de forma inesperada. En lo alto, el sol retornó por detrás de la negra esfera que la había tapado. De momento, era un hilo estrecho y brillante, pero ya presagiaba que la Gran Oscuridad que habían convocado las fuerzas del mal no era definitiva, pues el firmamento no entendía de promesas falsas ni de profecías malignas. El día iba a volver, y la llama de la esperanza renacía en los corazones de los hombres.

Con la nueva luz, la camilla llegó hasta el suelo y Ragi pudo desatar las cuerdas. Acto seguido, comenzaron a bajar el resto del grupo. Ragi observaba a Sir, y para su sorpresa la pequeña recuperó el conocimiento y comenzó a toser. Cuando Finduilas se percató de aquello, comenzó a descender más rápido.

Casualidad o no, con la reaparición del astro rey, la pequeña volvió a abrir los ojos. Miraba confundida alrededor, y luego al cielo. Y una sonrisa débil se dibujó en su rostro. -Vuelve... La luz. 

Respiró hondo, y vio a Ragi. -El monstruo duerme, ya no devora el sol. La piedra con dibujos. Los Guardianes...

Entonces vio llegar al resto, encabezados por Finduilas que se acercó a toda prisa casi tropezándose hasta estar con la niña.
 

-¿Qué has visto? ¿El Monolito? ¿Lo han logrado?, interrogaba la Dama de Dol Caladir. Se le veía ansioso, pero también se notaba el respeto que sentía por la pequeña, y sobre todo por el don que poseía la niña. -¿Qué sabes sobre la puerta del Abismo?

-Vi a Ben... Luchando junto a los otros, contestó Sir. Poco a poco, las visiones se desvanecían de su recuerdo, a medida que ella se despertaba en este mundo. -La puerta está cerrada ahora, pero el monstruo sigue al otro lado. Debemos irnos de aquí, instó ella.

Ragi acarició el pelo de su protegida y le mostró una sonrisa. No podía evitar que la preocupación se extendiera por el resto de su rostro pero, ahora mismo, el alivio de que Sir estuviera despierta le hacía tener más ganas de centrarse en su trabajo.

- Salgamos de aquí entonces- dijo mientras el sol comenzaba a iluminar los caminos-, seguro que podremos evitar al enemigo y llegar a nuestro destino.

Aunque no estaba seguro de esta última parte no quería desasosegar a su compañera.

La niña instaba a la comitiva a seguir el camino. A pesar de lo frágil de su estado y su corta edad, en sus ojos se reflejaba una determinación inusual. Anael agarró la camilla por la parte delantera, y Tarosh por la otra. Eso le dejaba libre a Ragi para caminar junto a Sir, y Finduilas en el otro lado.

El principal problema era el terreno. Era tremendamente irregular, y estaban rodeados de quebradas sin saber qué senda seguir.

-Los elfos caminaban por sendas ocultas, errantes pero guiados por las estrellas del firmamento, dijo de repente la pequeña. Parecía mirar al infinito, pero sus ojos brillaban. -Las sendas ocultas van de este a oeste. Podemos avanzar por la ruta de los Primeros Nacidos.

El joven explorador atendía a su protegida mientras observaba el camino tratando de vislumbrar la forma más propicia de continuar por el abrupto terreno.

-¿Alguna idea de cuál es la ruta de los primeros nacidos?-preguntó a Findulias mientras miraba a Sir.

No sabía si la niña tenía razón o no pero, sin ninguna duda, era algo importante.

La niña había despertado, al igual que el sol en el firmamento, quitándose de encima la oscuridad reinante. Parecía que al final todo podía solucionarse.

Cuando Sir y la dama Finduilas mencionaron el monolito un regusto amargo recorrió la garganta de Anael. Allí él había dejado solo a quien debía proteger tanto por obligación, como por sentimiento, pues consideraba al joven Girion como parte de su familia...la única que tenía y conocía.

Sin que se notara su aflicción, Anael cogía la camilla por delante y abrió camino por aquel pedregal. No sabía muy bien por donde ir, hasta que Sir les habló y entonces intentó fijarse mejor en lo que ella les había dicho: 

Los elfos caminaban por sendas ocultas, errantes pero guiados por las estrellas del firmamento, dijo de repente la pequeña. Parecía mirar al infinito, pero sus ojos brillaban. -Las sendas ocultas van de este a oeste. Podemos avanzar por la ruta de los Primeros Nacidos.

-Los elfos no comparten sus secretos, ni su poder, sentenció Finduilas de forma tajante ante la pregunta de Ragi. Su voz denotaba amargura por algunos hechos del pasado que aún no había olvidado. 

-Se aíslan en sus refugios, se desentienden de este mundo. Pasan sus largos años añorando un pasado que ya no regresará, y suspiran por la ilusión de algo que nunca fue más que un lejano sueño. Incapaces de afrontar ni el presente ni el futuro. 

Respiró hondo, y miró de nuevo a la pequeña. El destino de ella, y por consiguiente el de todos, pasaba por seguir esos caminos de antaño hasta salir de este lugar. -Esos caminos recorren las tierras de Cardolan, pero los mortales no sabemos leer las marcas ni seguir esas rutas. Estaban ya aquí en los tiempos lejanos de Arnos, y aún siguen vigentes, aunque ya pocos elfos quedan para recorrerlos. 

Siguieron avanzando hacia un destino incierto, sin conocer el camino. De repente, como por arte de magia, apareció un elfo con armadura y espada.