Partida Rol por web

Girion no podía evitar notar el cansancio acumulado en sus piernas cuando se dispuso a partir con el mediano. El lugar donde habían encontrado a Otho no se hallaba lejos, a tres o cuatro horas desde la aldea, más allá de los molinos que hay en la parte del río entre el castillo y la aldea.

Al joven se le hacía raro ver cómo los guardias y los soldados le dejaban paso para salir de madrugada. Sus miradas, su forma de comportarse con él, habían cambiado. Ya no lo miraban como a un indefenso alumno de la Academia. Sin duda, la noticia de que había ido con el grupo de Denelloth a explorar, y que había rescatado al mediano ya se había propagado.

Todo seguía envuelto en el manto oscuro de la noche cuando Girion acompañado del mediano Otho salieron de Sil Auressë para encontrarse con Denelloth. El joven dunadan montaba en su fiel corcel viento, que pese a haber descansado unas pocas horas, Girion confiaba en él mucho más que en un caballo fresco que pudieran dejarle.

A su lado Otho montaba un pony y a duras penas podía seguir el paso de Girion. Así, el joven cabalgaba despacio cosa que no le gustaba demasiado pues el cansancio se apoderaba de él a marchas forzadas. A pesar de ello y para evitar dormirse, meditó la forma de llegar, aunque era claro que debía seguir el río, y dónde buscar cuando llegaran.

A lo largo del camino, para que no se hiciera eterno el viaje conversó un poco con el mediano, quién sabe si alguna vez podía necesitar su ayuda o servicio.

- Otho, si no es indiscrección, ¿a qué te dedicas?- preguntó el joven como si preguntase para matar el tiempo.

El viaje junto al río pasó rápido. Había algunos rebaños de ovejas, custodiadas por perros pastores. La economía de Sil Auressë estaba en auge, a pesar de los oscuros presagios de estos últimos días. Los dos charlaban un poco, Otho le contó cosas de la Comarca. Era un territorio recién fundado, pero con autorización o legimitidad del mismísimo rey de Arthedain. Durante muchas generaciones, los medianos, o "hobbits" como se hacían llamar, habían estado viajando de un lado a otro por Eriador, sin hogar, sin que nadie se preocupara por ellos. Ahora se les había concedido este fértil territorio, y en los pocos años que llevaban en Siragalë, o "La Comarca", estaban ya produciendo un excedente agrario importante.

Otho se dedicaba al cultivo de hortalizas, zanahorias principalmente. Resulta que su familia tenía bastantes terrenos en la Cuaderna sur.

Llegaron a la zona aproximada del ataque que había sufrido Otho, y se pusieron a buscar... La corriente podía haber llevado el saco más lejos del lugar original, pero esperaban hallarlo en una de las dos orillas, entre las algas y la maleza. O tal vez alguna otra pista...

Girion escuchó con atención lo que Otho le contaba sobre él y sobre los medianos o hobbits, como él pequeño humanoide le contó. No es que le interesara demasiado, sobre todo por la interminable labia que parecía tener éste, quizás sea cosa de la raza. De todas formas a Girion le gustaba saber de todo y todos los que le rodeaban. Nunca sabía con quien podía contar y necesitar en cada momento.

Al poco llegaron al sitio donde les habían atacado. El joven dunadan bajó del caballo para intentar ver cualquier pista que hubieran podido dejar y en concreto la bolsa que Norión le dijo. sacando un par de antorchas de su mochila, el joven las encendió para que pudieran ver mejor en la oscuridad lo que andaban buscando. Luego le tendió una a Otho después de que el mediano descabalgara y le habló.

- Otho, es importante que busquemos la bolsa de hiervas que nos comentó Norión- pidió el joven-. Y si encuentras alguina pista más dímelo, por pequeña o nimia que parezca. Quizás nos diga algo que desconocíamos.

Con esto en la cabeza Girion buscó lo que necesitaban.

Los dos comenzaron a buscar con la ayuda de las antorchas. Miraron entre la maleza, entre las rocas bañadas por el agua, en ambas orillas. Entraban y salían del agua. Encontraron los cuerpos de los orcos donde los habian dejado, y las huellas de Denelloth que había partido a perseguir a los secuestradores, pero nada más.

Tras varias horas de búsqueda incansable, estaban casi seguros que la corriente se había llevado el saco río abajo. A Otho se le ocurrió romper su manta para que tuviera varias telas del tamaño aproximado del saco que habían usado para cubrirle la cabeza. Dejó caer una al agua y así que comenzaron a andar siguiendo el curso del río. Era de cauce lento, y con algunos meandros donde podía haberse quedado atrapado el saco.

Al rato, pudieron ver cómo la tela de prueba se quedaba atrapada en una zona de juncos después de un giro del cauce.

El saco podría estar donde los juncos. Si bien parecía que no cubría, cosa buena pues no corrían peligro de ahogarse por la profundidad, sí que podrían enmarañarse con las plantas acuáticas.

Pero eso no pareció importarle al joven dunadan, quien entregó la antorcha a Otho y se zambulló despacio para no alterar mucho el fango depositado en el suelo e intentar encontrar el saco.

- Alumbra cerca de mí para poder ver algo debajo del agua. No sé si servirá de algo pero lo que es seguro es que sin las antorchas no veré nada- le pidió antes de zambullirse.

Al poco de meterse en el agua, Girion se dio cuenta que el fangoso fondo del río dificultaría aún más la tarea de la búsqueda. Sus movimientos removían arena y sedimentos, y era difícil ver en el agua. Girion se movia sin dificultad en el río de escaso corriente, pero la luz de la antorcha era escasa. Por suerte, llegó el alba y la luz del sol iluminó con intensidad la zona de los juncos.

Con ánimos renovados, el joven se metió entre las plantas y entonces lo vio. Un saco sucio y mojado, enganchado entre hojas y algas. Pero era el saco, y cuando se lo enseñó a Otho, el mediano se lo confirmó. Regresó nadando con el saco hasta la orilla, y mientras se secaba, Otho miró de cerca la tela.

-Aquí pone algo, dijo el mediano. Sus ojos perspicaces miraron el saco. Era de más calidad de lo habitual, y se cerraba con una cuerda que pasaba por unas anillas. Hasta se pudo apreciar trabajo de bordado, pero estaba bastante deterioriado. El mediano pudo ver letras escritas con tinta roja, apenas visibles ya. -Pero no sé leerlas, dijo y se las enseñó a Girion. Era escritura élfica.

"r o n n i a c h"

Ninguno de los dos comprendía a qué se refería, pero era sin suda una pista.

Girion negó con la cabeza al no comprender el texto pues estaba escrito en un idioma que no sabía. De todas formas estaba claro que había pistas que les podían llevar a otra cosa más importante. 

Fue entonces cuando comprendió que quizás no se les hubiera caído solo aquel saco, si no que hubieran perdido algo más que les pudiera dar más pistas.

- Otho, sigamos buscando. Ahora con la ayuda del sol quizás encontremos alguna pista más. Además sabemos que la corriente arrastra las cosas hasta estos juncos. Ayúdame a ver si encontramos algo- pidió el joven dunadan al mediano.

Tras un largo rato de infructuosa búsqueda que solamente había dado como fruto objetos diversos pero de ningún valor atrapados entre los juncos, los dos tuvieron que aceptar que la única pista que iban a hallar era el saco.

-"r o n n i a c h", pronunció el mediano letra a letra mientras descansaban un rato de la búsqueda. Sus dedos casi infantiles recorrían las letras impresas que no entendían. -Parece ser el nombre de la tienda que usa estos sacos, como un sello que se pone en los sacos de verduras y hortalizas que envíamos desde la Comarca a las Tierras de Bree.

Entonces vio algo más. -Mira, Girion, es curioso. Tiene como un bordado, no le dimos importancia. Pero está formado por la primera letra repetida. Una "R".

-¿Lo ves?

Girion cogió la tela y miró lo que decía el mediano. Era verdad, había bordada una letra repetida bordada en el saco. Algo que se les había pasado cuando lo vieron por primera vez.

- Tienes razón, Otho. Esto puede ser importante- Incluso podía ser más importante de lo que podía parecer en un principio.

- Otho. Te voy a mandar a una misión a la que tienes que ir tú solo- dijo mirando fíjamente al mediano con un semblante serio pero con tono amigable-. Necesito que lleves este saco bordado a la fortaleza de Sil Auressë y se lo des a Norión. Cuando estés con él, cuéntale los bordados que hemos descubierto en el saco. Dile que podría tratarse de una palabra en otro idioma, tal vez en sindarín, el idioma de los elfos ya que "iach" es vado en ese idioma. Tal vez puede ser el nombre de algún lugar- dijo el joven pensando en alto-. Tú dile que lo estudie. 

Girion se quedó un rato mirando a Otho. Quería que entendiera que era importante y que debía hacerlo cuanto antes.

- Confío en ti- dijo posando su mano en el hombro del mediano-. Sé que lo harás muy bien. De hecho según lo hagas pensaré en darte más trabajos. De momento te has ganado una buena comida- le dijo sonriendo el dunadan-. Acércate a la casa del común y dile a Lairin y solo a ella que te dé de comer y bien. Toma, dale esta moneda de plata y dile que esto es por la comida y por lo que le debía*, ella sabe lo que es- dijo sonriendo al hobbit.

- Ahora parte presto y no pares hasta que llegues. Espero verte pronto, Otho- dijo Girion separándose del mediano y acercándose a donde estaba su caballo y el poni de Otho. 

Ayudándole a montar le dijo por último:

- Yo seguiré a Denelloth y le ayudaré en lo que pueda. Díselo también a Norión. Confío en ti. Sé que lo harás bien. Parte y ve con cuidado- dijo despidiéndose del hobbit.

Cuando se marchó Otho, Girion montó en Viento y siguió los pasos de Denelloth. Esperaba que no se perdieran pues no era un gran explorador. Con esto en mente espoleó su montura para darse prisa en llegar hasta su compañero.

Después de dar las instrucciones pertinentes a Otho, Girion cruzó hasta el otro lado del río y se subió a su caballo Viento. Cabalgó curso arriba hasta el lugar del ataque, y de allí a dirección noroeste siguiendo los pasos de Denelloth. El montaraz le llevaba muchas horas de ventaja, aunque Girion ahora iba con su fiel caballo y sin duda reduciría la distancia.

Seguía al norte hasta otro arroyo, y también lu cruzó. Después, el terreno se elevaba bastante hasta alcanzar la meseta...

La primera parte del camino fue bastante bien, cabalgando a buena velocidad, siguiendo las huellas de Denelloth hasta llegar a la meseta. Allí el terreno cada vez se iba volviendo más abrupto y empinado lo que hacía que en distintos tramos el joven Girion tuviera que desmontar y andar a la par que su caballo.

LA cosa cambió y el joven pareció estar más desorientado. Se bajó del caballo y buscó la última de las huellas o señales que había logrado identificar.

- No puedo permitir perderme, Denelloth me necesita y debo ayudarle cuanto antes- se motivó el joven a la vista de las circunstancias.

Girion manejó su caballo Viento con soltura en el terreno irregular, aunque a veces tenía que bajar para evitar esguinces. Lo que resulta harto complicado era seguir el rastro de Denelloth entre las piedras. Con la llegada del día, podía ver con mayor Volvió a bajar de la montura al encontrarse con una pared muy vertical, y no sabía por dónde podía haber subido Denelloth, si es que había pasado por aquí.

Entonces escuchó ruidos desde lo alto de la meseta. Lejanos, pero de muchos puntos. Gruñidos, aullidos... Una manada de lobos, tal vez...

El rastro se perdía en una pared casi vertical, pero lo pero es que había escuchado nuevamente a lobos en la cima de la pared. ¿Estaría Denelloth en peligro? ¿Serían los huargos con sus jinetes los que estuvieran allí arriba?

Las dudas se acumulaban en su cabeza y no podía permitirse perder tiempo en resolverlas. Así, el joven espoleó a su montura y buscó un lugar por el que subir más fácilmente. Dejaría a Viento ahí abajo pues no podría subir o por lo menos no por ahí. Y así, además, tendría un método de fuga que no se esperaran. Era una baza que le podía valer en un momento dado.

Tras dejar el caballo, Girion comenzó a subir hacia lo alto de la meseta. Al principio le costó bastante moverse por el terreno rocoso, pero entonces vio una especie de sendero que serpenteaba hacia lo algo. No era ni de lejos un camino, pero había signos inequívocos de que había sido utilizado en ocasiones, lo que le proporcionó cierta confianza al joven.

A medida que iba subiendo, una extraña sensación de que alguien o algo le observaba se apoderó de Girion. Miró al cielo, y vio pasar algunos murciélagos. No solían verse a la luz del día, salvo cuando servían a un poder oscuro.