Ayla recordaba su último encuentro con su hermano y con Huinen en el Mundo de las Sombras. Como había hablado con ambos, cuando aún le faltaban decisiones por tomar, cuando aún había muchos caminos posibles... Y en ese momento vio el miedo reflejado en el rostro de su hermano, el miedo de ser descubiertos, la prisa por salir de allí... No debía exponer a Sil Auressë, debía alejarse y sabía cuál era ese momento. Cuando buscara a Finduilas...
A la mañana siguiente, Ayla siguió con su rutina diaria. Iba al adiestramiento militar y luego a supervisar las obras. Cada piedra que se ponía en Sil Auressë la hacía más fuerte, pero aún había que cuidarlo todo como si fuera un niño pequeño y frágil, paro que cuando creciera fuera robusto y fuerte como la roca. Por la tarde se fue a su cita con Tarosh...
-Bien Tarosh, hoy es tu primer día en una nueva vida. Déjame ver cuales han sido tus herramientas estos últimos años..., comenzó mientras observaba cuáles habían sido sus utensilios de los que se había servido para practicar la magia, los objetos, los libros, todo.
-Bien Tarosh, veo que tienes una varita con la que según sé es con lo que practicas tu magia. Cierto que los objetos pueden ayudarnos, e incluso pueden ser decisivos, pero para que funcionen necesitan de una persona que los sepa utilizar... Nunca olvides que tu verdadero poder está aquí , le tocó el pecho a la altura del corazón.
-Dime, ¿cual es el elemento con el que has empezado? Yo te enseñaré el verdadero nombre de los elementos, sólo así podrás hacerlos fluir, y digo hacerlos fluir porque la naturaleza no se puede controlar, pero puedes hacer que fluya en una dirección deseada. Ayla ojeaba los libros de magia que tenía Tarosh y observaba qué elementos había estudiado. -Me parece que has empezado la casa por el tejado y debemos hacer unos cimientos sólidos y robustos. Primero deberás aprender a utilizar la energia que te rodea en su estado más primario, dijo y sacó su libro de Esencia. -Despúes pasaremos a estudiar formas más complejas de la energía que te rodea, y por último pasaremos a los elementos... Para manejar las energías básicas, debes romper con las creencias tradicionales. Debes entender, que la distancia no es tal, el aire se puede pisar, tocar y manipular. Una mesa no es madera, es aire, fuego, ceniza, todo mezclado la diferencia es como se presenta ante ti. ¿Podrías coger el agua con una mano, cerrar el puño y que después siguiera quedando la misma agua? Toda la materia que se conoce, está presente en todas las cosas, lo que les da forma y las diferencia unas de otras, es la intensidad con la que se manifiestan. Solo los grandes alquimistas pueden alterar su composición, pero tu podrás alterar lo que la mente quiere ver, manipularás lo que esté lejos de tu mano, podrás abrir una puerta estando a 5 metros de ella... Vamos a empezar con el libro.
Se sentaron los dos con el libro básico de Esencia e iban viendo cuáles eran sus secretos...
La primera clase con Tarosh resultó amena pero intensa. Le enseñó a Ayla sus objetos básicos, y una serie de apuntes encuadernados. Eran principalmente ejercicios y tareas para aprender hechizos concretos. Siempre buscando el resultado inmediato. Por lo que Ayla pudo ver, el hechicero que le había preparado las notas sabía plasmar con facilidad sus ideas, y su letra y sus dibujos aclaraban bien los pasos a seguir. No obstante, se notaba como si hubiera tenido mucha prisa. Demasiada urgencia para llegar a la meta. Empezando la casa por el tejado, como había supuesto Ayla. Tarosh se mostraba muy receptivo, y le permitía a Ayla retomar la enseñanza desde los principios básicos, basándose en gran parte en el libro básico de Esencia, pero divagando a menudo a niveles más altos, para que él tuviera también una idea más global. Incluso dejando entrever la existencia de niveles que le habían enseñado a Ayla en Amon Lind.
Desde aquella primera clase, Tarosh no faltó ninguna tarde. Siempre puntual, y todos los días Ayla le tenía que pedir que se fuera para tener tiempo a descansar algo antes del día siguiente. Y siempre volvía con más preguntas. Era un alumno aventajado, y con muchas ganas. Ayla sentía una gran satisfacción al ver cómo le escuchaba, cómo absorbía las ideas del funcionamiento de la magia. Su elemento parecía ser el fuego, y su personalidad tenía algunos rasgos característicos de ese elemento. Sin embargo, Ayla creyó que podía conseguir amaestrar ese ímpetu, esa fuerza, en un fuego intenso, pero controlado. Una llama constante y controlada.
Por otro lado, Ayla también tenía que ponerle freno a su propio ímpetu. Quería enseñarle el máximo antes de su inminente partida. Todos los días le preguntaba a Curudae por información acerca del paradero de Finduilas. Hasta que llegó el día, y le avisaron de que le esperaba una noticia al respecto en un día o dos.
En la siguiente clase Ayla estaba un poco ausente. No podía dejar de pensar en la búsqueda de Finduilas... Al cabo de un rato, le comentó a Tarosh: -Tarosh, como has aprendido desde que estás conmigo, un mago se debe a una causa más grande que a su propósito personal. Ahora mismo tú significas mucho para mí. Tienes el ímpetu que yo tuve antaño, y ese ímpetu me empujó a marcharme de mi hogar, pero a su vez me ha permitido el conocer cosas y aprender de todo lo que me rodeaba... Eso me ha hecho tener muchos maestros, hechiceros y no hechiceros. Todo el mundo tiene algo que enseñarte y debes estar abierto a ese conocimiento, entenderlo y canalizarlo. Yo no siempre he sido lo que soy, y a veces para luchar con un mal, primero debes codearte con él para conocerlo. Yo ya tuve mi prueba y tomé mi elección, y aquí has de prepararte para el momento en que llegue la tuya, y que tomes el camino correcto. He visto a compañeros servir a la oscuridad, pero después huyeron para combatirla conmigo, y también he visto como compañeros que combatieron conmigo se dejaron seducir por al oscuridad y se perdieron. No hay fuego más fuerte que tus ideales, debes ser fiel a ellos, pero no debes dejar que te impidan ver lo que te rodea tal y como és y no como te lo muestran ellos. Hasta en lo más oscuro puedes encontrar amor, y en el amor puedes encontrar algo oscuro, nunca lo olvides. Debes de ser capaz de ver ambas, para poder guiar tu camino por la senda que hoy sigues. Y esto no se aprende en los libros, ni lo enseña la magia, debes aprenderlo tú. Tarosh, pronto he de partir pero no para siempre sino que volveré... Durante mi ausencia quiero que pienses en mis palabras y sigas estudiando como hasta ahora hemos estado haciendo. Hablaré con Cerveth para que te deje un sala privada en la Academia para estudiar tal y como hacíamos hasta ahora y le dejaré los libros que ahora estamos trabajando para que los vayas estudiando, y cuando vuelva... Cuando vuelva subiremos un escalón más en tu aprendizaje... Pero antes, con tu permiso y sin querer agotarte demasiado si lo deseas podrás estar conmigo y ayudarme a prepararme en mi partida y tal vez puedas aprender algo más...
En algún momento del día, Ayla buscó a Cerveth y le comentó que durante un tiempo Tarosh necesitará para su estudio una sala privada donde nadie lo moleste y lo hizo a él custodio de los libros que precisara Tarosh en sus estudios.
lo que quiero hacer son algunos pergaminos y de paso enseñaré a Tarosh un poco en esto.
En cuanto a los pergaminos, ahora mismo tengo hechos 3 de muro de fuego Niv 4 y 3 de Luz súbita niv 5, y los que quiero hacer son 2 de invisibilidad de nivel 4, 2 de Dormir VII niv 3 y uno de Dormir V niv 1 que este lo hará Tarosh si puede, o lo haré con él.
Ayla preparaba su inminente partida con Tarosh. En el poco tiempo que había podido pasar con él ya pudo notar un cambio muy positivo. Hacía tan sólo unas semanas, él habría insistido en acompañarle, en enfrentarse a los peligros sin estar preparado. Ahora era más comedido, más sereno. Ayla le enseñó cómo preparar pergaminos como muestra práctica de la utilidad del estudio pausado, de la preparación previa al enfrentamiento.
En cuanto a las obras y a cómo iba transcurriendo la vida en Sil Auressë, todo iba de acuerdo con lo previsto, salvo las graves carencias en la equipación de nuestro ejército, pero para eso esperamos una visita en un tiempo para intentar solucionarlo.
Lo del ejército le preocupaba algo, pero Ayla estaba convencida de que había tiempo para arreglarlo más adelante. Sil Auressë no presentaba una amenaza en este momento, pero al mismo tiempo gracias a los esfuerzos de Khôradur y la voluntad y determinación del pueblo, Sil Auressë era capaz de defenderse. A su regreso Ayla iba a retomar la problemática de equipar un ejército.
Cuando llegó la noche, Ayla salió y buscó una floresta un poco apartada de la multitud. Dibujó unos símbolos en el suelo. Era su símbolo, y lo tocó con el anillo para que se iluminara... Meditó en su partida inminente, en sus pasos como Guardiana de la Luz, en el apoyo de Pelenwen y en su próximo encuentro con Finduilas... Pero sobre todo, se centraba en el medallón. Llevaba algún tiempo con Ayla, pero aún no le había revelado su poder. Ayla no se había mostrado y tal vez lo había hecho mal. Esta vez no intentó saber qué era lo que hacía como con los demás objetos, sino que esta vez Ayla se presentó primero ella a él, no intentó analizarlo sino que intentó que sintiera su energía fluir a través de él y después intentar sentirlo ella y descubrir cuál era su secreto...
Al caer la noche, Ayla se apartó del ruido de Sil Auressë, y se dirigió hacia los pequeños bosques y prados que rodeaban la aldea.
Dibujó su símbolo en el suelo, con cuidado, mientras meditaba. Se comunicaba con Hilde Sikelion, repasando los pasos y decisiones que le habían traído hasta este lugar, y reflexionaba sobre su partida inminente de aquí. Con cuidado sacó el medallón. El trance de la meditación le alejaba de esta realidad terrenal. Con humildad y suavidad mostró su aura, su fëa interior. Su luz interior se reflejaba en el objeto. Cerró los ojos. A pesar de ser obra de hombres, guardaba sin duda un gran secreto. Creado en la Isla de Númenor, a medio camino entre la Tierra Media y las Tierras Imperecederas.
[100] Ayla dejó fluir su energía, su fuerza vital. De repente notó como una extraña energía, casi imperceptible, emanaba del medallón y le envolvía. Con cuidado Ayla se proyectaba cada vez más hacia el Mundo de las Sombras, siempre dentro del círculo y el símbolo. Por fin notaba que estaba cerca de vislumbrar el propósito de este objeto mágico. Abrió los ojos y vio que el bosque había desaparecido. Ayla se encontraba de pie dentro del círculo, ahora fuertemente iluminado con la misma luz que brillaba con intensidad desde su anillo. No lograba ver ninguna forma en la oscuridad. Ayla se puso el medallón con cuidado. Aún podía notar la energía mágica que fluía de él, concentrándose a su alrededor, creando una especie de escudo invisible. A medida que se acostumbraba de nuevo a ver las corrientes mágicas y toda la gama de percepción de este Mundo, Ayla se dio cuenta de que no estaba sola. Espíritus sin hogar, almas perdidas… Una sensación de dolor, pérdida, agobio. En sus anteriores visitas habías notado su presencia más cerca, más concretamente. El cansancio que había sentido después también lo hacía más real. Pero ahora era diferente. Notaba como se acercaban hacia ella, como se cernían sobre la solitaria figura brillante en medio de esta oscuridad. Pero no lograban entrar dentro de la esfera creada por el medallón. Ni tampoco su fëa era capaz de absorber la fuerza vital del espíritu de Ayla. No sabía qué duración tenía, ni si era efectivo contra todo tipo de criaturas del más allá… Pero el medallón le podía resultar muy útil. También notaba un cambio en su capacidad de usar el medallón. Como si hasta ahora no le había aceptado del todo, pero ahora parecía que sí. No notaba una inteligencia o consciencia, pero sí una predisposición a funcionar solamente para determinadas personas. Quizá fuera la sangre dúnadan que corría por sus venas la que le había permitido usar todo el potencial de este extraño objeto. De una forma o de otra, Ayla se sentía un poco más preparada para lo que le esperaba.
A la mañana siguiente, Ayla se dirigió a Curudae y le enseñó su anillo. Para que viera su forma, por si le llegara alguna misiva lacrada con la forma del anillo, que supiera que era de ella. Con gran pesar, Ayla se despidió de Curudae, Khoradur y se marchó a encontrarse con el elfo Alderic quién le iba a acompañar en su búsqueda.
Sale de la escena: Ayla
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Previamente hay una escena atemporal para incluir algunos fragmentos del discurso de Metraith: 8. Momentos del pasado