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Aquí llega el sombrío
Dragón volador
brillante serpiente
Desde los montes de la Niebla
En el Abismo
Vuela hacia la llanura
En sus escamas brillantes
Arrastra los cadáveres
Ahora Goth Kuldokar debe enterarse
El dragón respiró hondo al aterrizar en el estrecho puente con sorprendente agilidad. Extendió sus alas una vez más, y alzó su cabeza hacia el cielo. Enfrente, la hechicera trató de controlar su miedo. El terror que producían era tal que incluso a los más valientes se les helaba la sangre, y sus fuerzas flaqueaban. Pero esta mujer era diferente. Olía a humana y a elfa… Un olor que le resultaba familiar...
-Muéstrate, mujer elfa, ordenó con voz melódica mientras ladeaba la cabeza mirando fijamente en la forma invisible de la hechicera.
tirada de Observación y otra TR vs miedo nivel 20
Cuando la criatura sobrevuela a Ayla, su mente va a toda velocidad. Busca desesperada una salida, pero no es capaz de encontrarla. Mira hacia el abismo que se abre bajo sus pies, tratando de medir la distancia al suelo. Solo espera que la criatura no sea capaz de verla, solo de olerla, eso le daría una oportunidad.
La criatura se posa en el puente cortándole el paso. No hay camino delante de ella, y detrás un portal que todo lo engulle...
Entonces la voz del Dragón se hace oír. Muéstrate, mujer elfa. Ayla se obliga a mirar al dragón, y ahí está la criatura imponente. El tono melodioso de su voz no la engaña, es la muerte alada...
Motivo: Observacion
Tirada: 1d100
Resultado: 68
Motivo: TR miedo
Tirada: 1d100
Resultado: 49
Ayla sintió el pánico y el terror como nunca antes lo había sentido. Pero aguantó sin salir despavorida. Aguantó, y reuniendo toda su fuerza de voluntad, alzó la vista para mirar a la muerte a los ojos. Estaba petrificada, pero sabía que necesitaba afrontar este miedo…
Y superarlo. Porque de todas las armas de los dragones, el terror era el que mayor daño había causado.
Vio toda su vida pasar en un instante, pero aún así, dio un paso al frente. Y buscó la mirada del dragón.
-¡TE CONOZZZCO! ¡TU OLORR ME ESSS FAMILIARR!, sentenció el dragón ladeándose en el estrecho puente. Su cuello era largo, y con la pata delantera rodeaba la figura de la hechicera. –Eressss Ayl-la, la Guarrd-diana. Te conozzzco.
Lo siguiente que vio Ayla era algo que muy pocos habían visto, y aún menos eran los que habían sobrevivido para contarlo. El enorme dragón… sonrió satisfecho de sí mismo.
Era Turukulon, el Gran Dragón de la Primera Edad de las Montañas Nubladas. Y no venía solo. De repente, alguien bajó de su espalda con un ágil movimiento…
-¡Ayla! En nuestra despedida te dije que nos volveríamos a ver, dijo el noldo sonriente buscando a Ayla invisible. Portaba su legendaria lanza de las Tierras Imperecederas, y su mirada denotaba el agotamiento de una dura prueba a la que se había enfrentado. Pero al mismo tiempo, había dejado de cargar con un gran peso.
Ante la vista de Turukulom, el corazón de Ayla dejó de latir durante un segundo. Sabía que no podía verla, pero podía verla, sentirla y eso apenas suponía diferencia. Ayla, volvió a apretar a Calmacil preparándose para un combate desigual, una batalla desesperada… Entonces Ayla escucha la familiar voz de Sulkano, y lo ve desmontar del dragón de la tercera edad. Sulkano volvió para enfrentarse a Turukulom y venir aquí, por ella. Ayla no estaba sola…
En ese momento siente como el peso de su cuerpo comienza a aumentar, las piernas le tiemblan, todo el agotamiento del combate cae sobre ella de un solo golpe. Al ver a Sulkano, la tensión, toda la alerta, se desvanecen dejando paso al dolor de su cuerpo cansado. Las piernas no soportan a la hechicera, que se arrodilla en el suelo poniendo a Calmacil y el Orbe frente a ella. El hechizo de invisibilidad se desvanece, y ahí está la Guardiana de la Luz, Hilde Sikelion, con el pelo sobre el rostro perlado de sudor, y la respiración agitada. Entre el pelo mira a los ojos a Turukulom y después a Sulkano.
- El Cazador Oscuro ha caído. El círculo se cierra. Ayla acabó con el Cazador Oscuro en este plano, e Hilde Sikelion destruyó su alma en todos los planos.
Entonces Ayla aparta con mano temblorosa el pelo de su rostro, dejando al descubierto sus grandes ojos de color violeta.
- Habéis venido. ¿P-p-por qué?
Una lágrima comienza a deslizarse por el rostro de Ayla, que da paso a un estallido de llanto, con el que la Guardiana libera toda la tensión y todas las emociones enfrentadas dentro de ella. La Guardiana llorando, frente a un Dragón de la Tercera Edad, y un elfo de las Tierras Imperecederas, en las ruinas de una ciudad extinguida...
Sulkano se apresuró a sostener entre sus brazos a la exhausta elfa para que no se desmayara. Ayla estaba agotada, vacía. Pero dichosa de algún modo. Por fin el círculo de toda su vida se cerraba.
Aún quedaba algo…
El cielo se oscurecía de nuevo, y las nubes tapaban el sol. En algunas partes de las ruinas de la ciudad, una fina lluvia comenzaba a caer. Y se escuchaban truenos desde la distancia.
-La victoria te pertenece, Guardiana de la Luz, dijo a modo de sentencia. Vio el orbe oscuro, y la espada mancha de sangre de Khathog. Tomó la mano de Ayla en la suya, y notó cómo su anillo brillaba de nuevo con intensidad. Pero la luz de las lágrimas que bañaban las mejillas de ella era aún más intensa
Los dedos de él le tocaban la cara con suavidad, temerosos de romper el encantamiento. Tragó saliva. Deseaba decir que todo había terminado ya. Pero no le salían las palabras…
-El Cazador ha sido derrotado, y el Círculo de la Guardiana comienza a cerrarse por fin tras un largo tiempo.
Él cerró los ojos, y solo entonces Ayla pudo ver lo débil que estaba Sulkano. Se apoyaba en su lanza, y al final terminó sentándose en el puente de Gwaith-i-Mirdain junto a ella. Aún tenía tomada la mano de Ayla, y sus ojos seguían cerradas. Tal vez estuviera viendo con los ojos de su alma el esplendor perdido de Ost-in-Edhil tal y como lo recordaba. O tal vez quería grabar en su mente el recuerdo de este momento único e irrepetible, y el recuerdo de la mujer en la que había depositado su fe y la esperanza de todos cuando nadie creía en ella, ni siquiera ella misma.
-Me preguntas por qué he venido. Sabes la respuesta, y además dije en Amon Lind que me enfrentaría al Mal que venía. Estuve allí arriba, en mi barca de Mithrarian, dijo mirando hacia el cielo sin abrir los ojos aún. Una sonrisa se dibujó en su rostro, aunque le costó un esfuerzo. –En el momento del Eclipse. Los vi llegar. Tal y como estaba escrito. No uno ni dos, Ayla. Conté casi una docena de serpientes aladas acudiendo a la llamada del Orbe. Turukulon fue el primero en llegar, y de nuevo luché contra él.
El enorme dragón agachó la cabeza en la otra punta del puente, en señal de sumisión.
-No era culpa suya. No pueden resistir a la llamada de Goth Kuldokar. Tal es su poder. Pero entonces lograste lo imposible aquí. Lo derrotaste. Y el vínculo se quebró. Los dragones volvieron a sus guaridas en las montañas, lejos de todos. La mayoría seguramente a su letargo. Para entonces, Turukulon ya había destrozado mi transporte. Así que le convencí para que me trajera.
Abrió los ojos y miró a Ayla con sus ojos azules y violetas. –Es hora de terminar lo que empezó hace tanto. La Guardiana debe encontrarse de nuevo con su amado, y tú serás… libre por fin.
Ayla escucha las palabras de Sulkano, mientras mira como ambas manos están entrelazadas
- ¿La Guardiana se encontrará con su amado? ¿Quieres decir que Zelene y mi hermano volverán a estar juntos?
Ayla, levanta la vista y mira a los ojos a Sulkano.
- ¿Qué pasará conmigo ahora?
La tensión que siente la Guardiana hace que sin darse cuenta apriete firmemente la mano de Sulkano.
-Así es, confirmó Súlkano y devolvió el apretón a la mano de Ayla. –Ahora, en este lugar, muchos serán los Círculos que se cierran. El de Zelene, el de tu hermano, el del anillo que llevas, el mío y algunos más. Tu hermano Kaldor no tardará en llegar…
Abrió los ojos, y su vista recorrió las ruinas de la última gran ciudad de los elfos. Los recuerdos de una vida larga como pocas se agolpaban en su mente.
-Nada queda de nuestra grandeza de antaño. Ni volverá a haber nada parecido. El paso de los noldor por la Tierra Media fue glorioso sin duda, pero también trajimos el Mal en muchas formas en nuestras obras y en nuestros actos. De todo lo que se perdió aquí, los que habíamos fundado Amon Lind rescatamos tan solo el recuerdo. Nada más que un reflejo distorsionado en el agua de lo que fuimos e hicimos. Un reflejo que se ha mantenido presente durante largos años, pero es solo eso. Un reflejo que más pronto que tarde desaparecerá para siempre. El tiempo de los noldor se acaba. Nuestros días se van…
Entonces se dio cuenta de que estaba hablando de más, fruto tal vez del agotamiento. Su mirada buscó en la de Ayla la comprensión y la empatía que solía ofrecer ella en sus palabras, en sus gestos y en su mirada.
-Aquí comenzaron a crearse esos destinos que han concluido hoy. Aquí Zelene se encontró con su gran amor, y aquí lo perdió. Fue precisamente en ese lugar, dijo indicando con la cabeza al edificio que se encontraba al final del puente, -en las forjas de Gwaith-i-Mirdain fue donde forjaron Hilde Sikelion que selló el destino de la Guardiana. El desenlace permitirá por fin que se reencuentren. De algún modo…
Entonces Súlkano se dio cuenta que sus ojos se habían llenado de lágrimas. Quería decir algo, explicar algo. Pero no hallaba las palabras o la fuerza, o tal vez prefería que Ayla lo sintiera, que comprendiera que la victoria tiene a veces un sabor amargo…
Optó por contestar a la pregunta de Ayla, dejando que las lágrimas le sigan bañando su rostro. Se acercó a ella, y su frente se puso en contacto con el de ella. Su voz era un susurro. -Después de esto, tú serás libre de las cadenas de un destino que nunca fue tuyo, pero que aceptaste para cumplirlo hasta el final. Serás tú, Ayla. Serás libre para hacer, y para ser, lo que tu corazón desee. No obstante, llevarás en tu interior el recuerdo de todo esto, de lo que sucedió tiempo hace, y de lo que ha sucedido hoy. El recuerdo de Amon Lind. De nosotros, de lo que fuimos los noldor. Porque tu fëa forma parte de nosotros. Vivirás con los hombres en ese mundo que ya no nos pertenece, pero serás la Portadora de una luz diferente. Serás la Guardiana de nuestro legado.
Cuando Ayla escucha el nombre de su hermano se pone nerviosa. Hace mucho tiempo que no ve a su hermano, y no sabe si podrá reconocer en ella a la Ayla que partió de Rivendel... De sus pensamiento al saca Sulkano cuando insinúa qie e reflejo de Amon Lind desaparecerá. Escucha atentamente a Sulkano, entendiendo su pena y a su vez apenándose ella. La duda la asalta, no sabe si será capaz de quedarse en esta Tierra sin ellos...
Ayla sigue con la mirada cuando Sulkano les señala donde se conocieron Kaldor y Zelene, donde se forjó Hilde Sikelion.
De repente Sulkano apoya su frente en la de Ayla, y un escalofrío recorre desde debajo de su espalda hasta su pecho, su respiración se acelera levemente. Se siente frágil cerca del elfo.
Ayla pone su dedo índice sobre los labios de Sulkano para que él la escuche.
- Si de mí dependiera gozosa me iría con vosotros, pero aún estoy atada a esta Tierra. Pero un día volveré y espero que seas el primero en recibirme... Entre tanto, seré vuestro recuerdo en esta Tierra, vuestra Guardiana pues vosotros me habéis pulido y a todos os llevo dentro, siento que os pertenezco a todos, a mi hermano, a Fëamirë, Lalaith, Teletasarë, Elenril, Helkama, a Moranar… y también soy tuya…
Ayla guarda silencio. Mientras permanece con la frente pegada a la de Sulkano.
Sus frentes seguían unidas. Sus labios casi se rozaban. Los dos tenían los ojos abiertos, y el brillo luminoso de las lágrimas de Ayla se reflejaba en la profunda mirada de Súlkano. Ninguno habló. Como temorosos de que las palabras pudieran convertir en mundano ese instante de lo eterno. En aquella mirada compartida, sus almas se encontraron por fin y él la vio como pocos la habían visto. Pudo sentir y experimentar la frágil fortaleza de Ayla, su sensibilidad especial y la inmensidad de su amor por el mundo que día a día perdían los noldor, pero al que a su manera nunca habían dejado de querer.
Al mismo tiempo, ella pudo ver el corazón de Súlkano. Él cargaba con el peso de un pasado grandioso a la vez que triste. La gloria y el pecado de los noldor hacían casi desaparecer la invididualidad de cada fëa, de cada alma. No obstante, Ayla pudo conectar con la persona detrás del mito. Pudo tocar la esencia de alguien quien había contemplado los atardeceres en Valinor, de alguien quien había viajado por el helado Norte para llegar a la Tierra Media en los albores del tiempo. Ella fue capaz de ver más allá de ese legado grandioso del pueblo más importante de la historia de Arda, y así pudo ver la pureza de su espíritu, y sentir las emociones más básicas que se ocultaban detrás.
Entonces él la besó. Fue un beso dulce y amargo, como un encuentro de dos barcos surcando el mar infinito. Fue un beso prolongado entre dos almas que por fin se encontraron, pero con sabor a despedida inminente. Pero sobre todo, fue un beso entre dos personas que a pesar de todo lo vivido y sufrido, de todo lo que habían logrado, a pesar de todo lo que les esperaba el porvenir, a pesar de todo… Simplemente decidieron compartir el fugaz presente con una pasión efímera propia de los humanos.
La eternidad podía esperar lo que duraba un beso.
Sale de la escena: Ayla
La historia de Ayla sigue en: 17.2.3. El Hogar de Gwaith-i-Mirdain