Partida Rol por web

Sil Auressë

[9.5] Encuentro con Denelloth

Cargando editor
11/06/2017, 20:37
Director

Ayla regresó a la Casa de Comercio a cenar algo, y a descansar unas horas. Pasado medianoche salió un poco fuera de las murallas, hacia la colina que había en el sur. Era una noche despejada, y bajo la luz de las estrellas se podía ver hasta una distancia muy larga. No tardó mucho en poder distinguir a tres puntos que que se acercaban cargando algo. A medida que se hacían más grandes, vio que eran dos cargando lo que parecía un ciervo, y un tercero que iba un poco más adelantado. Por la estatura y el porte supo que era Denelloth.

De nuevo le recordaba a Thelran cuando avanzaba entre los árboles. A pesar de su estatura y tamaño, sus largas zancadas eran respetuosos con el suelo que pisaban, y apenas hacía ruido. Cada cierto tiempo se paraba a escuchar el silencio. De repente Ayla vio cómo giraba la cabeza hacia ella. Era imposible que la viera, ella estaba bien oculta, y la distancia era demasiado larga para unos ojos humanos. No obstante, algún tipo de sexto sentido o instinto le había alertado de que le estaba observando.

Cambiaron ligeramente de rumbo para llegar antes a Sil Auressë. Denelloth se despidió de sus compañeros dándoles una palmada en el hombro. Resultaba curioso el gesto paternal y cariñoso de alguien que podría ser el hijo de cualquiera de los otros dos cazadores. Tras despedirse de ellos, subió la colina donde se encontraba Ayla. No se le veía preocupado, aunque una vez arriba se quedó quieto, tratando de ver a la luz de las estrellas.

Notas de juego

escena de trasfondo entre Ayla y Denelloth, incluyo también a Eben en la primera parte porque se habla de él.
 

Cargando editor
11/06/2017, 20:41
Denelloth

-¿Dama Ayla? ¿Eres tú?, preguntó el dúnadan.

Cargando editor
11/06/2017, 20:41
Ayla

Ella se presentó ante él, y los dos se quedaron charlando, con Sil Auressë a sus pies. -¿Qué te parece todo, Denelloth? ¿Qué ves a tu alrededor?, le preguntó. 

Cargando editor
11/06/2017, 20:42
Denelloth

-Me gusta lo que veo, le dijo mientras se quitaba los guantes y la capucha. En su mano izquierda faltaban el dedo meñique y anular, y el corazón e índice estaban unidos por una tela de cuero. Ayla no pudo evitar suspirar al ver de nuevo las cicatrices de su cuello. Él bebió agua de su cantimplora. -Estáis contruyendo algo muy sólido aquí. Es un buen lugar en un mundo lleno de lugares malos. Un refugio. Me gustaría comentarte algo sobre los refugios de los montaraces llegado el momento. Pero aún es pronto.

Cargando editor
11/06/2017, 20:44
Ayla

-Cuando nos encontramos necesitabas que se te mostrara la luz en tu camino, un camino del que te habías desviado, o tal vez estabas descansando, recuperando fuerzas...., le dijo. -El caso es que no creo que fuera fruto de la fortuna el que nos encontráramos, los Valar tienen un propósito para todos, y hoy he visto la razón de por qué estás aquí. Hay alguien que necesita ahora de tu luz, que seas su guía, su mentor. Hay un alumno en la Academia que podría entender los signos de la naturaleza o el cuerpo como puedes hacer tú. He pensado que tal vez, si te encuentras con ánimo, podrías ser la luz de su camino y servirle de guía en un camino que para él empieza. Se llama Eben y he observado que tiene ciertas aptitudes que necesitan ser potenciadas y tú estás capacitado para ello. Tal vez además te sirva dar otro paso para reencontrarte contigo mismo. ¿Qué te parece? ¿Quieres conocerlo?

Cargando editor
11/06/2017, 20:46
Denelloth

Cogió alguna piedrecita del suelo y jugaba con ellas mientras le hablaba de Eben. -Cada vez salgo con más frecuencia con los cazadores de aquí. Hoy hemos traído un ninfiara, un ciervo de los que antes cazaba la nobleza dúnadan. Todo un reto para cazarlo. Una buena pieza para un gran banquete, su carne es muy jugosa. No quedan muchos de esos animales, los dúnedain los cazamos a consciencia. Pero ahora quedan tan pocos de nosotros, que otra vez ha aumentado su población, dijo riéndose. -Me gusta estar aquí, con los cazadores, y les gusta a ellos que vaya. Uno de ellos ha formado una familia, y a menudo se queda ayudando en la construcción, y yo ocupo su lugar. Quizá el arreglo se haga permanente pronto. No me importaría, creo. Estoy recuperando mis fuerzas cada día. Si sus maestros se lo permiten, el joven Eben podría acompañarnos en algún viaje de los que hacemos. Le podré enseñar cosas de la Naturaleza, de lo que nos ha dado Oromë el Cazador, y Yavanna. Y también le podré hablar de contra quién nos enfrentamos. Pero sólo si tú le ves preparado. No le pasará nada malo con nosotros, sabemos evitar los peligros. No obstante, vivimos en un mundo repleto de maldad, y a veces soy un recordatorio demasiado evidente de lo que es capaz el Enemigo, le dijo mientras se apretó la mandíbula y se quedaba pensativo mirándola.

-La decisión es vuestra, le dijo. -Si te parece, le enseño. Pero… ¿cuánto quieres que sepa? ¿Y si hace preguntas sobre mí? En la Academia los chavales están protegidos, aislados. Allí, en los libros, las batallas se libran por una buena causa, los que luchan son los protagonistas de las baladas, y los perdedores se rinden con honor ante los justos vencedores. No hay trampas. No hay torturas. Siempre dices que no importa el pasado, sólo lo que hacemos a partir de ahora. Mi pasado me persigue a todas partes. Nunca podré dejarlo atrás, y basta con mirarme para saber qué he sufrido. Tampoco sé si quiero pasar página. Estas cicatrices me hacen más fuerte. Soy la prueba de que el espíritu de los dúnedain es más fuerte que el hierro ardiente, más fuerte que los grilletes y los cuchillos. Nunca nos doblegarán. Nunca nos esclavizarán. Tendrán que matar al último de nosotros. Porque mientras viva un dúnadan del Norte, seguirá viva la cultura de Oesternesse. El lazo que nos une a esta tierra, a los animales, a las montañas y a los ríos. De eso puedo hablar. Y puedo hacerle ver cómo se canaliza el poder para moldear el entorno.

-En cuanto al espíritu de Sil Auressë, sólo discrepo en una cosa. Todos nosotros llevamos dentro la grandeza del Hombre, y también su debilidad. Para nosotros el pasado, las obras que uno ha hecho, y las de sus antepasados, no son algo que podamos dejar atrás y comenzar una nueva vida. Eso lo dejamos para los pueblos menores. Pero los dúnedain no ignoramos el pasado, somos guardianes de un legado, ya sea bueno o malo, pero un legado nuestro. Sin ese legado, esta lucha milenaria carece de sentido.

Cargando editor
11/06/2017, 20:51
Ayla

-Tal vez me hayas interpretado mal, o yo no me haya explicado lo suficiente. Cierto es lo que dices. Aquí no se juzgará a nadie por su pasado, sino por lo que haga con su vida el tiempo que le resta. No obstante el pasado forma parte de nosotros tanto como nuestro presente y futuro. Los errores y aciertos que hemos cometido en el pasado nos configuran como ahora somos con todas nuestras virtudes y defectos, nos ha hecho aquello que ahora somos, y nos ha proporcionado el conocimiento y fuerza necesarios para afrontar lo que nos queda por venir. Lo que te pasó no fue en vano. Eres un ejemplo de la fuerza de la esperanza, del honor del guerrero, de lo que significa un montaraz, eres el mejor ejemplo de lo que es un dúnedain...

-Y esas heridas, no debes esconderlas, forman parte de ti, y te han hecho mas fuerte hasta donde no puedes imaginarte. Los horrores que hayas podido afrontar y que has superado, te han hecho como ahora eres, y demuestran la fortaleza de los hombres. El triunfo de la fuerza y la voluntad del hombre. Denelloth, intentaron doblegarte y no lo consiguieron. Aquí estás otra vez, preparándote para lo que el destino te depare, haciendo honor a los grandes hombres del pasado. Eso es lo que tienes que enseñar no solo a Eben, sino a todo Sil Auressë. Yo no veo en ti el horror de lo que pueda hacer el enemigo. Veo la fortaleza del hombre de sobreponerse a todo aquello que afronte, y eso es lo que debes enseñar querido Denelloth. No escondas tu fortaleza en lo que te hizo el enemigo y muéstrala como la estrella de Elendil en la noche, se una luz guía para Eben y para aquellos que te vean. Muéstrales a todos lo que veo en ti, muéstrales a todos la grandeza de los hombres...

Cargando editor
11/06/2017, 20:55
Denelloth

-La grandeza de los hombres…, le dijo pensativo. A pesar de su juventud, la vida le había hecho envejecer muy pronto, como a tantos otros. -Trataré de estar a la altura de Sil Auressë, y de sus ideales.

Sus ojos grises miraban el horizonte en el norte. -Mientras tanto, en el Norte se está librando una guerra. En Cardolan la guerra ha sido de luchas mezquinas entre pequeños principados, salvo cuando Arthedain ha pedido auxilio. Porque el enemigo es común. De las ruinas de este reino perdido, quizá surja una nueva luz de la esperanza, y de fuerza.

Asintió. -Le enseñaré a Eben, y a quien me pidáis que lo haga. Les mostraré lo que sé, y juntos trataremos de mejorar. Aprender las Sendas de la Naturaleza es algo más que conocer las plantas y los animales. Se trata de alcanzar una conexión sagrada con esta tierra. Eso lleva tiempo, pero estoy a gusto aquí. El tiempo que pasé en Bar Irlossiel me ayudó, pero necesitaba volver a sentir… vida. Ahora estoy mejor, aunque me queda aún camino por recorrer. La guerra sigue imparable, desde hace ya demasiadas generaciones. Pero no se lucha sólo en la frontera. También en las granjas de los campesinos que tratan de sacar cosechas y salvar los inviernos cada vez más crudos, o ahuyentar las manadas de lobos… Y en los corazones de aquellos que optan por seguir aquí en el Norte en vez de abandonar y dirigirse al Reino del Sur. Sil Auressë ya forma parte de esa lucha. Y creo que puedo ayudar desde aquí.

Cargando editor
11/06/2017, 20:57
Ayla

-En cuanto a Eben, cuando consideres que ha llegado el momento adiéstralo. No quiero presionaros, pero Eben podría llegar lejos, y tenemos que aprovechar el potencial de todas las personas con las que contamos, o el enemigo podrá hacerse mas fuerte que nosotros. También quiero recordarte que no estás a mi servicio Denelloth, solo quise curar el daño que vi en ti y cuando quieras partir, eres libre de hacerlo. La sangre llama a la sangre, y tú eres un dúnadan, además un Faradrim Aran, y como me dijiste una vez, siempre lo serás. Veo que mejoras rápido, por eso me he atrevido tal empresa porque Eben podrá tener una guía y tú podrías terminar de reecontrarte contigo mismo. Aunque eso pueda acelerar tu partida, lo que me duele, pero a su vez me alegra porque querrá decir que no he fracasado en lo que me propuse en cuanto te ví...

Cargando editor
11/06/2017, 20:58
Denelloth

-Ayla…, le dijo y bajó ligeramente su voz, -vos conocéis a los Faradrim Aran, a los Montaraces del Norte. Sabéis lo que  somos, y lo que hacemos. Incluso en tierras donde Arthedain no está presente, puedes encontarnos. Dedicamos nuestra vida a salvaguardar las vidas de aquellos que a menudo desconocen nuestra existencia. En muchos lugares la gente nos mira con desdén o desprecio por nuestra vestimenta o por nuestro aspecto. O porque nos escondemos o aparecemos sin avisar, y evitamos las aldeas. Forma parte de nuestra misión. Somos leales a un legado, a una tradición. Vos nos conocéis, y de momento os pido sólo eso. Que nos entiendas. No puedo pediros más, aunque no os prometo que no lo haré... De momento sólo discreción en caso de que alguno de mis compañeros pase por Sil Auressë. Y quizá provisiones o agua para el caballo. No quiero poner en peligro Sil Auressë, más de lo que ya pueda estarlo. Pero no nos sobran lugares seguros en Cardolan desde que Hir Girithlin se enfrentó a Minastir en el Vado de Sarn.

Cargando editor
11/06/2017, 21:00
Ayla

-Los Faradrim Aran, defienden con sus vidas los ideales que aquí profesamos. Sin saberlos, vosotros formais parte de Sil Auressë, sois Sil Auressë. Por eso aquí siempre tendréis lo que precisais. comida, alojamiento, un lugar donde dejar pacer los caballos y cuidarlos, discreción... Solo os pediría a los Faradrim Aran, que si alguno pasara por aquí, y hubiese visto algo que incumbiese o pudiese afectar a Sil Auressë, nos avisaran inmediatamente.

-Vamos caminemos, dijo y lo iba llevando al pequeño bosquecillo cercano en el que tantas veces había hecho sus rituales mágicos. -¿Conoces la historia de Ëarendil? A él lo hicieron los Valar portador de la luz mas pura que podremos ver. Mira al cielo, él está ahí, custodiando eternamente la pureza, velando por cada uno de nosotros, por nuestro mundo, por vuestro mundo...

La mirada de Ayla se perdió en el suelo al decir "vuestro mundo". -El antiguo reino de Cardolan, está lleno de vida, aquí no ha terminado nada, sino que está empezando algo. Bar Irlossiel, daba paz, pero pedía tu propia Esencia a cambio, tu Fëa. Pero ahora no estamos en Bar Irlossiel, y aquí con la ayuda suficiente puedes notar la vida de esta tierra, la pasada, la presente, y la queda por trasncurrir. Se puede sentir el flujo de la vida y dejar que entre en ti y te ayude a sanar. 

Cuando llegaron al claro, Ayla se detuvo y empezó a hacer el círculo protector con los dos dentro. -En mi camino, he aprendido a sentir y tales energías, y a mostrarlas a aquellos a los que les es mas complejo el "ver", en Bar Irlossiel lo conseguí pero la Dama Finduilas, lo evitó pues me advirtió de Bar Irlossiel y que eso podría hacerme quedarme allí, me atraparía.

Cargando editor
11/06/2017, 21:07
Denelloth

Una vez decidido el asunto de Eben, Denelloth le acompañó hasta el pequeño bosque, y observó las estrellas. -Los montaraces nos guiamos por las estrellas, para saber el rumbo qué tomar, para situarnos en tierras desconocidas, para ver en la oscuridad. También nos unen a la historia que compartimos con nuestros antepasados. Me resulta reconfortante ver su brillo. Mi padre Denethur solía decir que cuando las estrellas brillan con fuerza, era un buen presagio. Esa noche nada malo iba a suceder. Eché mucho en falta las estrellas en las tierras septentrionales de Angmar. Y de entre todas ellas, la de Eärendil es la que brilla con más fuerza.

-Aiya Eärendil, Elenion Ancalima… Salve Eärendil, la más brillante de las estrellas. Desconozco a qué se debe esa frase, ni a quién se atribuye. Pero cuando estás en las tierras septentrionales de Angmar, en territorio enemigo, donde las estrellas se apagan… Esa única luz que se podía ver en alguna noche en medio de aquel cielo oscuro, nos dio fuerzas.

Cargando editor
11/06/2017, 21:09
Ayla

Ayla iluminó el círculo con la luz del anillo. -Pero ahora no estamos allí, y quiero dar un paso mas respecto a ti. Mira la luz de Ëarendil, siente la fuerza de Elbereth, del mismisimo Fëanor, aún están por esta tierra antigua, la luz de Hilde Sikelion, siente la vida de los antiguos hombres que caminaron por esta tierra Denelloth y abre tu fëa a ella como jamás has hecho. Desnúdate a la vida y deja que te llene con su energía, que te sane, y que te recupere, despierta completamente de la pesadilla que te atormenta y vive, ama, lucha, protege aquello que amas, evita que la oscuridad mancille vuestra tierra, que mancille tu tierra, y haz que las almas que defiendes sonríen y amen como se ha hecho en tiempos mejores. Traigamos de vuelta la era de la gloria, empezando por traer la pureza a cada uno de nosotros, empezando ahora mismo por ti.

Cargando editor
11/06/2017, 21:10
Director

Denelloth se entregó al ritual [73]. No había una ambición en aquel ritual. No buscaban el poder, ni el conocimiento… sólo hallar algo de paz y de conmunión con lo que les rodeaba. Sentirse parte de todo.

Primero sólo estaba Ayla. Su fëa. Pero pronto ella notó cómo Denelloth se hizo más fuerte, cómo su espíritu cobraba fuerza. Por sus venas corría la sangre de Númenor. Sus antepasados fueron honrados con unas tierras intermedias entre la Tierra Media y las Tierras Imperecederas. Disfrutaron de la Luz de Aman, y convivieron con los Altos Elfos. Los dúnedain eran más capaces que otros Hombres de ver lo que había más allá de los cinco sentidos. Y a diferencia de la visión de los elfos, que con demasiada frecuencia se dirigía a cosas pasadas, los dúnedain vivían en el presente y alzaban su vista hacia el futuro inescudriñable para los Primeros Nacidos.

En caso de Denelloth, su futuro le pertenecía, como a los hombres en general. Pero necesitaba primero encontrarse de nuevo a sí mismo.

Terminó el ritual, y regresaron a Sil Auressë en silencio. Sobraban las palabras. Sus almas estaban en paz. Durante unos instantes sus espíritus habían estado desnudos, compartiendo un mismo espacio, una misma luz. Denelloth se despidió de Ayla, y ella regresó a sus aposentos. Estaba algo cansada, pero con la mente y el espíritu en calma. Era difícil saber qué les iba a deparar el futuro a Denelloth, o a Eben… como a otros tantos. Pero ella tenía la confianza de que les iba a poder resultar beneficioso a ambos.

Cargando editor
01/07/2018, 17:05
Director

Notas de juego

Sale de la escena: Ayla
Sigue en: 9.6. Los enanos celebran su forja