Pues fue en el año mil seiscientos uno de la Tercera Edad cuando los hermanos albos Marcho y Blanco salieron de Bree y luego de haber obtenido permiso del gran rey de Fornost cruzaron el Baranduin, el río pardo, con un gran séquito de Hobbits. Todo lo que se les pidió fue que mantuviesen en buen estado el Puente Grande y los demás puentes y caminos, que ayudaran a los mensajeros y que reconocieran la majestad del rey.
Narbeleth, año 1643 T.A. (10 meses antes)
El camino de Arthondir transcurría en paralelo al río Baranduin, de cauce lento y pausado, lo que le daba al agua un color característico. Al otro lado se extendían ya la Comarca. Le hubiera gustado visitar las tierras de los medianos una vez más, pero viajaba con premura pues su padre le había convocado con urgencia.
Arthondir iba montado en su caballo, y también llevaba otra montura con él como de costumbre. Repasaba en su mente las nuevas que habían ido llegando de Cardolan. La situación política de los vecinos al otro lado del río había sido tumultuosa desde la muerte del último rey hacía ya unos siglos, pero las guerras mezquinas y las disputas entre los príncipes soberanos de los distintos feudos parecían haberse agravado en los años inmediatamente posteriores a la Gran Plaga de 1636. Con la epidemia llegaron los misteriosos espectros que invadieron las tumbas de los reyes en Tyrn Gorthad, y también un caudillo semitroll de Angmar de nombre Dagorhir que levantó un pequeño imperio en el corazón de Minhiriath. La decadencia de Cardolan era más que evidente, y aunque finalmente los príncipes llegaron a un acuerdo para hacer frente al Señor de la Guerra Dagorhir y lo derrotaron, pocos creían realmente en poder recuperar algún día el reino perdido de Cardolan.
Al llegar a otro cruce de caminos, recordó con detalle el mapa que había consultado antes de partir en secreto del hogar de los Kirinkiya. No le habían hecho preguntas, pues sus salidas eran habituales. Al mismo tiempo, no resultaba cómodo tener que ocultarles el propósito de su viaje, pues la familia Kirinkiya los había acogido bien y les debía lealtad. También había sido convocado su hermano Armollion, ahora uno de los capitanes del ejército de los Kirinkiya. Habían salido con varios días de diferencia para no levantar sospechas.
Al bajar la siguiente cuesta, pudo ver en la distancia una pequeña mansión en aparente estado de abandono, como tantas otras fincas y casas de los dúnedain en aquellos tiempos. Era tarde avanzada, y una luz que se veía por una de las ventanas de la primera planta, y el humo de la chimenea encendida le indicaban que había llegado a su destino. Poco después vio movimiento en la pequeña caballeriza adjunta, y cuando entró en el patio apareció un criado a llevarse los caballos sin mediar la palabra. Así que Arthondir entró por la puerta principal que daba a un pequeño recibidor, y cruzó una puerta de dos hojas hasta el salón donde le esperaba su padre sentado junto a la chimenea.
-Arthondir, gratitud por verte de nuevo y por acudir, le dijo y se levantó a saludarle. El rostro de Alpharan era serio, tal vez más que de costumbre. También había pasado algo de tiempo desde su último encuentro, pues Alpharan pasaba gran parte de su tiempo en Fornost Erain. La situación de los reinos herederos de Arnor era cada vez más crítica, y él trataba de ayudar a medida de sus posibilidades. –Siéntate, y cena algo mientras llega Armollion. Hay nuevas de Cardolan que debemos valorar, le dijo y se sentó de nuevo él también. Llevaba el atuendo con el símbolo del pájaro rojo de la Casa Kirinkiya, pero estaba claro que la reunión iba a ser de la Casa Maethanoss.
Alpharan confiaba en el criterio de sus dos hijos varones, aunque eran de carácter diferente. Armollion era decidido y valiente, y conocía el oficio de la guerra. Algún día se iba a convertir en un buen líder, o señor de la Casa. Pero Arthondir tenía la mente más abierta, y en su corazón albergaba unos valores que iban más allá del beneficio para sí mismo y para los que le rodeaban. Era capaz de ver las cosas desde una perspectiva más amplia, entender el pasado para poner las primeras piedras para construir un futuro. Y ahora necesitaba esa amplitud de miras y ese espíritu noble más que nunca.
-Necesito tu ayuda. El Oeste necesita tu ayuda.
Cuando Alpharan hablaba del "Oeste", se refería a algo intangible. Para el señor de la Casa Maethanoss, el "Oeste" era el legado de Númenor, la sangre de Oesternesse, las tradiciones, la Corona y la línea sucesoria de Arnor, el futuro de los reinos sucesores Cardolan, Arthedain y Rhudaur, las alianzas con los elfos y con los enanos... Era un concepto abstracto que a veces él mismo no sabía discernir cuando se movía en el complejo entramado de las intrigas de la Corte.
- Bien hallado sea, padre - le respondió mientras su mente se colmaba de posibilidades y preocupaciones.
Hacía mucho que no se reunían, casi desde que Alpharan desposara a Orbereth, y la perspectiva de reunirse de nuevo con él y con su hermano ya lo traía meditabundo durante el camino, ahora las palabras de su padre le alagaban a la par que mostraban la seriedad de la situación.
Se sentó, aceptando de forma tácita la invitación - Dígame, en que puedo servir a tan noble causa, y lo haré.
-Es por Cardolan..., dijo y llenó dos copas de vino y le ofreció uno a su hijo. Los feudos supervivientes del reino dúnadan perdido eran ahora piezas en un tablero complejo. -Por fin, la unión de los Señores Aliados acabó con Dagorhir. El príncipe Hallas de Dol Tinare, el príncipe Pelendur de Tyrn Gorthad, Hir Aervallon de Girithlin... Los Cantones de Feotar...
Mientras mencionaba uno a uno a los soberanos de Cardolan, iba colocando fichas de ajedrez encima de la mesa. -La princesa Finduilas de Dol Caladir. Es lo que queda de los dúnedain. Y cada vez son menos. El príncipe Hallas falleció poco después de la victoria sobre el Señor de la Guerra.
Con cuidado y respeto, tumbó la ficha que representaba al anciano Hir de Dol Tinare. Hallas había sido una figura de luces y sombras, pero sin duda decisiva en la historia reciente de Cardolan. Fue el principal artífice del acuerdo entre los soberanos para derrotar a Dagorhir, y tras su muerte Aervallon de Girithlin y Finduilas abandonaron la alianza.
-Poco después de aquellas duras batallas, una nueva amenaza apareció en forma de un caudillo umbareano liderando tropas de Dol Caladir, corsarios y también orcos. Hir Pelendur tomó las riendas y aún contaba con apoyos, aunque sin los ejércitos de Girithlin y sin el apoyo de Arthedain, la tarea era complicada. Además, la Dama Finduilas ahora apoyaba a aquel hombre que se hacía llamar Hazvadok. Su objetivo era el pueblo de Metraith, en el centro de Cardolan. Los corsarios, liderados por su capitán Khoradur, conquistaron el palacio real. Finalmente fueron derrotados el mes pasado.
Alpharan tomó las fichas, y movió la ficha de la hechicera1 que representaba a Finduilas a un lugar apartado. Y luego a Aervallon en el lado opuesto. Los Cantones de Feotar no tenían estructura de feudo dúnadan. Y nadie había sucedido a Hallas en Dol Tinare. -Hir Pelendur es uno de los Mellonath Arthedain, amigos de Arthedain. Siempre ha defendido la anexión de lo que queda de Cardolan al reino de Arthedain como única salida. Pero se ha encontrado con la resistencia de la poderosa ciudad de Tharbad, y de varios de los príncipes. Unos defendían la intervención de Gondor, otros como Aervallon querían mantener la autonomía de Cardolan a toda costa. Girithlin además está en guerra ahora con los clanes de Saralainn, que son un poder nuevo y emergente. Pronto no quedará nada que se pueda salvar del reino dúnadan que fue, hijo.
Su mano agarró la figura del heredero1 que en esta representación era Pelendur. Y la apartó del resto. -Se ha celebrado un consejo tras la Batalla de Metraith. Hir Pelendur ha decidido abandonar Cardolan con sus nobles más allegados. En estos momentos están acampados al norte de Bree. Sus motivos son nobles, como siempre ha sido él. Pero las consecuencias pueden ser imprevisibles.
pongo un mapa genérico, lo de Sil Auressë puedes ignorarlo de momento :D
1Las fichas son de un juego parecido al ajedrez nuestro, pero la figura de la Reina está representado por un Rey (poderoso en combate), y la figura del Rey (pocos movimientos y la pieza que hay que proteger) es la figura del Heredero. Los Alfiles son los Hechiceros/Consejeros. Por lo demás igual.
Un frío sentimiento abrazó el alma de Arthondir la sangre de Numenor continuaba desparramándose por aquellas tierras sureñas, todo por el orgullo y vanagloria de unos pocos. Cuan fácil hubiera sido resolver estos problemas en el antiguo reino de Arnor era un pensamiento al que solía recurrir su mente cada vez que se derramaba sangre por disputas territoriales o sucesorias.
Pero no podía sumergirse en la contemplación en ese instante, su padre, el más noble y respetado de su casa, requería su consejo. No tenía muy claro que pudiera serle de ayuda, pues la empresa más bien parecía necesitar de un brazo fuerte y decidido, como el de su hermano Armollion, probablemente por esa razón quería reunirse con ambos.
Parece que al Reino vecino de Cardolan no sólo lo castigó el brazo de la Plaga... - dijo reprimiendo unas lágrimas en memoria de su madre - desde luego esa amalgama de pequeñas provincias no le está haciendo ningún bien.
Como su padre sabía de largo tiempo atrás, Arthondir, así como la casa Maethanoss siempre había apoyado la unión de reinos, siempre habían abogado y anhelado un nuevo Arnor que encumbrara a la estirpe Oesternesse y lograra que emergiera de la sombra que cada día parecía atenazar más y más a su raza.
Su rostro cambió al escuchar el nombre de Bree, tiempo hacía que no visitaba la ciudad, pero solía hacer noche en ella en sus escapadas a la comarca, un pequeño desvío que poco importaba por comprobar que las cosas seguían bien por allí.
¿En Bree padre? - meditó para sí dudando que fuera el mejor lugar para pasar desapercibido - ¿Necesita que haga algo, quiere que los guíe?
Su hermano tardaba en llegar, y aunque deseaba esperarlo y estar los tres reunidos de nuevo las nuevas de su padre eran altamente alarmantes y aceleraban el corazón de Arthondir incitándolo a actuar con premura.
-La marcha de Pelendur deja un vacío difícil de llenar. Es de los pocos que quedan en Cardolan con vocación de construir un futuro basado en la grandeza de antaño, comentó Alpharan y se quedó un rato en silencio. Sombrías eran las palabras sobre Cardolan en aquellos tiempos aciagos, y costaba ver un destello de esperanza de que algo fuera a cambiar.
-Te necesito Arthondir, es cierto. Y a tu hermano. No sé cuánto podemos hacer, pero hay que intentarlo. Es nuestro deber, aunque pueda que entre en conflicto con nuestras lealtades actuales. Esperemos que no, pero con demasiada frecuencia las miradas de los señores de los dúnedain no ven más allá del día presente.
El señor de la Casa Maethanoss respiró hondo y buscó en la mirada de su hijo la madurez y la determinación que ahora se necesitaba. Confiaba en Arthondir, en lo que había aprendido, en su buena voluntad y en sentido de justicia. Pronto se iba a poner a prueba, con el futuro de todo un reino en juego. Los Maethanoss eran conocidos por su buen hacer en la diplomacia y en reunir apoyos para las causas más nobles, y el poder de su Casa no se medía por el tamaño de su ejército ni por la extensión de sus tierras.
-La marcha de Pelendur coincide con el retorno a Cardolan del joven Echorion, el sobrino de Aervallon y para algunos el legítimo heredero del feudo de Girithlin.
La historia de Echorion la conocían muchos, aunque había ciertas diferencias entre las versiones. En cualquier caso, se trataba del hijo del anterior regente del poderoso feudo de Girithlin. Con la muerte prematura de príncipe y de otros sucesores en la Gran Plaga, el poder pasó temporalmente al hermano de éste, de nombre Eärnil, hasta que no cumpliera la mayoría de edad el joven Echorion. Hubo un intento de matar a Echorion, y se decía que Eärnil lo había planeado. Echorion logró escapar, y huyó a Arthedain donde pasó los próximos años. Su tío lo desterró por traición, y adoptó el título de Hir y comenzó a usar el nombre Aervallon.
-Sé que Echorion estuvo en el Consejo de Metraith que se celebró tras la batalla, y coincidió allí con Pelendur. Allí se tomaron decisiones importantes. Tu hermano nos traerá ahora más detalles, pues le encomendó parar en el puesto de Vado de Sarn para informarse.
Desde fuera se escucharon ruidos... Caballo relinchando, la puerta del establo chirriaba. Y luego pasos decididos y pesados. Los dos conocían esos pasos.
Armollion...
Aún reflexionaba acerca de las noticias que su padre le brindaba, vitales para el futuro del reino de Cardolan y, por ende, para la supervivencia de la estirpe de Númenor, pues, si Cardolan se perdía, pocos años de solitaria resistencia le aguardaba a Arthedain. Las fuerzas de la sombra parecían aumentar a cada año que pasaba.
Unos ruidos en el exterior le sacaron de sus pensamientos, pues a menudo se concentraba tanto en ellos que podía apreciársele con la mirada perdida, gesto que su familia conocía sobradamente.
Su hermano estaba a punto de cruzar la puerta, su andar era inconfundible, se limipió brevemente las manos y la barba, y se puso en pie para recibir al primogénito de su casa con el respeto y cortesía que merece.
Se encontraba ansioso por escuchar las nuevas que traía consigo.
Armollion cruzó la puerta y sin detenerse entró hasta el salón. Sus pasos eran decididos, y su porte era el de un gran capitán de los hombres. En realidad lo era, pero al servicio de los Kirinkiya aunque en este viaje ocultaba el escudo del pájaro rojo.
-Saludos, dijo brevemente y le dio una palmada en el hombro a su hermano menor. Aún llevaba puestos los guantes. -Padre, le dijo a Alpharan y procedió a llenar una copa de vino. -Traigo nuevas de la reunión de Metraith, añadió como si el tiempo apremiara. Tal vez fuera cierto.
-Estaban Pelendur, Echorion, un umbareano de nombre Khôradur quien había dirigido una parte de las tropas de asedio, una elfa de nombre Ayla, y otros muchos. Hizo un gesto con la mano como para obviar los detalles, y ante la insistencia de su padre le dijo que luego se lo iba a contar todo en detalle.
-Encima de la mesa un estandarte de Cardolan, recuperado de las tumbas de Tyrn Gorthad por Ayla y por Thelran, el montaraz de Arthedain quien mató al Señor de la Guerra. Pelendir presidía la reunión, y anunció su marcha definitiva. Echorion buscaba seguir la guerra. Primero atacando a Finduilas, quien había formado parte del plan de ataque a Metraith. Y luego iría a por su tío en el sur. Pero en el Consejo se decidió otra cosa. Pelendur renunciaba liderar la alianza más allá de la victoria de Metraith, y encomendó a Ayla y a Khôradur ir a hablar con Finduilas para dar un golpe pero por la paz.
Miró a su padre y luego a su hermano. Vio cómo Alpharan asintió ante la decisión de Pelendur. Sabía que su padre valoraba la sensatez y el buen hacer diplomático de Pelendur, así como las aptitudes de su hermana gemela Pelewen.
-Y Echorion ha sido nombrado el Protector de las Tierras de Metraith y alrededores.
Apuró su copa, y saboreó el vino.
-Bien, asintió Alpharan pensativo. -Pelendur toma la decisión correcta. Esconde el estandarte de Cardolan unificado para no entregárselo a Echorion. No es el momento de legitimar sus aspiraciones, que en todo caso son para el trono del feudo de Girithlin. Tampoco desea Pelendur ocupar el vacío dejado por Hallas.
El señor de los Maethanoss observaba las fichas en la mesa. -Si Finduilas acepta poner fin a las hostilidades tras la derrota, Echorion puede encargarse de la seguridad en el centro de Cardolan. Eso da estabilidad para Tharbad y para Metraith, y mantiene la ruta que pasa por Bree hasta Arthedain. Y al mismo tiempo, coloca al joven Echorion en una posición importante en el tablero. Tiene las miras puestas en esa ofensiva contra su tío en el sur, pero se ha ganado algo de tiempo. Cardolan necesita un nuevo comienzo, y un horizonte de paz. La marcha de Pelendur es dolorosa, pero puede abrir ese horizonte. Un apoyo directo a Echorion por su parte desembocaría directamente en una guerra civil, donde Finduilas y Aervallon se enfrentarían a Echorion y a Pelendur. Con este movimiento se ha despejado el tablero... Pero el juego sigue.
Armollion entró en la sala como un vendaval, con la energía que el caracterizaba y la parquedad en palabras de quien estaba acostumbrado a la acción y a tomar decisiones en segundos.
El torrente de información inundó los oídos de Arthondir, que acababa de ser informado de la situación y seguía el hilo de los acontecimientos a retaguardia de sus familiares.
En palabras de su padre todo parecía tener sentido, sin embargo no terminaba de encajar su papel en todos estos acontecimientos, estaba claro que era una tarea más propia de su hermano, pues pese a buscarse la paz, aún sería necesaria alguna demostración de fuerza. No creía que la nueva posición de Echorion fuese aceptada tan amigablemente por el resto del desmembrado reino de Cardolan, especialmente por su tío en Girithlin.
Alpharan permaneció en silencio un rato largo. Estaba meditando sobre el significado de lo que acababa de escuchar. Finalmente habló. -Hir Pelendur es inteligente. Y su marcha coincide con la llegada de Echorion, con la Batalla de Metraith de telón de fondo. En la política hay pocas casualidades, y me niego a creer que estos dos sucesos lo sean.
Negó con la cabeza para reafirmar sus palabras que en realidad no iban dirigidas a nadie en particular. -Me han llegado rumores de que Pelendur ya conoció a Echorion hace años, cuando era un joven que huía de su tío. Después Echorion ha estado en Fornost, donde se ha rodeado de personas de influencia. Creo que detrás de su regreso a Cardolan hay intereses por parte de Arthedain. Así que iré a averiguar más. Me presentaré ante Pelendur y le acompañaré.
Entonces miró a Armollion. -Tendrás que regresar con los Kirinkiya. Pero antes pasa de nuevo por el Vado de Sarn. Habla con el comandante Minastir, te prepararé una misiva. En caso de que los eventos de Cardolan se desarrollen como creo, tanto las tropas de Arthedain en Iach Sarn como la caballería de los Kirinkiya pueden jugar un papel importante.
Se levantó de la silla y comenzó a caminar. -Echorion cuenta con pocos efectivos, pero su nuevo cometido de Protector le permitirá reunir hombres leales a su causa. No buscará mercenarios, pues necesita legitimar su aspiración al trono de Girithlin, y por consiguiente su valía para reinar en Cardolan. No lo va a conseguir con el oro. Necesita hombres leales, y también necesita la aprobación de su linaje si logra derrotar a su tío.
Caminó hasta Arthondir. -A ti te encomiendo la misión de localizar al joven Echorion, y de unirte a sus tropas. Necesitamos saber si él puede ser ese nuevo amanecer que necesita el Reino Perdido. Conocerlo. Evaluarlo. Y si se lo merece, y la victoria le sonríe en el campo de batalla, prestarle nuestro apoyo. Cuenta con aliados en Arthedain, y puede contar con aliados también en el sur. Lo que necesita es conquistar el feudo que le pertenece por derecho, y después mostrar que es merecedor de la confianza que se ha depositado en él. Conquistará su trono con sangre y con fuego, y cobrará su venganza. Pero eso no le hace un buen soberano, ni un buen rey. Solo sería un caudillo más en una época turbia y aciaga que marca el final definitivo de un reino dúnadan. Ahora bien, si logra elevarse por encima de la decadencia y de la mediocridad, si demuestra que en él renace la grandeza de los Días Antiguos... Entonces, podremos ofrecerle algo que va más allá de las tropas y de las armas. Le podemos hablar de nuestros amigos los Primeros Nacidos de Siragalë. Ellos conocieron los reyes de Cardolan. A Ostopher y los anteriores. Los que ahora moran en las tumbas de las Quebradas de los Túmulos. No obstante, eso aún queda lejos. Primero, Echorion debe reunir las tropas y los apoyos. Debe mostrar su honor como Protector en tiempos de paz. Luego debe tomar la decisión de atacar a su tío. Y derrotarle para conquistar el reino. Para después mostrar su valía como soberano de un feudo. Es un camino difícil, pero hoy por hoy... Echorion es la única persona que puede hacerlo.
La fuerte determinación en las palabras de su padre abrumaron a Arthondir, parecía que la suerte de Cardolan, y por ende, la de los hombres del oeste, pendían del futuro del joven Echorion. Podría alzarse cual salvador o cual tirano, y su padre confiaba en él para ni más ni menos que evaluar y juzgar a aquél que podría despertar a Cardolan de su letargo, devolviéndole la fuerza y el honor que antaño demostraron.
Arthondir se emocionó pensando lo mucho que confiaba su padre en él para demandarle tamaña tarea, después de todo no le habían pasado desapercibidas las aptitudes de su hijo menor, que a la vista de los demás acostumbraba a palidecer junto a las notables habilidades marciales de su hermano Armollion.
Ambos tenían una misión clara, de naturalezas muy distintas, pero no ausentes de peligro. Miró a su hermano con la mirada cómplice con la que perpetraban travesuras de niños, sabiendo que esta tarea no era un juego, pero ansiosos de participar de ella, separados en cuerpo pero juntos en alma, como antaño, como en los orígenes de la casa Maethanoss, como cuando aún podían sentir los abrazos de su madre...
Apartando la mezcla de sentimientos que le inundaban en ese momento, miró decidido a su padre y asintió escuetamente, dando a entender que había comprendido perfectamente la situación y que estaba implicado en la misión.
Por el honor de la casa Maethanoss, mi señor - dijo con una leve reverencia - pondré mi vida a disposición de esta causa.
¿Necesita algo más de mí, padre? - inquirió - Entiendo que esta misión requiere discrección, ¿cómo quiere que me presente ante el heredero de Girithlin?
Cerveth, año 1644 T.A.
Pondré mi vida a disposición de esta causa.
Arthondir recordaba sus propias palabras en aquella reunión del año anterior. No había vuelto a ver ni a su padre ni a su hermano desde entonces, pero estaba seguro de que cada uno por su lado seguía trabajando por la misma causa.
En cuanto a su propio cometido, su padre le dio sus mejores deseos y sus ánimos, y le explicó la importancia una vez más de la paciencia. Su hermano le recomendó algunos lugares, como el mercado de Metraith donde se reunían las espadas libres y los mercenarios en busca de trabajo.
Para bien o para mal, en Cardolan tu Casa y tu historia carece de importancia, le habían aconsejado. Así que Arthondir se presentó en Metraith como uno más de los numerosos hombres que se habían quedado sin señor a quien servir en los tiempos del abandono. Allí escuchó las historias de la Batalla de Metraith y de otras contiendas, así como la noticia de que Ayla y Khôradur habían regresado a Metraith a principios de año junto a un hombre importante de Tharbad. Curudae se llamaba, y había dirigido tanto a una banda de mercenarios como a los Gremios de la ciudad más importante del Norte. Los tres se habían presentado en Metraith con la nueva de que iban a fundar una nueva aldea entre Metraith y el Vado de Sarn. Una noticia esperanzadora en medio de tanta devastación y muerte. Y el nombre de la aldea le hizo sonreir a Arthondir, pues era en lengua de los elfos y el significado le recordaba cosas de su última charla con su padre y su hermano.
Sil Auressë. Así se llamaba la aldea. "La Luz del Amanecer".
Así comenzó el año 1644 de la Tercera Edad. Con Arthondir lejos de su hogar y buscando una oportunidad para unirse a las tropas de Echorion. El Príncipe Desterrado, o el Príncipe Que Cabalga, no tenía una base fija. Se movía de un lugar a otro, rodeado de un círculo íntimo de consejeros y personas de confianza. Sospechaba de todos, pues su tío había puesto una jugosa recompensa por su cabeza. Por eso nunca dormía dos noches en el mismo lugar, y rara vez se mostraba entre los suyos. Era imposible acercarse a él, pero sus consejeros lograban aumentar el número de efectivos poco a poco. Buscaban sobre todo jinetes con caballo propio, y allí Arthondir contaba con ventaja.
Así que finalmente logró entrar en las tropas de Lord Echorion. Concretamente al servicio del Capitán Elfwine en el este. Sus tareas eran más de exploración y búsqueda de granjas y lugares de abastecimiento, pues un ejército de gran tamaño necesitaba líneas de suministro. En varios de esos viajes pasó por la aldea de Sil Auressë, donde se había creado un mercado de cierta importancia. También estaban construyendo un pequeño castilo y otros edificios, e incluso reclutando hombres para el ejército. Pero lo que más le llamó la atención a Arthondir era la Academia que había fundado Ayla, quien ahora se hacía llamar la Dama Aylarien. Una Academia para preservar el legado de Númenor.
Un nuevo amanecer. Sil Auressë.
Arthondir estaba acostumbrado a moverse en solitario y relacionarse con la gente, y rápidamente fue ascendiendo entre las filas de las tropas de Echorion. Cada vez estaba más enterado de los movimientos y de los planes del Príncipe Desterrado, o al menos veía indicios pues los almacenes secretos de provisiones se estaban reubicando para preparar la gran ofensiva hacia el sur. Aún quedaban temas por arreglar, pues para llegar a Girithlin era necesario pasar por las tierras devastadas del antiguo reino del Señor de la Guerra. Y por los dominios de los clanes de Saralainn que estaban en guerra con Girithlin.
En uno de sus permisos, Arthondir tuvo noticias de su tío desaparecido Linaith. Al parecer formaba parte de una grupo de forajidos que se hacía llamar los "Lobos" y que se escondían en las cuevas de Minhiriath. No logró dar con él, pero confiaba en que en algún momento podía localizarlo.
Y ahora se encontraba buscando uno de esos refugios de los "Lobos". El capitán Elfwine estaba preparando algún movimiento importante, y le había dado una semana de permiso a Arthondir para explorar libremente las tierras cercanas al Paso de la Loma. Se trataba de un paso estratégico al sur de Sil Auressë. Y allí volvió a tener noticias de los Lobos.
El sol brillaba con fuerza en el cielo, y sentía cómo un nuevo tiempo podía comenzar para Cardolan en breve. Había escuchado rumores de una posible alianza entre Lord Echorion y la Dama Aylarien. Desde luego, la posición de Sil Auressë era muy buena para servir de enlace entre Metraith, el Vado de Sarn y la ruta hacia el Sur.
Un nuevo tiempo. Un nuevo amanecer.
Pero entonces, ocurrió lo imposible. El terror de una maldad sin nombre regresó de repente. El amanecer soñado se convirtió en la oscuridad más impenetrable. La noche cayó sobre Cardolan, y el mundo.
Comenzó el Astquelion.
pasamos a esta escena Astquelion
Es de sólo lectura
La escena de juego donde sigue la historia es: Los Lobos de Cardolan
Sale de la escena: Arthondir
Su historia pasa por escena de lectura 16.7.0. Astquelion
y después sigue en: 18.4.2. Lobos de Cardolan
Siguiente escena en lectura cronológica: 16.4.7. Entre la Oscuridad y el Abismo (Eben, Ferrim, Norion, Girion, Denelloth, Russef)