Partida Rol por web

El búho llegó hasta Denelloth, y tocó la piedra. El montaraz estaba con una rodilla en el suelo en el centro del círculo, con los ojos entreabiertos. Estaba meditando, tratando de canalizar fuerza mágica hacia la piedra. Pero su poder era limitado, y no lograba centrarlo del todo. Aún así, se abrió una especie de grieta entre el mundo de Irmo y el mundo físico. No lo suficiente como para proyectarse Benaldamat al mundo físico, pero sí para que su voz le pudiera llegar...

Benaldamat se concentró de nuevo, y notó cómo su reserva de poder se agotaba lentamente. Pero aún le quedaba, y tenía una oportunidad para establecer una comunicación. Para guiarle a Denelloth, para decirle que él estaba con ellos. Que les seguiría hasta su destino, a cualquier destino, por el bien de Enila.

El Guerrero Onírico se da cuenta de que sus fuerzas menguan, que no va a ser capaz de proyectarse en este momento en el mundo físico, está agotado, pero ha dado un nuevo paso adelante y se siente capaz de hacerlo llegado el caso... No obstante, aún le queda algo de fuerza, un último reducto con el que infundir esperanza a la Guardia de Enila.

Benaldamat usa la conexión con el mundo físico que mantiene a través del búho para proyectar su voz en dicho mundo físico, para que Denelloth le escuche. Con un último esfuerzo, se concentra en el canal existente y lo utiliza posicionando al búho enfrente del montaraz, mirándolo a los ojos.

- Denelloth... Denelloth... Soy Benaldamat, no tengo mucho tiempo. Siento vuestra pérdida, intenté llegar a él pero fue tarde. Lo vi partir allá donde van los hombres, y marchó en paz. Denelloth recuerda, la piedra lunar es mi conexión con vosotros, lo que de algún modo me puede traer a vuestro lado. Úúsala si ves las señales como ahora.

Cuando lleguéis al monolito seré más fuerte, convócame allí si no volvemos a comunicarnos.

Siempre estaré con vosotros, os seguiré donde quiera que nos lleve este camino y compartiremos destino, por Enila...

Recuerda vuestro sendero es el mío, el sendero del Guardián. Nunca caminaréis solos. 

Con gran esfuerzo, Benaldamat pronunció las palabras confiando en que Denelloth fuera capaz de oírlas. La visión se desvanecía, y el Guerrero Onírico temía perder la conexión con el búho. Ya no le quedaban fuerzas para interactuar con lo que rodeaban al animal, y pudo sentir cómo el círculo mágico se desvanecía. Pero a través de los ojos del Búho de las Quebradas vio que Denelloth reaccionaba ante algo que escuchaba en su mente. Y se tocaba el antebrazo, como si un viento gélido le azotara. El mismo viento que ahora sentía Benaldamat a medida que se alejaba de la Cabaña, y del búho... Y regresaba primero a su Yána y luego de allí se despertaría...

Pero entonces el búho giró la cabeza ligeramente. Vio acercarse desde la cabaña al hombre encapuchado. Al sacerdote que había acompañado al guerrero en sus últimos momentos. Benaldamat perdía por momentos el vínculo que le unía al búho, y además notaba que el animal estaba asustado ante la presencia de otra persona. No obstante, la presencia de Denelloth parecía tranquilizarle, y cuando estaba cerca del montaraz resultaba más fácil para Benaldamat interactuar ya que no tenía que concentrarse tanto en el animal.

Benaldamat siente que se está agotando, se le acaba el tiempo entre los guardianes de Enila, no quiere irse pero ha aprendido como hacerse presente ante ellos a través del búho. Tal vez pueda intentar mejorarlo, pero deberá esperar a estar más recuperado. Ha sido un momento de muchos descubrimientos que el Guardián debe meditar e interiorizar. Siente que ha recibido un nuevo don de Irmo y debe conocerlo e interiorzalo...

De pronto recuerda la pierna dañada de Denelloth, recuerda cuando en su anterior encuentro también lo sanó. En ese momento, el Guardián se concentra y en un último esfuerzo trata de sanar la pierna maltrecha de Denelloth.

-¿Ben? ¿Me escuchas?... Era la voz de Rashat, desde el exterior. Benaldamat notaba como la mano de su amigo le tocaba la frente. Estaba sudando y exhausto, tal vez con fiebre. Pero contento por haber logrado comunicarse con los que trataban de salvar a Enila. Porque esta vez iban a ser otros los que irían a enfrentarse a la Oscuridad. Ahora necesitaba dscansar su cuerpo y su mente para afrontar el siguiente desafío, y poder ayudarles.

El viaje por las Quebradas hacia Sil Auressë se detenía… El mundo físico pasaba a un segundo lugar para el Guardián. No tenía sentido correr más allí. Su sendero por los Mundos de Irmo no había hecho más que empezar. Era la Senda del Guardián. Su Olortië.