Partida Rol por web

-La guerra es el verso de los hombres, y el vino la esencia de lo divino, lo imperecedero y a la vez fugaz que hay en cada instante, en cada sorbo, dijo Khôradur, -vivimos, luchamos, morimos. Nos hacemos viejos, dejando atrás el recuerdo de nuestras hazañas. Como el dulce aroma que queda en una copa vacía. Este mismo vino, en otra botella, lo disfrutaron los númenoreanos de Lond Daer y de Vinyalonde, la gran colonia númeroneana de Cardolan en la Segunda Edad. Fue un tiempo en el cuál los hombres de Númenor fundaron colonias en la Tierra Media… Luego llegó el Akallabeth – la Caída y el hundimiento de la Isla. La forma del mundo cambió, y la Gran Ola sepultó bajo las aguas la ciudad de Lond Daer. Eres afortunada por haber podido ver aquella maravilla, y nosotros agradecidos porque la hayas compartido ahora. Propongo brindar haciendo honor a todo lo bonito y majestuoso que se pudo salvar del Akallabeth. Brindemos por mantener vivo el legado y los ideales de los antepasados númenoreanos en Sil Auressë…

Levantó su copa y susurró: -"Et Eärello Endorenna utúlien” – del Gran Mar he venido…

Danroth sonrió y dijo: -hay algo en la imagen de un umbareano brindando con una elfa en quenya citando al Rey Elendil que me hace pensar que Sil Auressë puede salir muy bien…

Pasaron unas horas placenteras hasta el amanecer, y finalmente Ayla se subió a su habitación.

El día que comenzaba también era de fiesta, y hasta mediodía no había nada previsto. Ayla iba a a descansar en su habitación, tratando de organizar mentalmente las tareas pendientes más inmediatas: el paseo para inaugurar las tiendas, las charlas con Curudae sobre la economía, despedir a Danroth, convencer a Gildûr, confirmar la organización para la construcción del castillo, la distribución de tropas, y más cosas… Y al mismo tiempo tenía la sensación de que estaba viviendo un tiempo prestado, instantes que no iban a durar mucho. Porque en el fondo sabía que le espera su Enemigo, su rival, su destino.

Hacía mucho que Ayla no tenía noticias de él. De Khathog, del Cazador Oscuro. Sin embargo, Pelenwen le había hecho llegar el medallón. Las cosas rara vez sucedían por casualidad, y menos cuando tenían que ver con un enfrentamiento que se estaba fraguando desde hacía siglos. Ayla llegó a la conclusión de que debía aprovechar cada instante en Sil Auressë porque en cualquier momento era posible que tenía que ausentarse.

El tiempo invertido construyendo este sueño no era tiempo perdido, todo lo contrario. Se estaba haciendo más fuerte de cara a ese enfrentamiento.

Mientras estaba en la habitación, cuando acabó de reorganizar sus pensamientos, Ayla intentó preparar unos pergaminos nuevos como le había dicho Danroth para poder entregárselos cuando se marchara. También aprovechó para volver a mirar el medallón que le dio Danroth e intentar percibir el poder que tenía.

Ayla estaba algo cansada, pero decidió echar un vistazo al medallón que le había regalado Pelenwen.  Tenía forma circular, era de oro y en el centro tenía una especie de círculo con espirales. No se veía nada escrito.

Ayla trató de identificar su poder, pero lo único que consiguió fue averiguar que sus propiedades mágicas eran defensivas y se activaban de alguna forma, en determinadas circunstancias… Necesitaba reflexionar y estudiarlo con más detalle, cuando tuviera más tiempo y la mente más despejada.