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¡Era un cuerno de batalla! Su llamada resonó en los acantilados. Eärnil atacó con rabia al enemigo que tenía enfrente, primero con la espada le hizo un tremendo tajo en las piernas que seguramente hubiera sido suficiente para matar al orco en poco tiempo, pero acto seguido el main gauche lo terminó de rematar. El cadáver cayó por el precipicio.

Turno 6D
Azuzado por la reciente victoria Eärnil se abalanzó para acabar con el orco que luchaba contra el soldado. Descargó sus 2 armas sobre el orco con todas sus fuerzas.

Turno 6D: Resolución

El ataque de Eärnil fue conciso y brutal. La espada atravesó el cráneo del orco que murió al instante, aún de pie.

El soldado de Sil Auressë miró a Eärnil que le había salvado la vida. Se alejó arrastrándose del precipio, y comenzó a incorporarse. Debajo de sus pies tenían la Loma: una caldera azotada por el viento, dominada por la meseta donde se encontraban ellos. Las paredes eran casi verticales, y a ambos lados había colinas de menor tamaño. Los remolinos de viento levantaban nubes de polvo y de arena.

La hueste enemiga era numerosa, formada por no menos de dos cientos orcos. Una marea negra que se preparaba para entrar en el Paso. Pero el sonido del cuerno les había hecho dudar.

-H..he visto a uno corriendo allí abajo, trata de llegar a las cuerdas y los orcos le están disparando, dijo el soldado apuntando con la mano hacia abajo. Había una docena de cuerdas que bajaban hasta el suelo desde distintos puntos de la meseta.

Le costaba creer que seguía con vida, de momento.

Y se escuchó otra vez el cuerno. Y un sonido, como de una tormenta lejana. Entonces, en el horizonte, vieron llegar a una unidad de caballeros a gran velocidad. Apenas se le distinguía en la distancia, pero ya llegaban. En formación abierta, Eärnil contó veinte jinetes, y alguno más en segunda fila. Muy pocos, pues enfrente había un contingente bien organizado con arqueros, lanceros, algunos huargos e incluso un par de trolls. Aún así, cabalgaron hacia la retaguardia del enemigo, con valor...

Ribetes rojos ondeaban en sus lanzas, y con ellos llegaba la Roja Tempestad.

En el cielo, el sol comenzaba a oscurecer.