La noche encierra los miedos más profundos del hombre, así como sus anhelos inconfesables. En el silencio y en la oscuridad, mostramos nuestra verdadera alma. Es un preludio para el sueño eterno que nos aguarda a todos llegado el momento.
El caballo se había desbocado ante la presencia de los jinetes de huargo. El animal se llamaba Viento, y fiel a su nombre había galopado en la noche durante horas. Norión a duras penas había aguantado en la silla sin caerse. Por suerte, la montura de Girion tenía claro que tenía que dirigirse de regreso a la aldea. De regreso a Sil Auressë.
Pasado un tiempo, Norión tuvo la posibilidad de tomar las riendas. Pudo haberse detenido. Dado la vuelta. No lo hizo. No por cobardía. Sentía miedo, era cierto. Pero el miedo no era algo nuevo para él. Toda su vida había estado ligada a la muerte y a la oscuridad. Sabía convivir con los horrores, con el temor, con la muerte, con lo desconocido. Cosas que le helarían la sangre a la mayoría, habían sido el día a día para Norión. No obstante, siguió cabalgando en la noche, sin mirar atrás. Ya estaba recompuesto, y con el gesto serio, pensativo. Seguía cabalgando. Había sentido algo…
raumo nurrua
undumë rúma
métim´ auressë
undumé hácala
enwina lúmëthe1
El eco de los versos de los manuscritos resonaba en su cabeza. En su alma. Y un escalofrío recorrió su cuerpo que nada tuvo que ver con el aire nocturno que le golpeaba la cara. Norión había sentido el latido del Abismo. La llamada de un poder ancestral que se estaba despertando. No era una consciencia, sino una fuerza primitiva de la Naturaleza que absorbía los flujos de una esencia que estaba presente desde tiempos inmemoriales. Una oscura energía que os elfos conocían como Morifairë.
Los pensamientos de Norión estaban dispersos, y la oscuridad parecía aumentar su confusión. Demasiadas fuerzas estaban en movimiento al mismo tiempo. Su instinto le obligaba alejarse del lugar hacia dónde se dirigía el resto de los exploradores. Su presencia allí hubiera constituido el mayor de los peligros.
1la tormenta susurra, el abismo se mueve, en la última mañana, el abismo se abre, la antigua oscuridad
Cuando la oscuridad dio paso a un nuevo día, Norión pudo por fin reordenar sus pensamientos y sentimientos. El latido se desvanecía hasta convertirse en un recuerdo, e incluso podría dudar de si se lo había imaginado. Pero no era así. El clérigo de Námo no era dado a engañarse a sí mismo. Ni a otros. Se aferraba a lo que era real, por muy terrorífica que fuera. En aquel bosque había un poder latente, dormido desde hace milenios, pero que poco a poco estaba siendo avivado como las llamas de una hoguera desde sus cenizas. Cada movimiento de energía mágica le alimentaba, y ahora estaba absorbiendo de todo y de todos. Incluso los huargos sentían la llamada, aunque no la comprendían. Un hechicero había despertado esa fuerza ancestral y la iba a usar para un propósito aún desconocido. Pronto el poder será suficiente como para llevar a cabo la tarea. La presencia de Norión en aquel claro podía haber aportado más que meses de rituales para que recobrara su fuerza.
A lo lejos pudo ver la aldea de Sil Auressë. Hileras de humo saliendo de las chimeneas. Comenzaba un nuevo día. Pero en vez de entrar, dirigió el caballo hacia un pequeño bosquecillo. Había notado algo allí al salir de Sil Auressë el día anterior. Una energía invisible emanaba de aquel lugar, y le había puesto los pelos de punta. Una energía poderosa, pero no oscura, sino llena de luz y de paz. Avanzó hasta un diminuto claro rodeado de árboles ancestrales. No era un lugar de rituales alrededor de una piedra. Éste era un sitio privado, íntimo. Personal. Un lugar para descansar la mente. Para meditar en paz. Para purificar el alma. Y en el suelo notaba la estela de una figura dibujada mágicamente:
Dos triángulos entrelazados y un hexagrama en el centro, a su vez formado por otros triángulos. No era visible al ojo, pero la extraña llamada que había escuchado le había trasladado a un estado de consciencia diferente, más en sintonía con las corrientes mágicas en constante movimiento. El centro era el lugar donde de mayor concentración de poder. Sin moverse de su sitio, sin entrar a tocar este sagrado e íntimo lugar de reciente creación, una voz dulce a la vez que fuerte resonaba en su interior:
Otro de los rasgos importantes de los fëar es que cada individuo posee en su interior una parte de la Esencia que hay en el mundo, en su alma. Es única para cada persona, como una huella, y todo poder mágico conlleva la marca de la persona que lo convocó.
Las palabras eran de Ayla, así como la huella que ahora percibía Norión. De eso no había duda. La mente racional de Norión quizá dijera que era el recuerdo de algunas palabras leídas en el taller de Adhellin. Era posible, pero en ese momento el sacerdote sentía más que nunca la fuerza de su propia fe en los poderes de lo visible y de lo invisible. Estaba habituado a moverse en esa delgada franja de existencia al borde del más allá pero aferrada a la vida, ahora sentía algo diferente. Era una sensación nueva y cálida al conectar con el recuerdo de la fëa viva de aquella misteriosa mujer, en vez del recuerdo de lo que una vez fue que tan menudo le había acompañado en las criptas. Las frías piedras de las tumbas transmitían solemnidad y una sensación del inevitable destino de todos, mientras las verdes hojas bañadas en el rocío del amanecer respiraban vitalidad… y esperanza.
El anamarta se quedó de pie, inmóvil. El tiempo no importaba. Como la esencia que queda en una copa de vino vaciada, el recuerdo de la Guardiana de la Luz seguía presente en aquel lugar. Y ante la llamada del Abismo que había sentido, el tenue brillo invisible le reconfortaba, y en sus ojos se pudo ver un brillo diferente. Como si su alma se purificara. Pronto tendría que regresar. Pronto volvería a caminar por ese borde entre el Abismo y la Luz.
Bienvenido de vuelta :) Siento la parrafada larga para decir tan poco, pero espero que te sirva para recuperar el tono con estas pinceladas sin que te tenga que desvelar demasiado de momento…
Me encanto!!!!
Muy bueno master... y pese a que no tengo la menor idea de que hacer, y poco tiempo para brindarle a umbria, algo escribire pronto... me gustó la intro de recién, y también la impronta que deja sobre Norion... la dualidad entre la luz y la sombra, y las sensaciones que despiertan en él, afecta su posicion entre la vida y la muerte ... algo que ya venía gestandose desde el primer dia que entro a la aldea pero que esto le da pie para incorporar... voy a ver como elaboro este toque sin perder lo sombrio (que le sienta bien a Norion) pero saliendo del resentimiento para conectar con la esperanza... no parece facil de mezclar, pero no es imposible (me gusta que los personajes "evolucionen" en su rol, pero bien, no por saltos no explicados, sino por una conversion paulatina, asi que algo de esto que escribiste se va a plasmar en Norion)
Nota: teneme un poco mas de paciencia....minimo una semana mas, y espero ordenarme para poder crear desde Norion!
Gracias por los comentarios. Intenté abarcar temas como por qué Norión se fue, por qué no buscó al resto de los exploradores ni regresó a Sil Auressë, y enlazar los rituales del monolito con el trasfondo de Norión y esa especie de dualidad que le acompaña. Además, es lógico que Norión se planteara incluso si la Dama Ayla pudiera tener algo que ver, así que el hallazgo de su lugar secreto de meditación le reconforta en ese sentido. Por último, te he dejado en un punto donde el tiempo es relativo, puedes meditar y reflexionar a tu ritmo sin ralentizar al resto de momento.
Me quedo a la espera de tu post.
Los rayos de luz del día se filtraban entre las hojas del árbol, y parecían tomar cuerpo a traves de la tenue bruma que rodeaba el claro frente a él. Luces y sombras parecían hermanarse, hasta confundirse entre sí. Había en torno a él un profundo silencio, pero no se parecía al frío eco de las tumas del túmulo, sino mas bien a un sordo murmullo, casi solemne, que fluía desde las raíces mismas de los árboles. Minutos, o tal vez horas, habían pasado desde que se sentó frente a la mágica silueta, apenas perceptible, del hexagrama que sin duda la elfa había dejado. Lo observaba, con curiosidad y pudor, no era la primera vez que sondeaba los misterios de esa mujer, lo había hecho sobre su oscuro pasado y ahora lo hacía sobre su luminoso presente... conocía las intimidades mas profundas de una dama tan bella como poderosa, y tan enigmática como encantadora.
Ayla... no era tan diferente a él después de todo. Ella había caminado en sombras y en luz, un dilema que la marcó y que hacía aún mas noble su causa. Él caminaba entre la vida y la muerte, siempre había sido así, aunque durante años sintió que estaba mas cerca de cadáveres y de gélidos espíritus.
Las hojas de los árboles en ese sagrado lugar no hacían mas que gritar, a su modo, que nueva vida podía surgir detrás de las hojas secas que la habían precedido. Un ciclo perpetuo y en cierto modo, perfecto y armonioso. Hasta esa mañana sabía claramente que la muerte era parte de él, no solo las criptas que custodió por años mejor que muchos, sino también cada situación frustrante y dolorosa que acababa con toda esperanza. Sil Auresee había desafiado esa identidad de algún modo, no negándola, sino complementándola. Los días en la academia, la amistad con el pintor, y con el bardo, y con la pequeña curandera o con el joven noble, la figura de la dama Ayla, cada uno de esos destellos de vida resonaban en él, pero no se habían hecho visibles hasta esa mañana. En el claro, la luz y la sombra jugaban juntas, como la hoja viva lo hacía con la hoja seca. Ambas eran partes de lo mismo. Comprendió al fin que un Anamarta no era solo guardián de los muertos, lo era también de los vivos, de una manera particular que pocos estaban preparados para sobrellevar, pero la vida era tan suya como la muerte.
El recuerdo de la llamada del Abismo se iba desvaneciendo frente a la luz de la verdad que yacía frente a él. Oscuridades peores que la muerte acechaban, y la vida y la luz debían unirse si querían hacerle frente. Una fuerza que debió provenir de su interior hizo que se ponga de pié sin apoyarse si quiera en su bastón. Tomó las riendas del caballo de Girión y caminó hasta salir del bosque. Pensativo pero seguro se abría paso, con un brillo en los ojos que reflejaba vitalidad, en contraste a sus prendas grises y pesadas, marcadas por años de dolor.
Le esperaban horas de lectura y reflexión, esas eran sus armas, las que Namo le había dado, para hacer frente a la amenaza que se cernía frente a ellos. Caminaba con dificultad hacia su destino, a sabiendas que la prisa no era su aliada, sino la verdad y la paciencia.
Accinoes pasivas de Norion
Avanzar con los libros, como antes, eso no deja de ser un aporte (vacio de rol, en parte, lo admito, pero un poco las reglas son asi).
Profundizar en la traducción de los rollos que traía consigo (si no me equivoco algunos quedaron con Girion, pero no se si todos)
No se (cero presión, solo que no se realmente) si hubo algun avance de experiencia, si eso afecta el nivel del jugador, podriamos ver hacia donde y porque subir cada atributo, pero no se si es el caso, asi que es mas bien para saber.
Acciones activas de Norion
Va a tratar de hablar con el lugarteniente y el senescal apenas pueda, para informar de la situacion del grupo. Luego buscara hablar con el director de la academia para comentar la gravedad del caso y disponer de toda la info que pueda tener. Por ultimo estara atento al regreso de la dama para poder tener una buena conversación. Todas estas acciones son las intensiones de Norion mientras vuelve... entiendo que mi ausencia creó un destiempo que hace dificil manejar esto, asi que bien pueden estar plasmadas en un post descriptivo, sin mucho roleo (todas menos la de la hechicera, esa, en tal caso , prefiero no tenerla a hacerla a las corridas, porque es fuerte para el personaje)
Quedo en sus manos, my dear master
Acciones pasivas: gracias por la info. Mi intención es seguirlas en la escena de la Biblioteca de Sil Auressë, y tendrán su importancia en la historia. De momento, realmente han pasado pocos días y estamos envueltos en un ritmo diferente donde cada hora cuenta, pero más adelante el ritmo será de más recorrido temporal entre posts.
La experiencia: efectivamente, falta subida de nivel. Ahora posteo en la escena de Fichas de Personaje.
Sobre los pasos a seguir ahora, se agradece el adelanto, estaba dándole vueltas a cómo hacerlo para reincorporar a Norión sin que tengas la sensación de ir sobre raíles. Creo que lo mejor es situarte en lo que ha pasado en tu ausencia, y a partir de allí tendrás libertad para investigar por tu cuenta. Así que será con el Senescal primero, y luego con el resto y después podrás seguir en tu querida Academia a ver si descubres algo más de lo que está sucediendo. Vamos allá.
Sil Auressë… Los pasos de Norión le llevaban de regreso. A su alrededor, la brillante luz del amanecer venció una vez más a la noche oscura, y se reflejaba en el rocío en las hojas y en el agua cristalina del río. Mas había algo casi melancólico en el amanecer ese día. Una pesadumbre inusual. Una sensación de que la oscuridad se replegaba pero no se daba por vencida, sino que seguía presente incluso a plena luz del día. Estaba en las sombras que parecían más profundas, y en los rostros y en los corazones de las personas que se cruzaban con el Anamarta.
El Abismo te devuelve la mirada…
Las fuerzas oscuras se estaban moviendo. Norión pudo sentir las corrientes invisibles a su alrededor. Pero necesitaba averiguar el origen, o el propósito. El día anterior había notado una descarga de energía que parecía llegar desde el bosquecillo que fueron a investigar Denelloth y los demás.
Norión se detuvo junto a los primeros molinos. Sentía el dolor familiar en su pierna, y su semblante era incluso más sombrío que otras veces, y apretó el cayado con fuerza. Buscó un lugar tranquilo y volvió a sacar el valioso libro de la alforja. Como una sombra huidiza, la verdad se ocultaba en las hojas de ese tomo. Pero él la encontraría. Las fuerzas se estaban moviendo. Fuerzas oscuras y siniestras, como las que detallaba el libro. Y había una verdad incontestable. Una verdad que había vivido de primera mano en estos tiempos de la decadencia, cuando los grandes señores dúnedain se aferraban a la vida ante el temor a la inevitable muerte. Incapaces de aceptar su propia mortalidad, muchos habían buscado remedios y pactos oscuros con la esperanza vana de prolongar su vida de forma artificial.
El Abismo te devuelve la mirada… Su llamada encierra una promesa.
Allí estaba la verdad. Así de simple. Ahora faltaba saber… ¿qué promesa era capaz de mover estas fuerzas?
Alzó la vista al cielo. La tarde estaba ya avanzada, y pronto el sol comenzaría su retirada. Había pasado como de puntillas sobre este día. De forma imperceptible para la casi todos, su fuerza parecía menguar.
Norión guardó el libro y continuó el último tramo hasta llegar a la aldea. Nada más entrar, pudo sentir el miedo y la preocupación en los lugareños. La presencia de los guardias se había incrementado, y la gente se retiraba con prisas al caer la noche. No había desesperación, pero sí preocupación en sus rostros. Seguramente no eran conscientes del cambio en su ánimo. No había un motivo concreto. Pero la preocupación había ido creciendo paso a paso, de forma gradual, hasta apagar la alegría. Y la esperanza.
Como en un trance, el Guardián de los Muertos dejó el caballo de Girion, y cruzó la plaza para entrar en la Casa del Comercio. No le sorprendió ver la luz del despacho de Curudae encendida, ya que desde el taller de Adhellin la había podido observar cada noche.
El Senescal se frotó los ojos cansados. Delante tenía más y más pergaminos con números. Y una hoja con propuestas para la creación del Consejo. Pero no estaba trabajando con esos temas. Suspiró. No le daba tiempo atender los asuntos diarios. Se había decretado el estado de alerta máxima. Curudae había vivido esta situación antes. Demasiadas veces.
La aldea se preparaba para una guerra.
No obstante, el enemigo seguía oculto. Las informaciones que les llegaban eran cada vez más preocupantes. Las piezas se estaban moviendo, y el ataque parecía inminente. Pero seguían sin saber qué estaba sucediendo realmente.
La vela en su mesa se estaba gastando, y sacó otra del cajón. Al encenderla, la sujetó en su mano para quitar la otra. Y entonces vio una sombra de pie, en su puerta. Curudae no se asustaba con facilidad. Ya no. Pero no pudo evitar un ligero sobresalto al ver el rostro pálido y encapuchado de Norión, su túnica gris, y su semblante. Por un instante, pensó que la misma Muerte había venido a reclamar su alma por fin.
-Norión, dijo con voz seca pero no titubeó. Se sentía un poco orgulloso de ello, y pudo colocar la vela en su sitio sin que su mano temblara. –No te había oído entrar, pero me alegro de verte de regreso, añadió e indicó con su mano que entrara y tomara asiento.
-De vuestro grupo ha regresado el sargento Eliver y Girion, según me informaron, dijo pensativo. –Creo que los soldados te estaban buscando…
Tomó asiento frente al escritorio del Senescal con dificultad, el viaje había sido largo y preocupante, había dormido a la intemperie y estaba agotado, las fuerzas parecían abandonarlo, pero su espíritu estaba empecinado en continuar con él. El comentario del retorno de los jóvenes lo tomó por sorpresa y no pudo menos que sonreír, sentía aprecio por esos alumnos, en especial por Girión, saber que habían regresado con vida era un regalo de los Valar que no esperaba recibir.
-Sufrimos una emboscada y el caballo se asustó, luego perdí el rastro de ellos - no preguntó por otros sobrevivientes, tal vez no habían regresado aún, tal vez no lo hicieran nunca. La sonrisa huyó de su rostro, y la tenue luz de las velas se reflejaba en sus ojos, ahora sombríos - No se que tan desalentadoras han sido las noticias que estos jóvenes le han hecho llegar, pero sea lo que sea que le hayan contado, sepa que no será suficiente para que tenga una idea acertada de la magnitud de la maldad a la que nos enfrentamos- miró al hombre frente a él, la experiencia acompañaba sus pensamientos, y el valor de otros tiempos aún latía en su pecho, o al menos eso supuso Norión - Me temo que no fue posible detener las fuerzas sombrías que amenazan la aldea, contrariamente, creo que ya han sido liberadas. Puede respirarse esencia mezclada con una profunda oscuridad de criaturas ancestrales que desean liberarse y por algún motivo que desconozco parecen centrarse en este lugar. Voy a necesitar acceso a toda la información de la academia, y a la sabiduría de la dama Ayla, si es que se encuentra en Sill Auressë, porque es posible que si comprendemos la naturaleza de nuestro enemigo, tal vez, la misma muerte se apiade de nosotros y esta aldea sobreviva-
Apoyó su espalda contra el respaldo, al alejarse de las velas su rostro se perdía tras la capucha - Podría ver a Girión? tal vez pueda colaborar conmigo, son demasiados libros para leer y no se cuantas lunas tenemos antes de que la eterna oscuridad venga por nosotros -
-Aún no he tenido ocasión de recibir las nuevas de los exploradores, contestó Curudae. -Se encuentran arriba en el castillo, con Khôradur me imagino. Pero a mis oídos han llegado susurros de un gran peligro, y he estado presente en reuniones donde se hablaba de un mal que se cernía sobre nosotros, como bien sabéis. Pero el rostro de ese Mal, y su fuerza aún no los conocemos.
La presencia del sacerdote le incomodaba en cierta manera, y se levantó de la silla y se asomó a la ventana. Contempló la plaza vacía y silenciosa. Desde sus tiempos en Tharbad, solía tomar el pulso a la gente, sentir el latido en las calles y en las tiendas. Había desarrollado un sentido especial para ello. Y estaba de acuerdo con los oscuros presagios de Norión. En el aire de Sil Auressë se respiraba el miedo.
-Por desgracia, la Dama Ayla no ha regresado aún. Tendremos que hacer frente a esta amenaza sin ella, dijo sin darse la vuelta y mirando al este. Cerró los ojos y sacó un pequeño amuleto de su bolsillo, y lo guardaba en el puño encerrado. Entonces vio a alguien conocido bajando desde el castillo. Se dio la vuelta y apoyándose en la mesa le dijo al sacerdote: -Tendréis acceso a todo lo que necesitéis. Nadie mejor que vos puede llegar a entender lo que está pasando...
De repente se quedó pensativo... ¿Nadie?
-Además de la Academia y los tomos de la biblioteca, en esta aldea reside una persona que hasta hace poco poseía un gran conocimiento arcano. No sé si querrá ayudarnos. O si podrá. Creo que deberíamos averiguarlo. Me refiero a la Dama Finduilas.
El Senescal dio un golpe seco a la mesa. -Vamos, es mejor no perder más tiempo. Yo tenía previsto reunirme con Khôradur, pero he visto que ya está de camino, lo que nos ahorra tener que subir hasta el castillo. Esperadme aquí, y regreso ahora y tratamos estos asuntos esta misma noche.
Cada día cuenta. Dudo que tengamos ni siquiera una luna
Curudae salió de la habitación, dejando a Norión a solas con sus pensamientos. Al rato regresó, y sin darse la vuelta, aún sentado, Norión supo que le acompañaba el Lugarteniente Khôradur. Los pasos del umbareano de más de dos metros de estatura eran inconfundibles.
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La historia de Norion sigue en 15.4.3. El regreso de los exploradores