El veterano guerrero estaba junto a los jóvenes hermanos de padre, Menegor y Egnadan. Saludó a Theon, a la espera de órdenes que se confirmarían en breve. Se imaginaba que tenía que quedarse atrás. No había caballos para todos, y además Egnadan tenían un vendaje aparotoso en el brazo y Menegor también presentaba algunas heridas.
-Vamos, hay que sacar las cosas del almacén.
Melechtor se quedó un instante junto a Theon y Agnor en el patio. –Te recuerdo de Metraith, Theon, afirmó. No lo había reconocido en un primer momento, pero después sí. –Me alegra saber que tus pasos te han traído de vuelta a estas tierras. A este reino perdido…
Los pensamientos del capitán seguían en los papeles orcos, en los mapas y en los marcadores. –Esta guerra, este enemigo. Quiere acabar con Sil Auressë. Está organizado, y han logrado reunir a muchas de las tribus orcas de Minhiriath. No entiendo cómo han podido ocultar un ejército semejante, y coordinar un ataque combinado. Pero lo han hecho. Soy consciente de que puede que marchemos a una batalla sin esperanza. Pero no vamos a mirar para otro lado. Aunque sea el fin, la historia debe recordar que las tropas de Lord Echorion estuvieron allí. Que él respondió a la llamada de auxilio, y mandó a sus hombres que lucharon hasta el final.
A continuación les entregó a sendos ribetes rojos como los que portaban los caballeros que cabalgaban bajo el estandarte del Príncipe Que Cabalga. Los hombres reclutados por Echorion no llevaban uniforme, pero muchos habían adoptado ese brazalete como símbolo de su lealtad.
El sol brillaba con intensidad en el cielo de Cardolan cuando bajaron Aaren y Tarbrand con gesto serio. Sus caballos les esperaban, y una vez montaron ya estaba la unidad lista para partir. Pero antes, el Capitán Melechtor sacó su ribete rojo y se lo colocó en el antebrazo, y en su lanza llevaba colgando un estandarte del mismo color. El color de Echorion. El color del fuego y de la venganza.
-No soy un hombre de grandes discursos, comenzó y su voz resonaba en la meseta. -¡La batalla nos espera, muchachos! Movía su caballo delante de sus hombres y les miraba uno a uno a los ojos. –Una vez más. Porque sóis jóvenes, pero todos habéis combatido ya. Muchos hemos luchado y sangrado juntos. Por eso os escogí. Pero incluso antes de cabalgar conmigo, ya eráis hombres de guerra. Porque durante vuestra joven vida, habéis aprendido que es necesario luchar, vivir, matar y morir en guerras infructuosas por señores que rara vez han merecido vuestra lealtad. Eran guerras sin gloria aquí, en Cardolan… Apuntó con el dedo al suelo para enfatizar sus palabras.
–Aquí, donde un brazo fuerte y una buena espada puede hacerte un nombre. Aquí, donde un hombre puede hacerse rico con la guerra ofreciendo su espada al mejor postor. Y finalmente morir para nada. Porque sólo la gloria de una buena causa nos redime. Si no hay un buen motivo para empuñar el acero, para nada sirve la victoria. Hoy, se nos ofrece la posibilidad de alzarnos por encima de la mediocridad. De alcanzar la gloria que nos hará libres de las cadenas de este mundo, y nos abre la puerta de la inmortalidad.
Los hombres se miraban los unos a los otros, inquietos.
-Amigos. Hermanos de batalla. La hueste enemiga ha sido convocada. Sus tropas marchan a la guerra. Buscan la aniquilación y la destrucción. Ha llegado nuestra hora. Cabalgaremos a defender a las buenas gentes de Sil Auressë, y nos enfrentaremos al enemigo haciendo honor al juramento que hemos dado a Lord Echorion, el Protector de estas tierras. Lucharemos por su causa hasta el fin. Y yo no conozco causa más noble o pura que la suya. Suya es la Justicia. Por eso cabalgo con Lord Echorion, junto a vosotros. Fue desposeído de su derecho legítimo que viene desde los tiempos de las edades de la grandeza. Su regreso se acerca. Y más pronto que tarde, cabalgaremos desde el norte y Aervallon el Usurpador tendrá que rendir cuentas de lo que hizo. Pero antes, él nos ha convocado aquí para hacer frente a las huestes oscuras. En su nombre, ¡les daremos muerte!
Alzó el estandarte rojo, y esperó que los suyos hicieran lo mismo antes de ponerse delante de la unidad para liderarlos hacia el norte, hacia el Paso de la Loma.
Cerramos escena (los flashback se harán en la siguiente), y seguimos en la nueva aquí
¡Ha sido una escena excelente! ¡Enhorabuena a todos!
Salen de la escena: Aaren, Agnor, Tarbrand, Theon
Siguen en: 15.6.1. El camino hacia el Paso (Aaren, Agnor, Tarbrand, Theon)
Siguiente escena en lectura cronológica: 15.4.1. ¡A las armas! (Denelloth, Eärnil, Ferrim, Girion, Khoradur, Norion, Russef)